La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Gómez Pereira

[Gómez Pereira en]
Historia de la Psicología Española
de Juan Saiz Barberá

(Madrid 1978)


GÓMEZ PEREIRA

Antes de analizar la psicología española en los grandes escolásticos que llenaron los siglos XVI y XVII de profundo saber teológico, filosófico y psicológico, y contemplar las maravillosas descripciones psicológicas de las riquezas del espíritu que hacen los ascetas y místicos españoles, maestros incomparables de la mística ecuménica y universal, como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, y otros místicos que coronan el pensamiento español con la aureola más luminosa, que hermosea y sublima a la nación española sobre todos los demás países, vamos a analizar brevemente a otras figuras de la psicología española, que con matices de originalidad parecían de momento oponerse a aquella corriente de espiritualismo filosófico y psicológico que llenaba la mentalidad de los filósofos y psicólogos de [95] aquellos siglos; son Gómez Pereira, Huarte de San Juan, Miguel Sabuco, Alonso Valles, del que ya se ha indicado ser anterior a Huarte y Sabuco en la originalidad de sus doctrinas sobre el cerebro, como órgano coordinador de las funciones intelectuales; realidad impresionante que sostiene la psicología en el siglo XX y cuya paternidad pertenece a un psicólogo español del siglo XVI, Alonso Valles. Estos cuatro pensadores y psicólogos anteriores, médicos y originales en sus concepciones, algunos de ellos van a ser los precursores del mecanicismo de Descartes en filosofía y psicología, Huarte de San Juan, adelantado y pionero de la psicología diferencial y experimental de los tiempos contemporáneos. Gómez Pereira escribió su principal obra, Antoniana Margarita, en 1554-1555, Medina del Campo. La originalidad de este médico, que publicó su libro queriendo ser útil a teólogos, físicos y médicos, está en negar la sensación y el alma en los brutos animales, presentándoles como meros autómatas; esto llevaba consigo una mezcolanza de metafísica y psicología; sin profundidad en su pensamiento, alega como argumentación que le lleva a confundir el conocimiento sensitivo con el intelectivo. Admitida la sensación en el reino animal, habría que admitir la intelección, lo que es absurdo. Por otra parte aparecen en su obra estas ideas más notables y originales: 1.ª Las sensaciones y otros movimientos sensitivos de los animales reconocen como principio no el alma o facultad sensitiva, sino a una fuerza innata, semejante a una fuerza atractiva del imán. 2.ª Con la sensación percibimos no el objeto real, sino la afección producida por él. (Aquí se ven los primeros despuntes de subjetivismo que llegará hasta Descartes y culminará en Kant y otros filósofos que reprodujeron no pocas teorías de Pereira.) 3.ª Las acciones, así sensibles como intelectuales, no se distinguen realmente del alma que las produce. 4.ª La distinción que existe entre la esencia y la existencia no es más que de razón. 5.ª No existen especies inteligibles, ni más principios de los cuerpos que los cuatro elementos. 6.ª Debe concederse al filósofo amplia libertad de pensar, mientras quede a salvo la doctrina revelada. No se puede ser más moderno en un esfuerzo de conjugarlo con lo tradicional. El médico, psicólogo y filósofo español sacaba a flote la verdad cristiana, pero adelantándose a sus contemporáneos la presentaba en un molde original y tan moderno, que desde Descartes (que tomó de nuestro psicólogo el automatismo y mecanicismo de los animales hasta Kant y otros filósofos contemporáneos que encerraron en la inmanencia del sujeto la validez del conocimiento) no se había visto una teoría tan original y sorprendente, pero lo que llama más la atención y mueve a reflexionar al investigador del movimiento filosófico y psicológico del siglo XVI, [96] es que fuese un español, en un rasgo de genialidad y de independencia, que tanto caracteriza a la raza española, quien iniciase tales teorías, tan atrevidas en aquella época, y por otra parte, siendo fiel a la tradición patria, en un raro y excepcional equilibrio temperamental, supeditándolas a la doctrina cristiana, en una visión global totalitaria, tomase como norte de su pensamiento, a la vez físico, biológico y teológico, este lema: «Hablaré, dice con arrogancia de cosas que nadie ha dicho ni escrito antes que yo. En no tratándose de cosas de religión, no me rendiré al parecer y sentencia de ningún filósofo, si no está fundado en razón.» Esto equivalía a dejar la razón, la ciencia y el saber humano a las puertas de la religión y de la fe cristiana para dejarse informar por ella, que tiene la última palabra.

Así el armonismo y la ortodoxia cristiana salían triunfantes en la batalla entre la modernidad del error y el talante tradicional de la verdad religiosa y dogmática. Dentro de este molde y limitación de su mecanicismo que le impide extraviarse en la carrera del error, por su firmeza ortodoxa y fidelidad a la tradición religiosa española, rechaza también Gómez Pereira el hileformismo; la doctrina de la materia prima y forma sustancial no cabía en un cerebro simplista, mejor avenido con la teoría de los cuatro elementos, como tampoco admitía la unión sustancial del alma y cuerpo por el antagonismo existente entre ambos, y para explicar la inmortalidad del alma se acoge al dualismo platónico, que le prestaba vigor y poderosa argumentación para sostener esta importante verdad, de capital interés para mantenerse inmerso dentro de la corriente espiritualista cristiana. Como Vives tuvo el ingenio de vaciar el vino antiguo de la verdad filosófica y psicológica tradicional y cristiana en los odres nuevos del lenguaje y formas renacentistas, así Gómez Pereira, posterior en más de cinco lustros, pretendió, con originalidad y, según él, con arrogancia, verter, adelantándose a su tiempo, las ideas más originales y extrañas en su época, pero dentro del molde y sin oponerlas a la verdad ortodoxa cristiana; variando los términos, los dos pensadores y psicólogos españoles saben mantenerse dentro de la corriente del pensamiento tradicional. El mecanicismo es la principal aportación que Gómez Pereira trajo a los tiempos modernos, concretamente a Descartes; su opinión de que los animales no «pasan de máquinas muy bien montadas», su repulsa a lo filosófico y médico que no está fundado en razón, pero visto a la luz de la experiencia, le presentan en el siglo XVI como un renovador de primera fila en la línea de Vives, Huarte de San Juan, Alonso Fuentes y Sabuco; cinco psicólogos españoles que sin perder amarras con la tradición española enseñan a los tiempos modernos, tan sedientos del vértigo de la innovación, [97] «que se puede adelantar en el camino horizontal de la ciencia humana hasta límites insospechados, que nadie había dicho ni escrito antes que ellos, pero sin renunciar, más aún, teniendo a la vista la verticalidad de la ciencia sobrenatural» que, como «stella amica», impide que la razón humana, tan limitada en sus alcances, se extravíe en la búsqueda de la verdad. ¡Soberana lección de prudencia y sabiduría la que dieron esos cinco sabios filósofos, médicos y psicólogos que, con el genio de la raza, siempre original en sus descubrimientos, en el espacio de cincuenta años sembraron para las generaciones futuras las semillas que habían de crecer en los siglos posteriores, desligadas ya de la verticalidad sobrenatural luminosa que acompañó al genio hispánico en sus inicios y terminó marginada por la soberbia y orgullo de la razón humana, que se declaró mayor de edad en los siglos posteriores (siglos XVIII, XIX y XX), y marchando a la deriva de la balumba de errores y extravagancias, que el hombre, cuando se aparta del camino de la verdad, se levanta infatuado y arrogante, desafiando al Altísimo con las luces pobres y debilitadas de su razón; en ella sitúa su torre de marfil y el castillo de sus elucubraciones y sutilezas, con las que marcha ciega y a oscuras en su exclusiva horizontalidad, haciendo frente al destino de los tiempos. Así marchó el naturalismo del siglo XVIII, el materialismo del siglo XIX y el psicologismo sin alma del positivismo y humanismo paganizado del siglo XX. Estos siglos han prescindido de la vertical sobrenatural, yacen debatiéndose en la multitud de errores que les circundan y les convierte en siglos (especialmente el siglo XX) de la técnica brutal que aplasta la personalidad psicológica, y se ha olvidado de la auténtica y verdadera cultura que es el perfeccionamiento del hombre en sus facultades y posibilidades internas; han dejado de ser los siglos de la psicología y se han convertido en el período crítico y desintegrador del mismo hombre. «HUMANISMO DESHUMANIZADO», ESTE ES EL TITULO QUE CON MAS PROPIEDAD LE PERTENECE AL SIGLO XX.

Pero hay otro elemento que informa el pensamiento psicológico de Gómez Pereira como el de alguno de los psicólogos, que vivieron en el siglo XVI y que explica y da a conocer como si en Vives, Morcillo y otros psicólogos de su siglo la psicología no reconoce otro criterio que el de observación interna experimental: «EL NOSSE SE Y NOSSE DEUM» de Vives, que parte de la interioridad agustiniana, dirige en última instancia la mentalidad de los psicólogos españoles, de compatriotas suyos que acompañaron el saber psicológico del siglo XVI. De esta psicología de la interioridad agustiniana que utilizaron nuestros pensadores y psicólogos de esa centuria partió después Descartes para levantar el «Cogito ergo sum». Se levanta esta interrogante: [98] ¿conoció Descartes la obra de Gómez Pereira? El Discurso del Método apareció en 1637, nuestro compatriota publicó su libro Margarita Antoniana en 1554; por otra parte, la fórmula cartesiana se contiene, con poca diferencia, en la frase del psicólogo español: «Nosco me aliquid cognoscere, et quidquid noscit est, ergo ego sum.» En otro estudio al analizar el sentido filosófico de Pereira escribíamos estas frases, que más concretamente pertenecen a la psicología; por eso las transcribimos, para centrar mejor el talante psicológico de este pensador: «Para Pereira, aunque admite la percepción externa, no es más que el punto de partida para la percepción interna, UNICA BASE Y CRITERIO DE CERTEZA.» Su opinión es: «CONOZCO QUE YO CONOZCO ALGO; TODO LO QUE CONOZCO ES; LUEGO SOY.» Lanzado el famoso «cogito» cartesiano en el campo de la filosofía moderna ochenta años después, pero con la diferencia de que Descartes, conservando reminiscencias de realismo metafísico, lo puede enunciar como subjetivo dentro del campo de la conciencia, ya que la duda metódica no le permitía más. Pero Pereira inmerso en el nominalismo no podía admitir con caracteres de universalidad, ya que consecuente con su doctrina no existen más que los singulares; pero al separar el espíritu de la materia, la observación externa de la interna, poniendo en la primera la materia, en la segunda el pensamiento, la esencia del alma no hacía más que emitir ideas que después había de sistematizar Descartes, orientándolas hacia el empirismo, cuyo camino había de abrir el filósofo francés en su consecuencia más importante e inmediata.

Pereira niega la intuición mental y también los universales; pero si no admite a la intuición mental, que va a la captación de esos universales, reconociendo tan sólo los singulares; sin embargo, de su observación interna para el conocimiento interno del sujeto se ve y concluye en él el reconocimiento de la instrospección, o intuición psicológica, que penetra e intuye en los secretos misteriosos e intimidades del interior del hombre; esto le hace engarzar a Pereira con la tradicional corriente psicológica agustiniana, que manejó con tanto acierto Lulio, Sabunde, Vives y Morcillo, y volvió a renacer en la mentalidad médica y a la vez psicológica de Pereira, que le inserta en la auténtica corriente psicológica española, armónica, ortodoxa y con la visión elevada, fundada en el respeto y adhesión a la verdad cristiana; la religión, que envuelve y sublima su pensamiento psicológico con ribetes de empirismo, unas veces, en otras introduciendo la originalidad de su talento psicológico, negando los universales, reconociendo la sensación que lleva al conocimiento de los singulares, a veces tiene despuntes de subjectivismo que inspirará a los [99] psicólogos posteriores, pero sobre todo poniendo sobre este conglomerado tan difuso y variado la BASE DE SU PSICOLOGIA EN LA OBSERVACION INTERNA «UNICO CRITERIO DE CERTEZA»; la sensación es algo provisional de la cual se parte para llegar a coronar el gran edificio del pensamiento psicológico, que se levanta señero y triunfador en la instrospección y psicología de la interioridad sobre las demás elucubraciones de matiz naturalista, en su carácter de médico, con las que inicia su obra, que termina superándose en la psicología de la instrospección o interioridad que culmina la visión de toda su trayectoria psicológica: «DE LAS OPERACIONES DEL ALMA –DICE– NO PUEDE ADUCIRSE OTRO TESTIMONIO QUE LA EXPERIENCIA INTERNA. ELLA NOS DICE QUE EL ALMA NO SE CONOCE A SI MISMA, SI ANTES NO LA IMPRESIONA ALGUN OBJETO EXTRINSECO... POR ESO, EN NOSOTROS HA DE PRECEDER SIEMPRE ALGUNA NOCION DE CAUSA EXTRINSECA AL CONOCIMIENTO DEL ALMA QUE SE CONOCE A SI MISMA. ESTA CONSECUENCIA ES EVIDENTE. Y DE AQUI SE SEGUIRA TAMBIEN QUE ESA NOCION SOLO PUEDE SERVIR DE ANTECEDENTE PARA QUE EL ALMA SAQUE DESPUES EL CONSIGUIENTE, PROCEDIENDO ASI: "CONOZCO QUE YO CONOZCO ALGO. TODO LO QUE CONOCE ES; LUEGO YO SOY".»


{Juan Saiz Barberá, Historia de la Psicología Española (primer ensayo original que se hace de esta materia en España), Madrid 1978, Capítulo Tercero: Los grandes psicólogos españoles del Renacimiento y de los siglos XVI y XVII, Artículo Quinto: Gómez Pereira, páginas 94-99.}


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