La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Fray Antonio de Guevara
y el «Euphuismo»

por José María de Cossío
(Altamira, Santander 1934.)


La influencia de Fray Antonio de Guevara, por mediación de su Marco Aurelio y su Reloj de Príncipes, en el fenómeno literario conocido con el nombre de euphuismo, en Inglaterra, moda literaria que predominó de modo incontrastable en los prosistas ingleses de los dos últimos decenios del siglo XVI, ha sido reiteradamente discutida, y entre los críticos españoles del obispo montañés es un lugar común su resuelta afirmación.

Decir la última palabra en cuestiones de esta índole es pretensión desmedida, o más bien de imposible logro, y en todo caso, en una cuestión en la que la estilística es esencial, la solución parece estar reservada a la crítica de habla inglesa. Estas influencias, contactos y simpatías, por ser de orden puramente espiritual, no pueden determinarse con precisión, y las hipótesis que se enuncien no pueden tener sino una certeza que podríamos llamar paradógicamente, accidental, o dicho más sencillamente, una probabilidad. El aspecto que traten de ilustrar, le ilustrarán sin duda; pero siempre será parte tan solo del fenómeno total. Creo por todo ello que sería labor inútil, y evidentemente superior a mi preparación, dar una opinión nueva en la cuestión debatida; pero me lisonjeo de que ha de ser provechoso resumir las dispares opiniones para formar juicio del pleito que tanto afecta a la cultura montañesa, ya que para todos es punto inexcusable de referencia la obra literaria del fraile de Treceño. [66]

Su difusión en Inglaterra en el siglo XVI fue extraordinaria. John Bouchier, segundo que usó el título de Lord Berners, tradujo el Marco Aurelio en 1531{(1) The golden booke of M. Aurelius, emperour and eloquent oratour. 1534}, alcanzando hasta trece ediciones en aquel siglo, siendo la última de 1586. Sir Thomas North traslada después el Reloj de Príncipes {(2) Dial of Princes. 1557}, siguiendo más tarde las traducciones de Eduard Helowes. Estas se trasladaron directamente del español. La de Lord Berners, a pesar de haber sido embajador en España, donde sin duda conoció los libros del obispo de Mondoñedo, parece traslado de la traducción francesa de René Bertaut {(3) Livre doré de Marc Aurele, empereur et eloquent orateur, traduict du vulgaire castillan en françois par R. B. Paris 1531}. Por el mismo tiempo Sir Francis Bryan traducía el Menosprecio de Corte y alabanza de aldea, que había de contribuir a la difusión de Guevara en Inglaterra.

Pero no es esto sólo. El erudito norteamericano Garrett Underhill {(4) Spanish Literature in the England of the Tudors. New York, London 1889, pp. 65-84}, al estudiar la influencia española en la literatura inglesa del siglo XVI, dedica todo un capítulo al que llama grupo de Guevara, en el reinado de Enrique VIII. En efecto, Sir Thomas Elyiot, que fue embajador en la corte de Carlos V, publica su Imagen de gobernación {(5) Image of governance compiled of the acts and sentences of the most noble emperour Alexandre Seuerus}, deducida de los actos y sentencias del Emperador Marco Aurelio, patente imitación del libro de Guevara, y tras él siguen escritores como Timme, Pettie y Fenton, por no citar los que deben incluirse en el grupo euphuista, cuya dependencia del escritor montañés se discute.

En este ambiente literario publica John Lyly su célebre novela, de carácter moralista, Euphues, the anatomy of wit (1578), cuya aceptación fue tal que su título había de dar nombre a toda una manera literaria.

Fue el euphuismo una corriente de tipo preciosista y [67] artificioso, paralela, y de significación análoga a las que habían de predominar en otras literaturas con pequeña diferencia cronológica, y que se conocen con los nombres de secentismo, culteranismo, marinismo, preciosismo, &c. Este fenómeno literario, donde quiera que se ha presentado, ha tenido un carácter complejo, y por ello han fracasado las explicaciones simplistas que han querido dársele. No escapa esta corriente inglesa a esta complejidad, y así los diagnósticos de su origen y desarrollo han sido diversísimos, y por ello tan traída y llevada la influencia del guevarismo como he notado al principio.

Intentaré una breve exposición y resumén de tal polémica.

F. Landmann en dos estudios sucesivos {(1) Der Euphuismus, sein Wesen, sein Geichichte, 1881 - Shakespeare and Eufuism, 1880-1882. Aún insistía en la misma tesis en la introducción de su excelente edición de Euphues (Hilbronn, 1887)} con todo el método y precisión que pudiera apetecerse, sostuvo que el guevarismo había producido el movimiento euphuista. Impresionó el aparato crítico de que revistió su tesis, y de la publicación de sus dos citados estudios parte el discernimiento de esta dudosa gloria para el escritor montañés. Los elementos que parecen más típicos del estilo de Lyly, frecuencia de la antítesis, tendencia rítmica del período, paralelismo rebuscado de los miembros de la frase, hasta el abuso de rimas voluntarias en el final de cada dicción que dentro del genio de la lengua inglesa Lyly suple con aliteraciones reiteradas, piensa Landmann que proceden da la manera característica del obispo de Mondoñedo. Hasta el hecho de que en la célebre novela utilice el recurso del empleo de una historia antigua imaginada, le juzga signo indudable de dependencia del famoso cronista de Carlos V.

Tal tesis fue recibida como indiscutible, y así J. Jusserand {(2) Le roman au temps de Shakespeare, París 1887, pp. 45 y sigs.} llega a resumir dándola por segura: «Antes de Lyly [68] ya varios autores ingleses habían hecho imitación del estilo de Guevara; cuando surgió Lyly abrillantando todavía más aquel estilo, el entusiasmo fue tan grande que se olvidó el modelo extranjero, y aquel estilo exótico volvió a ser bautizado en señal de adopción y de naturalización inglesa.»

En cambio Morley, que ya anteriormente había estudiado la influencia de Italia sobre la literatura inglesa de este período, contradijo las afirmaciones de Landmann en 1892 {(1) English Writers. VIII, pp. 320 y sigs.}. Parecíale el problema del euphuismo más hondo que un problema de mera estilística, y creía que con la sola aportación de Guevara, nunca hubiera existido tal corriente en la literatura inglesa.

E. Koeppel {(2) Zur Geschichte der Italienischen Novelle in der englischen Literatur dessechszehunten Jahrhuderts. Strasbourg, 1892, pp. 24 y sigs.} niega toda importancia a la influencia de Guevara, hasta el punto de sostener que el Pallace of Pleasure, de Pettie, que Landmann consideraba como indubitablemente dependiente del Reloj de Príncipes, puede provenir de las propias fuentes de éste, como Plutarco, o de la historia muy divulgada de Sinorix, o del propio Cortegiano de Castiglione, que ya corría por entonces en Inglaterra.

En 1894 publica Clarence Griffin Child una disertación sobre John Lyly {(3) John Lyly and Euphuism. Erlagen, Leipzig, 1894}, y en ella expone estos y otros antecedentes del problema. Sin decidirse a formular una opinión resuelta sobre el caso de influencia literaria planteado por Landmann, no descarta la posibilidad de la imitación española en Lyly, si bien al estudiar los elementos constitutivos del euphuismo señala sus diferencias de la manera de Guevara. Por lo demás su estudio constituye una defensa de tal moda literaria, que estima como medio elegante, sencillo y eficaz de dar claridad, eufonía y solidez a la frase.

Con ocasión de reseñar esta disertación [69] Arturo Farinelli {(1) Revista crítica de Historia y Literatura Española, 1896, pp. 1 y sigs.} sostiene la tesis contraria a la de Landmann, y tan extremoso como ella. Para Farinelli no se puede ni hablar de influencia de Guevara en Lyly. El origen del euphuismo hay que buscarle en la corriente italiana, la más persistente y la única eficaz para producir este fenómeno. Al par que en Inglaterra, Guevara era conocido en los demás países de Europa, sin que en ninguno se haya atribuído a su influencia la aparición de corrientes de ese tipo. «En el petrarquismo, en el italianismo –afirma– hay que buscar la fuente principal de las metamórfosis sucesivas que sufrió el estilo de la prosa, y de la prosa inglesa particularmente , en el siglo XVI.»

Garret Underhill, en el citado estudio, reacciona también contra la tesis de Landmann, sin llegar a los extremos de Farinelli. Para Underhill existen semejanzas indudables entre Guevara y Lyly, pero niega el contacto directo entre las obras de dichos autores. Más bien piensa que la influencia debió ejercerse por mediación de Pettie, que siendo al fin y al cabo un guevarista, lleva a la conclusión de que la influencia, aunque indirecta, fue efectiva.

Finalmente Menéndez y Pelayo {(2) Orígenes de la Novela, I, pp. CCCLXXIV, Madrid 1905}, que incidentalmente trata esta cuestión, cree resueltamente que la imitación de las obras de Guevara «fue uno de los principales factores que determinaron la aparición del nuevo estilo euphuismo».

Hasta aquí las opiniones de los más autorizados críticos, consignadas especialmente, salvo las últimas, en el libro de Griffin Child. Unas consideraciones de orden general pueden ayudar a formar juicio entre la contradicción de tan autorizados dictámenes.

Es de importancia capital, y no puede escamotearse, la difusión de la obra de Guevara en Inglaterra durante los [70] dos últimos tercios del siglo XVI. El primer contacto de aquella nación con el temperamento literario de los españoles se verifica por mediación de las obras de Guevara. A excepción de cuatro actos de Celestina, ellas son las primeras que se traducen, y su aceptación es tal que llegan a formar escuela, aunque ahora no nos interese discutir que fuera ésta precisamente el euphuismo.. El grupo de escritores dependientes de Guevara e imitadores suyos, es considerable durante los reinados de Enrique VIII, María Tudor y alcanza hasta el final de siglo y el reinado de Isabel. Creer este episodio tan poco significativo como da a entender Farinelli, acaso sobrepasa las licencias de una crítica prudente.

Por otra parte la prosa de fray Antonio de Guevara es ajena a la evolución que rige la influencia italiana, que en España se produce en la prosa y en el verso, pero de la que Guevara es independiente. El artificio de la prosa de Guevara procede del empeño típico de los escritores castellanos de los siglos XIV y XV de latinizar la cláusula castellana, de dar a la frase cadencia y ritmo oratorios, tal cual les creían adivinar en la solemnidad del período ciceroniano. En este sentido el obispo montañés es un escritor arcaizante, que corona el gran esfuerzo medieval de asimilar el período latino al castellano, empeño que produjo el estilo hinchado y lleno de hiperbatones forzados y períodos simétricos de nuestros escritores cultos del siglo XV, y que ahora produce el artificio de paralelismos, paranomasias, aliteraciones y equilibrios rítmicos de la prosa de Guevara, que tenía a no dudar un talento estilístico de primer orden.

Precisamente por esta tendencia arcaizante, en España, donde a la postre viene a producirse un fenómeno paralelo al euphuismo, y que aquí llamamos culteranismo o gongorismo, no es de notarse la influencia estilística de Guevara llegada esa ocasión, y el proceso de maduración de esa tendencia viene por el camino de adopción de modos italianos [71] que Farinelli señala como esencial en la manera inglesa.

Pero no es de olvidar que el euphuismo hubo de tener características harto diferentes de nuestro gongorismo, pues a nadie se le hubiera ocurrido decir de éste, como Griffin Child afirma de aquél, que era el medio más eficaz de dar claridad y sencillez a la cláusula.

No olvidemos que el estilo de Guevara es recargado y profuso, pero nunca oscuro, y ello es un indicio más de que pudo servir de modelo al euphuismo que tuvo tales características. Pienso, pues, que una corriente guevarista, cuya intensidad apreciará siempre de distinta manera la crítica, influyó en Lyly y en el estilo a que diera nombre su célebre novela. Es seguro que un movimiento de ese tipo se hubiera producido en todo caso en Inglaterra, como se produjo en las demás naciones cultas de Europa, y ello es demostración de que no se puede sostener la tesis extremada de Landmann de haber sido Guevara la causa de tal movimiento. Probablemente el petrarquismo con su alambicar de afectos y sus preciosismos de expresión fue el portador de los gérmenes que acabaron por desarrollarse en todas partes, el verdadero motor de una sola escuela que con distintos nombres se impuso en toda Europa. Pero parece indudable que sin la influencia de Guevara el euphuismo no se hubiera producido en Inglaterra en ese momento, ni hubiera sido como fue.

Es excesivo considerarle como factor esencial del movimiento euphuista, pero sin duda, como piensa Menéndez y Pelayo, fue factor importante que acaso precipitó la aparición del fenómeno y le prestó características de estilo considerables.

Puede, pues, sentarse que si Guevara no produjo el euphuismo, condicionó su aparición, y le proporcionó los elementos estilísticos más característicos, los que le dieron un tono propio entre las modas análogas que habían de invadir a Europa.

José María de Cossío


{José María de Cossío (1893-1977), «Fray Antonio de Guevara y el 'Euphuismo'», Altamira, Revista del Centro de Estudios Montañeses (Santander), número 2, Agosto de 1934, páginas 65-71.}


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