Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Montaner y Simón Editores, Barcelona 1887 |
tomo 2 páginas 322-323 |
Antinomia Filosofía. Kant es el primero que ha usado y aplicado al lenguaje filosófico la palabra antinomia. Entiende por antinomia la relación de dos proposiciones negativas la una de la otra, y aun exclusivas entre sí, que son afirmadas por la razón con justificantes iguales o al menos que así lo parecen. Pero ni aun en el pensamiento de Kant puede identificarse completamente la antinomia con la contradicción; porque, como dice Proudhon, mientras la antinomia consiste en la concepción de una ley de doble aspecto, positivo y negativo, y expresa un hecho que se impone necesariamente al espíritu, la contradicción propiamente dicha es un absurdo. Así es que podríamos anticipar, comentando la afirmación de J. Reynard «la antinomia sólo subsiste en el dualismo», que la antinomia es un problema que se pone u ofrece a la inteligencia, en la relativa oposición de sus posibles soluciones bajo la forma de la contradicción. Estima, pues, Kant que existe en la antinomia una contradicción inevitable (pero formal o lógica, pues lo contrario sería proclamar ley de la realidad el absurdo), que dimana de las leyes mismas de la razón, cuando, rebasando los límites de la experiencia, pretende conocer algo absoluto en el mundo de lo relativo. Cuatro son las que Kant denomina antinomias de la razón pura, con las cuales la Metafísica queda sacrificada al idealismo escéptico, aunque después se resuelvan las antinomias en la razón práctica. Cada antinomia se compone de una tesis, que expresa la exigencia ideal de la razón especulativa, y de una antítesis, que se opone a aquélla por medio de límites inherentes al conocimiento sensible. Son las antinomias para Kant consecuencia natural de una ilusión de la razón, que confunde las necesidades de nuestro pensamiento (razón pura o teórica) con las necesidades de las cosas (razón práctica). Kant divide sus cuatro antinomias, diciendo que dos se refieren a ideas matemáticas y dos a ideas dinámicas. Primera antinomia: ¿Es limitado el mundo en el espacio y en el tiempo? Sí, según la tesis, no, según la antítesis. Segunda antinomia: ¿Es el mundo divisible en partes simples o es divisible infinitamente? Ambas soluciones tienen razones en qué apoyarse. Para Kant, la solución de estas dos primeras antinomias se reduce a rechazar la tesis y la antítesis, cuya falsedad parcial procede de la objetividad que se atribuye al espacio y al tiempo, formas de la sensibilidad sujetiva y del pensamiento, según su doctrina. Las dos antinomias dinámicas son: Existe una libertad moral (tesis), sólo existe un determinismo físico (antítesis). Existe un ser necesario (tesis), no existen más que seres contingentes (antítesis); antinomias que proceden, según Kant, de los puntos de vista diferente, pero igualmente verdaderos, que toma el pensamiento y a que él refiere en su sistema la base fundamental para distinguir la razón especulativa de la práctica. Es la más importante de todas la antinomia establecida entre la libertad y el determinismo (que abraza todo el problema moral) (V. Libertad). Kant pretende resolverla, al restituir el valor de lo especulativo en la razón práctica como postulado o exigencias, mediante su distinción entre el fenómeno, o mundo fenomenal, sometido al tiempo y al espacio, y el mundo de los noumenos. Son los fenómenos para Kant símbolos, manifestaciones o indicios de nuestro carácter propio, de nuestro yo, realidad noumenal que es y subsiste por cima del tiempo y del espacio. En nuestra existencia fenomenal y sensible nos hallamos sujetos a leyes necesarias, a antecedentes que formados de móviles y motivos determinan nuestros actos. (V. Antecedente y la distinción que dejamos indicada entre el cronológico y el lógico o explicativo, que confundido por Kant le obligan a persistir en el dualismo insoluble de su antinomia); pero no basta, añade Kant, para concluir, que no somos libres mostrar que cada uno de los fenómenos de que se compone nuestra vida está determinado necesariamente por los que le preceden, sino que queda aún la vida entera considerada en su conjunto, el carácter moral, cuya expresión temporal está constituida por la serie de los actos visibles. Nuestro yo inteligible, en un acto intemporal quiere ser bueno o malo, y según esta elección, su vida temporal se reduce a manifestación de la bondad o de la maldad. Así somos libres en nuestra realidad sobretemporal (en nuestra autonomía y poder para comenzar el movimiento, que es como entiende Kant la libertad) y necesitados o determinados en la serie de nuestros actos temporales. Kant la funda en el sentimiento del deber; no resuelve, pues, el problema lógica ni psicológicamente, sino por medio de la moral, de la cual es un postulado la idea del deber, que es la única absoluta e inmediatamente cierta, categórica, siendo todo lo demás hipotético. Procedimiento semejante emplea para resolver la cuarta y última antinomia acerca de la existencia de Dios, que, según Kant, no se demuestra (pues para probar que es indemostrable refuta los argumentos de San Anselmo, Descartes y Leibniz, o sean los argumentos ontológicos de las causas finales y de las eficientes), sino que es objeto de creencia práctica, postulado de la razón. Lugar oportuno podrá hallarse donde apreciar en su justo valor la solución ideada por Kant a sus antinomias. Siguiendo la historia de esta palabra, la encontramos usada también por el Hegelianismo, que encuentra por todas partes contradicción y lucha, por Proudhon que la eleva a ley en sus estudios sociales (V. Contradictions economiques), y que pretenden resolver, Hegel señalando la tesis de la antinomia en el ser, la antítesis en el no ser y la solución en el suceder, y Proudhon, indicando la tesis y la antítesis de sus antinomias en lo que denomina absolutos relativos, y la solución es la serie o el processus, en el cual llega a decir: la humanidad se hace Dios o realiza lo absoluto. Pero las soluciones, algunas de ellas aparentemente justificadas, de las antinomias ideadas por Hegel y Proudhon, son hijas de una lamentable confusión de las ideas contrarias con las contradictorias (V. el sentido lógico de estos términos). Ley es de la realidad y a la vez de nuestro pensamiento la variedad, distinción u oposición (diferenciación, dicen al presente los naturalistas) de los objetos en su contenido y de las ideas en sus relaciones, y en tal sentido pueden señalarse antinomias, más aparantes que reales, en nuestro pensamiento y en la vida; que si el primero las olvidara, fecunda es la segunda en enseñanzas no menos elocuentes que duras para poner de relieve estas contrariedades reales y lógicas de la existencia y del entendimiento. Pero en la solución de estas antimonias bajo principio de unidad, supuesto por el idealismo escéptico de Kant, dogmáticamente afirmado por el idealismo absoluto de Hegel y todos los partidarios de la especulación a priori, concebido en forma de hipótesis o teoría por las escuelas científicas (evolución, monismo, etc., etc.) e informado en símbolos por todas las creencias religiosas; en la solución de estas antinomias, repetimos, está el alfa y la omega, el principio y fin de aquella tierra de promisión, tras la cual anhelosamente caminan especulación y experiencia, ciencia y filosofía a través de los constantes progresos de la cultura. Precisar taxativamente qué puntos de avance y de relativo retraso alcanza este empeño enciclopédico, en el cual se condensan los esfuerzos y exigencias del problema lógico y ontológico, o crítico y metafísico, es obra que debe cumplirse gradualmente en el examen que vamos haciendo de las distintas cuestiones que se ofrecen a nuestra consideración, obra que, si es menos brillante y seductora que la de acometer locamente la empresa de dar en fórmula directa o panacea la solución de todos los problemas, es más práctica y sobre todo más fecunda, pues la inteligencia humana, que no posee ciencia infusa, tiene siempre delante el espectáculo de la realidad, que no se adivina en llamarada genial, sino que se observa y se percibe por serie gradual, y sucesiva de esfuerzos reflexivos, llevados a cabo por la especulación y la experiencia. |
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