Conciencia
Este término se usa en sentido psicológico, moral, gnoseológico y ontológico, sentidos éstos que, en la tradición filosófica, suelen ir íntimamente entrelazados. En la actualidad, sin embargo, muchos aspectos de la conciencia psicológica pueden ser enfocados (o disueltos, en el caso del conductismo) desde una perspectiva científica. Lo mismo sucede con la conciencia psicológico-moral. Lo que queda en pie, por lo tanto, es la tarea de reinterpretar el contenido filosófico (gnoseológico y ontológico) de la idea de conciencia, al margen de las cuestiones psicológicas con las que suele darse unida (psicología, gnoseología, ontología).
En cierto modo, la mayor parte de la filosofía occidental desde el renacimiento (o quizá desde el cristianismo) es una filosofía de la conciencia; esto explica el predominio del idealismo y con frecuencia del dualismo. En este sentido filosófico tradicional la conciencia es la realidad del yo como sujeto de conocimiento reflexivo, un principio, pues, al mismo tiempo gnoseológico y ontológico.
En la filosofía actual, y tras los excesos de Hegel (la constitución y desarrollo de la conciencia coincide con la constitución y desarrollo de la realidad), Marx por una parte y Freud por otra son responsables de las «sospechas» levantadas contra el predominio de la conciencia. Gracias a ellos, lo que parecía el reducto último del yo, su realidad más auténtica, se presenta ahora como un producto derivado de una realidad material («no es la conciencia lo que determina a la vida, sino la vida la que determina a la conciencia»), o como un residuo del psiquismo inconsciente. Tal es la base de la crítica que el estructuralismo lleva a cabo de la idea de sujeto consciente. Althusser, en esta línea, ha llegado a afirmar que tal idea es el núcleo de la deformación ideológica: la teoría marxista de la ideología quedaría así caracterizada como una teoría del carácter necesariamente falso o deformado de la conciencia.
Otra línea por la que se ha desarrollado la crítica al mentalismo implícito en la filosofía de la conciencia, es la del empirismo, fenomenalismo y positivismo actuales. Para estas filosofías el problema de la realidad de la conciencia es un pseudoproblema de la misma naturaleza que el de la realidad en general. Ya Mach reducía, en esta línea, la conciencia a un aspecto o configuración especial de «elementos» neutros.
No todas las concepciones filosóficas actuales participan, sin embargo, de esta crítica de la conciencia. En especial la fenomenología y el existencialismo reivindican la intencionalidad como su característica fundamental y asientan sobre este principio las bases de su filosofía.
Por último, la irreductibilidad de la conciencia como principio de la realidad humana parece un expediente necesario para mantener la posibilidad de la actitud crítica radical del pensamiento utópico, como sucede, por ejemplo, en la Escuela de Frankfurt o en las interpretaciones del marxismo vinculadas a la filosofía de la praxis, y en el materialismo pluralista y crítico de G. Bueno.