La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XXXI
Do el autor habla de la edad dorada y de la miseria humana que tenemos agora.


En aquella primera edad y en aquel siglo dorado todos vivían en paz, cada uno curava sus tierras, plantava sus olivos, cogía sus frutos, vendimiava sus viñas, segava sus panes y criava sus hijos; finalmente, como no comían sino de sudor proprio, vivían sin perjuyzio ageno. ¡O!, malicia humana, ¡o!, mundo traydor y maldito, que jamás dexas las cosas permanescer en un estado; y, si te llamo traydor, no te maravilles, porque al tiempo que nos es más favorable la fortuna, entonces nos hazes cruda execución de la vida. No sin lágrimas lo digo esto que quiero dezir, que, aviendo passado dos mil años del mundo sin saber qué cosa era mundo, Dios permitiéndolo y la malicia humana lo inventando, los arados tornaron en armas, los bueyes en cavallos, las aguijadas en lanças, las rejas en saetas, el picote en malla, las hondas en ballestas, la simplicidad en malicia, el trabajo en ociosidad, el reposo en bullicio, la paz en guerra, el amor en odio, la caridad en crueldad, la justicia en tyranía, el provecho en daño, la limosna en robo y, sobre todo, la fe en ydolatría; finalmente el sudor que sudavan en provecho de su hazienda tornaron a derramar sangre en daño de su república. En esto se muestra el mundo ser muy mundo, y en esto se muestra la malicia humana ser muy maliciosa, en que huelga uno de enfermar porque aquél muera; huelga uno de tropeçar porque aquél cayga; huelga uno de ser pobre porque aquél no sea rico; huelga uno de estar desfavorecido porque aquél no esté privado; huelga uno de estar triste porque aquél no esté alegre; finalmente somos [216] tan malos, que despedimos el bien de nuestras casas sólo porque entre el mal por puertas agenas. Quando el Criador crió la machina y redondez de todas las cosas, luego a cada cosa dio sus lugares y estancias, conviene a saber: que dio el cielo impirio a las inteligencias; a las estrellas, el firmamento; a los planetas, los orbes; a los elementos, el mundo; a las aves, el ayre; a la tierra, el centro; a los peces, el agua; a las serpientes, los centros; a las bestias, las montañas; de manera que a todo lo que está criado le señaló Dios lugar do tome reposo. Los príncipes y grandes señores no tomen vanagloria diziendo que son señores de la tierra, que a la verdad de todo lo criado sólo Dios es el señor verdadero, que el hombre mísero no tiene más en ello del uso y frutos; porque si nos paresce justo gozar el provecho de lo criado, muy más justo es reconoscer en Dios el su primero señorío. Yo no niego (mas antes confiesso) que todas las cosas crió Dios para que sirviessen al hombre, con tal condición que el hombre sirviesse a Dios; pero quando el hombre se levantó contra Dios, luego las criaturas se rebelaron contra el hombre; porque justamente es desobedescido en todo aquél que no quiso obedecer un mandamiento solo. ¡O, quánta desventura tiene la criatura no por más de aver desobedecido a su Criador, en que si el hombre guardara en el Paraýso su mandamiento, Dios conservara en el mundo su señorío; pero las criaturas que Él crió para su servicio, aquéllas le son ocasión de mayor enojo; porque la ingratitud del beneficio mucho lastima en el coraçón discreto! Gran compassión es ver al hombre quién fue en el Paraýso y quién pudiera ser en el Cielo, y ver quién es agora en el mundo y, sobre todo, después ver qué será en el sepulchro; porque en el Paraýso terrenal fue innocente, en el cielo fuera beato, y en el mundo está agora cercado de cuydados, y en la sepultura estará después roýdo de gusanos.

Veamos agora de la desobediencia que tuvimos al mandamiento divino qué fructo emos sacado en el mundo; porque harto simple es el que se atreve a cometer un vicio sin sacar dél un deleyte para el cuerpo. A mi parecer, de aquel pecado que cometieron nuestros padres en el Paraýso quedó esta servidumbre a nosotros sus hijos en el mundo, en que si entro [217] en el agua, me ahogo; si toco el huego, me quemo; si llego a un perro, me muerde; si amenazo a un cavallo, me hiere; si resisto al ayre, me derrueca; si persigo a la serpiente, me emponçoña; si acosso al osso, me mata; finalmente el hombre que quería comer a los hombres en la vida sin piedad, las entrañas le roen los gusanos en la sepultura. ¡O!, príncipes y grandes señores, cargaos de brocados, acumulad muchos thesoros, juntad muchos exércitos, inventad muchas justas, buscad grandes passatiempos, vengaos de vuestros enemigos, servíos de vuestros vassallos, casad en altos reynos a vuestros hijos, fazeos temer de todos los tyranos, emplead los cuerpos en muchos regalos, dexad muchos reynos a vuestros erederos, levantad para dexar memoria superbos edificios; que yo juro por Aquél que me ha de juzgar tengo más compassión a vuestras ánimas pecadoras que no imbidia a vuestras vidas regaladas, porque muy en breve se os acabarán los passatiempos y muy en breve os entregarán a los hambrientos gusanos. ¡O!, si pensassen los príncipes, aunque nazcan príncipes y se ayan criado en grandes estados, cómo el día que nascen del vientre de su madre, luego en pos dellos sale la muerte en busca de su vida, y aquí toma, y allí toma; quando sanos, quando enfermos; hora cayendo, hora levantando; jamás los dexa una hora fasta encerrarlos en la estrecha sepultura. Pues es verdad como es verdad que lo que posseen los príncipes en esta vida es poco y lo que esperan en la otra es mucho, por cierto yo estoy maravillado, y aun escandalizado, porque los príncipes que han de estar tan estrechos en la sepultura osan vivir con tantas larguezas en esta vida. Por ser ricos, por ser señores, por tener estados, no deven los hombres tener sobervia, pues veen quán frágile es la condición humana; porque al fin al fin la vida tenémosla arrendada como alcavala de viento, mas la muerte tenémosla por perpetuo juro; la muerte es un patrimonio que sucessivamente se ereda, pero la vida es un juro de por vida que cada día se quita; porque la muerte tiénenos por tan suyos, que muchas vezes viene sin nos avisar, y la vida tiénenos por tan estraños, que muchas vezes se nos va sin se despedir. Pues si esto es verdad como es verdad, ¿por qué los príncipes y grandes señores son tan [218] atrevidos, que assí quieren mandar en casa agena, que es esta vida, como en su casa propria, que es la sepultura? Dexadas las opiniones dichas, digo que por solo el pecado entró la servidumbre en el mundo, porque, si no oviera pecadores, de creer es que no oviera señores ni siervos. Caso que la servidumbre generalmente entró en el mundo por el pecado, digo que el señorío de los príncipes es por mandamiento divino, ca Él dixo: «Por Mí el rey govierna, y por Mí el príncipe administra justicia.» Concluyo esta materia con esta razón, que pues es verdad los príncipes ser puestos por mano de Dios para governar, nosotros somos obligados en todo y por todo a los obedecer; porque no ay mayor pestilencia para la república que levantar contra su príncipe la obediencia. [219]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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