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Moral a Nicómaco · libro sexto, capítulo II

De los medios que tiene el alma
para alcanzar la verdad. De la ciencia

Para tratar de nuevo estas materias, tomemos las cosas desde más arriba.

Admitamos, por lo pronto, que los medios, con cuyo auxilio alcanza el alma la verdad, ya afirme, ya niegue, son cinco{118}: el arte, la ciencia, la prudencia, la sabiduría y la inteligencia o el entendimiento. Dejemos aparte la conjetura y la opinión que pueden inducirnos a error.

Se dará uno muy claramente cuenta de lo que es la ciencia, si desea tener de ella una noción precisa y dejar a un lado las probabilidades, atendiendo a esta sola observación: creemos todos, que lo que sabemos no puede ser de otra manera que como es; y en cuanto a las cosas que pueden ser de otra manera, [155] desde el instante que salen de la contemplación de nuestro espíritu, ignoramos completamente si existen realmente o no. La cosa que es sabida, que puede ser objeto de la ciencia, existe de toda necesidad, es eterna; porque todas las cosas que existen de una manera absoluta y necesaria, son eternas; así como las cosas eternas son increadas e imperecibles. Además, toda ciencia parece susceptible de ser enseñada; y toda cosa, que es sabida, puede también aprenderse. Ahora bien; todo lo que se aprende, toda noción que se adquiere o que trasmite un maestro, viene de principios anteriormente conocidos, como ya lo explicamos en los Analíticos{119}; porque todo conocimiento, cualquiera que él sea, es adquirido, ya por inducción, ya por silogismo. La inducción además es el principio de las proposiciones universales; y el silogismo sale de los universales. Así hay principios de donde nace el silogismo, y para los cuales no hay silogismo posible; son, pues, el resultado de la inducción: En resumen, la ciencia es para el espíritu la facultad de demostrar regularmente las cosas con todos los caracteres que hemos indicado en los Analíticos. Y en efecto, desde el momento en que alguno tiene una creencia, cualquiera que sea su grado, y conoce los principios en virtud de los cuales cree, entonces tiene la ciencia, sabe; y si los principios no son para él más evidentes que la conclusión, entonces sólo tiene la ciencia indirectamente.

He aquí en nuestra opinión lo que debe entenderse por la ciencia.

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{118} Toda esta teoría de la Moral a Nicomaco se recuerda en la Metafísica, lib. I, cap. I.

{119} Son los últimos Analíticos, lib. I, cap. I.

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  Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles
Madrid 1873, tomo 1, páginas 154-155