3 de Febrero
El moro Muza
La celebridad de esto personaje es tal en España, que todo el mundo le cita, pero no son muchos los que pueden dar noticias de su vida y hechos notables. Verdad es que nuestros antiguos cronistas no trasmitieron muchos datos acerca de tal sujeto. Sebastián de Salamanca se limitó a decir de él: «Muza, godo de origen, pero del rito mahometano, con multitud de su gente que los caldeos llaman Benicazzi, se reveló contra el rey de Córdoba y le ocupó muchas ciudades, por fuerza unas y otras por fraude. Tanto se enorgulleció con estas grandes victorias, que mandó a los suyos le llamasen el tercer rey de España».
Por tal testimonio, robustecido en autoridad y ampliado en sucesos por los historiadores árabes, viénese en conocimiento de que el famoso Muza era un renegado de los muchísimos que hubo en España durante el primer periodo de la dominación musulmana. Al hacer la biografía de Omar-ben-Hafsun, tendremos ocasión de ver que en toda Andalucía era muy numerosa la clase de los Muladíes, nombre con que designaban los moros a los descendientes de los renegados. No todos los vencidos del Guadalete se resignaron a vivir en la dura condición de siervos de los triunfadores, ni a llevar como Pelayo una vida de fieras enjauladas en los riscos de Asturias; y sabiendo que con sólo abrazar la religión de Mahoma, quedaban en posesión de sus bienes y en el goce de los mismos derechos y condiciones que tenían los árabes, apostataron de la fe cristiana. Más grato sería creer que ningún español había cometido esta indignidad; pero la historia expone en sentido contrario.
Muza, pues, abrazó este partido, y ofreciendo su espada al califa Abderramán II, había llegado a obtener su confianza y acrecentar grandemente su fortuna. Esto bastó, sin embargo, para que la envidia de los cortesanos musulmanes comenzara a trabajar en su ruina, soplando al oído del nuevo califa Mahomed I murmuraciones y reticencias encaminadas a presentar al renegado como hombre cuya lealtad era sospechosa. Muza, que por entonces era walí o gobernador de Zaragoza y se hallaba guerreando contra los cristianos de Asturias, tuvo la desgracia de que estos le causaran una derrota; lo cual bastó para que el califa, atribuyendo a traición tal descalabro, quitase al renegado aquel gobierno y a su hijo Lopia-ben-Muza el de Toledo. Agraviados por tal medida y por la suposición en que estaba fundada, padre e hijo alzáronse en abierta rebelión contra Mahomed I; y habiéndolos apoyado casi todos los pueblos de los waliatos o provincias que gobernaban, porque en ellas eran muy bien quistos, llegaron a constituir un Estado musulmán independiente del Califato de Córdoba y comprensivo de casi toda la España central. Por esta razón se hizo dar Muza el título de tercer rey de España, según antes dijimos copiando a Sebastián de Salamanca.
Pero el rebelde walí no hizo lo que Omar-ben-Hafsun, cuando organizó también el reino de Barbastro, que fue borrar la mancha de su apostasía con una reversión a la fe de sus mayores. Muza continuó siendo mahometano; pero su gloria y poder no duraron mucho. El monarca asturiano, que a la sazón lo era Ordoño I, consiguió derrotarle completamente en la batalla de Clavijo, falsamente colocada por algunos historiadores en el reinado de Ramiro I, y en la que suponen haber ocurrido sucesos maravillosos que dieron origen al célebre Voto de Santiago. La crítica ha puesto ya fuera de duda que tal combate se libró, no entre Ramiro I, y el califa de Córdoba, sino entre Ordoño I y Muza el renegado, que fue gravemente herido en la refriega; pero que no murió entonces, como se ha dicho, sino mucho después, en el año 870 y en Zaragoza, durante el sitio que a esta ciudad puso el califa Almondir, sucesor de Mahomed. Pero ni con esta muerte, ni con la rendición de dicha plaza, volvieron a la obediencia del califato todos los pueblos insurrectos; pues el waliato de Toledo continuó independiente y bajo el dominio de Lopia, a quien sucedió su hijo Abdala-ben-Lopia; de suerte que hasta el califato de Abderramán III no pudo apagarse el horno de aquellas guerras civiles encendido en el seno de la morisma por el vengativo resentimiento del Moro Muza.