Antonio de Guevara
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Antonio de Guevara
Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos
Valladolid 1542
Comienza la tabla de todos los Capítulos que se contienen en la presente obra.
- Autoridades
- Prólogo
- Capítulo I. De cuán gran merced hace el señor al que saca de los bullicios del mundo, y le trae a la religión para servirse de él en el monasterio. Folio I.
- Capítulo II. De cómo los varones perfectos, es de creer que son de Dios escogidos, y que cerca del señor es muy gran pecado no le agradecer el haberle hecho religioso. Folio III.
- Capítulo III. De cómo el siervo del señor entonces va por el camino que debe, cuando no hace lo que quiere, y de cómo en tal caso, el errar es el verdadero acertar. Folio V.
- Capítulo IIII. De los grandes engaños que hay en el mundo, y de lo que la escritura divina y humana siente de su perdición y daño, y nótese bien este Capítulo. Folio VII.
- Capítulo V. De muchas maneras de yugos que se ponen en la escritura sacra, y que sólo el yugo de Cristo es el más ligero y menos penoso y más meritorio. Folio IX. Expónese por muy alto estilo la autoridad de venite ad me omnes qui laboratis. &c. Léase con atención. Folio X.
- Capítulo VI. De cómo deben ser muy examinados los que del mundo vienen a tomar el hábito en los monasterios, y de cómo los apartamientos que hizo Noé en su arca, fueron figuras de las religiones en la Iglesia. Folio XII. Capítulo que para servir al señor en los monasterios no se han de tomar los que en el mundo son más desechados. Folio XIII.
- Capítulo VII. De las condiciones que han de tener los que en la religión a otros han de doctrinar. Folio XIV. De las cosas que los maestros han de enseñar a sus discípulos, lo cual se prueba con figuras muy notables. Folio XVI.
- Capítulo VIII. De cuán gran ánimo han menester los que quieren al señor servir, y pruébase muy bien esto con una figura del lenítico. Folio XVII.
- Capítulo IX. De cómo el siervo del señor debe negar su propria voluntad, y para esto probar, se prosigue la figura arriba tocada. Folio XIX.
- Capítulo X. De cómo los varones más perfectos son a más cosas de virtuosos obligados, pruébase esto con figuras , y autoridades. Folio XXII.
- Capítulo XI. Ado se comienzan a tratar de la virtud de la abstinencia, y para mostrar su grandeza se traen grandes figuras de la sagrada escritura. Folio XXIII.
- Capítulo XII. De cómo el siervo del señor tiene más obligación de ser muy bueno que no todos los mundanos que quedan allá en el mundo. Folio XXVI.
- Capítulo XIII. De cuatro muy notables figuras de la escritura sacra, con las cuales se prueba el peligro de la inobediencia y el provecho de la obediencia. Folio XXVIII.
- Capítulo XIII. De cómo el siervo del señor todas las cosas ha de posponer por obedecer, lo cual se prueba con excelentes figuras de la escritura. Folio XXX.
- Capítulo XV. Ado se comienza de hablar de la dignidad de la prelacía, y cuán apartado ha de estar de las cosas del mundo, el que quiere ser prelado, tócase aquí la prelacía de San Pedro, y del rey Saúl. Folio XXXI.
- Capítulo XVI. Que el oficio del prelado es muy penoso y muy peligroso, y de cómo con muy recatadas palabras hizo Dios [Iv] prelados a Moisen en la sinagoga, y a San Pedro en la iglesia. Folio XXXIV.
- Capítulo XVII. Del peligro que tienen los que procuran prelacías, y de cómo también pecan los que no quieren aceptarlas, teniendo habilidad para ellas: pruébase todo esto con notables figuras. Folio XXXVI.
- Capítulo XVIII. De cuánta obligación tiene el prelado de mirar lo que hace en su monasterio, y de corregir con caridad los defectos de sus súbditos. Folio XXXVII.
- Capítulo XIX. Ado se comienza a hablar de los grandes males, que hace la lengua: lo cual se prueba con grandes ejemplos de la escritura sacra. Folio XL.
- Capítulo XX. Cómo son muy peores las lenguas malas que hay en el mundo, que no la plaga de ranas que envió Dios a Egipto, y de lo que los autores dijeron en este caso. Folio XLI.
- Capítulo XXI. De cómo es muy gran peligro tratar con hombres parleros y maliciosos, y que es cosa muy segura no entender con ellos. Folio XLIII.
- Capítulo XXII. De muchas maneras que llama Dios a sus siervos, y en qué se conocerán los buenos, y los otros. Folio XLIV.
- Capítulo XXIII. De dos profesiones que hace el monje: es a saber, una como cristiano, y otra como religioso, y que el que ha de hacer profesión, ha de tener edad y habilidad. Folio XLVII.
- Capítulo XXIIII. Do se comienza a hablar de las grandes excelencias de la abstinencia: y expónense muchas autoridades de la escritura. Folio L.
- Capítulo XXV. Que entre todas las tentaciones es muy peligrosa la de la gula: y qué es lo que siente San Jerónimo della. Folio LI.
- Capítulo XXVI. Que poco aprovecha que ayune el estómago si no se abstiene del pecado: y qué es lo que San Ambrosio siente en esto. Folio LIII.
- Capítulo XXVII. De una carta que escribió San Basilio a Juliano apóstata, a favor de la abstinencia. Folio LIV.
- Capítulo XXVIII. Que el siervo del señor debe huir de los convites mundanos: y que en los más convites del mundo se halló siempre el demonio. Folio LV.
- Capítulo XXIX. De la honestidad, y crianza que ha de tener el religioso, cuando comiere fuera del monasterio. Folio LVII.
- Capítulo XXX. Que el siervo del señor debe siempre ir a comer a refictorio, y huir del hospicio. Folio LVIII.
- Capítulo XXXI. Que el religioso no debe ser en su comer y vestir extremado, sino seguir la vida común del convento. Folio LXI.
- Capítulo XXXII. Que el siervo del señor de tal manera se haya con su cuerpo, que se castigue mas no que se mate. Folio LXII.
- Capítulo XXXIII. De cómo el siervo del señor se ha de haber después que está en la mesa para que allí conserve la abstinencia, y no pierda la crianza. Folio LXIII.
- Capítulo XXXIIII. Ado se comienza a tratar del oficio divino, y que el loar al señor es oficio de ángeles del cielo. Folio LXVI.
- Capítulo XXXV. De cuán bienaventurados son los religiosos, en no estar ocupados sino en los divinos oficios. Folio LXVIII. En cómo los siervos del señor se han de aparejar para el oficio divino: y de la manera que se han de haber en el orar. Folio LXX.
- Capítulo XXXVI. De la antigüedad, y excelencia de la oración: y que muy poco aprovecha el mucho orar sin el bien obrar. Folio LXXII.
- Capítulo XXXVII. De cómo nos manda Cristo orar, y del consejo que el apóstol nos da acerca de la oración: y para esto se exponen dos muy altas autoridades. Folio LXXIV.
- Capítulo XXXVIII. Que el siervo del señor no puede ser virtuoso, ni devoto, si primero no deja de ser malo. Es Capítulo muy [IIr] notable. Folio LXXV.
- Capítulo XXXIX. De cuatro diferencias de oraciones que pone el apóstol, y expónese la autoridad del apóstol, y aléganse otras notables figuras. Folio LXXVIII.
- Capítulo XL. De muy notables dichos que muchos santos dijeron: y de muy altos gustos que en la oración alcanzaron. Folio LXXIX.
- Capítulo XLI. De la gran excelencia de la obediencia: y de cómo por autoridades y figuras se prueba ser ella la virtud más antigua. Folio LXXX.
- Capítulo XLII. Del gran ejemplo que nos dio Cristo en obedecer, y que en la virtud de la obediencia ninguno le igualó en esta vida. Folio LXXXII.
- Capítulo XLIII. De las condiciones que ha de tener el buen obediente, en especial que ha de obedecer de buena voluntad, para en prueba de lo cual se exponen dos figuras. Folio LXXXIII.
- Capítulo XLIIII. Que el siervo del señor no ha de poner excusa en todo lo que le mandare la obediencia: lo cual se prueba con muchas autoridades de la escritura. Folio LXXXV.
- Capítulo XLV. De cómo la obediencia ha de tener las condiciones de la oveja, y de muchos ejemplos de los padres antiguos. Folio LXXXVII.
- Capítulo XLVI. Que las cosas temporales las ha de tener el siervo del señor en poco, porque son muy peligrosas, y poco provechosas. Folio LXXXIX.
- Capítulo XLVII. Que conforme a la doctrina de apóstol, no sólo es peligro las cosas mundanas procurarlas, mas aun nos es prohibido el desearlas. Folio XCI.
- Capítulo XLVIII. De cómo es cosa en el religioso escandalosa, tener en su poder alguna cosa de su prelado abscondida. Folio XCIII.
- Capítulo XLIX. Del trabajo que pasan los siervos del señor en ser castos, y de cómo son deste vicio muy tentados. Es Capítulo muy notable. Folio XCVI.
- Capítulo L. En el cual prosigue el autor la materia: y aconseja que todos huyan las ocasiones de la lascivia. Folio XCVII.
- Capítulo LI. Que el siervo del señor no debe andarse mudando de un monasterio a otro, ni salir muchas veces para ir al mundo, y este Capítulo debe mucho notar el hombre religioso. Folio XCIX.
- Capítulo LII. De en cuán gran estima es tenido el hombre verdadero, y de cuán gran mal es ser tenido por mentiroso, y tócanse aquí muy buenas figuras. Folio CI.
- Capítulo LIII. Que las enfermedades que el señor da a sus siervos, más es por les dar a merecer, que no por les castigar. Folio CIV.
- Capítulo LIIII. Que los prelados deben tener muy gran cuidado de los monjes enfermos, en especial de los que en la religión son viejos, y flacos, y tullidos. Folio CVI.
- Capítulo LV. De cuán necesaria nos es la perserverancia, y que ninguna virtud vale cosa sin ella. Folio CVIII.
Texto tomado de: Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos: compuesto por el Ilustre señor don Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo, predicador, cronista, y del consejo del Emperador, y rey nuestro señor. Van en esta obra grandes doctrinas para religiosos, muchos avisos para virtuosos, notables consejos para mundanos, elegantes razones para curiosos, y muy sutiles dichos para hombres sabios. Expónense grandes figuras de la Biblia, decláranse muchas autoridades de la escritura sacra, aléganse dichos de muchos santos, y explícanse ejemplos de los padres antiguos. Es obra en que el autor más tiempo ha gastado, más libros ha revuelto, más sudores ha pasado, más sueño ha perdido y la que él en más alto estilo ha compuesto. El predicador que es amigo de cosas curiosas predicar y el religioso que es amigo de religiosamente vivir, y el seglar que tiene gana de los bullicios del mundo salir, lean con atención esta obra, que para otro género de gentes no vale cosa. Es obra para que los religiosos la lean en los refictorios: y para que los virtuosos la traigan en las manos. MDXLIIII. Con privilegio imperial. Fue impresa en la muy noble villa de Valladolid, por industria del honrado varón Juan de Villaquirán, impresor de libros, a nueve días del marzo, año de mil y quinientos y cuarenta y cinco.
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