“Lengua propia”
[ en proceso ]
1450 «E toda lengua, quier griega quier ladina quier de las otras de las gentes, puédelas cada un hombre saber o oyéndolas o leyéndolas tomarlas de maestro. E, commo el saber de todas las lenguas sea grave a alguno, enpero ninguno non es tan perezoso que estando entre su gente non sepa la lengua de su gente, ca este atal ¿qué es de cuydar sinon que es peor que bestia nesçia?, ca las bestias demuestran clamor de su boz e este, peor que ellas, non sabe conosçer su lengua propia.» (Las Etimologías romanceadas de San Isidoro, p 1450, apud CORDE.)
1494 «Aristotiles dize de las ranas en el libro .iii. La rana ha su lengua propia atada al paladar & junta como la lengua del pez & aunque la haya atada al cabo no la ha toda atada, ca del pico fasta el garguero es desatada & con la lengua assi dispuesta hazen tan grand bolliçio & roido que enoja a los que la oyen mas no lo haze sino quando es en el agua & mayormente lo haze el macho en el tiempo de los amores, ca todo animal que ha boz en el tiempo de los amores bozea & llama su hembra.» (Fray Vicente de Burgos, traducción de El Libro de Propietatibus Rerum de Bartolomé Anglicus, apud CORDE.)
1537 «Lo cual por medio de los que allí son y serán enseñados lo alcanzarán más enteramente porque vemos que se muestran muy bien disciplinados y morigerados, suficientes y hábiles muchos de los que allí deprenden, no tan solamente saber para sí más para darlo a entender y enseñar lo que aprenden y saben a los otros, y vendrá mucho bien a toda esta tierra, porque de allí se sacarán gramáticas que puedan leer y enseñar en los otros obispados, lo cual no pueden hacer de la manera que ellos ningunos lectores que de Castilla vengan, porque les enseñarán en su lengua propia como agora son enseñados por los frailes que la saben.» (Capítulo del parecer de los obispos de la Nueva España sobre el virreinato, 1537, apud CORDE.)
“lengua propia y natural”
1548 «Si de ver que en lenguas ajenas y peregrinas se inventan y escriben cosas de letras y provecho, para los que las leen, recibe el hombre, que dellas gusta y las entiende, un regocijo y placer espiritual, y un contentamiento, tal cual podrá dar testimonio del quien por ello pasa: con cuanta más razón se había de recibir: y creo se recibe de ver que en su lengua propia y natural esto se haga: pues dejada la ley divina aparte por ley humana y ser hombre se inclinan a esto y lo desean los buenos porque sus naturales se aprovechen: y los que no tienen mayores letras, tengan en su lengua cosas escritas con las cuales sepan vivir como tales: y puedan templar los ímpetus, que suelen ser causa de tantos males, y moderar los afectos y atraer los ánimos con razones y causas a conocimiento, que aunque no hubiera dios, ni fe, ni obligación en ella, ni premio, o pena, por solo ser hombre es obligado el hombre a los trabajos y fatigas del hombre ayudárselas a llevar, y volverse en ellas como en propias, y si todas las escrituras antiguas de aquellos sabios filósofos tienen estas propiedades: entre todas, a mi juicio, podríamos dar la palma a las obras de Plutarco y entre ellas principalmente a estas que se llaman los morales.» (Juan de Brocar [†1552], “Juan de Brocar al lector”, en su edición de Morales de Plutarco traducidos de lengua Griega en Castellana, Impreso en Alcalá de Henares, por Juan de Brocar, MDXLVIII.)
1552 «La quarta es que el español en español, y el françés en françés, y el alemán en alemán, y así en todas las naçiones, el que ouiere de escreuir vna carta sepa bien la lengua, así en entenderla como en escreuirla, porque muchos hombres ay que, lleuando vna carta bien hordenada, va llena de vocablos groseros, y otros que, pareçiéndoles gentileza, meten palabras de diferentes lenguajes, y quando no es con alguna causa muy neçesaria, pareçe tan mal que es vna de las mayores fealdades que puede auer en el escrebir. Josepe ¿De manera que cada vno quando escriuiere ha de dexar de seguir las lenguas agenas por seguir la lengua propia? Antonio. Así es, salbo si para lo que quisiere dezir en su lengua no ouiere vocablo propio con que poder declararlo, que en tal caso bien se le podrá permitir, avnque lo mejor sería buscar algún rodeo de palabras por donde se entendiese lo que dize.» (Antonio de Torquemada, Manual de escribientes, c 1552, apud CORDE.)
1559 «El Consejero deste Rei, allende de su lengua natural, es bien que sepa Latín, Italiano, Arávigo, Francés i Alemán; i esto porque los vassallos huelgan mucho de entender i ser entendidos de aquellos con quienes negocian. Mejor esplica hombre su intencion, i major se entiende entre aquellos que hablan una misma lengua, que quando son menester farautes. Contar sus miserias i poquedades, o secretos de grandes Príncipes i Señores (lo qual cada hora acontesce) más presto se atreve hombre a un Consejero solo, que no con el testimonio de tercera persona. Para oír embaxadas de sus vezinos, tanto por vía de aliança como de guerra, ¿quánto aprovecha? Si es amigo, mucho más se contenta i se conserva en la amistad, viendo su lengua propia en boca del Concejo, porque piensa que ello procede de amor; si aunque en esto se engañe, todavía el engaño es provechoso.» (Fadrique Furió Ceriol, El concejo y consejeros del príncipe, 1559, apud CORDE.)
1565 «Parrado.– ¿Cómo de todas naciones? Nigromante.– Ay espíritus españoles y portugueses, ytalianos y françeses y de otras provinçias, para poder hablar en su lengua propia del que quiere saber algo de mí, para que con más façilidad lo entienda. Esta delicadeza pocas bezes la abréys visto.» (Lorenzo Sepúlveda, Comedia de Sepúlveda, c 1565, apud CORDE.)
1580 «¿Por qué causa no deben ser admitidas estas voces, natura, ayuda, siendo bien formadas y analógicas y significantes, y otras infinitas de esta suerte? ¿Quién es tan bárbaro y rústico de ingenio, que huya el trato de esta dicción, lindo, que ninguna es más linda, más bella, más pura, más suave, más dulce y tierna y bien compuesta: y ninguna lengua hay que pueda alabarse de otra palabra mejor que ella? ¿Por ventura es mejor el uso de las extranjeras? ¿Es justo que perdamos nuestra lengua propia, y abracemos la extraña? Los italianos, hombres de juicio y erudición y amigos de ilustrar su lengua, ningún vocablo dejan de admitir, sino los torpes y rústicos; mas nosotros olvidamos los nuestros, nacidos en la ciudad, en la corte, en las casas de los hombres sabios; por parecer solamente religiosos en el lenguaje, y padecemos pobreza en tanta riqueza y en tanta abundancia.» (Fernando de Herrera, Comentario a Garcilaso, 1580, apud CORDE.)
1587 «Este bien tan grande lo poseyeron todas las más generosas naciones antiguamente en sus lenguas vulgares y comunes, como fueron los Caldeos, los Hebreos, los Indios, los Gitanos, los Griegos, los Romanos, los Árabes, y carece del toda la Europa habrá más de mil años, por haberse perdido en el pueblo el uso de la lengua Latina, en que ella estaba escrita. Porque aunque algunos han aspirado a quererla entender escrita en el Latín, ha habido con todo eso y hay grandes dificultades en ello, las cuales todas cesan enseñándola en la común a todos en cualquier nación. Primeramente en la lengua no basta saber cosas dichas así generalmente y en común: sino que se ha de tener noticia de las cosas muy particulares y menudas y de la propiedad del término que hay en ella para tratar de cada cosa: lo cual en la lengua, que no es común y popular, y usada ordinariamente es cosa tan dificultosa, que viene a ser casi imposible, y si alguno la alcanza, es a costa de tanto trabajo y tanto tiempo, que cuando viene a querer saber las cosas, ha pasado los mejores y más floridos años de su vida, y se aplica a otros ejercicios, que entiende, le convienen más, o los pasatiempos y vida deleitosa como desapercibido de los reparos de la filosofía lo arrebatan, y se lo llevan tras de sí. Además de esto el que enseña, en su lengua propia sabe mejor declarar sus conceptos con términos más propios, y que declaran la cosa más perfectamente, que en la que le es extraña: de donde procede, que enseñando en lengua extraña él usa de impropias y bárbaras maneras de decir, y los oyentes aprenden aquellas mismas, y vienen de una buena lengua a hacerse mil bárbaras e impropias, y a causar la impropiedad y oscuridad de los términos tanta dificultad en el entender las cosas, cuanta vemos que hay en las discordias y opiniones de los que enseñan y tratan las doctrinas.» (Pedro Simón Abril [1530-1595], Primera parte de la filosofía llamada la lógica, o parte racional, como ha de usar el hombre del divino, y celestial don de la razón: así en lo que pertenece a las ciencias, como en lo que toca a los negocios, “Carta dedicatoria a Don Juan de Idiáquez…”, Alcalá de Henares 1587, folio sign. ❡3 vuelto.)
«En esto podrán ejercitarse desde los doce, hasta los catorce años. Tras desto vendrá muy bien el ejercitarlos en lo que toca a la elocuencia, lo cual también requiere no multitud de preceptos, sino mucha lección de buenas oraciones y mucho ejercicio de cosas tratadas con buen estilo y elocuencia: las cuales aunque será bien ejercitarlas en todas las tres lenguas, con todo eso será lo mejor de todo ejercitarlas mucho en la común y popular. Porque como la elocuencia se aprende para persuadir, y la persuasión se ha de hacer al pueblo y comunidad, la cual no entiende Griego, ni Latín, sino su lengua propia, conviene apercibirse más para ésta en esta parte, que para ninguna de las otras: y así vemos, que lo hicieron los antiguos: pues Tulio se apercibió de elocuencia Latina para el pueblo Romano, y Demóstenes de Griega para el Ateniense. Vendrá también aquí a propósito el enseñarles el estilo epistolar, que también es parte de la retórica, leyéndoles para el uso y experiencia dello las de Marco Tulio, y las de otros escritores Griegos que las escribieron doctamente. Este ejercicio podrá durar hasta los diez y seis.» (Pedro Simón Abril, Primera parte de la filosofía llamada la lógica…, “Al lector sobre la orden, que se debe guardar en el aprender las ciencias”, Alcalá 1587, folio sign. †4 recto.)
«Ni puede, a mi parecer, haber mayor yerro, ni más perjudicial al bien público de los hombres, y a la conservación y multiplicación de la doctrina, que atarla a una lengua particular, y aquella muy dificultosa de entender, y mucho más de usarse bien y propiamente, por estar ya fuera del uso vulgar, y haberse de sacar a fuerza de brazos y por gran discurso de tiempo y delición antigua de los libros, y por haber degenerado mucho de su propiedad y perfección con el haber escrito en ella personas, que no les era natural, y así no guardaban en ella la elegancia y propiedad, sino que cada uno escribiendo introducía en ella los propios barbarismos de su lengua: lo cual ha sido causa de tanta variedad de estilos y lenguaje. De manera que en el tiempo que se aprende la lengua que casi nunca vienen a alcanzarla, podrían en sus propias lenguas ser muy doctos en las cosas. Demás de que por muy docto que sea el maestro y el discípulo en la lengua extraña, siempre el maestro sabrá mejor decir fu concepto en su lengua propia, y el discípulo entenderlo que en la extraña.» (Pedro Simón Abril, Primera parte de la filosofía llamada la lógica…, Libro primero, capítulo III, Alcalá de Henares 1587, fol. 4v y 5r.)
“lengua propia y materna”
1587 «Pero este argumento es muy flaco, porque se debe considerar que antes de la era de Séneca y Quintiliano y Cornelio Tácito (de quienes Ambrosio de Morales saca su argumento), ya con más de novecientos años largos habían entrado en estos reinos, y asentado y naturalizándose en ellos, una muy gran diversidad de naciones, así como los Lidios, Traces, Rodios, Frigios, Fenices, Egipcios, Milesios, Cares, Lesbicos, Focenses, Nabucodonosor el magno y los Africanos. Todas las cuales naciones vinieron aquí a millares y poblaron las villas y ciudades que ni hacen concepto en la lengua hebrea, ni tampoco en la vascongada. Y siendo esto así, como es notorio, bien claro se deja entender que tantas y tan diversas naciones, y al cabo casi de mil años pudieron asentar, y asentaron en estos reinos, cada una su lengua propia y materna. Esta es la causa, y de aquí es que en tiempo de los Emperadores y de los autores que alega Ambrosio de Morales, había tantos lenguajes en España como ellos testifican. Porque ¿quién quita que los advenedizos, siendo muchos, cuanto más infinitos (como lo fueron los que acá entraron) al cabo de mil años no plantarían y dejarían plantada y asentada su lengua? Mayormente habiendo sido todos estos advenedizos tan superiores en número y poder que bastaron poblar tantas villas y ciudades como se escribe de los que acá aportaron. De esto se infiere que, si en tiempo de Séneca y Quintiliano había en España diversas lenguas, como dicen, fué la causa de ello la que acabamos de decir. Pero aquí no tratamos, ni queremos fundar, que en tiempo de los Romanos la lengua vascongada fuese la general en estos reinos, puesto caso que todas estas lenguas no dejarían de tener muy mucho de lo vascongado…» (Andrés de Poza, De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de las Españas, 1587, apud CORDE.)
“un pueblo que tenga lengua propia”
1621 «Es común opinión de los que más bien entienden este particular, no puede un pueblo que tenga lengua propia, valerse de letras extrañas, sino con grandísima dificultad, según vemos usarse en Inglés y Alemán las Latinas, y las Arábigas en Turquesco y Persiano; tanta fuerza y énfasis encierra la natural elegancia de los propios lenguajes. Los Hebreos y Latinos tienen veintidós letras. Mayor número alcanzan los Esclavones y Jacobitas, pues últimamente llegaron a introducir treinta y dos. Los Armenios poseen treinta y ocho, los Abejinos o Etíopes cuarenta y siete, los Árabes treinta y una, los Caldeos veintiocho. Los Latinos, Griegos y otros de Europa, junto con los Indianos del Malabar, teniendo letras propias, escriben partiendo del siniestro hacia el diestro lado. Los Hebreos, Caldeos, Árabes, y en general todos los Asiáticos y Africanos, del diestro hacia el siniestro, imitando el cotidiano movimiento del cielo, que se hace de la diestra a la siniestra parte, siendo según Aristóteles perfectísimo, por acercarse a la unidad, llamada por Platón movimiento de similitud, o sea de uniformidad.» (Cristóbal Suárez de Figueroa [1571≈1644], Varias noticias importantes a la humana comunicación, “Variedad undécima”, Madrid MDCXXI, folio 126 recto.)
“lengua propia de su nación”
1670 «75 Esta maravilla, de que todas las Naciones de tan diversas lenguas como estaban en Jerusalén oyesen hablar a los Apóstoles cada Nación en su lengua, les causó grande asombro, junto con la doctrina que predicaban. [Cada uno de los Apóstoles recibió don de hablar todas las lenguas.] Pero advierto que si bien cada uno de los Apóstoles con la plenitud de ciencia, y dones que recibieron gratuitos, quedaron sabios, y capaces para hablar en todas lenguas de las Naciones, porque así fue necesario para predicarles el Evangelio; [En esta ocasión sólo hablaban la lengua de Palestina, y cada uno de los oyentes oían su lengua propia.] pero en esta ocasión no hablaron más [* Véase la Nota III.] de en lengua de Palestina, y hablando ellos, y articulando sola esta, eran entendidos de todas las Naciones, como si a cada uno le hablaran en su lengua propia. De manera que la voz de cada uno de los Apóstoles, que él articulaba en lengua Hebrea, llegaba a los oídos de los oyentes en la lengua propia de su nación. Y este fue el milagro, que hizo Dios entonces, para que mejor fuesen entendidos, y admitidos de tan diversas gentes. [Razón de este milagro, que hizo Dios entonces.] Y la razón fue, porque no repetía el Misterio, que predicaba San Pedro, en cada lengua de los que allí estaban oyéndole. Sola una vez le predicaba, y aquella oían, y entendían todos, cada cual en su lengua propia, y lo mismo sucedía a los demás Apóstoles. Porque si cada uno hablara en la lengua del que le oía, era necesario repitiese, por lo menos diez y siete veces, las palabras, para otras tantas Naciones, que refiere San Lucas estaban en el auditorio, y cada uno entendía su lengua materna; y en esto se gastaría más tiempo de lo que se colige del Texto Sagrado; y fuera gran confusión, y molestia repetir tantas veces lo mismo, o hablar a un tiempo tantas lenguas cada uno, ni el milagro fuera para nosotros tan inteligible, como el que he declarado. 76 Las Naciones que oían a los Apóstoles, no entendieron la maravilla, aunque se admiraron de oír cada uno su idioma nativo, y propio. [Declarase como comenzaron a hablar en varias lenguas. Act. 2, v. 4.] Y lo que el Texto de San Lucas dice, que los Apóstoles comenzaron a hablar en varias lenguas, es porque al punto las entendieron, y hablaron luego en ellas (como diré adelante) [Infra num. 83] y pudieron hablarlas: porque aquel día los que vinieron al Cenáculo los oyeron predicar cada Nación en su lengua.» (María Coronel Arana [1602-1665] (a) Sor María de Jesús de Ágreda, Mística Ciudad de Dios. Milagro de su omnipotencia y abismo de la gracia, libro séptimo y primero de la tercera parte, capítulo VI [“Salieron del cenáculo los Apóstoles a predicar a la multitud que concurrió; cómo les hablaron en varias lenguas; convirtiéndose aquel día casi tres mil; y lo que hizo María Santísima en esta ocasión.”], En Madrid, por Bernardo de Villa-Diego, MDCLXX, págs. 69-70.)
1814 «La gramática castellana para aprender elementalmente la estructura del lenguaje, cuyo recto uso influye tanto en el orden y clasificación de las ideas, y para hablar con corrección y pureza nuestra hermosa lengua nativa, es el primer objeto de esta parte de la segunda enseñanza; y si la Comisión no ha colocado este estudio entre los de la niñez, ha sido por estar bien persuadida de que en esa edad se aprende la lengua mas por ejemplos que por preceptos, siendo imposible a un niño el comprender el mecanismo del lenguaje, obra extremada del análisis, ni hacer otra cosa que retener en su memoria algunas reglas absolutamente inútiles para hablar con perfección. Al estudio de la lengua propia ha creído la Comisión que debe seguirse el de la latina, pues esta lengua sabia, la mas a propósito entre las muertas para el cultivo de las humanidades, lo es también para el estudio de las ciencias sagradas y del derecho romano.» (Cortes Españolas / Comisión de Instrucción Pública, “Dictamen y Proyecto de Decreto sobre el arreglo general de la Enseñanza Pública, presentados a las Cortes por su Comisión de Instrucción Pública y mandados imprimir por orden de las mismas”, 7 de marzo de 1814.)
1821 «Ciencias y artes. Sobre el número de lenguas y dialectos de la especie humana. El señor don Federico Adelung, consejero de estado del emperador de Rusia, acaba de publicar una noticia de todas las lenguas conocidas y de sus dialectos en una introducción de 157 páginas a la Biblioteca lottica, en cuya redacción se ocupa este sabio infatigable mucho tiempo hace. Resulta de sus indagaciones que hay 987 en Asia; 587 en Europa; 276 en África; y 1264 en América. Por consiguiente, el número total de lenguas y dialectos conocidos es de 3114. Desde que se abandonó la costumbre de escribir los libros científicos en latín, tienen los estudiosos que añadir al estudio de las ciencias el de las lenguas de las naciones donde se cultivan. Si todas las naciones llegasen a civilizarse y escribiesen sus obras en la lengua propia, ¿sería posible que los sabios se entendiesen y comunicasen sus ideas unos con otros?» (El Imparcial, Madrid, jueves 10 enero 1822, n° 123, pág. 4.)
1825 «Cada Nación de estas trajo su lengua propia, y sin embargo no solo permitieron todos a los Españoles el uso de la lengua latina, sino ellos mismos la usaron y abrazaron olvidando las patrias.» (“Discurso sobre la lengua española”, Diario Mercantil y Económico de Cataluña, Barcelona, miércoles 27 de abril de 1825.)
1866 «Fuera de esto, ¿no tienen las matemáticas su lengua propia, que es el álgebra, como Mr. Montferrier (por cierto que plagiando un párrafo de Condillac) asegura en su diccionario. Pues el álgebra todos los matemáticos la entienden.» (José Antonio Balbuena, “Rectificación a un discurso del señor Posada Herrera”, La Regeneración, diario católico, Madrid, viernes 23 marzo 1866.)
1908 «Cataluña tiene su lengua propia en la que numerosas generaciones nos han legado un inmenso tesoro que nuestra generación debe apresurarse a recoger, porque está expuesto a desaparecer de nuestro alcance rápidamente por una razón muy clara; la generalidad de los pueblos europeos que han constituido, antes que nosotros, estos archivos del saber y han dedicado a ellos preferentísima atención, logrando reunir cuanto pudiera directamente afectarles, hoy van extendiendo el radio de su acción y vienen ya a segar en nuestro campo, y como no todos los que poseen nuestros antiguos manuscritos serán insensibles al oro extranjero, a poco que se tarde encontraremos campos segados y podremos tan sólo recoger algunas desgranadas espigas, abandonadas al llevarse el haz.» (Presupuesto Extraordinario de Cultura, Barcelona 1908, pág. 66)
1933 «El separatismo ignora u olvida la realidad de España. Desconoce que España es, sobre todo, una gran unidad de destino. Los separatistas se fijan en si hablan lengua propia, en si tienen características raciales propias, en si su comarca presenta clima propio o especial fisonomía topográfica. Pero –habrá que repetirlo siempre– una nación no es una lengua, ni una raza, ni un territorio. Es una unidad de destino en lo universal. Esa unidad de destino se llamó y se llama España.» (“Falange Española. Puntos iniciales”, F. E., Madrid, 7 de diciembre de 1933, n° 1, págs. 6-7.)
1938 «La autonomía nacional-cultural presupone una nacionalidad más o menos desarrollada, con una cultura y una literatura desarrolladas. Sin estas condiciones, la autonomía pierde todo sentido, se convierte en un absurdo. En el Cáucaso viven toda una serie de pueblos con una cultura primitiva, con su lengua propia, pero sin una literatura nacional, pueblos que, además, se hallan en un estado de transición y que en parte se van asimilando y en parte continúan desarrollándose. ¿Cómo aplicar a estos pueblos la autonomía nacional-cultural? ¿Qué hacer con tales pueblos? ¿Cómo “organizarlos” en uniones nacional-culturales aisladas, como indudablemente presupone la autonomía nacional-cultural?» (José Stalin, El marxismo y el problema nacional, Ediciones Europa-América, Barcelona-Madrid 1938.)
1953 «La enseñanza del Catecismo, los rezos y canciones devotas, la predicación al pueblo, todos los libros o textos en que se contienen, así como la literatura religiosa o moral al pueblo dirigida, y por lo general el registro peculiar de las actividades parroquiales, son otras tantas manifestaciones de la vida religiosa, pertinentes, pues, a lo más sagrado del fuero interno, respecto de las cuales la Iglesia condescendió, comprensiva y gozosamente, en que se desenvolviesen en la lengua propia de cada región o país.» (“Lengua materna”, Enciclopedia de la Religión Católica, Dalmau y Jover, S. A., Barcelona 1953, tomo 4, columnas 1208-1210.)
«Con los textos del Nuevo Testamento inicia la Iglesia la creación de una lengua propia y apta para expresar su contenido ideológico. Esta lengua evolucionará para dar origen a la lengua griega cristiana propiamente dicha.» (“Lengua griega”, Enciclopedia de la Religión Católica, Dalmau y Jover, S. A., Barcelona 1953, tomo 4, columna 1210.)
“lengua propia del Pueblo Vasco”
1979 «Artículo 6.° 1. El Euskera, lengua propia del Pueblo Vasco, tendrá, como el castellano, carácter de lengua oficial en Euskadi, y todos sus habitantes tienen el derecho a conocer y usar ambas lenguas.» (Ley Orgánica 3/1979, de 18 de diciembre, de Estatuto de Autonomía para el País Vasco, Boletín Oficial del Estado, Madrid 22 diciembre 1979, n° 306, pág. 29357. → Estatuto de Guernica.)
“lengua propia de Cataluña”
1979 «Artículo 3.° 1. La lengua propia de Cataluña es el catalán. 2. El idioma catalán es el oficial en Cataluña, así como también lo es el castellano, oficial en todo el Estado español. 3. La Generalidad garantizará el uso normal y oficial de los dos idiomas, adoptará las medidas necesarias para asegurar su conocimiento y creará las condiciones que permitan alcanzar su plena igualdad en lo que se refiere a los derechos y deberes de los ciudadanos de Cataluña. 4. El habla aranesa será objeto de enseñanza y de especial respeto y protección.» (Ley Orgánica 4/1979, de 16 de diciembre, de Estatuto de Autonomía de Cataluña, Boletín Oficial del Estado, Madrid 22 diciembre 1979, n° 306, pág. 29363.)
“lengua propia de Galicia”
1981 «Artículo quinto. Uno. La lengua propia de Galicia es el gallego. Dos. Los idiomas gallego y castellano son oficiales en Galicia y todos tienen el derecho de conocerlos y usarlos. Tres. Los poderes públicos de Galicia garantizarán el uso normal y oficial de los dos idiomas y potenciarán la utilización del gallego en todos los órdenes de la vida pública, cultural e informativa, y dispondrán los medios necesarios para facilitar su conocimiento. Cuatro. Nadie podrá ser discriminado por razón de la lengua.» (Ley Orgánica 1/1981, de 6 de abril, de Estatuto de Autonomía para Galicia, Boletín Oficial del Estado, Madrid 28 abril 1981, n° 101, pág. 8997.)
“lengua propia del País Vasco”
1982 «2garren Atala. Euskal Herriak euskera du berenezko hizkuntza. Artículo 2.° La lengua propia del País Vasco es el euskera.» (Ley 10/1982, de 24 de Noviembre, básica de normalización del uso del Euskera. Euskal Herriko A. ren A / B. O. del País Vasco, 1982.eko Abenduak 16 - 16 de Diciembre de 1982, n° 160, pág. 3140.)
1998 «Por ello, las reivindicaciones de una identidad cultural irán normalmente acompañadas del postulado de algún “hecho diferencial” que no sólo tenga un alcance distintivo (como “seña de identidad”) sino también constitutivo (como “diferencia específica”, pero en sentido sustancialista, el de la singularidad individual). La lengua será el principal criterio para definir una identidad cultural sustancialista. En efecto, un pueblo que posee una lengua propia, se dirá, tiene también asegurada su identidad cultural (en sentido sustancialista). Una identidad cultural, por tanto, valiosa, y con el mismo valor que el que pueda reclamar cualquier otra identidad cultural “realmente existente”. “Todas las culturas son iguales” (se sobrentiende: en valor).» «Un campo especialmente representativo de esta ambigüedad inherente a los puntos de intersección de los que hablamos, en tanto ellos pueden ser interpretados a la luz de modelos de identidad diversos y aun incompatibles, son los llamados “hechos diferenciales”. Ya el concepto general de hecho “diferencial” es, de por sí, ambiguo, porque tanto puede ser tomado como hecho, rasgo o diferencia distintiva (asociada incluso a una valoración peyorativa, como cuando se señalaba el bocio como “hecho diferencial” de los habitantes de las Hurdes), o bien como hecho, rasgo o diferencia constitutiva (en cuyo caso irá asociado, sin duda, a una valoración positiva). Ahora bien, sin perjuicio de la ambigüedad general del concepto, podrá haber acuerdo en el reconocimiento de hechos diferenciales de las diversas partes formales o Comunidades Autónomas. Así se aceptará que el eúskera es un hecho diferencial del País Vasco, así como el catalán lo es de Cataluña o los bables de Asturias. Pero según el modelo de identidad que se utilice las interpretaciones de un hecho diferencial, previamente reconocido sin reservas, pueden ser incompatibles entre sí. Desde el modelo unionista, el eúskera, el catalán o los bables podrán ser vistos con simpatía como componentes que “enriquecen” la realidad siempre diversa de una nación (“no hay dos hierbas iguales”) y que merecen ser protegidas y cultivadas en su propio terreno, es decir, siempre que no entren en colisión con la lengua nacional común, que no es meramente instrumental; las expectativas de estos hechos diferenciales tampoco tendrán por qué ser las mismas en todos los casos (“personalmente mi posición sobre el bable, quiero decir, sobre su virtualidad para volver a convertirse en instrumento habitual de comunicación entre los asturianos es de escepticismo”, decía en 1982 Pedro de Silva, en su Asturias, realidad y proyecto, pág. 46; y ello a pesar de partir del supuesto, al parecer, de la existencia de un bable que habría servido in illo tempore de instrumento de comunicación entre los asturianos). En cambio, desde el modelo de la identidad absoluta el hecho diferencial del bable se interpretará como un hecho constitutivo, y en expectativa de una futura Constitución para Asturias, servirá de piedra angular para la política “asturianista”.» (Gustavo Bueno, “Asturias: seis modelos para pensar su identidad”, en Pensando en Asturias, Fundación San Benito de Alcántara 1998, págs. 175, 192-193.)