Filosofía en español 
Filosofía en español


Asunto del niño Mortara

El año 1857, hallándose enfermo y en peligro de muerte un niño judío de Bolonia, le bautizó una criada católica que aquella familia, de apellido Mortara, había tomado a su servicio. El niño curó, sin embargo, y la criada avisó a la Autoridad eclesiástica de haber administrado el bautismo al muchacho Mortara, el cual fue en virtud de esto separado de su familia y puesto al cuidado de cristianos para ser educado como tal. La prensa liberal en Europa protestó con tonos violentísimos contra lo que era, al decir de esos periodistas, “una violación de la libertad de conciencia...” y hasta la diplomacia extranjera intervino para con el Papa. No obstante lo cual Pío IX permaneció incontrastable, y su firmeza no fue estéril, toda vez que hoy Pío Mortara es sacerdote y religioso.

Evidente es que tan sólo por un motivo de orden superior pudo Pío IX determinarse a tomar una medida tan grave y tan penosa como lo es quitar un niño a su padre. En efecto, se trataba en este asunto de los intereses mismos de Dios y del niño; pues que, habiendo recibido el muchacho Mortara un Sacramento que imprime carácter, había quedado irrevocablemente cristiano, y la libertad de conciencia bien entendida exigía que se cultivase en él la gracia del bautismo lejos de ahogarla por una educación hostil, que se tributase el debido respeto al sello del Sacramento lejos de profanarlo. Al obrar así, no hizo Pío IX más que aplicar pura y simplemente la ley canónica y cumplir con su deber. Todo príncipe cristiano debiera en semejante caso seguir igual conducta si la prudencia se lo permitiere. Por otra parte, es preciso no exagerar el rigor de la medida adoptada: el padre del niño tenía facultad de ver y hablar a su hijo, con la única condición de abstenerse de toda propaganda judaica. Podrá tal vez parecer dura esta condición; pero conviene tener presente que el hecho del bautismo había decidido de una manera absoluta la cuestión de la religión del joven Mortara.

Pero si es cierto que el solo hecho del bautismo imponía al Papa la obligación de sustraer a Pío Mortara del influjo de padres judíos, ¿cómo es que el Gobierno pontificio no había tomado las medidas necesarias para impedir que se diera ese caso? En realidad, el Gobierno había hecho cuanto estaba de su parte, y quien había faltado era la familia Mortara. Las leyes romanas prohibían bajo severas penas bautizar a un niño judío, a no ser en peligro inminente de muerte. La Iglesia exceptuaba este solo caso porque no se creía con derecho de privar a una tierna alma, próxima a comparecer ante Dios, del Sacramento necesario para la eterna salvación, y todavía había atendido a eludir la dificultad prohibiendo a las familias judías tomar a su servicio mujeres cristianas. Ahora bien; la familia Mortara había precisamente violado esta sabia disposición de las leyes pontificias; el caso previsto por la Iglesia se presentó inopinadamente, y para complicar la situación, la muerte, que ordinariamente venía a cortar este nudo gordiano separando al niño bautizado de sus padres judíos, respetó esta vez al nuevo cristiano, e hizo indispensable la ejecución de una ley, penosa sin duda a la naturaleza, pero justa y llena de misericordia para el alma inmortal de aquel a quien el bautismo había hecho hijo de Dios y de la Iglesia.

En resumen, la cuestión debe presentarse en esta forma: ¿El niño pertenece en primer término a Dios, o a su familia? Los incrédulos se arrimarán sin duda a la segunda parte de esta proposición; pero ¿qué católico, qué cristiano digno de tal nombre, osaría negar los derechos primordiales de Dios sobre su criatura, de Jesucristo sobre el alma regenerada por la aplicación de su sangre divina?

Pueden consultarse acerca de esta cuestión del niño Mortara{1} los artículos polémicos de Luis Veuillot en la colección de L'Univers, coleccionados después en sus Mélanges, y las Historias de Pío IX publicadas por los señores Villefranche y de Saint-Albin, y la grande obra del Sr. Marocco, Pío IX, en cinco volúmenes, Turín, 1861-1864.

Julio Souben

——

{1} Con más gusto que a nadie se puede consultar al propio niño Mortara, hoy P. Pío Mortara. El pueblo católico de Madrid le ha oído predicar este año en muchos púlpitos de esta corte con ardiente celo y particular elocuencia. Cuando se habla con él, no puede uno menos de conmoverse al recordar que el bando anticatólico hizo de ese niño un ariete contra el Vaticano, y al ver ahora el amor entusiasta con que este hombre célebre nombra a Pio IX, y la piedad filial con que pide oraciones por la conversión de sus padres y demás familia judía. Nota de la versión española.