Filosofía en español 
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Identidad → Sinexión



Sinexión

La idea de «sinexión» ha sido configurada por G. Bueno en el contexto de la «lógica de las ciencias humanas», ante todo para ofrecer una teoría materialista (no monista) de la identidad a partir de la cual fundamentar una nueva concepción de la lógica.

Es habitual pensar la lógica, y sobre todo la lógica formal, según una teoría analítica de la Identidad. Pero Bueno pretende negar, desde el materialismo, estas concepciones, por considerar que toda identidad es, en principio, identidad sintética. La identidad reflexiva, tautológica, sólo puede ser –según Bueno– bien un concepto límite, bien una hipóstasis metafísica. Toda identidad debe establecerse originariamente sobre términos diversos y plurales. Pero tampoco puede entenderse –de acuerdo con una tradición milenaria, inaugurada seguramente con el neoplatonismo– que las identidades (las formas, las ideas, el uno) se impondrían al caos desorganizado de una materia concebida como la pura diversidad caótica disgregada, como pluralidad absoluta. Tal dualismo entre materia y forma es el que el materialismo rechaza. La pluralidad no es algo externo, sino interno a la identidad. «Desde el materialismo filosófico –dice G. Bueno– que es un pluralismo radical, la idea de identidad debe pensarse en un contexto diametralmente opuesto al eleatismo (como si la identidad excluyera a la multiplicidad) y al neoplatonismo (como si la identidad descendiese a la multiplicidad que se resiste a su recepción). La identidad sólo tiene sentido en la multiplicidad: una identidad que se supone separada de la multiplicidad, absoluta, como la relación del ser simple consigo mismo es un contrasentido»{1}.

La multiplicidad, en el concepto de Bueno, no está dada al margen de la identidad, en un mundo aparte (por ejemplo el de la estética trascendental kantiana como contradistinto del de la lógica), sino en la propia identidad que es, ella misma, múltiple: «Si la idea de identidad, en sus partes internas, no fuese múltiple, si entre esas partes o modos de la idea hubiese identidad de un solo tipo, es decir, si estuvieran los esquemas de identidad, a su vez, unidos por otros esquemas de identidad, entonces sólo podría ser pensado el ser eleático, y ni siquiera podrían concebirse diversas realizaciones de esa idea de identidad dotada de unicidad»{2}.

Se debe partir, por tanto –cree Bueno– de la «multiplicidad empírica» de ciertos esquemas de identidad dados, tales como los de «punto», «recta», «circunferencia», «rotación de 360°», «equilibrio», «isonomía», «inercia», «conservación de la cantidad de movimiento», etcétera.

Pero si los esquemas de identidad son, de suyo, múltiples ¿cómo se mantiene la idea de identidad, sin quedar rota en sus partes o modos? La solución que Bueno propugna es la de suponer que entre los diversos esquemas de identidad existen nexos, pero que ya no son de naturaleza lógica, sino ontológica: se trata de los nexos sinectivos. La sinexión es, precisamente, ese tipo de unidad necesaria que vincula identidades distintas, pero que es, ella misma, irreductible a la identidad.

Con la idea de sinexión se hace posible romper la asimilación tradicional entre unidad necesaria e identidad, de acuerdo con la cual la modalidad de lo necesario vendría siempre producida por relaciones de identidad. En el contexto de esta asimilación cobraba, por ejemplo, sentido el llamado «problema del quinto predicable», así como también la solución que quiso darle Leibniz tratando de reducir a la identidad la conexión entre el sujeto y sus predicados accidentales, al convertir éstos últimos en aconteceres contenidos desde toda la eternidad en el concepto del sujeto. El propio Kant estaba prisionero de estos mismos supuestos porque, aun cuando a él debe reconocérsele el mérito de haber puesto de relieve la existencia de los «juicios sintéticos a priori», pensó, sin duda, la unidad necesaria del juicio como brotando de la lógica, de las categorías, que se impondrían sobre las multiplicidades extensas dadas en la intuición.

La sinexión es, precisamente, un tipo de unidad necesaria que, a diferencia de los nexos de identidad, subsiste, no entre términos equivalentes, sino entre realidades o aspectos de la realidad que necesariamente son distintos. La vinculación necesaria que existe entre los dos polos de un imán, o entre el anverso y el reverso de cualquier objeto, son ejemplos intuitivos que permiten entender la idea de sinexión. Advertiremos que la idea no es nueva: ha sido numerosas veces presentida a lo largo de toda la tradición filosófica. Ya Heráclito en el §8 hablaba de la unidad necesaria de los contrarios con el término –hoy adoptado por la histología– de «sinapsis». Ciertas oposiciones clásicas, paradigmáticas incluso, entre doctrinas filosóficas (el antagonismo Heráclito/Parménides{3}, pero también las alternativas Anaxágoras/Empédocles, Platón/Aristóteles, Schelling/Hegel, por ejemplo) sólo pueden ser entendidas en su verdadera significación cuando se conectan con la dicotomía existente entre estos dos tipos opuestos (y sin embargo vinculados de forma ineludible) de unidad: la sinexión y la identidad.

El concepto de «sinexión» alcanza, también, una gran fertilidad en el análisis de las ciencias. Puede afirmarse, en general, que las relaciones de identidad sintética que caracterizan a las ciencias descansan siempre en sinexiones. Valgan, al respecto, los siguientes ejemplos en donde aparece clara la vinculación entre sinexiones y esquemas de identidad: los teoremas duales de la geometría proyectiva suponen la unidad necesaria de dos elementos diversos: punto y recta, o bien recta y plano; en el principio físico de acción y reacción cada fuerza o impulso produce otra equivalente, pero de sentido contrario; la noción de genoma –un genotipo que se transmite incambiado de generación en generación– supone una multiplicidad de individuos diversos en su misma individualidad, pero necesariamente unidos por las relaciones de generación; la noción de equilibrio en la epistemología genética es un esquema de identidad que expresa la resistencia del individuo frente a las acciones perturbadoras del medio, la resistencia se ejerce merced a dos movimientos de sentido contrario y necesariamente vinculados: la asimilación y la acomodación; la noción de circunferencia supone, como condición necesaria, la existencia de una multiplicidad de puntos, equivalentes en cuanto que son equidistantes del centro, pero a la vez distintos en cuanto que cada uno tiene su opuesto al otro extremo del diámetro.

Pilar Palop Jonqueres

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{1} G. Bueno, Proyecto de una lógica de las ciencias humanas, I/1, 4-6 (inédito).

{2} Ibídem.

{3} G. Bueno, La metafísica presocrática, Oviedo 1974, cap. III, 12.