La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XX
En el qual prosigue Marco Emperador su plática a Faustina, y aquí se tracta quánto peligro tienen los hombres que tractan mucho con las mugeres.


Proseguiendo, pues, el Emperador su plática, vínose a particularizar los daños universales que a los hombres se les siguen de tractar mucho con las mugeres, y después dixo algunos particulares que él avía passado en su vida con su muger Faustina. Dize agora, pues, el Emperador:

Acuérdome que muchas vezes en mi moçedad tropeçé en la carne, con propósito de jamás tornar a la carne; pero yo confiesso que si un día tuve buenos deseos, en su lugar tuve diez mill días de malas obras. Razón tienen, ¡o, mugeres!, huyr los que hos huyen, asconderse los que se asconden, dexarhos los que hos dexan, apartarse los que se apartan, olvidarhos los que hos olvidan; porque unos escapan de vuestras manos infames por effeminados y otros lastimados de vuestras lenguas, muchos perseguidos de vuestras obras, y a mejor librar vienen todos aborreçidos de vuestras entrañas y acoçeados de vuestras liviandades. Pues quien esto siente que ha de alcançar, yo no sé quál es el loco que hos quiere servir.

¡O, a quánto peligro se offreçe el que con mugeres tracta!: si no las ama, tienénle por necio; si las ama, por liviano; si las dexa, por covarde; si las sigue, por perdido; si las sirve, no le estiman; si no las sirve, le aborreçen; si las quiere, no le quieren; si no las quiere, le persiguen; si las freqüenta, es infame; si no las freqüenta, es menos que hombre. ¿Qué hará, el triste? [88]

Tengan una cosa por cierta los hombres: que, aunque uno haga por su muger todo lo que puede como hombre y todo lo que deve como marido, y de la flaqueza saque fuerças como bueno, y la pobreza remedie con su trabajo, y cada hora por ella se ponga en peligro; su muger no se lo ha de agradesçer, diziendo que el traidor su amor es con otra y que aquello haze sólo por complir con ella.

Días ha, Faustina, que deseava dezirte esto, y helo dilatado hasta agora esperando me dieses una occasión para dezirlo de quantas me has dado para sentirlo. No es de hombres cuerdos todas las vezes que han enojos con sus mugeres luego lastimarlas con palabras, porque entre los sabios aquellas palabras son más estimadas que al propósito de alguna cosa son muy bien traídas. Acuérdome que ha seis años Antonino Pío, tu padre, me eligió por su yerno, y tú a mí por tu marido y yo a ti por mi muger, los hados míos tristes lo permittiendo y Hadriano, mi señor, me lo mandando. A mí me dio mi suegro a ti, su hija muy hermosa, por muger, y a su Imperio muy poderoso en casamiento: pienso que todos fuimos engañados, él en tomarme por hijo y yo a ti escogerte por muger. Llámase Antonino Pío porque con todos fue piadoso sino comigo, que fue cruel, porque con poca carne me dio mucho hueso; y confiéssote la verdad, que ya ni tengo dientes con que lo roer, ni calor en el estómago para lo digerir, y muchas vezes con él me he pensado ahogar.

Quiérote dezir una palabra, aunque resçibas pena por ella: por tu hermosura eres deseada de muchos y por tus malas costumbres eres aborreçida de todos. ¡O, quán malos son tus hados, Faustina, y quán mal partieron contigo los dioses!: diéronte hermosura y riqueza para te perder y negáronte lo mejor, que es buena condición y cordura para lo sustentar. Torno a dezir que fueron muy crueles los dioses contigo, pues te engolfaron en los golfos adonde todas las malas peligran y te quitaron las velas y remos con que todas escapan. Treinta y ocho años estuve sin muger que no se me hizieron treinta y ocho días, y en seis años de casamiento me paresce he passado seisçientos años de vida. [89]

De una cosa te quiero çertificar: que si alcançara antes lo que alcanço agora, y de lo mucho que siento entonçes sintiera, aunque los dioses me lo mandaran y Hadriano, mi señor, me lo rogara, yo no trocara mi pobreza y mi reposo por tu casamiento y Emperio; pero, pues cupo en tu dicha y mi desdicha, callo mucho y suffro más. Yo he dissimulado mucho, tanto, que ya no puedo dissimular más, y ningún hombre suffre tanto a su muger, que no sea obligado a suffrirle más, considerando al fin el hombre que es hombre y al cabo la muger que es muger. Atrevida es la que se toma con su marido; pero loco es el marido que toma pendençias públicas con su muger, porque si es buena ála de favorescer porque sea mejor, y si mala, ála de suffrir porque no se torne peor.

Sepan todos los hombres que todas las cosas suffren castigo, sino la muger, como muger, que quiere ruego. Créeme, Faustina, que si el temor de los dioses, la infamia de su persona, el dezir de las gentes no retrae a la muger de los malos, no la apartará todo el castigo del mundo. El coraçón del hombre es muy generoso y el de la muger muy delicado. Quiere por poco bien mucho premio y por mucho mal ningun castigo. El hombre cuerdo mire lo que haze antes que se aya de casar, pero después que se determina de tomar compañía de muger, ha de hazer el coraçón ancho para todo lo que con ella le puede venir. Gran poquedad es del hombre hazer mucha cuenta de las poquedades de su muger, castigando en público lo que passa entre ellos secreto.

El que es prudente, si quiere vivir en paz con su muger, esta regla ha de guardar: amonéstela mucho, reprehéndala poco y no ponga las manos en ella nunca, porque de otra manera ni él della fidelidad, ni ella dél buen tractamiento, ni los hijos de entrambos buena criança, ni los dioses algún serviçio, ni los hombres algún provecho pueden esperar. Y en esta materia, Faustina, no te quiero más dezir, sino que sientas que lo siento y sepas que te veo, y que la dissimulaçión mía devría abastar a emendar a vida tuya. [90]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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