La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro II

Capítulo XXVI
De una carta que escrivieron los athenienses a los lacedemonios.


El Senado, y pueblo, y sabios de Athenas; al Senado, y pueblo, y sabios de los lacedemonios; salud a las personas y paz a la república vos dessea. A los dioses inmortales ponemos por testigos que en la batalla passada no menos pesar tuvimos por veros vencidos que por otra parte tomamos plazer por vernos vencedores; porque al fin al fin son tan grandes los daños de las crudas guerras, que es a los vencidos el daño cierto y a los vencedores es el provecho dudoso. Bien quisiéramos que antes de agora esto quisiérades, y lo que agora pedís antes lo pidiérades; pero ¿qué haremos, si en los vuestros y en los nuestros tristes hados estava que vosotros en esta guerra os oviéssedes de perder y de vuestra perdición no nos pudiéssemos nosotros aprovechar?; porque es regla infalible que todo lo que los dioses tienen ordenado, ni juyzio humano lo puede emendar, ni menos potencia humana lo puede empedir. Pedís que cesse la guerra y que por tres meses pongamos tregua, y durante este tiempo se trate de concordia. A esto respondemos que el Senado de Athenas no tiene costumbre de otorgar tregua para después tornar a la guerra; porque tenemos por ley muy antigua los athenienses que liberalmente acetamos la guerra cruda y liberalmente otorgamos la paz perpetua. Nosotros en nuestras academias trabajamos de tener sabios en el tiempo de la paz para aprovecharnos de sus consejos en el tiempo de la guerra; y éstos nos aconsejan que jamás emprendamos tregua con condición sospechosa, y a la verdad ellos nos aconsejan verdad; porque muy más [505] peligrosa es la paz fingida que no la guerra manifiesta. El filósofo Heuxino, vuestro embaxador, nos ha hablado tan alta y tan eloqüentemente en este Senado, a que nos parece que negarle alguna cosa de lo que pide sería muy injusto; porque muy más honesto es otorgar la paz al que la pide por palabra que no al que la pide con la lança. Sea, pues, el caso que el Senado, y los sabios, y el pueblo de Athenas al Senado y a los sabios y al pueblo de los lacedemonios de todo coraçón alça dellos la guerra y concédeles la paz perpetua, y esto se haze porque sepa todo el mundo que Athenas es tan animosa para los atrevidos, y es tan amiga de los sabios, que sabe castigar a los capitanes locos y se dexa mandar de philósophos cuerdos. Ya sabéys cómo toda nuestra guerra no ha sido sino sobre la possessión de las riparias ciudades del río de Milina. Por esta letra dezimos, y por los immortales dioses juramos, que nosotros en vosotros renunciamos todo nuestro derecho sólo porque nos dexéys a Heuxino, vuestro embaxador y philósopho; porque la felice Athenas más quiere a un philósopho para su academia que a toda una provincia para su república. Y vosotros, los lacedemonios, no tengáys a liviandad lo que hazemos los athenienses, conviene a saber: que trocamos el señorío de mandar a muchos y queremos dexarnos mandar de uno solo, que esto fazemos porque este philósopho enseñarnos ha a bien vivir y aquella tierra dávanos ocasión de mal morir. Y, pues ya de enemigos tan antiguos nos declaramos por vuestros amigos verdaderos, no sólo queremos alçaros la guerra y embiaros la paz perpetua, pero aun queremos daros un consejo para conservarla; porque de mayor excellencia es la medicina que conserva la salud que no la purga que alança la enfermedad. Sea, pues, el consejo éste, en que assí como veláys que los moços exerciten las armas, assí os desveléys en que los niños deprendan con tiempo las letras; porque assí como con las crudas lanças se prosigue la guerra, assí con las dulces palabras se alcança la paz. No penséys vosotros, los lacedemonios, que sin causa os persuadimos a que pongáys a las letras desde niños a vuestros hijos, y no los dexéys primero crecer y emboscarse en los vicios; porque de faltar a los unos sabios para sus consejos y de sobrar a los otros ociosos [506] en los pueblos, se levantan las guerras para matarse unos a otros. No queremos tampoco que vosotros los lacedemonios penséys que nosotros somos amigos de hombres verbosos y parleros, ca nuestro padre Sócrates ordenó que la primera lición que se diesse al discípulo en su academia fuesse que por ninguna manera en dos años osasse hablar alguna palabra; porque es impossible que sea alguno prudente en el hablar si no es muy sufrido en el callar. Parécenos, si vos paresciesse, que Heuxino el philósopho se devría quedar en este nuestro Senado, y pensad que si nosotros de su presencia esperamos provecho, sed muy ciertos que vosotros de los consejos que nos dará no sacaréys daño; porque es ley muy antigua en Athenas, que no pueda el Senado emprender guerra sin que primero por los philósophos si es justa o injusta sea examinada. No más, sino que a los dioses immortales (assí vuestros como nuestros) pedimos sean en vuestra y en nuestra guarda, y a ellos plega de conservarnos en esta paz perpetua; porque sólo aquello será perpetuo que por voluntad de los dioses fuere confirmado. Valete iterumque valete. [507]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

<<< Capítulo 25 / Capítulo 27 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
© 1999 Fundación Gustavo Bueno (España)
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org