Abentofail 1110-1185
Médico y filósofo andalusí, nacido en Guadix (Granada) antes de 1110, y fallecido en Marrakex en 1185, vivió durante el periodo de tolerancia filosófica y libertad cultural que disfrutaron los reinos de taifas antes del predominio fundamentalista islámico. Influido por el también médico y filósofo zaragozano Avempace (1070-1138), en particular por su Régimen del solitario, así como por las doctrinas del éxtasis intelectual sostenidas por Avicena y el sufismo de Algacel, conservamos de él sólo una obra, que ejerció notable influencia en Europa tras su traducción latina de 1671, bajo un título que ha prosperado: Philosophus autodidactus, El filósofo autodidacto.
Abentofail o Tofail (Abubacer para los latinos; Ibn Tufayl o Ibn Tufail para quienes huyen de la forma españolizada, buscando falsa fidelidad purista que, de cualquier modo, reniega del alifato) ejerció la medicina en Granada, ciudad en la que vivió entre 1130 y 1146, como secretario y médico del gobernador de la ciudad. Su fama como médico le llevó al servicio del hijo del sultán almohade Abd al Mumin, gobernador de Ceuta y Tánger, entre 1147 y 1163. Más tarde fue médico de cámara y visir del sultán Abu Yusuf, sucesor de Abd al Mumin en 1163, y en 1169 tenía Abentofail tal influencia en la corte que pudo presentar a Averroes al sultán. En 1182 renunció Abentofail a su cargo de médico de cámara del sultán en favor de Averroes, continuando como visir hasta su muerte. Falleció en 1185 y a sus funerales asistió en persona el sultán.
La figura y las obras astronómicas y médicas de Abentofail quedaron olvidadas en cierta medida por la fama e influencia que alcanzó su discípulo Averroes. La única obra que ha llegado a nosotros, Risala Hayy ibn Yaqzan fi asrar al-hikma al-masriqiyya (Epístola de Hayy ibn Yaqzan sobre los secretos de la sabiduría oriental), fue traducida al hebreo por Moisés de Narbona en 1349, quien la acompañó de un comentario. El arabista inglés Eduardo Pococke (1604-1691), primer profesor de árabe de la Universidad de Oxford, publicó en esa ciudad en 1671 el texto árabe acompañado de una traducción latina, bajo el nombre de Philosophus autodidactus sive Epistula Abi ebn Tophail de Hai ebn Yoddhan. El libro de Abentofail, así descubierto quinientos años después de que fuera compuesto, alcanzó muy pronto gran difusión: en 1672 se publicó en holandés, poco después se vertió al inglés por Ashwell y otra vez por el cuáquero Jorge Keith (en 1674, que transformó la mística islamica del granadino en libro de devoción para los abonados a esa secta cristiana, emocionados con su luz interior). En 1700 se publicó la segunda edición de Pococke, en 1701 la segunda edición holandesa, en 1708 una nueva traducción al inglés, por Simon Ockley, discípulo de Pococke. En 1717 apareció la obra de Daniel de Foë, The life and strange surprising adventures of Robinson Crusoe of York, que, al margen de otras influencias, se inspira indudablemente en el relato de Abentofail. En 1726 y 1783 se tradujo al alemán, &c. La Risala fue editada en Argel en 1900 por el gran arabista francés León Gauthier, en árabe y francés, a partir de un nuevo manuscrito árabe y señalando las variantes del texto. La segunda edición de Gauthier, en la que se enmendan algunos errores deslizados en la de 1900, se publicó en Beirut en 1936 (Imprimerie Catholique), y sigue siendo la edición crítica de referencia.
La obra de Abentofail se mantuvo también ignorada en España durante siglos. Sirva como muestra la mínima información que ofrece Luis Vidart en 1866. Gumersindo Laverde, en una carta que dirige en 1877 a su pupilo Marcelino Menéndez Pelayo, que se encontraba entonces en París, le sugiere: «¿No podría pescar V. por ahí un ejemplar de El Filósofo autodidacto de Thofail, que ni aun en la Biblioteca nacional existía cuando yo le pedi?» (MPEP 2:183, de Laverde a MMP, Santiago, 8 junio 1877). Pero de ese viaje el santanderino sólo pudo traerse de Abentofail el estudio de Munck: «Las Misceláneas de filosofía arábiga y judáica de Munck, que tambien traje, son un tesoro. Empiezan con el texto de la Fuente de la Vida de Avicebrón en hebreo y en francés, seguido de un largo comentario (esta parte que viene á ser medio tomo se ha impreso tambien suelta). Viene despues un discurso sobre la filosofía árabe, seguido de estudios sobre los principales filósofos y sus doctrinas (Tofail, Avempace, Averroes &. &.). (...) En conjunto, es el mejor libro que tenemos sobre la materia.» (MPEP 2:189, de MMP a Laverde, Santander, 21 junio 1877). A principios de 1878 Menéndez Pelayo escribe a Laverde: «Tambien debía publicarse El Filósofo autodidacto de Aben Thofail, y no estaría de más una edición completa de las obras de Gundisalvo.» (MPEP 3:10, de MMP a Laverde, Santander, 10 enero 1878).
Por fin, a finales de 1879, puede Menéndez Pelayo informar alborozado a su amigo Laverde: «De Alemania estoy esperando el rarísimo Autodidacto de Tofáil (ed. de Pococke, árabe-latina) y el tratado de principiis de Benito Pererio. Si llegan con felicidad á España, será un gran hallazgo, digno de notarse con blanca piedra. Nuestras bibliotecas, á lo ménos las que yo he visto no tienen el Tofáil.» (MPEP 4:72, de MMP a Laverde, Madrid, 4 diciembre 1879). «Muy importantes son las adquisiciones bibliográficas que me anuncias, sobre todo la del Thofail.» (MPEP 4:75, de Laverde a MMP, Santiago, 9 diciembre 1879). «Llegó ya el Thofail (hermoso ejemplar, por cierto). Es libro estupendamente raro. En nuestras bibliotecas no me acuerdo de haberle visto.» (MPEP 4:82, de MMP a Laverde, Santander, 22 diciembre 1879). «Mi carisimo Marcelino: mucho me alegro de que haya llegado á tu poder el Thofail, que es adquisicion de subidísimo precio.» (MPEP 4:88, de Laverde a MMP, Santiago, 29 diciembre 1879). Fue así Marcelino Menéndez Pelayo quién pudo comenzar a ofrecer en España los primeros comentarios un poco consistentes sobre Abentofail:
En 1881, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, dedicado a La poesía mística en España, puede leerse:
«La filosofía alejandrina hizo místicos a los judíos, y algunos chispazos de este misticismo llegaron a los árabes, con ser la más refractaria de todas las razas a la especulación intelectual y a la meditación de las cosas divinas. Ni un solo verso místico conozco en todo lo que anda traducido de sus poetas. El único que lo fué de veras, aunque escribiendo en prosa, es el insigne filósofo, astrónomo y médico guadijeño, Abubeker-ben-Tofail (siglo XII), autor de la novela filosófica que Pococke llamó El autodidacto, obra de las más extrañas de la Edad Media. Si a la grandeza de la invención y del pensamiento correspondiesen el desarrollo y el estilo, que desdichadamente, y para el gusto de lectores modernos y occidentales, no corresponden, pocos libros habría en el mundo tan maravillosos como este Robinsón filosófico, en que el protagonista Hai, nacido en una isla desierta y amamantado por una gacela, crecido y formado sin trato ni comunicación con racionales, va elaborando por sí mismo sus ideas, procediendo de lo particular a lo general, de lo concreto a lo abstracto, del accidente a la sustancia, hasta llegar a la unidad y abismarse en ella, y sacar por fruto de todas sus meditaciones el éxtasis de los sofíes de Persia y el Nirvana budhista. El autor, que pertenecía a la secta llamada de los contempladores, escribió su libro para resolver el problema de la unión del entendimiento agente con el hombre; pero, a semejanza de su maestro Avempace, en la epístola del Régimen del solitario, llega a la conclusión mística por vía especulativa (...)»
En 1883, en el capítulo tercero de la Historia de las ideas estéticas en España, dice Menéndez Pelayo:
«El neo-platonismo de Avempace ha encontrado forma artística en la originalísima novela filosófica del guadijeño Abubeker (Tofáil), calificada por muchos con el nombre de Robinsón metafísico, y cuyo verdadero título es Hai-ben-Jokdam (El viviente hijo del vigilante). No hay obra más original y curiosa en toda la literatura arábiga. Es más: pocas concepciones del ingenio humano tienen un valor tan sintético y profundo. Es, por decirlo así, una fantasía psicológica, un discurso sobre el método, desarrollado en forma poética. El solitario Hai, nacido en una isla desierta [p. 345] amamantado por una gacela, y entregado luego a sus propias fuerzas, sin trato ni comunicación con racionales, va educándose a sí mismo (de donde viene el título de autodidacto que usó el traductor latino de esta novela), elevándose desde el conocimiento de las cosas sensibles, concretas, particulares, relativas y temporales, a la contemplación de lo absoluto, necesario, eterno y universal, hasta obtener la perfección espiritual suma, mediante su unión con las formas superiores de que Avempace hablaba. Cuando el solitario ha llegado a abismarse en el éxtasis y en la contemplación, empleando para ello medios materiales propios hoy mismo de las sectas fanáticas e iluminadas de Persia y Berbería, acierta a llegar a la isla donde moraba Hai, un santón musulmán, que había alcanzado las mismas consecuencias que el solitario, pero por un camino absolutamente diverso, es decir, por el de la fe, y no por el de la razón. Poniendo al uno enfrente del otro, ha querido mostrar Tofáil la armonía y concordancia entre estos dos procedimientos del espíritu humano. (...)»
En 1889 en el discurso «La Iglesia y las escuelas teológicas en España», ante el Primer Congreso Católico Nacional Español, clasifica así don Marcelino:
«Y aunque sea cierto, como sin duda lo es, que en el vastísimo cuadro de la filosofía española, tomada esta palabra en su acepción más alta, es decir, como el conjunto de las nociones metafísicas, conocidas o elaboradas por el pensamiento español desde la primera aparición histórica de nuestro pueblo, quedan fuera del radio de la ciencia teológico-cristiana manifestaciones tan importantes como la moral estoica de Séneca, el gnosticismo de los priscilianistas, el panteísmo ideológico o intelectualista de Averroes, el panteísmo emanatista de Avicebrón, la concordia mosaico-peripatética de Maimónides, el misticismo quietista de Tofáil y, finalmente, la cristología panteística de Miguel Servet (...)»
En mayo de 1895 Francisco Pons Boigues (1861-1899), que había sido alumno suyo y era discípulo de Francisco Codera Zaidín (1836-1917), informa a Marcelino Menéndez Pelayo que ya tiene traducido al español El filósofo autodidacto. Pero hasta septiembre de 1900 no apareció impresa esta traducción, ya fallecido Pons. En marzo de 1900 Julián Ribera reclamaba el prólogo prometido por Menéndez Pelayo: «Hemos comenzado á imprimir en la Coleccion de estudios arabes el Filosofo autodidacto de Aben Tofail, traducido por el difunto Pons. Espero que tendrá V. la atención de poner cuatro letras para Prólogo.» (MPEP 15:596, de Julián Ribera a MMP, Zaragoza, 7 marzo 1900), y en agosto corregían las pruebas: «Muy querido maestro: Ahí van las pruebas de la 2.ª parte del Prólogo (digo de la 2.ª mitad). Entendimos las correcciones que V. puso á la primera y creemos que habrá quedado bien, al menos yo he puesto más cuidado que en ningunas otras pruebas. En las que hoy envio he tenido dos ó tres dudas y por eso pongo ojo en algunos pasajes. En la 4.ª galerada he puesto un ojo por observación de Asín que me dice que los Escolásticos citan mucho á Tofail con el nombre de Abu Bácer. Cree que Alberto Magno le cita repetidas veces (no tiene ahora á mano las obras de Alberto). Quizá V. ha querido decir que no citan á Hay Benyoc Dán; pero el texto aparece equívoco: parece decir que no conocieron á Tofail directa ni indirectamente. Le exponemos el escrúpulo tal como se nos ocurre, aunque no sea justificado; sólo para llamarle la atención.» (MPEP 15:768, de Julián Ribera a MMP, Zaragoza, 4 agosto 1900).
También se encargó Menéndez Pelayo de difundir El filósofo autodidacto en cuanto dispuso de ejemplares: «Recibirá Vd. por el correo la novela filosófica del andaluz Abentofáil, traducida del árabe por un amigo mío que falleció el año pasado y que valía muchísimo. Se ha impreso en Zaragoza con un prólogo mío, que encomiendo a la indulgencia de Vd.» (MPEP 15:801, de MMP a Francisco Rodríguez Marín, Santander, 13 septiembre 1900); «En junio le envié un estudio sobre la Propaladia, de Torres Navarro, y ahora, recientemente, un ejemplar de la novela filosófica de Abentofail, con un breve prólogo mío. No sé si puse bien las señas; hágame Vd. el favor de consignarlas siempre en sus cartas para evitar errores o extravíos.» (MPEP 15:808, de MMP a Arturo Farinelli, Santander, 19 septiembre 1900), &c. Miguel Cruz Hernández dice que esta «traducción presenta ligeras incorrecciones debidas, casi todas ellas, a las deficiencias del texto árabe utilizado».
Como era de esperar Menéndez Pelayo menciona en su prólogo el problema histórico planteado por el parecido que existe entre la obra de Abentofail y los primeros capítulos de la primera parte del Criticón de Baltasar Gracián, parecido ya advertido por el jesuita Bartolomé Pou en el siglo XVIII, y que planteaba una dificultad notable, pues la traducción oxoniense de Abentofail es veinte años posterior a la primera edición de El Criticón, en Zaragoza 1651. En 1926 el jóven arabista Emilio García Gómez (1905-1995) resolvió el enigma, al encontrar en un manuscrito conservado en El Escorial un texto, escrito además con letra aragonesa del siglo XVI, con una narración coincidente con la de Abentofail, en la que pudo inspirarse Gracián.
En 1934, a partir de la primera edición de Gauthier, se publicó la traducción preparada por el arabista Ángel González Palencia (1889-1949), reeditada en 1948 (sin haber tenido en cuenta el texto de la segunda edición de Gauthier). Esta traducción es la que, desprovista de aparato crítico –84 notas que contienen sobre todo remisiones al Corán– se utiliza en la edición digital ofrecida por el Proyecto Filosofía en español desde abril de 2001.
Ediciones en español de la obra de Abentofail
Abentofail, El filósofo autodidacto, novela psicológica traducida directamente del árabe por Francisco Pons Boigues, con un prólogo de Marcelino Menéndez Pelayo, Colección de estudios árabes, Zaragoza 1900, LVI+250 págs. Existe un facsímil por Marcial Pons, Madrid 1998.
Aben Tofayl y el filósofo autodidacto, edición de Agustín Serrano de Haro, La Comercial, Guadix 1926.
Ibn Tufayl, El filósofo autodidacto (Risala Hayy ibn Yaqzan), nueva traducción española por Ángel González Palencia, Publicaciones de las Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada, Madrid 1934. Segunda edición, CSIC, Madrid 1948, 201 págs. Esta traducción española está disponible desde abril de 2001 en www.filosofia.org/cla/isl/
Abentofail, El filósofo autodidacto [editado junto con Descartes, Discurso del método...], Edición y notas preliminares de José Bergua, Ediciones Ibéricas, Madrid s.f. (193?), 343 págs. Segunda edición, Ediciones Ibéricas, Madrid 1965, 344 págs.
Abentofáil, El filósofo autodidacto, Colección Austral (nº 1195), Espasa-Calpe, Buenos Aires 1954. [Sigue la versión de Francisco Pons Boigues.]
Abuchafar Abentofail, El filósofo autodidacta, Ediciones Obelisco, Barcelona 1987, 110 págs. [Dice seguir la traducción de Francisco Pons.]
Ibn Tufayl, El filósofo autodidacto, Traducción [retocada] de Ángel González Palencia, edición de Emilio Tornero, Editorial Trotta, Madrid 1995, 114 págs.
Sobre Abentofail
1957 Miguel Cruz Hernández, «Ibn Tufayl», en Historia de la filosofía española. Filosofía hispano musulmana, Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, Madrid 1957, tomo 1, págs. 369-418.
1991 «Ibn Tufayl» en HDFE 4:261-269
Sobre Abentofail en el Proyecto Filosofía en español
1866 Tofail en La filosofía española de Luis Vidart Schuch
1887 Abu-Beker-ben-ab-del-Melek-ben-Tofail en EHA, 1:184-185.
1900 Marcelino Menéndez Pelayo, El filósofo autodidacto, de Abentofail
1908 Abu Bequer ben Abd-el-Melek ben Thofail en EUI, 1:778.
1927 Ibn Tufail en la Historia de la filosofía en España de Mario Méndez Bejarano