Proyecto Filosofía en español Antonio de Guevara 1480-1545 |
Capítulo VII
Cómo los gentiles pensavan que no era poderoso un dios para defenderlos de sus enemigos, y de cómo los romanos, cuando fueron combatidos de los godos, embiaron por todo el imperio a pedir dioses emprestados.
En el año de la fundación de Roma de mil clxiiii, que, según la computación nuestra, era en el año de ccccxii de la Encarnación de Christo, según dize Paulo Orosio, libro sexto De ormesta mundi, y Paulo Diáchono, xii libro Historie romanorum, los godos, que por otro nombre se llamavan gethas según Spartiano, o según otros se llamavan gétulos, y según otros maságetas, fueron alançados de sus tierras por los hunnos y vinieron a Italia a buscar nuevas sillas do tomassen naturaleza y edificassen casas. Y en aquellos tiempos era emperador romano uno que avía nombre Valente, varón poco esforçado en las armas y menos corregido en las costumbres, porque era de la seta de los arrianos. Venían por reyes destos godos dos muy famosos hombres, conviene a saber: Randagaysmo y Alarico. Y, destos dos, Randagaysmo fue el primero y fue gentil, y era rey muy cruel, y traýa consigo por lo menos dozientos mil godos, los quales todos con él y él con todos hizieron voto de derramar toda la más sangre que pudiessen de los romanos y ofrecerla a sus dioses; porque tenían en costumbre los bárbaros que, en acabando de matar a su enemigo, con aquella sangre untavan al dios que estava en el templo. Venida la nueva cómo aquel crudo tyrano venía con determinación no sólo de assolar a Roma, pero aun de quitar el nombre de romanos que no se nombrasse en toda la tierra, [91] fueron desto todos los pueblos de Italia muy atemorizados, y acordaron todos los poderosos y valerosos cavalleros de meterse en Roma y allí morir sobre defender la libertad della, porque era costumbre inviolable entre los romanos que quando armavan a un cavallero, hazíanle jurar tres cosas. Lo primero, jurava que todos los días de su vida no los espendería sino en la guerra. Lo segundo, jurava que por pobreza, ni por riqueza, ni por otra cosa ninguna, jamás tomaría gajes sino de Roma. Lo tercero, jurava que antes eligería morir libre que no bivir captivo. Después ya que todos los romanos que estavan derramados por Italia se vieron juntos en Roma, acordaron de embiar sus mensageros con letras, no sólo a sus súbditos, mas aun a todos sus confederados. La summa de las cartas era ésta. [92]
{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}
<<< Capítulo 6 / Capítulo 8 >>>