“Estado de bienestar” “Estado del Bienestar”
“Estado de bienestar” y “Estado del Bienestar” suelen utilizarse hoy de forma indistinta, pero mientras del primer rótulo hay usos en español ya en 1852, el segundo no aparece sino cien años después. “Estado del Bienestar”, “Welfare State”, “État-providence” / “Société du Bien-être”, “Wohlfahrtsstaat”, &c., no son conceptos claros y distintos, pues van envueltos en nebulosas nematologías, orientadas durante tres décadas por cierto contexto antisoviético común –1960-1990–, pero mucho más dispersas en las tres décadas postsoviéticas transcurridas.
Desde una perspectiva filosófico doctrinal, los usos que se puedan hacer del rótulo “Estado del Bienestar” en su aspecto técnico o tecnológico, no tendrían, en general, que provocar escrúpulos. Los especialistas en pastoreo democrático, gestión de personal y procesos, seguridad del estado, salud e instrucción pública, burócratas, economistas, actuarios, juristas, estadísticos, policías, periodistas, sociólogos, psicólogos o educadores, mediante discretos ajustes prudenciales, deberán mantener la eutaxia de la nación miembro de la ONU a la que sirven, del estado del que son funcionarios, empleados o contratados, para lograr la perpetuación de tal sociedad política en el tiempo.
Pero, en su aspecto ideológico o nematológico, cuanto se diga del “Estado del Bienestar”, deberá ser sometido necesariamente a la crítica. ¿Tiene acaso sentido hablar de “Estado del Bienestar” en abstracto, sin precisar parámetros positivos precisos, históricos, temporales, nacionales? ¿Cabe decir algo del “Estado del Bienestar” desde posiciones políticamente indefinidas con respecto al Estado, en nombre de la Humanidad o de alguna Iglesia de pretensiones ecuménicas? ¿Cabe teorizar sobre el “Estado del Bienestar” ignorando no solo la dialéctica de clases sino sobre todo la dialéctica de Estados? ¿Acaso se ha constituido históricamente algún “Estado de Malestar”?
Como es natural los aspectos técnicos o tecnológicos siempre estarán de alguna manera cruzados con aspectos nematológicos cuando el referente sea un concepto tan vaporoso e impreciso como “Estado del Bienestar”, en general, sin precisar otros parámetros. ¿Son intercambiables los planes y programas de “Estado del Bienestar” aplicados a naciones que históricamente han sido cabeceras de imperios, generadores o depredadores, a naciones de tradición católica, protestante, islámica, budista o confuciana? ¿Cómo afecta al “Estado del Bienestar” respectivo que en España el 84% de sus habitantes sean propietarios de su vivienda, frente al 63% en Inglaterra, el 60% en Estados Unidos, el 58% en Francia, o el 53% en Alemania? ¿Y el hecho de que España sea después de Japón (86 años) la nación con más esperanza de vida media (84 años), mientras que Francia es el sexto (82,9 años), Estados Unidos el 20 (81,5 años), Reino Unido el 22 (81,4 años), Alemania el 26 (81 años), México el 48 (76,6 años) o Rusia el 105 (71,9 años)? (según la OMS, abril de 2019).
Como ejemplo de lo que puede suceder cuando un autor, catedrático en este caso de historia e instituciones económicas en una universidad española, parte de que existe el “Estado del Bienestar”, sirva este párrafo (que procede de un artículo que ocupa 62 páginas):
«El discreto papel de las ideologías. Al hablar de las causas, lo primero que hay que advertir es que, en contra de la visión más generalizada, el Estado del Bienestar no surgió por obra de una ideología o de un partido político concretos, ni tampoco fue el resultado de procesos políticos revolucionarios que pretendieran implantar una sociedad comunista. El Estado del Bienestar es un concepto que, como hemos dicho, engloba múltiples funciones, facetas e instrumentos de la intervención del Estado, cada uno de los cuales tuvo unos orígenes distintos. Por tanto, la formación del Estado del Bienestar ha resultado de múltiples factores históricos y ha tenido manifestaciones muy distintas por períodos, por países y por continentes. Frente a la pureza teórica y el rigor formal de conceptos como el capitalismo y el socialismo, las economías actuales son, en realidad, economías capitalistas mixtas, en las que el mercado y el Estado se complementan. Al contrario de lo que ha sucedido con las corrientes políticas liberales o socialistas, el Estado del Bienestar no ha contado con grandes pensadores que hayan abanderado un pensamiento político en torno al Estado del Bienestar. No hay ningún gran libro sobre el Estado del Bienestar que se haya difundido y estudiado en las universidades del mundo tanto como los que han tratado teóricamente el capitalismo o el socialismo, como fue el caso de las obras de Adam Smith o Carlos Marx. Para hablar de textos influyentes en la formación del Estado del Bienestar, se suelen citar, como mucho, el Informe Beveridge. Por otro lado, no hay ningún “ismo” particular que pueda asociarse al Estado del Bienestar, al contrario de lo que sucede con el liberalismo, el socialismo o el fascismo. No hay ninguna “filosofía” o “doctrina” asociada al Estado providencia; ni tampoco, frente a la abundancia de partidos liberales, socialistas o comunistas, puede hallarse en la historia un “Partido del Estado del Bienestar”. Quienes han propuesto las ideas y han creado los organismos encargados de configurar el Estado del Bienestar han sido autores y políticos menos prolíficos y menos famosos que los filósofos del liberalismo, del socialismo y del fascismo. Al contrario que los liberales, que compartían un sustrato ideológico común (otro tanto puede decirse de los socialistas), los creadores del Estado providencia han sido personajes de creencias, mentalidades y posiciones políticas muy distintas, cuando no crudamente enfrentadas entre sí. Esto no significa negar la existencia de pensadores que hayan propuesto medidas que hayan llevado a la transformación del Estado liberal, sino la existencia de un cuerpo doctrinal sobre el Estado providencia. Existieron, desde luego, los economistas y políticos, en Inglaterra y en Alemania, que propusieron esa vía de reforma del Estado liberal, pero sus escritos quedaron eclipsados por los economistas clásicos y marxistas. No obstante, es innegable que las ideologías influyeron indirectamente en el surgimiento del Estado providencia; sobre todo como una forma de reacción frente a las instituciones e ideologías existentes (a los seguidores del liberalismo más radical) y a las propuestas revolucionarias presentadas por las doctrinas socialistas. De hecho, puede decirse que, de una forma pragmática y sin grandes “acontecimientos revolucionarios“ con la formación del Estado benefactor se ha conseguido que el desarrollo del capitalismo se apartase de la hipotética, y peligrosa para su supervivencia, senda que hubiese seguido de mantenerse las políticas liberales del siglo XIX. El surgimiento del Estado providencia explica, entre otras cosas, que no se cumpliesen las sombrías predicciones de Carlos Marx sobre la evolución del capitalismo (su colapso y sustitución por el socialismo) y de la suerte de las clases trabajadoras.» (Francisco Comín Comín [1952], “El surgimiento y desarrollo del Estado del Bienestar (1883-1980)”, en el colectivo El Estado del Bienestar en la encrucijada, Universidad de Alicante 2007, págs. 77-78.)
“Estado del Bienestar” es rótulo que, en español, comienza a propagarse desde 1960 de manera organizada, de la mano del Congreso por la Libertad de la Cultura, instrumento ideológico anticomunista durante la Guerra Fría, con sede en París, tutelado y financiado desde Langley, a diez millas del Pentágono, por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos del Norte de América. Así, el Congreso por la Libertad de la Cultura organiza en Copenhague, del 9 al 13 de septiembre de 1960, un “coloquio literario internacional” (“El escritor y el Estado del Bienestar” “The Writer and the Welfare State” “Les écrivains et la société du Bien-être”), al que asisten, por ejemplo, los ideólogos atlantistas españoles Julián Marías, Esteban Pinilla de las Heras, José María Castellet y Lorenzo Gomis, entre otros.
Los primeros usos en español del rótulo “estado de bienestar” se documentan ya mediado el siglo XIX, una década más tarde de que Jaime Balmes utilizase “estado de malestar” en 1844. Los primeros usos de “estado de malestar” se refieren a España (según Balmes, resignada a tal estado de malestar y agitaciones, inquietudes y revueltas que se mantendrán mientras no se restaure la “verdadera monarquía”), a Irlanda (preocupada la cámara de los comunes por el estado de malestar y de hambre de tal parte de Inglaterra), a la clase de los españoles pobres, a los pueblos de la provincia de Teruel, y a Francia (donde Luis Napoleón Bonaparte, entonces presidente de la República, en la famosa proclama donde va preparando, con la complicidad de la grandeur de su pueblo, su cercano reconocimiento como emperador de un imperio, se presenta como única solución para dejar atrás “este estado de malestar que nos degrada y que compromete nuestro porvenir”).
“Estado” es término que en español tiene, desde los inicios de la lengua, muchos usos, sentidos y matices. Tanto puede referirse a cosas –‘el ser actual y condicional en que se halla y considera alguna cosa’ [RAE 1732] → ‘el ser actual y circunstancias en que alguna cosa se halla o considera. Rei status’ [RAE 1852]–, como a territorios, sociedades y realidades histórico políticas, en sus todos y en sus partes –‘País y dominio de un Rey, República o Señor de vasallos’ [RAE 1732] → ‘El cuerpo político de una nación. Respublica. || El país o dominio de algún príncipe o señor de vasallos. Ditio, regnum’ [RAE 1852]. Partes bien definidas en usos clásicos: ‘estados del reino. Son los tres que llaman también Brazos dél, y tienen voto en Cortes, llamados para los negocios graves: el primero el Eclesiástico, que se compone de los Prelados y Dignidades Eclesiásticas, el segundo de los Grandes y Nobles, y el tercero de las Ciudades que tienen esta regalía. Lat. Regni Ordines” [RAE 1732] → ‘estado común. Estado general. Plebejus ordo. || estado general. estado llano. Plebejus ordo. || estado llano. El común de los vecinos de que se compone algún pueblo a excepción de los nobles. Plebs, plebejus ordo’ [RAE 1852]–, &c.
“Bienestar” es término ya bien presente en el español escrito del siglo XIII, que Cervantes utiliza, una vez, en la segunda parte del Quijote (1615, capítulo L: «…y escríbame largo, avisándome de su salud y de su bienestar; y si hubiere menester alguna cosa, no tiene que hacer más que boquear, que su boca será medida, y Dios me la guarde»), pero que aún tardará dos siglos más en llamar la atención de los académicos, que no lo sepultan en su diccionario hasta bien entrado el siglo XIX: ‘Bienestar. s. m. fam. Comodidad, conveniencia para pasar la vida’ [RAE 1817], ‘Bienestar. s. m. Comodidad, conveniencia. Vitae commoda’ [RAE 1822], ‘Bienestar. m. Comodidad, conveniencia. Vitae commoda. || Vida cómoda o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien’ [RAE 1832], ‘Bienestar. m. Comodidad, conveniencia. Vitae commoda. || Vida cómoda o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien. Rerum omnium quae in vita desiderantur copia’ [RAE 1837], ‘Bienestar. m. Comodidad, conveniencia. || Vida cómoda o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien’ [RAE 1869], ‘Bienestar. m. Comodidad, 2ª acep. || Vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad’ [RAE 1884].
Si por “Estado” entendemos la sociedad política histórica en la que, a partir de la evolución de dos o más sociedades políticas primarias (uniarquías, protoestados), se pueden ya distinguir las tres capas características del cuerpo de una sociedad política organizada a partir de la apropiación de un territorio –capa basal, capa conjuntiva y capa cortical–, sociedad política estatal que se conforma frente a otras sociedades políticas primarias o ya estatales, todo Estado lo será necesariamente por haber alcanzado cierta eutaxia política, “buen orden” necesario para su cristalización y cierta persistencia en el tiempo. Por tanto, que por su génesis histórica, todo estado ha de ser considerado “estado de bienestar” (en sentido político). No tiene sentido imaginar, por su génesis, ningún “estado de malestar”. Otra cosa será que la distaxia de una sociedad política estatal pueda determinar su corrupción, transformación, desaparición, absorción, &c. ¿Cabe acaso imaginar una constitución política que propugne entre sus principios la distaxia, el malestar o la infelicidad de esa sociedad?
«Por ejemplo, quienes encuentran un modo de prestigiar el Principio de felicidad recordando que la Constitución de Estados Unidos, la potencia más influyente de nuestro mundo, lo recoge en los preámbulos de sus textos constitucionales, no suele tener en cuenta (como ya hemos advertido) que “felicidad” traduce no sólo el happiness del Acta de Independencia, sino también el welfare de la propia Constitución, por lo que resulta que este principio, así interpretado, viene a ser prácticamente una apología del “Estado de bienestar”, vinculado al american way of life.» (Gustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona 2005, págs. 309-310.)
Que Estado y bienestar van unidos no es, obviamente, novedad extravagante. Así por ejemplo, por los años de la primera república, cualquiera podía ya leer en español textos clásicos que antes eran de hecho poco accesibles, merced al empeño de Patricio de Azcárate, gobernador civil jubilado, traductor y editor por su cuenta de las obras de Platón y de Aristóteles:
«En todo Estado en que la observancia de las leyes mantiene el bienestar general, estos ancianos son queridos por los hijos de sus hijos, que tienen el mayor placer en vivir a su lado; ancianos que conservan aún toda la integridad de sus sentidos para oír y ver de qué manera se trata a los huérfanos; y persuadidos de que estos son el más importante y sagrado de todos los depósitos, se manifiestan llenos de benevolencia para con los que cumplen este deber con justicia, y de indignación para con los que insultan la debilidad y el abandono de estos desgraciados. Todo tutor y todo magistrado, que conserve una chispa de razón, fijándose en todo esto, cuidará puntualmente del alimento y de la educación de los huérfanos, y les prestarán todos los servicios que estén en su mano, como si fuera un préstamo, cuyo fruto él mismo y sus hijos habrán de recoger un día.» (Platón, Las Leyes, «Libro undécimo», versión Patricio de Azcárate, tomo 10, Madrid 1872, pág. 227.)
«Todo Estado es una asociación, y sólo en vista de algún bien las asociaciones se forman, puesto que lo único que a los hombres mueve es la esperanza de algo que les parece bueno. Todas las asociaciones tienden sin duda a un bien determinado, y el más importante de todos los bienes debe ser objeto de la más importante asociación, de la que comprende a todas las demás, y puede llamarse asociación política, ciudad, o, más propiamente, Estado.» (Aristóteles, Política, libro primero, capítulo primero: «Origen del Estado y de la sociedad», versión Patricio de Azcárate, tomo 3, Madrid 1873, pág. 17.)
«El amigo sincero del pueblo tratará de evitar que éste caiga en la extrema miseria, que pervierte siempre a la democracia, y pondrá el mayor cuidado en hacer que el bienestar sea permanente. Es bueno, hasta en interés de los ricos, acumular los sobrantes de las rentas públicas para repartirlos de una sola vez entre los pobres, sobre todo si las porciones individuales, que se habrán de distribuir, bastan para la compra de una pequeña finca, o por lo menos para el establecimiento de un comercio o de una explotación agrícola. Si no pueden alcanzar a la vez a todas estas distribuciones, se procederá por tribus o conforme a cualquier otra división. Los ricos deben necesariamente en este caso contribuir al sostenimiento de las cargas precisas del Estado; pero que se renuncie a exigir de ellos gastos que no reportan utilidad.» (Aristóteles, Política, libro séptimo, capítulo III: «Continuación de lo relativo a la organización del poder en la democracia».)
«Sin embargo, en el hecho mismo de ser hombre es necesario para ser dichoso cierto bienestar exterior. La naturaleza del hombre, tomada en sí misma, no basta para el acto de la contemplación. Es preciso además que el cuerpo se mantenga sano, que tome los alimentos indispensables y que se tengan con él todos los cuidados que de suyo exige. Sin embargo, no se crea que el hombre, para ser dichoso, tenga necesidad de muchas cosas ni de grandes recursos, aunque realmente no pueda ser completamente dichoso sin estos bienes exteriores. La suficiencia del hombre está muy lejos de exigir un exceso, ni en el uso de los bienes que posee, ni respecto a su actividad. Se pueden hacer las acciones más bellas sin ser el dominador de la tierra y de los mares, puesto que puede el hombre obrar según pide la virtud por muy modesta que sea su condición.» (Aristóteles, Moral a Nicómaco, libro décimo, capítulo IX: «Relación de la felicidad con el bienestar exterior».)
No debe resultar extraño, por tanto, que el rótulo “estado de malestar” aparezca en español antes que el rótulo “estado de bienestar”, cualidad del estado dada por supuesta. Debemos al presbítero católico Jaime Balmes Urpía (1810-1848) el primer uso conocido de aquel rótulo. Le habían llamado a la Corte quienes promovían el periódico El Pensamiento de la Nación (1844-1846), carlistas que buscaban neutralizar la temida deriva liberal de la joven reina Isabel II postulando su matrimonio con Carlos Luis de Borbón (su padre, Carlos V para los carlistas, ya había abdicado en él sus presuntos derechos sucesorios), buscando la restauración de un antiguo régimen que, como mucho, por eso de la imposibilidad de dar marcha atrás a la rueda de la historia, no pasaba de ser la voluntad de una derecha primaria frente a una izquierda liberal que, además, estaba en trance de pasar a convertirse en derecha liberal… El “estado de malestar y agitaciones que tantos años há nos lleva inquietos y revueltos” desaparecerá, para el pensamiento carlista, cuando se restaure la verdadera monarquía:
1844 «Dañoso en extremo fuera que las ideas, sentimientos y costumbres de la sociedad española se opusiesen de tal modo a la verdadera monarquía, pues que desde luego sería menester renunciar a toda esperanza de establecer un gobierno sólido, y resignarse por tiempo indefinido a ese estado de malestar y agitaciones que tantos años há nos lleva inquietos y revueltos.» (Jaime Balmes, “La monarquía y la unidad gubernativa en la sociedad española”, El Pensamiento de la Nación, nº 4, miércoles 28 de febrero de 1844, pág. 49.)
Mientras que los primeros usos de “estado de malestar” se refieren a sociedades políticas en general (España, Irlanda, Teruel), “estado de bienestar” comienza a utilizarse aplicado a partes suyas: habitantes del campo, que debiera procurarse que fueran felices para descargar a las ciudades de los pobres que las embarazan, a niños cuya serenidad de rostro prueba un estado de bienestar físico completo, a presos de las penitenciarías de los Estados Unidos que, según un informante peruano, gozarían satisfactorio estado de bienestar mental:
1852 «Si se quiere que el pauperismo no aflija a los habitantes de un país, es preciso hacer de modo que los que crean o hacen crear la riqueza para ellos, la distribuyan en salarios en el mismo país; si se quiere que los habitantes del campo sean felices, y que este estado de bienestar atraiga a ellos a los pobres que embarazan las ciudades, es preciso hacer que los ricos propietarios del terreno vivan la mayor parte del tiempo en el campo, al que enriquecerán con sus gastos, y cuyos productos aumentarán por las mejoras agrícolas que de seguro intentarán.» (“Economía política o social”, Diccionario de agricultura práctica y economía rural, Madrid 1852, tomo II, pág. 368.)
1853 «Los dos niños que me han sido confiados tienen hoy el uno diez años y el otro trece. Aun se les conoce por medio de la auscultación un ruido con silbido musical. Los movimientos bruscos y las emociones del espíritu, hacen aun su respiración corta, pero nunca experimentan accesos de sofocación. La lividez de la piel ha desaparecido, la serenidad de su rostro y el calor natural de su cuerpo indican que se encuentran en un estado de bienestar físico completo.» (F. Hartmann, Terapeutica homeopática de las enfermedades de los niños, Madrid 1853, pág. 103.)
«No es menos satisfactorio que la condición física el estado de bienestar mental de los presos.» (Mariano Felipe Paz Soldau, Examen de las penitenciarías de los Estados Unidos. Informe... al gobierno del Perú, Nueva York 1853, pág. 180.)
Aunque muy poco después, en la misma década, ya mediado el siglo XIX, “estado de bienestar” se aplica al todo España, a la nación política española que ya en 1812 ha decretado una “Constitución política para el buen gobierno y recta administración del Estado”:
1858 «Cualquiera que para juzgar de la situación de España no tenga más datos que lo que públicamente se dice y se hace en las regiones oficiales, casi se convencerá de que nos hallamos en la época más floreciente de nuestra historia, de que hemos alcanzado la meta de la prosperidad y del progreso. […] ¡Dichosa nación! que ninguna ley necesita dictar ni reformar; ¡dichosa nación! cuyo estado de bienestar es tal que no necesita ya que se elabore proyecto alguno para mejorar su situación.» (La Corona, periódico liberal, Barcelona, jueves 4 marzo 1857, pág. 1.)
1859 «Abraza el consulado de España en Guayaquil, las provincias de Esmeralda, Manabi y Guayaquil, esto es, todo el litoral, desde las márgenes del Mira, a las del Túmber, y por consiguiente, los tres puertos del Pailón(*), Manta y Guayaquil. (*) Este puerto, aunque habilitado para el comercio de importación, y quizá el más natural para proveer las provincias de León, Pichincha y Imbabura, si estuviera comunicado con ellas por un camino, fácil de abrir, no presenta hoy aliciente que estimule a ser frecuentado; pues la población que habita sus cercanías, está reducida a proporciones muy exiguas y a un estado de bienestar muy poco satisfactorio para que expediciones directas puedan hallar en él una salida que compense las pérdidas de tiempo y gastos de navegación.» (Joaquín de Avendaño, “Memoria sobre el comercio y la navegación del Ecuador”, La América. Crónica Hispano-Americana, Madrid, 24 mayo 1859, pág. 5.)
1860 «El distinguido jurisconsulto Martou, ha dicho: “el ahorro es la palanca más enérgica del movimiento ascensional de las masas hacia un estado de bienestar e independencia”.» (Antonio Bachiller Morales, Memoria sobre los trabajos de la Caja de Ahorros, Descuentos y Depósitos de La Habana, durante el año económico de 1859 a 1860, Habana 1860, pág. 7.)
Es habitual entre los autores que rebañan en la historia buscando una génesis, anacrónica, del “estado del bienestar”, remontarse a las medidas adoptadas en Alemania por Bismarck en 1883 (una década después de haber declarado la guerra a la Iglesia romana con la Kulturkampf), o a las propuestas del algún pastor protestante británico. La mayor parte de los autores hispanos, bien colocadas las orejeras, se dejan llevar comodamente del ramal por esa bibliografía europea y suelen ignorar, en su indolencia, que, por ejemplo, la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas premió, en el concurso de 1860, la memoria que presentó doña Concepción Arenal de García Carrasco sobre “La Beneficencia, la Filantropía y la Caridad”. El opúsculo de 123 páginas publicado en Madrid con fecha 1861 (cuyo texto fue recuperado en 2009 por el proyecto Filosofía en español), lleva en portada este significativo lema: “La Beneficencia manda al enfermo una camilla. La Filantropía se acerca a él. La Caridad le da la mano”. En esa memoria, por ejemplo, ofrece Concepción Arenal un “Cuadro cronológico de los principales establecimientos de beneficencia en España”, desde el Hospital de San Juan fundado por Alfonso VI en Oviedo el año 1058, hasta el Hospital de hombres incurables fundado en Madrid por el gobernador Melchor Ordóñez en 1852.
«El filósofo ve en la caridad un elemento de bienestar, el político un elemento de orden, el artista un tipo de belleza, el creyente la sublime expresión de la voluntad de Dios. Es como la aurora, cada viviente la saluda en su lenguaje, pero no hay ninguno que deje de saludarla.» (Concepción Arenal, La Beneficencia, la Filantropía y la Caridad, Madrid 1861, pág. 44.)
(En 1871, el mismo año en el que, tras la Comuna de París, se establece el yerno de Carlos Marx, Lafargue, en Madrid, comienza a publicar Concepción Arenal, en La Voz de la Caridad, el periódico que dirige, sus famosas “Cartas a un obrero”… que pertenece a La Internacional…)
Recopilemos algunos otros ejemplos de usos del rótulo “estado de bienestar” durante las siguientes décadas, aunque solo sea para rebatir a quienes ingenuamente defienden convencidos que la idea de un estado de bienestar es una gran novedad surgida tras la Gran Depresión, durante la Segunda Guerra Mundial o en los albores de la Guerra Fría, tanto fuera por la bondad de los planes de gobernantes acertados o como programas estratégicos tendentes a neutralizar peligrosas situaciones prerrevolucionarias en sociedades capitalistas.
1862 «La Homeopatía lleva otro fin al establecer esta cuestión, que nada tiene de común con la que precede, pero que encierra dos puntos que ejercen una acción decisiva en la elección del remedio; estos son: 1.º La aparición periódica de síntomas morbosos, después de un estado de bienestar más o menos grande. 2.º Las agravaciones o mejorías que dependen de la hora del día.» (C. de Boenninghausen, “Algunas consideraciones sobre el valor característico de los síntomas”, cap. X, Anuario de medicina homeopática, Madrid 1862, página 194.)
1867 «El estado de bienestar se indica diciendo que, ya en 1859, había 69.766 ciudadanos que tenían derecho de votar para elegir la Asamblea legislativa colonial; y en el mismo año se crearon 13 nuevos municipios, por haber completado la evaluación de propiedad requerida por la ley.» (Francisco Javier de Bona, “Nueva Gales del Sur (Australia)”, Gaceta de los Caminos de Hierro, Madrid, 7 septiembre 1867, pág. 567.)
«Si se rompe el dique de las prescripciones legales y se lleva el movimiento de los negocios más allá de la prudencia en el cálculo, pásase entonces rápidamente de un estado de bienestar y confianza a otro de intranquilidad y descrédito, como ha acontecido a ese Banco.» (Manuel García Barzanallana, Ministerio de Hacienda, Real Orden, Madrid 22 noviembre 1867, en El Pabellón Nacional, Madrid, 28 diciembre 1867, pág. 1.)
1868 «¡Llevar a las Antillas la revolución, tal como allí puede esta entenderse! ¿Saben los que tal dicen cuáles serían los desastrosos e ineludibles resultados que produciría? ¿Qué brazo, por poderoso que fuera, sería capaz de contener los 700.000 negros libres y esclavos que allí existen, medio salvajes, hostiles a la raza blanca, ansiosos de una libertad cuyos límites arrostraría su fuerza brutal para entregarse a toda suerte de venganzas y depredaciones? En España pudo ser necesaria la revolución: y aunque remedio heroico, al que solo se apela en casos extremos, se acepta como un mal inevitable, con la esperanza de obtener un gobierno que conduzca a la nación a un estado de bienestar que no ha podido conseguirse por otro camino.» (La Época, Madrid, 26 noviembre 1868, pág. 3.)
1872 «Verdad es que tenemos un teatro magnífico; una plaza de toros de bellas proporciones; un casino lujosamente montado; cafés públicos que rivalizan entre sí en elegancia; baños de mar excelentes y gran número de edificios de nueva construcción, que dan a las calles el más agradable aspecto; pero todo esto aunque es mucho, no basta para que nuestra capital pueda llegar al estado de bienestar material a que deben aspirar todos los pueblos.» (“Lo que a Alicante interesa”, El Constitucional, diario liberal, Alicante, domingo 25 febrero 1872, pág. 2.)
1872 «Consolados anticipadamente de cuanto pudiera afligirnos respecto a la situación de América, por el movimiento de progreso moral y material que notamos en toda la extensión del continente, por ese estado de bienestar y tranquilidad perfectos, que es en todas partes el mismo, y que nos señala una nueva era en la marcha general de nuestras Repúblicas, los detalles de la situación en algunas de ellas, por dolorosos que sean, no bastarán a debilitar nuestra fe ni a disminuir nuestro legítimo entusiasmo.» (Héctor F. Varela, “El movimiento americano”, El Americano, París, 21 septiembre 1873, nº 27, pág. 419)
1874 «Felipe III espiró en brazos del P. Jerónimo Florencia con el ánimo atribulado por hondos remordimientos, y deplorando no haber sabido aprovecharse en el gobierno de aquella propicia coyuntura que le ofreciera el reposo general, y la opinión de todos culpaba de los males que se preveían tras aquel aparente estado de bienestar público, al abandono de las armas.» (Juan Pérez de Guzmán, “La caída de un valido”, La Ilustración Española y Americana, Madrid, 30 agosto 1874, año XVIII, nº XXXII, pág. 502.)
1875 «Los efectos narcóticos del haschisch son mucho menos funestos que los del opio. El fumador o masticador de haschisch se halla a menudo transportado en sueños a un mundo encantado y su cuerpo se encuentra en un estado de bienestar indecible, sin que su organismo resulte tan afectado como con el opio.» (K., “Los fumadores de opio y de haschich”, El Bien Público, Mahón, martes 6 julio 1875, págs. 2.)
1877 «El engrandecimiento material; la calma política; el estado floreciente de la industria; el desarrollo de la riqueza, forman un estado de bienestar general, en el cual brotan y se desarrollan con vigor admirable las obras del genio, que en la atmósfera abrasada de las revoluciones, en la oscilación constante de las convulsiones públicas, si bien nacen obedeciendo a la ley eterna de la vida, mueren empobrecidas, sin haber podido brindar con sus frutos de consuelo; abrasadas bajo el soplo ardiente de las ambiciones materiales, de los viles egoísmos, de los pequeños cálculos que se deshacen en mezquinos desengaños.» (Patrocinio de Biedma, “La primera piedra”, Cádiz, Cádiz, 10 mayo 1877, año I, nº 1, pág. 1.)
«Nadie admite como cosa formal la idea de una civilización primitiva, de un estado de bienestar originario, ilusión nacida al calor de las leyendas religiosas y de los códigos sagrados, o bien de la tradición que siempre relega a una época anterior el malestar que se siente en la presente, lo cual con tanta precisión expresa nuestro Jorge Manrique con aquella copla de pie quebrado: Porque a nuestro parecer / Cualquier tiempo pasado / Fue mejor.» (Pedro Estasen [1855-1913], “Walter Bagehot”, Revista Contemporánea, tomo XI, vol. 2, 30 septiembre 1877, pág. 169.)
1878 «No es necesario esforzarse mucho para demostrar lo que la experiencia nos enseña diariamente, no sólo en España, sino en los demás países, en los cuales los trabajos agrícolas se verifican con mayor acierto, es a saber, que el cultivador rico, pero con escasos conocimientos, camine inevitablemente a su ruina, al paso que el agricultor inteligente, con un escaso capital, llega muchas veces a fuerza de tiempo y laboriosidad a un estado de bienestar superior a lo que podría esperarse, dados sus exiguos recursos.» (Manuel G. Llanas, “Enseñanza de la agricultura en las escuelas primarias”, El Campo, Agricultura, Jardinería y Sport, nº 21, 1 octubre 1878, pág. 331.)
1881 «Esto no obstante, aún falta mucho que hacer en Aragón y Cataluña, aún no se ha alcanzado, como algunos creen, el estado de bienestar a que todo pueblo debe aspirar; para esto es necesario que la Agricultura adelante, y ésta, si bien mejora, todavía encuéntrase en un estado de atraso relativo.» (Luis Álvarez Alvistur, “La producción en España”, Almanaque de La Ilustración para 1882, año IX, Madrid 1881, pág. 109.)
1882 «Hoy vivo retirado. Desde hace cuatro meses he abandonado la prensa, y pienso no volver a ella, aunque todavía no quiero empeñar un juramento solemne para lo futuro. Es un estado de bienestar profundo este alejamiento de la actualidad, esta calma del espíritu aplicada por entero a una obra única, sobre todo al salir del periodismo militante después de diez y seis años de lucha.» (Emilio Zola, en el prefacio a su recopilación de artículos titulada Una campaña, reproducido por La Iberia, Madrid, 5 marzo 1882, pág. 2.)
1883 «Si en todos los países se siguiese una marcha tan acertada y enérgica como la que vienen sosteniendo los ministros de Hacienda italianos, seguramente que como en aquella nación se llegaría en breve a un estado de bienestar y desahogo que hoy ven todavía muy lejos países que si no tienen menos elementos, no han conseguido en cambio tan acertada dirección.» (“Revista económica”, El Guadalete, Jerez de la Frontera, jueves 25 octubre 1883, pág. 1.)
1887 «El día en que Italia, bajo el cetro de la gloriosa dinastía de Saboya, esté indisolublemente fortalecida con la bendición paternal de Vuestra Santidad, podrá sin necesidad de otro apoyo y con una libertad saludable, consagrarse al desarrollo de su industria y de su comercio. Por ella únicamente nuestra patria podrá asegurar este estado de bienestar positivo que, extendiéndose desde la morada real hasta la más humilde choza, pondrá fin al periodo excesivamente largo de sectas y mistificaciones.» (“Carta de Aquiles Fazzari al Papa”, La Unión Católica, Madrid, 12 diciembre 1887, nº 156, pág. 1.)
«La palabra rentas, no es por sí sola para carabineros lo que significa lo que produce el tabaco y aduanas, sin más que la venta que se verifica en los estancos y recaudación de aduanas, significa comprender los medios que la fuerza debe adoptar en cada una de las localidades, para que produzca la mayor renta posible; conocimientos que son la base del servicio y al propio tiempo debe inquirir el estado de bienestar o pobreza de los pueblos, poner en conocimiento de la superioridad los medios más hacederos y necesarios para que la venta aumente como base que se ha de experimentar en el alza de valores.» (B. F., “Espíritu del Ejército. Necesidades del Cuerpo de Carabineros”, El Correo Militar, Madrid, 16 diciembre 1887, nº 3661, pág. 1.)
1888 «Asiento de una Audiencia de lo criminal, no carece Manresa de las profesiones auxiliares y relacionadas con la administración de justicia; hay, pues, buen número de abogados y procuradores; como hay diversos casinos y centros de recreo e instrucción, templos donde a la cultura popular se rindo acatamiento fervoroso y envidiable. Es, indudablemente, una de las ciudades del viejo Principado llamadas a más brillante y permanente estado de bienestar y riqueza.» (J. de U., La región catalana, Las Regiones, periódico federal, Madrid, 2 de junio de 1888, pág. 2.)
1894 «[Un diputado provincial de Navarra llegado a Madrid decía:] Hace pocos años la provincia de Navarra, como tantas otras que tenían gran riqueza agrícola, vivían en un estado de bienestar considerable; después, vino la crisis vinícola, y aquella provincia sufrió inmensos perjuicios.» (“Ecos políticos”, Diario de Burgos, miércoles 14 febrero 1894, pág. 1.)
«Toda esa serie interminable de hombres, mal llamados de talento, que no han hecho más que inventar cosas inútiles y perjudiciales, son los que han impedido a la humanidad llegar a ese estado de bienestar que tanto necesita.» (E. C. O., “De domingo a domingo”, La Atalaya, Santander, lunes 12 marzo 1894, pág. 1.)
1895 «Luego, emprender lo que se llama una verdadera campaña moralizadora sin contemplaciones ni titubeos. En el orden de las costumbres, la pobre moralidad anda por los suelos; la blasfemia está a la orden del día; la lujuria con su acompañamiento de horrores causa verdaderos estragos; los ataques a la religión y a sus ministros es comidilla de la que muchos andan acostumbrándose; la usura es el termómetro con que puede medirse el estado del bienestar individual; la mistificación en todo constituye ya una segunda naturaleza y, sobre todo, ese vicio nefando, asquerosa gangrena social, ruina de las familias, degradación de quien le rinde culto y ganzúa infernal que abre las puertas del suicidio o conduce al presidio y siempre a la infamia, el juego, para terminar pronto y decirlo de una vez, tiene tantas y tantas raíces echadas en los corazones asequibles a esa pasión funesta, que es preciso, indispensable, sin reparo alguno perseguirlo de muerte, echándolo de todas las madrigueras sin distinción, porque eso de que se persiga en los cafés y tabernas y se consienta en casinos y en sociedades privilegiadas, constituye un irritante privilegio que da lugar a opuestos resultados.» (“Lo que conviene”, La Lucha, Geona, martes 9 abril 1895, pág. 1.)
«¡Para cuatro plazas de escribientes noventa y un aspirantes, entre legos y doctores! ¡Buen termómetro para graduar el estado de bienestar a que nos han conducido los gobiernos turnantes!» (“Pinceladas políticas”, El Cantábrico, Santander, 3 agosto 1895, pág. 1. La Región Extremeña, diario republicano, Badajoz, viernes 16 agosto 1895, pág. 2.)
1899 «Sin embargo, la fe que puso la nación española en el Gobierno conservador es grande, y se lo demostró dándole unas mayorías de su completa confianza, como pocos gobiernos las tuvieron, y con las cuales, sabiendo mantener el espíritu de unión, podrá cumplir el Sr. Silvela cuanto prometió al subir al Poder, cuanto España desea y cuanto le es necesario al país para entrar en un estado de bienestar y progreso.» (“Eterna espera”, El Porvenir Segoviano, lunes 5 junio 1899, pág. 1.)
«Al mísero hambriento, para regenerarle, para ponerle en estado de bienestar, de progreso físico, es necesario primero alimentarle, restablecer sus fuerzas, pues la camisa limpia no quita el dolor de muelas.» (Benedicto Mollá, “El progreso”, Semanario Católico, Alicante, 25 noviembre 1899, pág. 630.)
1901 «Comparad ahora el estado de bienestar y felicidad que produce la paz de Cristo con el estado de malestar y agitación en que vive el mundo moderno, y comprenderéis las inmensas ventajas y el bien inapreciable que encierra el beneficio de la verdadera paz. Ved el individuo, víctima de la fiebre ardiente de sus pasiones, aspirando siempre a una felicidad ilusoria que siempre se le escapa como una sombra, y llevado al fin a un estado de abatimiento y desesperación que le hace triste o insoportable la vida. Ved cómo se va disolviendo la vida de familia, desterrada de su seno la felicidad conyugal, abandonados los hijos por sus padres, quienes pusieron su Dios en la adquisición de fabulosas fortunas o en los azares de la política. Y, sobre todo, contemplad el estado de la cosa pública, colocada poco menos que en la anarquía más espantosa. ¿Es que acaso exageramos? ¡Ah! ¡Ojalá que no fuese realidad, tanta desventura! ¡Ojalá que a lo menos fuera posible evitar o disminuir tan funestas desgracias! Pero no, no es posible; porque son justísimos los juicios de Dios, y de Dios nadie se burla impunemente. La sociedad moderna ha querido separarse de Dios, y, mal que le pese, ha de sufrir los castigos, que son legítima consecuencia de sus extravíos y delirios. Quisieran paz, separada de Dios la sociedad y constituida sobre los principios disolventes de la civilización moderna, y para ella no habrá paz; no puede haber sino anarquía: Non est pax impiis (Isai., LVIII, 22), pax, pax, et non erat pax (Jerem., VI, 14).» (Salvador Casañas, “Carta pastoral de entrada que dirige a sus diocesanos el eminentísimo señor Cardenal Casañas, Obispo de Barcelona”, El Siglo Futuro, diario católico, Madrid, 16 de octubre de 1901, pág. 2.)
1906 «Nadie pone en duda ya, que el estado económico del país ha mejorado notablemente; que nuestro crédito injustamente sometido a entredicho antes, ha recobrado el lugar que siempre le perteneció; el desenvolvimiento de nuestros presupuestos con una norma tan recta como precisa para conseguir, no sólo el destierro del déficit, sino un excelente superávit, resultados debidos al insigne Villaverde y al inteligentísimo Urzáiz, que han sido los dos puntos cardinales de donde arrancan las consecuencias que hoy tocamos como tangible beneficio financiero; el descubrimiento del abuso en el estampillado, que llevando el temor a los conculcadores de la ley, les ha hecho desprenderse de un valor que les estaba prohibido; el buen acuerdo de llevar a la bolsa de París la Deuda interior, en donde ha sido tan bien acogida y aun ha de serlo mucho más; el augurio de cosechas excelentes; el desarrollo de nuevas industrias por la llegada de capitales acumulados en nuestras antiguas colonias; la confianza que se ha despertado en todos y cada uno de los ciudadanos en el propio valer aguijoneado por la necesidad de trabajar en beneficio general y particular para conseguir el resurgimiento de una nacionalidad que debe ser grande en el porvenir, porque lo ha sido mucho por su historia, todo esto ha contribuido al estado de bienestar que sentimos.» (Francisco Cortés, “Revista financiera”, Gaceta de los caminos de hierro, Madrid 24 mayo 1906, pág. 229.)
1908 «IX. La verdadera cultura. Ahora bien, tal estado de bienestar y prosperidad ético y material de los pueblos, constitutivo de la cultura, supone como precedente у es hijo de la educación у de la instrucción, у como no existe aquélla faltando la moral, que tiene por base la Religión, deduzco en forma que Religión y moral son el fundamento y sostén de la positiva cultura.» (“La Cultura”, Los Jueves de ‘El Correo Español”, hoja semanal redactada por las Juventudes Carlistas, Madrid, 5 marzo 1908, hoja 173.)
1915 «El error del general Porfirio Díaz, y con él de casi todos sus compatriotas, estribaba en suponer que el yanqui no extendería la mano codiciosa y rapaz sino cuando estallase el movimiento de rebelión, y en creer que las rebeliones quedaban abolidas para siempre, después de instaurada la paz en 1876. Muchos veían que Méjico no tiene cimentación económica, y que sostenía una paz precaria; pero los espejismos de la paz, su extraordinaria persistencia, fascinaban no sólo al gobierno sino a algunos de los observadores más imparciales. Bien se conocía, es verdad, que el progreso material no correspondía al progreso moral, o mejor dicho, que el progreso material no era sino una fachada, y que no se convertiría en un verdadero estado de bienestar público sin la transformación agrícola del país y sin la nacionalización de los grandes monopolios. Este era el tormento, la angustiosa pesadilla de los más perspicaces.» (Carlos Pereyra, “El crimen de Woodrow Wilson”, Nuestro Tiempo, Madrid, octubre de 1915, pág. 21.)
1921 «El hombre, como ser material, en medio del Universo es muy poco, es inmensamente pequeño. Pero el hombre en la vida, como ser activo, es mucho, es quizá inmensamente grande. Piensa, reflexiona, se eleva a las más altas cumbres del pensamiento, se asoma a los ventanales del cielo del amor, crea la ciencia y empuja el débil esquife de su vida hacia las riberas florecidas, aún lejanas, de una moralidad exquisita. Sin embargo, todavía arrastra detrás de sí la repugnante piel del hombre-fiera, y con ella se cubre algunas veces. Cuando esto sucede, sólo piensa en destruir, en aplastar, en esclavizar; en su roja pupila, entonces, sólo hay visiones pavorosas de angustia, de dolor, de muerte. Pero la Humanidad terminará, al fin, después de grandes oscilaciones, por marchar, serena y firme, por la ancha vía del trabajo y del amor hacia los espléndidos y perfumados jardines de la libertad y de la felicidad. Hoy atraviesa uno de esos períodos de angustia y de incertidumbre formidables. Si pudiera medir el área inmensa de sus dolores, perdería toda esperanza de redimirse. Despierta, después del gran crimen de los directores de las naciones, con la mente llena de sombras horribles que la llevan a tremendas luchas sociales. ¿Y hacia dónde va, aturdida? ¿Qué desea? Es seguro que, tardando más o menos, llegará el hombre a un estado de bienestar general; que subirá algunos metros, llevando en su alta frente el sello de la cultura, por la áspera y empinada cuesta del progreso. Y es seguro que llegará a la extensa y desconocida meseta donde la paz y la libertad imperan. Ahora es preciso que todos, como células del gran cuerpo de la Humanidad, trabajemos para alcanzar la cima excelsa. En la actualidad, pueblos, colectividades, individuos, van atolondrados hacia un punto del horizonte social donde parece verse escrita, entre arreboles de aurora, esta palabra fulminatriz: LIBERTAD.» (Luis C. Ramos, “La libertad y la escuela”, La Escuela Moderna, Madrid, mayo de 1921, nº 356, págs. 390-391.)
1926 «Si el progreso es un estado de bienestar material, de abundancia de dinero, de próvido comercio, de bastante compra y venta, de riqueza particular y pública, los países anglosajones, Inglaterra y los Estados Unidos, son buenos ejemplos. En Inglaterra, concretando el caso, los comerciantes, los industriales, los agricultores, todos aquellos a quienes la libertad les interesa particularmente en sus aspectos materiales, viven bien, ganan dinero y adquieren el mayor provecho posible de sus esfuerzos. No es preciso hablar ahora de las crisis y los contratiempos económicos, porque éstos son fenómenos de la evolución de las formas liberales. Antes de llegar a ellos hay un estado social indiscutible: las riquezas y las comodidades del inglés con respecto al hombre de otros países menos liberales. Un mesócrata o un obrero español pueden deslumbrarse con las comodidades y el lujo de un terrateniente rico. Pero las comodidades y el lujo de este terrateniente, aunque sea de los más ricos, no pueden compararse ni de lejos con las comodidades y el lujo de un comerciante inglés medianamente acomodado o de un pequeño industrial. La proporción es la misma en todas las esferas de la sociedad. Los mineros están sosteniendo en estos días una huelga de veinte semanas para impedir la rebaja de sus salarios. Pero sus casas, de las cuales se quejan por miserables, podrían hacer la felicidad en España de la clase media pobre. Esta situación colectiva de evidente holgura –siempre con relación a otros países– no ha surgido espontáneamente en Inglaterra ni ha existido siempre. Hace dos siglos la vida era tan pobre en Inglaterra como en cualquier país pobre. Vivían bien, muy bien, los señores. Pero quienes no eran señores vivían, como en todos los países feudales, muy mal, y si disfrutaban una vida mejor a la correspondiente a su clase, era por merced de los señores.» (César Falcón, “Panoramas ingleses. Formas de la libertad”, El Sol, Madrid, 15 septiembre 1926, pág. 1.)
Adolfo Hitler sobre el Estado y el bienestar (Mi Lucha, 1925-1927)
Adolfo Hitler utiliza el término “Wohlfahrt”, referido al Estado, en la primera parte de Mi Lucha (1925) y en su segunda parte (1927).
2.4
«Der Völkische Staat hat für die Wohlfahrt seiner Bürger zu sorgen, indem er in allem und jedem die Bedeutung des Wertes der Person anerkennt und so auf allen Gebieten jenes Höchstmaß produktiver Leistungsfähigkeit einleitet, die dem einzelnen auch ein Höchstmaß an Anteil gewährt.» (Adolf Hitler, Mein Kampf, Tomo II, 1927 [edición de 1943], cap. IV, pág. 500.)
«El Estado popular es responsable del bienestar de sus ciudadanos, y debe reconocer la importancia del valor de la persona en todos los aspectos, y al hacerlo iniciar en cada campo la máxima capacidad productiva que otorga al individuo la mayor participación posible.»
«The folkish State has to care for the welfare of its citizens by acknowledging the significance of the value of the person in all and everything and thus introducing in all domains that highest degree of productive efficiency which grants the individual also the highest degree of participation.» (Adolf Hitler, Mein Kampf [versión en inglés de 1939: Houghton Mifflin Company, Boston, Massachusetts], Reynal & Hitchcock, 19ª reimpresión, Nueva York 1941, pág. 669.)
Existen versiones en español de Mi lucha que vierten “Der Völkische Staat” como “El Estado nacionalsocialista” o como “El Estado Racista”:
«El Estado nacionalsocialista / El Estado Racista tiene que velar por el bienestar de sus ciudadanos reconociendo, en todos los aspectos, la significación que encarna la personalidad y fomentando así en cada dominio de la actividad humana aquel grado máximo de capacidad productiva que, a su vez, le permite al individuo un máximo grado de beneficio.»
En diciembre de 1927, ante el XV Congreso del PCU(b), presenta Stalin, victorioso sobre la oposición trotsquista y en plena lucha contra la crisis económica soviética, el minucioso primer plan quinquenal de la URSS, que había de activarse el 1º de octubre de 1928, una vez celebrado el VI Congreso de la Komintern (Moscú, julio-septiembre 1928), donde se lanza la consigna “clase contra clase” y se prepara la definición de la socialdemocracia como “socialfascismo”. Los planes quinquenales supusieron la industrialización, auge y consolidación de la Unión Soviética, pero no son incorporados a su relato por los ideólogos del “Estado del Bienestar”.
El jueves negro 24 de octubre de 1929 comienza su desplome la Bolsa de Nueva York dando pronto paso a otra gran depresión… Mientras el comite Gosplán diseña y planifica el Segundo plan quinquenal (1933-1937), que asume como una de sus tareas “un avance más rápido en el bienestar de los trabajadores y campesinos, y al mismo tiempo una mejora decisiva en todas las viviendas”, tras los necesarios desajustes durante la colectivización de la tierra y los inicios de la industrialización, el presidente norteamericano Roosevelt (marzo 1933-abril 1945) impulsa el New Deal, un “nuevo trato” que inicia con los “Cien días de Roosevelt” (marzo-junio 1933), antecedente del “segundo New Deal” (entre 1935 y 1938) que, como era de esperar, es tenido como pilar del “Estado del Bienestar”.
«The New Deal uses the mechanics of Italian Fascism to combat the spirit of Fascism in American business. “What America needs is a Mussolini!” many an American business man has declared with fervor. […] The Red Network, that all-embracing who's who of American “radicalism,” is a little volume of extraordinary interest to students of hysteria. It is violently anti-liberal, and takes a Fascist tone regarding pacifism, birth control, social welfare and movements for colonial independence. Yet, despite its admiration for Mussolini Fascism, it heartily condemns the NRA, the advisers of the President and those putting actual Fascist measures into effect at Washington. Mrs. Roosevelt, Mayor La Guardia, Mahatma Gandhi, Edouard Herriot, Jane Addams, Glenn Frank, Margaret Sanger and the Fosdicks are names taken at random from this book's long listing of the damned. Here is another contradictory case of Fascists of the spirit attacking Fascists of the flesh –patriotic societies versus the New Dealers and all their works… Fascism is, in many respects, the most significant political and social development of the entire post-War period. Marxism in its various forms has existed since the hectic days of the Communist Manifesto in 1848; but the Italian Black Shirt movement, which evolved into the march on Rome of 1922, was a brand-new phenomenon and one which was at first but hazily understood. Fascism, in the beginning, was simply interpreted as a militant anti-Communism intended to combat the Marxist heresies of the Russian revolution; just as the Jesuits of Loyola had fought the Protestant reformation four centuries earlier by counter-revolutionary means. Fascism defeated Marxism in Italy decisively, as the Jesuits had once broken Protestantism in Poland and Bohemia.» (Roger Shaw, “Fascism and the New Deal”, The North American Reviewm, vol. 238, nº 4, diciembre 1934, págs. 559-560.)
Nombrado Hitler canciller de Alemania en enero de 1933, en mayo se activa la organización de asistencia social NSV Nationalsozialistische Volkswohlfahrt –Bienestar social nacional socialista–, que operaba desde un complejo de edificios propios construidos en Berlín, y se convierte en motor del estado de bienestar nazi: en 1939 prestaba ayuda a 17 millones de alemanes, mantenía 8.000 guarderías infantiles, gestionaba seguros de vejez, ayudas para el alquiler, subsidios a desempleados y discapacitados, asilos, y desde 1941 un seguro médico obligatorio. Como es natural la NSV suele ser ignorada por quienes historian los antecedentes del “Estado del Bienestar”.
En noviembre de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, presenta Sir William Beveridge (1879-1963) al Parlamento británico, por encargo de Su Majestad, el informe Social Insurance and Allied Services, que será tenido después por tantos como sillar del “Estado del Bienestar”, y que en su momento fue bendecido por William Temple (1881-1944), anglicano arzobispo de Canterbury, hijo de arzobispo de Canterbury, nada menos que como “la primera vez que alguien encarna todo el espíritu de la ética Cristiana en un documento parlamentario”. A este pastor protestante atribuyen algunos el británico rótulo “welfare state” contrapuesto al presunto “warfare state” germánico.
«Las palabras del Papa proponen un plan en el orden social como no se ha propuesto absolutamente nunca. El mismo plan inglés de Beveridge, que está ya en manos del Gobierno, y con el que se pretende que ningún inglés, cualquiera que sea, no pueda no solamente morir de hambre, sino dejar de estar asegurado en todos los riesgos que la vida le pueda traer, es menor que este del Papa, porque el Papa se fija no solamente en el individuo, sino en la familia, enseñando que el hombre, en el organismo social, es un ser social; se fija en la mujer y en los niños del trabajador, porque todos por él están al propio tiempo asegurados.» (Joaquín Azpiazu SJ [1887-1953], La elevación del proletariado, Colección popular Fomento Social, nº 3, Barcelona [septiembre] 1945.)
La Conferencia de Bretton Woods (1 a 22 de julio de 1944) decide el nuevo orden capitalista que se implantará tras la guerra, aunque todavía Stalin, Roosevelt y Churchill tengan que reunirse en Yalta en febrero de 1945. La Carta de las Naciones Unidas se firma el 26 de junio de 1945; Stalin, Truman y Churchill se reunen en Potsdam en julio, Hiroshima y Nagasaki son arrasadas los días 6 y 9 de agosto, y la UNESCO queda constituida el 16 de noviembre de 1945 (ausente la URSS, que debe esperar a 1956 para poder incorporarse), &c.
Marzo de 1946: el fabiano Sir William Beveridge inaugura en Madrid una “cátedra de Seguridad Social”
«Sir William Beveridge vendrá a España. Inaugurará la cátedra de Seguridad Social en Madrid. A últimos de este mes pronunciará tres conferencias. Madrid.– Sir William Beveridge, el famoso autor del plan de seguridad social publicado en 1942, y sobre el cual se basa la política social adoptada por Inglaterra en su postguerra, llegará a Madrid por vía aérea el día 22 del mes actual, acompañado por el director general del Instituto Nacional de Previsión, don Luis Jordana Pozas. El especialista ingles en política social, y cuyos planes han ejercido tan gran influencia en el mundo entero, viene a Madrid invitado por la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid para que inaugure la cátedra de seguridad social fundada en esta Facultad por el Instituto Nacional de Previsión. En la semana última de Marzo, el profesor Beveridge pronunciará tres conferencias, dos de las cuales estarán dedicadas a exponer su doctrina sobre “Full employment” que constituye un plan económico que evite la crisis del empleo y el paro forzoso, y la tercera en que desarrollará el tema “seguridad social”. Con ocasión de su estancia en España, el señor Beveridge visitará algunas de las instituciones sociales españolas y estudiará el funcionamiento de nuetros seguros sociales. La visita tiene carácter exclusivamente científico.– Cifra.» (Diario de Burgos, 13 marzo 1946, pág. 1.)
«Mr. Beveridge, en Madrid. Madrid.– Esta tarde, a las cuatro, en el avión correo procedente de Londres, ha llegado a Madrid Mr. Beveridge, destacado economista inglés y autor del famoso plan que lleva su nombre, que, invitado por la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, se propone dar varias conferencias en dicha Facultad. Le acompañó en su viaje el comisario del Instituto Nacional de Previsión, señor Jordana de Pozas. Le esperaban en el aeropuerto el director del Instituto Británico, Mr. Starkie, y varios altos cargos del Instituto Nacional de Previsión y profesores de Ciencias Políticas y Económicas. (Logos.)» (El Adelanto, Salamanca, 26 marzo 1946, pág. 4.)
«Visitas de Sir William Beveridge. El sociólogo inglés sir William Beveridge ha visitado esta mañana el Museo del Prado, en compañía de don Mariano Madrazo. El ilustre sociólogo mostró su admiración principalmente ante las obras de Velázquez, Goya y el Greco. A mediodía el señor Beveridge hizo una visita de cortesía al embajador de su país, sir Víctor Mallet. Por la tarde en la embajada se dio una recepción en su honor. Cifra.» (Diario de Burgos, 27 marzo 1946, pág. 3.)
«Conferencia del sociólogo británico Sr. Beveridge en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. El acto fue presidido por los ministros de Justicia e Industria. Madrid.– En el salón de actor del Consejo Superior de Investigaciones Científica, pronunció anoche su anunciada conferencia el prestigioso sociólogo inglés señor William Beveridge, siendo presidido el acto por los ministros de Justicia y de Industria, embajador británico y numerosas personalidades y diplomáticos, llenándose por completo el salón. Presentó al conferenciante el señor Castiella y tuvo un cálido elogio para el señor Beveridge, el señor Jordana de Pozas. El disertante fue largamente ovacionado al final de su conferencia. (Logos.)» (El Adelanto, Salamanca, 29 marzo 1946, pág. 1.)
«“Debe mantenerse la comunicación de ideas entre los hombres de ciencia de todo el Mundo” Sir Willian Beveridge pronuncia la primera de sus conferencias en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas. Madrid.– Bajo la presidencia de los ministros de Industria y Comercio, de Justicia y del embajador de la Gran Bretaña y con asistencia de numerosísimo auditorio, sir William Beveridge ha pronunciado una conferencia sobre el tema “La ocupación total”. Antes que el orador, hizo uso de la palabra el decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, don Fernando María Castiella, quien habló primero en inglés y luego en español. Sus primeras palabras fueron de agradecimiento a Sir William Beveridge por su visita a la pacífica España, en la que el heroísmo de sus juventudes ha permitido las premisas para el orden y para la justicia social. Declaró también que la juventud de la victoria siente ansias de una mayor justicia social y que no será nuestro pueblo quien se rezague bajo la sombra de la Cruz a crear un mundo más justo. Después hizo uso de la palabra el presidente del Instituto Nacional de Previsión, señor Jordana de Pozas, que pronunció unas palabras sobre la obra y la biografía de Sir William Beveridge. Este habló a continuación en inglés, pero pronunció en castellano las siguientes palabras: “He venido aquí por invitación de la Universidad de Madrid con carácter estrictamente particular. No puedo ostentar ninguna otra representación ya que dejé mi cargo en la Universidad de Oxford para poder ser miembro del Parlamento. A consecuencia de las últimas elecciones generales ya no estoy en éste y soy solamente escritor y no tengo ningún género de relaciones con el Gobierno. Opino que independientemente de lo que los Gobiernos hagan o dejan de hacer es deseable mantener abierta la comunicación de ideas entre las universidades y los hombres de ciencia de las diferentes naciones siempre y cuando todos disfruten de la libertad que yo disfruto hoy para hablar sin temor de parcialidad, para decir exactamente lo que pienso. Agradezco a la Universidad de Madrid la oportunidad que me ha brindado para realizar este propósito. Creo también que los hombres de todas las naciones son hermanos y tienen intereses comunes. Tres cosas necesitan ante todo: Primero, paz, ausencia de temor a la violencia y a la guerra, sea internacional o civil; segundo, ocupación, oportunidad para trabajar y ganarse la vida honradamente; tercero, seguridad social, certidumbre de una renta para adquirir las cosas necesarias para la vida de ellos y de sus familiares, tanto cuando pueden trabajar como en el caso que por edad, enfermedad u otras causas no puedan hacerlo. Opino que los hombres de las diferentes naciones deberían consultarse constantemente sobre el modo de atender a estas universales necesidades. Yo vine a exponer libremente algunas de mis opiniones sobre esta materia. He venido también a aprender vuestro modo de abordar estos problemas”. Después de su conferencia en inglés, sir William Beveildge resumió todo su contenido en los siguientes cinco puntos: Primero: Una sociedad sólo es satisfactoria cuando todos los hombres que quieran trabajar y ganarse la vida puedan hallar oportunidad para hacerlo. Tiene que haber tantas ocupaciones retribuidas por lo menos como personas que aspiren a ellas. Este es el sentido de la ocupación total. Segundo: El individuo no puede crearse su propia oportunidad para encontrar trabajo. La ocupación total no puede llegar a producirse automáticamente. Tercero: La ocupación total debe convertirse en una nueva responsabilidad del Estado. Cuarto: Puesto que la ocupación total depende de que el gasto total sea adecuado, el Estado debe asumir la responsabilidad de que esto suceda. Quinto: El instrumento del Estado para todo gasto es el presupuesto. Para confeccionar los presupuestos se precisa un criterio nuevo, no el de equilibrar gastos e ingresos del Estado, sino el de conseguir un gasto total adecuado. El ministro de Hacienda debe acometer su tarea con un espíritu nuevo, considerando la totalidad del gasto y no solamente el que realiza el Estado. Sir William Beveridge fue aplaudidísimo y después de su conferencia una gran cantidad de personas, especialmente del bello sexo, acudieron a que les firmara autógrafos. Cifra.» (Diario de Burgos, 28 marzo 1946, págs. 1-4.)
→ “William Beveridge: En España se puede hablar claro” (El Español, 6 abril 1946.)→ Juan Alberti, “Mister Beveridge y el señor Jordana retornan a sus lares” (El Español, 20 abril 1946.)
→ Germán Bernacer, “Sir William Beveridge y el paro. Apostillas a unas conferencias” (El Español, 20 abril 1946.)
Uno de los principales teóricos de la planificación del Welfare State al servicio de los Estados Unidos fue el aristocrático economista alemán Herbert von Beckerath (1886-1966), perteneciente a una familia muy unida por su condición de fundamentalistas menonitas, que perseguidos por otras bandas de fanáticos cristianos reformados habían encontrado en 1694 su bienestar en Krefeld, Renania del Norte, la “ciudad de la seda”, donde prosperaron como industriales textiles. Profesor en Karlsruhe y en Tubinga, desde 1925 ejercía en el Instituto de Ciencias Sociales y Económicas de Bonn. Diez años después, opuesto a los nazis, se desplaza en 1935 a los Estados Unidos, donde gracias a los auspicios de la Fundación Rockefeller logra asentarse en la universidad privada Duke, en Durham, Carolina del Norte, en la que se jubila en 1955. En 1949 publica, en inglés, el artículo “Economic Planning in the Welfare State”, que aparece en el volumen 63 (1949) de la revista alemana Weltwirtschaftliches Archiv (fundada en 1913, más adelante rebautizada Review of World Economics). Tiene su interés, para conocer de primera mano de qué estaban entonces hablando, recuperar sus primeros párrafos:
The welfare state as here understood is that democratic political organization of society which relies for economic production and distribution primarily on competitive private activities, but undertakes to influence the operations of the private business system in order to achieve certain results which are considered socially desirable, and which are not necessarily forthcoming as the spontaneous product of the operations of the business system. The most important of such goals are development and full and economical use of resources, equitable distribution of incomes, maintenance of competition, steady operation of the economic system with reasonably full employment. |
El estado de bienestar, tal como aquí se entiende, es la organización política democrática de la sociedad que se basa principalmente en la producción y distribución mediante actividades económicas privadas competitivas, pero se compromete a influir en las operaciones del sistema empresarial para lograr ciertos resultados que se consideran socialmente deseables, y que no son necesariamente producto espontáneo de las operaciones del sistema empresarial. Los objetivos más importantes son el desarrollo y el uso completo y económico de los recursos, la distribución equitativa de los ingresos, el mantenimiento de la competencia y el funcionamiento estable del sistema económico con un empleo razonablemente pleno. |
We defined the welfare state as a democratic (1. Meaning government by periodically elected means under the control of equally elected parliaments, representing all classes of people) planning political organization pursuing certain economic policies, with egalitarian tendencies. |
Definimos el estado del bienestar como un sistema político democrático (1. En el sentido de gobiernos elegidos periódicamente bajo el control de parlamentos, igualmente electos, que representen a todas las clases de personas) que planean determinadas política económicas con tendencias igualitarias. |
This is the currently prevalent type of welfare state, with characteristics shared by most western countries, outside of the Russian orbit (where only Finland might be so considered, the other members of that group being more or less totalitarian socialistic), but not the only possible one. |
Este es el tipo de estado de bienestar que prevalece actualmente, con características compartidas por la mayoría de los países occidentales, fuera de la órbita rusa (a excepción de Finlandia, pues los demás miembros de ese grupo son más o menos socialistas totalitarios), pero no el único posible. |
A constitutional monarchy such as Germany before 1918 can also be considered as a welfare state, and in fact Germany has universally been so regarded. The problems of that type of welfare state are not quite the same as those here contemplated. In some respects they are more manageable. In that type of society the privileged aristocratic and bourgeois classes have politically a firm hold on things. The bureaucracy, recruited from these layers of society, guard their vital interests. Therefore, the danger, lest welfare activities overstep the limits beyond which they weaken the vitality and even jeopardize the existence of the private business system, is very much minimized. |
Una monarquía constitucional, como Alemania antes de 1918, también puede considerarse un estado de bienestar, y de hecho así ha sido reconocida universalmente. Los problemas de ese tipo de estados de bienestar no son los mismos que aquí se contemplan. En algunos aspectos son más manejables. En ese tipo de sociedad, las clases privilegiadas aristocráticas y burguesas tienen un firme control político sobre las cosas. La burocracia, reclutada de estas capas de la sociedad, mantiene sus intereses vitales. Por lo tanto, el peligro se minimiza en gran medida, siempre que las actividades de bienestar no sobrepasen los límites más allá de los cuales se debilite la vitalidad e incluso se ponga en riesgo la existencia del sistema privado de negocios. |
Some people contend that only a socialistic state which the tries to achieve the before mentioned goals by detailed, comprehensive public intervention in production and distribution can be considered a welfare state, and consequently deny that the U.S.A. is already a welfare state. In the sense the term is used here however, she has been one since the days of the “New Deal”. |
Algunas personas sostienen que solo un estado socialista que intenta alcanzar los objetivos antes mencionados mediante una intervención pública detallada y completa en la producción y distribución puede ser considerado un estado de bienestar y, en consecuencia, niegan que los Estados Unidos de Norteamérica sean un estado de bienestar. Sin embargo, en el sentido que usamos aquí el término, lo ha sido desde los días del "New Deal". |
“Planning” in the context of this paper means not only the setting of the above mentioned goals of public interference and the effort, whether them by preconceived means and methods; it includes every effort, whether by public agency or by private agency, whether comprehensive or partial, to bring about some preconceived economic result through the methodical application of what are considered appropriate influences on economic processes. |
“Planificación” en el contexto de este artículo significa no solo los objetivos de intervención pública antes mencionados y sus planes, sea por medios y métodos preconcebidos; incluye todos los esfuerzos, ya sean de carácter pública o privado, completos o parciales, para lograr algún resultado económico preconcebido a través de la aplicación metódica de lo que se consideran influencias apropiadas en los procesos económicos. |
Such planning can aim at results which are compatible with the existing essentially private and competitive economic order and possibly even be designed to improve its functions, or it can, either on purpose or though error, contribute to its destruction and possibly even to the establishment of a different order. Such effects can result not only from the planning of the government, but possibly also through the planning activities of powerful private agencies such as big business monopolies, labor monopolies, farm associations, &c. |
Esta planificación puede aspirar a resultados que sean compatibles con el orden económico existente, esencialmente privado y competitivo, e incluso diseñarse para mejorar sus funciones, o puede, ya sea de intento o por error, contribuir a su destrucción e incluso quizá al establecimiento de un orden diferente. Estos efectos pueden resultar no solo de la planificación del gobierno, sino también de las actividades de planificación de agencias privadas poderosas como los monopolios de grandes empresas, los monopolios laborales, las asociaciones de agricultores, &c. |
The purpose of this article is to contribute to an understanding of what the actual planning activities are, within the scope of the welfare state as we find it, and what their economic and political consequences are likely to be. |
El propósito de este artículo es contribuir a una comprensión de cuáles son las actividades de planificación reales, dentro del alcance del estado de bienestar tal como lo encontramos, y cuáles son sus consecuencias económicas y políticas. |
It is the conviction of the author that without the maintenance of a predominantly private and competitive business system the survival of the individualistic and personalistic values of western civilization is in jeopardy, and the maintenance of adequate living standards, and in some instances of the very existence of broad masses of men is in grave danger{2}. |
El autor está convencido de que sin el mantenimiento de un sistema comercial predominantemente privado y competitivo, la supervivencia de los valores individualistas y personalistas de la civilización occidental están en peligro, y el mantenimiento de niveles de vida adecuados, y en algunos casos la existencia misma de amplias masas de personas está en grave peligro {2}. |
{2} Obviously, the limitation of our topic excludes planning problems which do not fall within the scope of the welfare state and its private economic system. We are not interested in the question in what way and what sense a totalitarian socialistic system such as the Russian is rational. It cannot be, and is not intended to be, rational in the sense of allocating resources to production in accordance with the order of individual consumer preferences for the products. Some recent socialistic writings, as for instance John Putnam Beckwith's The Theory of Socialism, Stanford, California, 1949, recognize this. Its prices and government regulated incomes are instead tools for the direction of the economic process according to the plans of the government. They serve furthermore, just as the internal "prices" of big business, which, however, are devised from market prices, to control the rationality of the combination of factors in industrial and other producing units. |
{2} Obviamente, la limitación de nuestro tema excluye los problemas de planificación que no están dentro del alcance del estado de bienestar y su sistema económico privado. No nos interesa la pregunta de qué manera y en qué sentido es racional un sistema socialista totalitario como el ruso. No puede ser, y no pretende ser, racional en el sentido de asignar recursos a la producción de acuerdo con el orden de las preferencias de los consumidores individuales para los productos. Algunos escritos socialistas recientes reconocen esto, como por ejemplo La teoría del socialismo de John Putnam Beckwith, Stanford, California, 1949. Sus precios y los ingresos regulados por el gobierno son, en cambio, herramientas para la dirección del proceso económico de acuerdo con los planes del gobierno. Además, sirven como los "precios" internos de las grandes empresas, que, sin embargo, se diseñan a partir de los precios del mercado, para controlar la racionalidad de la combinación de factores en las unidades industriales y otras unidades productoras. |
(Herbert von Beckerath, “Economic Planning in the Welfare State”, Weltwirtschaftliches Archiv, volumen 63, 1949, páginas 49-50.) |
En marzo de 1949 se celebra en Nueva York la famosa Conferencia Cultural y Científica por la Paz Mundial, impulsada por la Kominform (institución heredera desde 1947 de la Komintern) y organizada por numerosos filocomunistas yanquis (algunos colaboraron ese mismo año en el libro Filosofía del Futuro). La CIA organiza un grupo para neutralizar el efecto propagandístico prosoviético de esa Conferencia, a cuya cabeza coloca al filósofo excomunista Sidney Hook, director del Departamento de Filosofía de la Universidad de Nueva York. La CIA decide luego mantener activo ese grupo intelectual anticomunista, que se acaba institucionalizando, al año siguiente, tras el Congreso por la Libertad de la Cultura, celebrado en Berlín del 26 al 30 de junio de 1950. En abril de 1949 la revista Life publica las fotos de cincuenta incautos y compañeros de viaje de los comunistas, y en febrero de 1950 Joseph McCarthy denuncia a 205 comunistas supuestamente infiltrados en el Departamento de Estado yanqui. Pronto el macartismo incluye en su lista negra al John Putnam Beckwith (= Burnham Putnam Beckwith 1904-1989), autor de La teoría del socialismo, que menciona Herbert von Beckerath en su artículo…
En 1950 el papa Pío XII advierte del falso estado de bienestar que prometen los comunistas en sus maquinaciones:
«Porque no faltan actualmente quienes, frente a las maquinaciones de los comunistas, que, al prometer un perfecto bienestar temporal, intentan arrancar la fe a aquellos mismos a quienes prometen la plena felicidad temporal, no sólo se muestran temerosos sino que se hallan agitados; pero esta Sede Apostólica, en muy recientes documentos, ha indicado con toda claridad el camino que todos han de seguir y del que nadie puede apartarse, si no quiere faltar a la conciencia de su deber. Pero otros se muestran no menos temerosos e inciertos ante aquel sistema económico que se llama capitalismo; cuyas graves consecuencias la Iglesia repetidas veces ha denunciado claramente. La Iglesia, en efecto, ha indicado no sólo los abusos del capital y del exagerado derecho de propiedad que semejante sistema promueve y defiende, sino que ha enseñado también que el capital y la propiedad han de ser instrumentos adecuados de la producción en beneficio así de toda la sociedad como del sostenimiento y defensa de la libertad y dignidad humanas. Los daños consiguientes a ambos sistemas económicos deben persuadir a todos, pero singularmente a los sacerdotes, a que se mantengan siempre fieles a la doctrina social enseñada por la Iglesia, y a que la propaguen entre los demás y la lleven por todos los medios a la práctica. En efecto; esta doctrina es la única que puede curar los males que cada día crecen en mayor extensión; porque ella sola es la que une y perfecciona conjuntamente las exigencias todas de la justicia junto con los deberes de la caridad y promueve un orden social que ni oprime a los individuos, ni los separa mutuamente por los exagerados afanes de las propias ventajas, antes bien los une en admirable armonía de relaciones y con el vínculo de la caridad fraternal.» (Pío XII, Menti Nostrae, exhortación apostólica de su santidad sobre la santidad de la vida sacerdotal, Roma 23 septiembre 1950.)
1955 Esteban Elorriaga, Medida de valor y supresión total de impuestos, para que sea aplicada por los gobernantes de todo el mundo, al servicio y bienestar del Estado, capital y trabajo, prólogo de J. Zubizarreta [Jesús María Cristóbal Zubizarreta], Ediciones Castilla, Madrid 1955, 96 págs.
En marzo de 1958 William H. Beveridge, honorable miembro de la Cámara de los Lores, responde así a las primeras preguntas de la entrevista titulada “Individual Welfare and The Welfare State” (Challenge, vol. 6, nº 6, págs. 54-59):
«Como autor del Plan Beveridge, se supone que es usted uno de los principales arquitectos del estado del bienestar. ¿Toma esto como un cumplido? Por supuesto, creo que el estado debería preocuparse por el bienestar de sus ciudadanos. Y en mi tiempo, supongo que hice algo para ampliar la cantidad de cosas que el estado hace en este campo.
Es consciente, por supuesto, que el término “estado de bienestar” tiene connotaciones desfavorables en algunos sectores. Nunca utilizo el término “estado de bienestar” porque sugiere, a todo el mundo, que todo lo que una persona debe hacer para lograr bienestar es obtenerlo del estado. En mi opinión, eso es bastante malo. Por supuesto, creo que el bienestar del hombre depende en parte de ciertas cosas que el estado puede hacer por él, pero depende mucho más de lo que haga por sí mismo y también de lo que haga para ayudar a su prójimo.»
Congreso por la Libertad de la Cultura · Copenhague, 9 al 13 de septiembre de 1960
“El escritor y el Estado del Bienestar” “The Writer and the Welfare State” “Les écrivains et la société du Bien-être”
Españoles en Copenhague 1960 a cuenta del Congreso por la Libertad de la Cultura: Esteban Pinilla de las Heras, José María Castellet & Isabel Mirete, Julián Marías, Lorenzo Gomis y Francisco Ferreras Valentí & Nuria Casanovas.
El Congreso por la Libertad de la Cultura organiza en Dinamarca, en septiembre de 1960, un coloquio literario internacional sobre El escritor y el Estado del Bienestar, dirigido por Pierre Emmanuel. (“The Writer and the Welfare State”, Copenhagen, 9-13 september 1960; “Les écrivains et la société du Bien-être”; crónica «oficial» de Michel Deguy en Preuves, cahiers mensuels du Congrès pour la liberté de la culture, Paris, décembre 1960, nº 118, págs. 53-58). Intervienen, entre otros, el novelista sueco Eyvind Johnson (1900-1976), el escritor irlandés Frank O'Connor (1903-1966), el ensayista danés Jens Kruuse (1908-1978), el filósofo sueco Ingemar Hedenius (1908-1982), el psicoanalista austriaco Igor Caruso (1914-1981), el filósofo católico español Julián Marías (1914-2005), el escritor norteamericano de origen judío Saul Bellow (1915-2005), la filósofa irlandesa Iris Murdoch (1919-1999), el escritor personalista católico francés Jean-Marie Domenach (1922-1997), el “escritor americano negro” James Baldwin (1924-1987), &c.
Asisten, invitados por el Congreso por la Libertad de la Cultura, varios españoles, y se dedica la tarde del 10 de septiembre a España. Además de la ponencia de Julián Marías (Le bon usage de la pauvreté et des richesses), ofrece una subponencia Lorenzo Gomis (Le chant de la pauvreté). Carlos Barral, también presente, recuerda en sus memorias, Cuando las horas veloces (1988), su encontronazo con Julián Marías: «Comenzó en la sala de conferencias, en una réplica muy agresiva que me tocó pronunciar –me había pasado la pelota Castellet escudándose en mi mejor francés– tras dos lamentables discursos de Lorenzo Gomis y de Marías que venían a ser un elogio cristiano de la pobreza. La izquierda española allí presente –Castellet, el sociólogo Esteban Pinilla y yo– no podía pasarlo por alto. Arremetí en tono volteriano contra el solemne heredero de Ortega y se produjo una gran crispación» (págs. 55-56). También asisten el poeta Jaime Ferrán Camps (1928-2016), Francisco Farreras (que ya estaba en nómina del CLC), &c.
1961 «Todo esto desmiente una vez más las falsas afirmaciones de los ideólogos burgueses y de los revisionistas de que el capitalismo contemporáneo se ha convertido en “capitalismo popular”, ha creado el llamado “Estado del bienestar general”, capaz de superar la anarquía de la producción y las crisis económicas y de garantizar el bienestar de todos los trabajadores.» (“Declaración de la Conferencia de Representantes de los Partidos Comunistas y Obreros” [de los Países Socialistas, Moscú, noviembre de 1960], Nuestra Bandera, revista teórica y política del Partido Comunista de España, nº 29, enero 1961, pág. 83.)
«¿Qué queda, después de esta confesión, de los miles de toneladas de tinta y papel, de emisiones radiofónicas y televisadas, de películas y discursos, de folletos de propaganda y de respetables tratados “científicos”, dedicados a demostrar que el marxismo se ha equivocado, que el capitalismo se ha convertido en ciertos países desarrollados en “capitalismo popular”, en el “estado del bienestar”, sin clases explotadas ni explotadoras, sin paro, sin crisis, &c.? En las próximas ediciones de los manuales de economía política marxista el discurso de Kennedy del 30 de enero de 1961 deberá ocupar un lugar preferente para ilustrar cómo actúan las leyes del capitalismo, descubiertas y explicadas por el marxismo.» (“Dos mensajes, dos mundos”, Mundo Obrero, órgano del Comité Central del Partido Comunista de España, año XXXI, nº 5, febrero 1961, pág. 4.)
El mito capitalista del “Estado de bienestar” en el Diccionario soviético de filosofía de 1963
“Государство всеобщего благоденствия”
один из распространенных социальных мифов совр. капиталистического об-ва, усиленно пропагандируемый теоретиками реформизма. Суть его заключается в утверждении, что капитализм середины 20 в., превратившись в “народный капитализм”, создал “Г. в. б.”, надклассовую силу, к-рая способна: преодолеть анархию производства и экономические кризисы, ликвидировать безработицу и обеспечить благосостояние всех трудящихся. Указывая на известное улучшение материального положения трудящихся развитых капиталистических стран в послевоенные годы, на ряд социальных реформ, проведенных буржуазными и реформистскими правительствами под давлением международного рабочего движения, идеологи и политики социал-демократии выдают “Г. в. б.” за социализм или, во всяком случае, за “преддверие к социализму”. Миф о “Г. в. б.” опровергается фактами. Безработица и пищета сотен тыс. и млн. остаются социальной реальностью даже в таких развитых странах, как США. Социальное обеспечение осуществляется, как правило, за счет трудящихся. Демократические реформы носят половинчатый характер и зачастую сводятся на нет фактически господствующим политическим режимом. По существу т. наз. “Г. в. б.” это система государственно-монополистических мероприятий, ставящая целью укрепить капитализм и ослабить волю рабочего класса к борьбе за социализм.
(M. M. Розенталь & П. Ф. Ю́дин, Философский словарь, Издательство Политической Литературы, Москва 1963, страница 102.)
“Estado de prosperidad general”
Uno de los mitos sociales de la sociedad capitalista moderna, intensamente propagados por los teóricos del reformismo. Su esencia estriba en afirmar que el capitalismo de mediados del siglo XX, convertido en “capitalismo popular”, ha creado el “Estado de prosperidad general”, fuerza situada por encima de las clases y capaz de superar la anarquía de la producción y las crisis económicas, liquidar el paro forzoso y asegurar el bienestar a todos los trabajadores. Los ideólogos y políticos de la socialdemocracia, señalando cierta mejora, después de la guerra, en la situación de los trabajadores de los países capitalistas desarrollados y una serie de reformas sociales llevadas a cabo por los gobiernos burgueses y reformistas bajo la presión del movimiento obrero internacional, presentan el “Estado de prosperidad general” como socialismo o, en todo caso, como “umbral del socialismo”. Este mito es refutado por los hechos. El paro forzoso y la miseria de centenares de miles y de millones de personas sigue siendo una realidad social incluso en países tan desarrollados como los Estados Unidos. Los seguros sociales, por lo general, se sostienen a cuenta de los trabajadores. Las reformas democráticas resultan a medias, y con frecuencia quedan reducidas a la nada por la acción del régimen político que impera de hecho. En esencia, el denominado “Estado de prosperidad general” constituye un sistema de empresas monopolistas de Estado, tendiente a fortalecer el capitalismo y debilitar la voluntad de la clase obrera en la lucha por el socialismo.
(M. M. Rosental & P. F. Iudin, Diccionario filosófico, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo 1965, página 153.)
1971 «La contrarreforma. El jueves pasado, publicaba el vespertino Madrid un lúcido artículo del sociólogo catalán Salvador Paniker, en el que explicaba lo que él llama “Legitimación del neoautoritarismo”, que se está concretando, a su juicio, al amparo de los vientos de la “contrarreforma”, en un “pacto tácito entre Gobiernos autoritarios y mayorías silenciosas”. El fenómeno es mundial, afirma. “El neoautoritarismo legitimado por la mayoritaria baja clase media, apunta hacia un ‘nuevo estado del bienestar’ que excluye el conflicto social por la vía de amortiguar las libertades políticas y la participación popular directa”. ¿Se mueve en esta dirección la “nueva situación” aludida por el ministro secretario general del Movimiento, al dar posesión a su nuevo vicesecretario?» (“Crónica política semanal”, La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 6 mayo 1971, pág. 19; Diario de Burgos, 9 mayo 1971, pág. 11; Diario de Mallorca, 12 mayo 1971, pág. 10.)
1972 «Uno de tales factores lo constituye el fin más o menos inminente de una era política. Durante el casi medio siglo que los socialdemócratas han gobernado el país han obtenido éxitos fantásticos, basados en el talento y en la productividad de la clase obrera sueca. Pero en la actualidad, el llamado Estado del Bienestar tiene seria dificultades a la hora de mantener la cabeza fuera del agua.» «Los suecos están orgullosos de su Estado del Bienestar y del sistema que le ha hecho posible, pero la complicada estructura que han construido en torno a él es hoy, como todo lo demás, víctima de la explosión del costo de vida.» (Joe Alex Morris Jr. [1927-1979, Los Ángeles Times], “Problemas de fondo en el paraíso sueco”, Diario de Burgos, 13 agosto 1972, pág. 18.)
1976 Manuel Moix Martínez [1927-2011], El “estado de bienestar” [separata Revista Iberoamericana de Seguridad Social, nº 3, mayo-junio 1976], Hijos de E. Minuesa, Madrid 1976, 26 págs. Más allá del estado de bienestar. La sociedad de bienestar y el bienestar social internacional, Instituto Nacional de Previsión, Madrid 1977, 11 págs.
1978 «Artículo 50. Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio.» «Artículo 129. 1. La ley establecerá las formas de participación de los interesados en la Seguridad Social y en la actividad de los organismos públicos cuya función afecte directamente a la calidad de la vida o al bienestar general.» (“Constitución Española”, aprobada por las Cortes en sesiones plenarias del Congreso de los Diputados y del Senado celebradas el 31 de octubre de 1978, ratificada por el Pueblo español en referéndum de 6 de diciembre de 1978, Boletín Oficial del Estado - Gaceta de Madrid, año CCCXVIII, viernes 29 de diciembre de 1978, nº 311.1, páginas 29320 y 29330.)
1980 «Los precios suben vertiginosamente, al aparecer la escasez. En su ansia de proveer cañones y mantequilla simultáneamente, el estado recurre a medidas de financiación inflacionarias. Y lo peor de todo, el fantasma del desempleo humano se apodera de nuestras ciudades, acompañado por la violencia, la represión policial y la praxis deshumanizante del estado del bienestar.» (John Friedmann [1926-2017], “Bases para una sociedad comunalista”, El Ecologista, Madrid, febrero 1980, año 2, nº 4, pág. 22.)
«¿Pensará alguno que esta revolución transmutación de la teoría marxista es demasiado especulativa y que a los problemas concretos –aquellos que, según dicen, han de someterse al análisis concreto (¿?)– que el marxismo tiene planteados les resulta indiferente ésta revolución? No lo creemos así; antes bien, nos parece inmerso en la más completa inocencia un marxista que, sin querer entrometerse en éstas cuestiones llamadas “especulativas”, cree haber alcanzado el mayor grado de la hipercrítica cuando se entrega al “análisis concreto de la realidad concreta” y que no puede ser otra cosa sino comentario libre, sin regla alguna, y entregado al ingenio de cada cual (que puede ser, desde luego, muy grande). La revolución en la teoría marxista implica, ante todo, el cambio de actitud global de quien colabora en la instauración del socialismo y recíprocamente. Por ejemplo, no será su actitud la del “reproche continuado” ante el malvado capitalista, o el diagnóstico de los grandes problemas de la vida en términos de problemas de “alienación capitalista”, ni su actitud global tendrá que estar precisamente orientada a la consecución del estado del bienestar (en el que el consumidor satisfecho podrá disponer de raciones de cultura abundantes, hermosos esparcimientos, competiciones gimnásticas no antagónicas, campeonatos de ajedrez y hasta del silencio de los templos), al epicureísmo, sino, nos atreveríamos a decir, su actitud global estará más cerca de la actitud que conocemos históricamente con el nombre de estoicismo. Bastaría considerar las diferencias en la orientación en los programas de los partidos políticos derivadas de enfocar su estrategia desde una perspectiva armonista o desde una perspectiva dialéctica, para medir el alcance de ésta Umstülpung. El armonismo, por ejemplo, tenderá fácilmente al gradualismo, y recíprocamente; tenderá a la política del incremento de la producción, del ingreso de España en el Mercado Común Europeo, incluso del ingreso de España en la OTAN, en la medida en que confía en que el desarrollo del propio capitalismo conduce a un estado monista en el que las contradicciones han de ser resueltas. Preferirá las formas democrático formales, decretará la alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura, en virtud de una armonía presupuesta (olvidando que los “bloques históricos” incluyen la composición de partes opuestas, unidas ante terceros), se alejará del leninismo –en cuanto leninismo significa no ya precisamente la dictadura de un proletariado difícil de identificar, cuanto evidencia en la necesidad de una vanguardia de la clase trabajadora–; practicará la accidentalidad de las formas de Gobierno (puesto que cree saber que en el “punto de infinito” una corona más o menos es una cantidad despreciable), y considerará a su Partido como uno más entre los representantes de un pueblo que se considera armónicamente coherente en sus partes, por definición. La lucha contra las multinacionales será acaso su principal objetivo, al menos verbal, y su política de masas, la extensión absoluta de la cultura superior, con especial consideración del arte, del folklore y demás entretenimientos del tiempo de ocio. En resolución y prácticamente: estará enredado en el oportunismo, se aturdirá con la copiosa problemática de la política cotidiana (de la que se obtendrá, sin duda, algún paliativo que permita mantener la organización partidista y su burocracia), y llegará naturalmente a formar parte del propio sistema global que la admite en el seno de su propia oposición. Porque aun cuando se hiciese con el poder, su política no podría diferenciarse de la opuesta mucho más de lo que se diferencia la mariposa gris llamada Biston betularia de su forma mutante llamada Biston carbonaria.» (Gustavo Bueno, “¿Crisis en el marxismo o revolución en el marxismo?”, Nuestra Bandera, revista teórica y política del Partido Comunista de España, Madrid, marzo-abril 1980, nº 103, pág. 52.)
1981 «Parece que se está generalizando, en el contexto de los partidos socialistas europeos esta nueva política económica. Piénsese, además del caso laborista inglés, y del francés, en otros y, por ejemplo, el caso sueco, en determinados momentos al menos. Palme, en su introducción al programa más radical de 1975, decía que el movimiento obrero sueco se movía entonces hacia la tercera etapa en su larga lucha para transformar la sociedad. Las primeras dos etapas eran la democracia política y el Estado del bienestar. La tercera era la de la democracia económica.» (Manuel Sánchez Ayuso [1941-1982], “La estrategia económica de los laboristas”, Leviatán, revista de hechos e ideas [Fundación Pablo Iglesias], Madrid, verano 1981, II época, nº 4, pág. 54.)
«B) La crisis social. La crisis que vive la frágil democracia española no es sólo crisis del sistema de partidos, crisis de la forma de Estado, crisis económica; es crisis social, cultural, civilizatoria. Civilizatoria porque la izquierda llega a la democracia sin poder desentenderse de la crisis teórico-ideológica que afecta sustancialmente al movimiento obrero europeo: crisis del leninismo, en sus distintas variantes –estalinista, maoísta, trotskista–, crisis de los partidos comunistas, crisis de la nueva izquierda, crisis del modelo socialdemócrata y del Estado del bienestar.» (Antonio Santesmases, “El calvario y el secuestro”, Leviatán, revista de hechos e ideas, Madrid, otoño 1981, II época, nº 5, pág. 30.)
«Con el amplio recorte presupuestario propuesto, que afectará durante los próximos tres años fiscales a la mayor parte de los programas sociales del Gobierno federal, Reagan comenzó a enterrar el “estado del bienestar” ideado por Roosevelt y materializado por Kennedy y Johnson, pero, al mismo tiempo ha puesto en juego el futuro de su presidencia y el de su partido.» (Xavier Batalla, “Las horas bajas de la era Reagan”, Hoja del Lunes, Barcelona, 16 noviembre 1981, pág. 12.)
1982 «Ayer, en el Instituto Isabel de Villena, de Valencia tuvo lugar el acto oficial de la presentación de Cuadernos de Filosofía y Ciencia, nº 1, asistiendo al acto profesores de Bachillerato de Alicante, Valencia y Castellón. La dirección y redacción, ubicada en el presente año en Valencia, tiene un carácter rotativo y está compuesta por miembros de las tres provincias. Como en la propia reunión quedó de manifiesto, nace esta publicación con la finalidad muy concreta de servir de vehículo de expresión a los profesores de Filosofía del Bachillerato, recogiendo, a tal fin, sus trabajos de investigación y, especialmente, aquellos de carácter pedagógico que pudieran servir de intercambio de experiencias entre diversos Institutos. […] Josep Corbí presenta “La filosofía política de F. A. Hayek” a través de diversos puntos: el ideal de una sociedad libre, la sociedad liberal, el socialismo y el Estado del Bienestar como antítesis de la sociedad libre..., para terminar con unas consideraciones críticas acerca del pensamiento filosófico-político de Hayek.» (“Cuadernos de Filosofía y Ciencia”, Mediterráneo, Castellón de la Plana, 2 junio 1982, pág. 15.)
«No lo entiendo, pero dicen que andan muy bien las finanzas de la dama de hielo. No me refiero a las suyas personales, que esa las conocerá su sufrido esposo, sino a las del país. Al menos, es lo que nos dijo el profesor Athur Sheldon, director del Instituto de Asuntos Económicos de Londres, traído exprofeso por el Centro de Estudios y Comunicación Económica, en colaboración con el Ateneo de Madrid. […] Sheldon habló de la para él nueva y apasionante experiencia inglesa. Naturalmente, pertenece al partido en el poder y se ha negado a marcharse con los socialdemócratas. Terminada la era keynes, se implantó en las islas desde 1979, la vuelta a los planteamientos liberales. El cree que la Thatcher saldrá reelegida. […] Muchos trabajadores cambian de puesto e incluso algunos ganan más trabajando en empleos por lo que no pagan seguridad social. Eso a Sheldon le gusta mucho, pues demuestra que hay una economía oculta, y que el PNB es mayor de lo que dicen las cifras oficiales. Se redujo el impuesto de la renta, pero los precios subieron en cadena, por el IVA habrá que prestar atención a esto en España, donde lo vamos a implantar. Con los sindicatos, fue implacable, el experto británico. Les hizo responsables de la pérdida de un millón de puestos de trabajo, porque obligan a las empresas a no poder competir, y por el alto coste de la seguridad social, si la empresa pudiera fijar los salarios, otra cosa sería. El control monetario por lento y arbitrario, no basta para acabar con el acoso inflacionista aunque se engañaron los sindicatos cuando proclamaron que sucumbirían ante ella. Continúa existiendo, aunque con poderes innecesarios. Hace falta un sistema elástico y el Gobierno reduzca la burocracia y baje los sueldos. O sea, que se nacionalice al revés. El estado del bienestar es ahora superfluo.» (Jesús Vasallo, “Las finanzas de la señora Thatcher”, Mediterráneo, Castellón de la Plana, 6 junio 1982, pág. 2.)
Ian Gough [1942], Economía política del Estado del bienestar, traducción de Gregorio Rodríguez Cabrero, Hermann Blume, Madrid 1982, 304 págs.
1983 «Europa hacia el ocaso del “Welfare state”. Los últimos tres años de intensa crisis económica, así como las políticas económicas seguidas por muchas naciones europeas, hacen prever la desaparición, en breve plazo y de forma total, del llamado “Welfare state” o estado del bienestar, nacido y desarrollado en la década de los sesenta y principios de los setenta. Progresivamente, muchos Estados europeos, aún aquellos de tendencias políticos centro izquierdistas, están realizando importantes recortes presupuestarios en algunas partidas “sociales” con las consiguientes repercusiones políticas que tales medidas suelen tener. Los planes de austeridad, que se imponen por fuerza de las circunstancias están creando climas de tensión.» (J. U. A., “Europa hacia el ocaso del ‘Welfare state’”, Diario de Burgos, 8 noviembre 1983, pág. 11.)
Adolfo Serrano Triana, La utilidad de la noción de servicio público y la crisis del estado bienestar, Instituto de Estudios Laborales y S. S., Madrid 1983, 158 págs.
1984 «El déficit público. La batalla desencadenada por la derecha económica en España y en Europa por la reducción del déficit público tiene una componente económica fundamental, pero también está connotada por aspectos ideológicos. Antes de discernir entre armamento o reducción del déficit es conveniente aclarar algunas premisas. La causa última del déficit estructural de los Estados capitalistas desarrollados, la crisis fiscal del Estado, reside precisamente en la propia crisis del sistema y en el proceso de distribución de la actividad económica entre sector público-sector privado durante la anterior etapa de acumulación. De un lado, los Estados han asumido la prestación de servicios de escasa rentabilidad a corto plazo y en muchos casos deficitarios. La concepción del Estado del bienestar social ha sido en gran medida la forma más aparentemente social que ha tenido el sector privado para no corresponsabilizarse directamente en el desarrollo social, para eludir una buena parte de los costos económicos de la prestación de servicios cada vez más necesarios para la comunidad. […] Asistimos, pues, como en Europa, a un ataque planificado contra el llamado Estado del bienestar social, pero sin que en España hayamos pasado del “semi-bienestar social”.» (Antonio Gutiérrez [1951], “Acuerdo Económico y Social: la concertación social en el límite”, Nuestra Bandera, revista teórica y política del Partido Comunista de España, Madrid, septiembre 1984, nº 126, pág. 7.)
«Los socialistas y la reestructuración capitalista. Estos partidos no estaban interesados en una transición hacia el socialismo ni en la construcción del Estado del bienestar. Sus principales esfuerzos se han dirigido a reestructurar el capitalismo (por usar su retórica), a flexibilizar el factor trabajo, a incrementar los vínculos con el mercado europeo (y mundial) y a ampliar la base de financiación externa y la participación del capital multinacional en las economías locales.» (James Petras [1937], “Ascenso y caída del socialismo en Europa Meridional”, Nuestra Bandera, revista teórica y política del Partido Comunista de España, Madrid, noviembre 1984, nº 127, pág. 11.)
1985 «La rápida expansión de la construcción de nuevas armas (el misil MX, el bombardero B-1, nuevos porta-aviones totalmente equipados), el importante y continuado apoyo a la investigación y el desarrollo militar y espacial –puesto de manifiesto por la incursión de Reagan en la “guerra de las galaxias”–, unidos a los recortes del gasto en bienestar social, sugieren una transición del Welfare State (Estado del bienestar) al Warfare State (Estado de guerra). En esta transición, no sólo el Estado sigue desempeñando un papel fundamental, sino que además el poder de decisión sobre el gasto del Estado se centraliza cada vez más a nivel burocrático (militar) nacional.» (Martín Carnoy [1938], “La economía americana y la crisis económica mundial”, Leviatán, revista de hechos e ideas, Madrid, diciembre 1985, II época, nº 22, págs. 20-21.)
1986 José Maluquer Salvador [1863-1931], Curso inicial de seguro obrero (Los orígenes del Estado del bienestar en España), Ediciones Orbis (Biblioteca de Economía Española 14), Barcelona 1986, 153 págs.
Ramón Cotarelo [1943], Del Estado del Bienestar al Estado del Malestar, la crisis del Estado social y el problema de legitimidad, Centro de Estudios Politicos y Constitucionales, Madrid 1986, 218 págs.
1988 Ralph Harris [1924-2006], Más allá del estado de bienestar, Instituto de Estudios Económicos, Madrid 1988, 33 págs.
Santiago García Echevarría [1935], El futuro de las prestaciones sociales: la crisis del estado del bienestar, Instituto de Dirección y Organización de Empresas, Universidad de Alcalá de Henares 1988, 35 págs.
Coloquio Extraordinario del Instituto Europeo de Seguridad Social sobre Pensiones No Contributivas en Europa (Jávea, Alicante, 2-4 mayo 1988), Seminario sobre la Seguridad Social en el Estado de Bienestar, las pensiones no contributivas (Cádiz, 19-21 septiembre 1988), textos publicados por el Centro de Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (Colección Seguridad Social 1), Madrid 1991, 323 págs.
1989 Josep Mir i Bagó [1954] (ed.), Crisis económica y estado del bienestar, Ministerio de Economía y Hacienda-Instituto de Estudios Fiscales, Madrid 1989, 488 págs.
Douglas Elliott Ashford [1928], La aparición de los estados del bienestar [1986], Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (Historia Social 14), Madrid 1989, 387 págs.
1990 David Harris, La justificación del Estado de Bienestar. La nueva derecha versus la vieja izquierda [1987], prólogo de Juan J. Fernández Caínzos, Ministerio de Economía y Hacienda-Instituto de Estudios Fiscales, Madrid 1990, 412 págs.
Claus Offe [1940], Contradicciones en el Estado de bienestar [1973], edición de John Keane [1949], Alianza Editorial, Madrid 1990, 309 págs.
1992 Peter Michael Baldwin [1956], La política de solidaridad social: bases sociales del estado de bienestar europeo 1875-1975 [1990], Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid 1992, 530 págs.
Ramesh Mishra [-2015], El estado de bienestar en crisis: pensamiento y cambio social [1984], Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid 1992, 277 págs.
Josep Miralles Massanés S. I., El Estado de Bienestar, debates y perspectivas, Cristianisme i Justicia (Cuaderno 49), Barcelona 1992, 30 págs.
1996 «Por otra parte hay un aspecto sumamente positivo, me refiero a la beneficiosa influencia de los regímenes comunistas en occidente, sin la cual no creo que se hubieran conseguido los avances sindicales ni la construcción del Estado del bienestar, curiosa paradoja.» (Javier Espada Ruiz, “Presentación y +”, lista Symploké, 4 octubre 1996.)
«Ahora, en cambio, la libertad del individuo aparece como inintegrable en determinados contextos: por ejemplo, un sindicato de clase; por ejemplo, la seguridad social; por ejemplo, el estado del bienestar.» (Pedro Santana Martínez, “Censura, legislación”, lista Symploké, 10 octubre 1996.)
1997 «Es por eso que colijo de lo expuesto por Felipe que nuestra cultura es superior a otras quizás porque tenemos más tornillos que la bantú (tecnología), porque emitimos y arrojamos a la atmósfera más CO2 per capita que los bosquimanos (el famoso y tonto 'estado del bienestar'), o porque no blandimos cuchillos de obsidiana para abrir el pecho de nuestros vecinos como los pasados 'aborígenes de la Nueva España' (normas morales), &c. En definitiva es una perspectiva etic, una visión centrípeta de la cultura occidental como referente absoluto.» (Juan José Pino, “Antropocentrismo”, lista Symploké, 16 abril 1997.)
«Pueden recuperarse y ponerse en práctica más o menos esporádicamente ciertos principios cívico-económicos comunes al socialismo y al liberalismo; pero nada de ello justifica ni la idea de un progreso, ni la posibilidad de una sociedad económicamente y políticamente equilibrada, llámese “comunismo”, “hogar público”, “Estado del bienestar” o cualquier otra utopía (pues el Estado del bienestar es tan inexistente y utópico como la sociedad comunista).» (Alberto Luque Pendón, “¿Secularización o ilusión?”, Proyecto Filosofía en español, Fondo auxiliar de Symploké 1997: filosofia.org/gru/sym/syma003.htm)
1998 «Una transferencia similar tendrá lugar a propósito de esas culturas, concebidas como “esferas sustanciales”, sin perjuicio de su carácter supraindividual (del individuo orgánico), al estar asociadas a un pueblo, a una nación y, en el límite, a un Estado. Como si esas culturas albergasen la tendencia a terminar constituyéndose en la forma política de un Estado soberano; de un Estado que ya no se definirá tanto como un “Estado de derecho”, como un “Estado gendarme”, o como un “Estado de bienestar”, sino precisamente como un “Estado de cultura”, según la fórmula establecida por J. T. Fichte, en sus Caracteres de la Edad Contemporánea (1806) y en sus Discursos a la Nación alemana (1808).» (Gustavo Bueno, “Asturias: seis modelos para pensar su identidad”, en Pensando en Asturias, Fundación San Benito de Alcántara 1998, págs. 174-175.)
2001 «En la España del año 2000, las diferencias entre el Partido Socialista (suponiendo que represente la izquierda) y el PP (suponiendo que represente la derecha, supuesto que él mismo no acepta) se oscurecen en todo lo que concierne a su política relativa al “Estado del bienestar”, a la OTAN, a Europa, &c.; pero esto no significa que no existan diferencias; simplemente que éstas se mantienen muy oscuras, incluso encubiertas por diferencias que aparecen en la superficie (como puedan ser por ejemplo, las diferencias ante el Plan Hidrológico Nacional en un momento dado).» «El término “socialismo” (una vez desaparecido el “socialismo realmente existente”, en la forma en que se presentó en la Unión Soviética), ha ido hoy aproximándose indisolublemente, en España y en Europa, a determinados partidos políticos (los partidos socialdemócratas) que, tras su gestión en el gobierno (que introdujo a España en la OTAN y en la Europa del “Estado del bienestar” y de la “calidad de vida”) no tendrían por qué tomarse como la izquierda por antonomasia.» «El principio de la soberanía de la Nación, tal es nuestra tesis, no es un simple mito alternativo al principio de la “soberanía del Rey”. Implica la posibilidad de realización de planes y programas políticos totalmente nuevos (sin precedentes en las democracias del esclavismo antiguo o en las repúblicas aristocráticas de la época moderna); planes y programas que rebasan “el corto plazo” y requieren un plazo medio o largo para llevarse a efecto: educación universal, pleno empleo, redistribución de renta, sanidad y obras públicas, es decir, la busca de la “felicidad”, o, como se dice hoy del “bienestar de los pueblos”, del “Estado del bienestar”.» «Ahora bien: tras la constitución de los Estados fascistas los nuevos valores de la izquierda tendrán que redefinirse como izquierda posicional (ante el fascismo); una izquierda que, unas veces, volverá a la plataforma de los Estados nacionales de la socialdemocracia, orientados a la consecución del Estado del bienestar, y otras veces al fortalecimiento de los valores de quinta generación.» (Gustavo Bueno, “En torno al concepto de izquierda política”, El Basilisco, nº 29, 2001, páginas 3-28.)
«El libro de Zerzan no es, por tanto, una “crítica de la cultura” en el sentido particular del término, por amplia que sea la particularidad considerada: no es una crítica a determinadas corrientes pictóricas, o arquitectónicas o musicales, ni es una crítica a los usos y costumbres propios del “estado de bienestar” del capitalismo, a partir del New Deal de Roosevelt. El libro de Zerzan viene a ser una crítica general, o universal, o si se quiere radical (a la raíz), de la civilización; y ello implica el regressus obligado hacia los mismos fundamentos de la Antropología y hacia la misma definición del Hombre.» «Globalización imperialista dirigida por las grandes Potencias estatales atlánticas, que rodea a la Tierra y asume la responsabilidad, a través de un mercado mundial (cosmopolita, gracias a la posibilidad de un mercado continuo de valores cotizados en bolsa, a través de radio, televisión e internet), de la tutela o de la curatela de las otras partes de la Tierra, a fin de elevarlas a la condición del “estado de bienestar” propio de una sociedad libre y democrática, pero contrapuesta al “estado de bienestar” que había sido concebido por el imperialismo soviético.» (Gustavo Bueno, “La nostalgia de la barbarie, como antiglobalización”, antílogo al libro de John Zerzan, Malestar en el tiempo, Ikusager, Vitoria 2001.)
«Advierte Sánchez Dragó al comienzo de este libro [Carta de Jesús al Papa] que el autor de la carta es él y no Jesús, como reza el título. Nada más cierto. Este es un genuino libro de Dragó. Es él, no Jesús, el que ataca lo políticamente correcto, el Estado del bienestar, el igualitarismo, el que emplea expresiones (como “para mayor inri”) que tendrían bastante gracia en boca de Jesús, y el que se incluye a sí mismo en un pelotón formado por Mozart, Rimbaud y Pascal.» (Ángel Vivas, “Ni Cristo que lo fundó”, El Mundo, el libro del día, 24 septiembre 2001.)
2015 «–¿Ha colapsado el régimen del 78? –La raíz está en la Constitución, que fue fabricada, escrita y pensada por una serie de gente que no tenían ideas claras. Yo es que los conocí de cerezo (de joven). Creo que se utilizaron criterios indeterminados. Hay que ver los resultados: el Estado de las Autonomías. Cuando se habla de los derechos humanos o del Estado del bienestar se apela a generalidades indeterminadas. La realidad es que la democracia se basa en la violencia y en la opacidad, no en la transparencia, que es un concepto que se utiliza en sentido metafísico. […] –¿Qué juicio le merece la Transición? –Hicieron lo que pudieron, pero entonces no hay que deificar la Constitución y considerar como héroes de la democracia a aquellas gentes. Eso hay que juzgarlo por los resultados: la verdad está en el resultado, eso es una idea de Hegel. Los criterios que allí se utilizaron eran imprecisos: el Estado del bienestar, los derechos humanos, todas esas cosas, apelan a normas generales que no están definidas, así que se pueden interpretar de cualquier manera. Al mismo tiempo, las autonomías, como son una transferencia…» (Gustavo Bueno entrevistado por Mariano Gasparet, El Español, Madrid, 29 noviembre 2015.)
2018 «estado de bienestar, o estado del bienestar 1. m. Organización del Estado en la que este tiende a procurar una mejor redistribución de la renta y mayores prestaciones sociales para los más desfavorecidos.» (Real Academia Española, Diccionario de la lengua española. Edición del Tricentenario. Actualización 2018.)
Gustavo Bueno Sánchez, Crítica del concepto de estado de(l) bienestar
XVI Curso de Filosofía en Santo Domingo de la Calzada, 19 de julio de 2019