Juan Marchesini
Entre los discípulos más insignes del apóstol del positivismo en Italia, el venerable profesor de la Universidad de Padua, Roberto Ardigó, descuella G. Marchesini, que desde hace treinta años viene trabajando, con una constancia ejemplar, en el cultivo de la Psicología, la Religión y la Filosofía. A partir de 1895, en que publicó su notable Saggio della Naturale Unitá del pensiero, Marchesini, desde su rincón de Padua, ha escrito libros profundos e interesantísimos, con una elegancia poco corriente entre los autores italianos, que se dedican a los estudios filosóficos.
Después de su maestro Ardigó, es indudablemente, el publicista más eminente, con que cuenta en la actualidad la nación hermana. Tan sólo pueden parangonarse con él Fernando Puglia, el filósofo y jurista de Messina y Guido Villa el sagacísimo psicólogo y erudito expositor del nuevo idealismo, y Trojano, el notable historiógrafo y contradictor en ciertos respectos, de la Filosofía positiva.
Marchesini, a pesar de haberse afiliado, desde joven, al igual que Alejandro Groppali, a la escuela ardigiana, ocupando uno de los primeros lugares en las avanzadas, distinguióse siempre tanto por hondura, de sus pensamientos como por la agilidad en el ejercicio de la crítica.
Juan Marchesini, nació en Noventa-Vicentina Vicenza el 18 de Septiembre de 1868. De su adolescencia nada consignan sus biógrafos y tan sólo sabemos que en 1888 publicó sus dos primeros ensayos rotuladas: Necessitá casuale y La naturalitá del pensiero.
Poco después de terminada su carrera de Filosofía que [414] probablemente, cursara en la Universidad de Padua, muy joven fue nombrado profesor de Pedagogía en aquel centro docente y figuró como redactor jefe de la Rivista di Filosofía e Scienze affini, hasta que en 1909 se fundió aquella publicación con la Rivista filosófica.
El resurgimiento filosófico en Italia ofrece un carácter en cierto modo integral, porque los hombres más insignes de las principales escuelas, aunque algunos de ellos escalaron las altas cimas a título de especialistas, procuraron evitar el confinamiento, cultivando a un tiempo varias ramas del saber, con lo que lograban agrandar el radio de acción de las disciplinas afines a la que constituía su preferencia. En 1889 Marchesini publicó cuatro trabajos intitulados Assoluto e relativo, Conscio e inconscio, Il problema della vita y L’Unita delle Sensazioni e il seno tattile. En tales estudios mostró su gran preparación psicológica y trató, con bastante éxito, por cierto, de plantear determinados problemas de índole metafísica, proyectando sobre ellos la luz de la investigación científica.
En 1890 prosigue Marchesini su labor analítica y así se advierte en varios de sus opúsculos y volúmenes el afán con que se consagra a ampliar los horizontes del conocimiento con una solicitud y un entusiasmo por la ciencia nada comunes. He aquí los títulos de otros tres de sus trabajos: La rappresentazione nell’istinto, L’egoismo e l’edonismo nella morale positiva y Neccessitá e casualitá. Marchesini, en estos ensayos, proyecta su potencialidad psicológica en la esfera introspectiva y, conocedor de la Psicofísica y la Psicología fisiológica, enfoca los citados problemas desde nuevos puntos de mira, siguiendo a los innovadores, y teniendo alguna analogía con la escuela psicológica francesa.
En 1891 Marchesini se supera a sí mismo, y puede decirse que multiplica su actividad de un modo sorprendente, publicando los siguientes estudios: Alcune considerazioni sulla genesi del pensiero, Appunti sul presentimento, Coerenza e dipendenza dei fatti psichici, Il carattere e lo scopo etiológico edonistico della educazione, ¿Il dolore non e un bisogno?, La donna nella prostituzione, Volontá e libertá (en colaboración con Ettore Regalia) y Sulla classificazione delle emozioni secondo la Psicologia. [415]
Al año siguiente aparecieron los volúmenes La morale sociale e il suo fondamento, L’egoismo e l’antiegoismo nella morale sociale, La morale positiva e il magisterio educativo, Il problema monistico nella Filosofia y Filosofia del Rinascimento: la dottrina metafisico psicologica di Andrea Cesalpino.
Espíritu inquieto y poseído siempre de una fiebre de indagación, siguió Marchesini laborando sin descanso y en 1893 dio a luz otros tres trabajos: L’efficacia morale del concetto di societá, Il principio teórico morale della Beneficenza e Il dinamismo psicológico.
En 1894 apareció su Saggio sul concetto monistico della continuitá dinámica della psiche, una de las más brillantes contribuciones analíticas escritas por Marchesini y donde refleja quizás con más brío su pensamiento robusto, nutrido por una cultura biológica realmente sorprendente. En 1895 Marchesini sólo publicó un estudio: el que lleva por título Saggio sulla naturale unita del pensiero; al año siguiente vuelve Marchesini a un período de sobreactividad escribiendo sus trabajos Nota crítica circa un criterio della clínica, La questione sociale nella morale e nell Diritto. La pena di morte e la taglia, La nuovva educazione, Il positivismo e il problema della libertá, Idealismo, materialismo e positivismo, Elementi di lógica secando le opere de R. Ardigó, Stuart Mill, A. Bain, &c.
Tampoco estuvo ocioso Marchesini durante el año 1897, pues aumentó, avalorándola, su ya copiosa producción, con los volúmenes La Filosofía del Diritto e la funcione etico sociale del fenomeno giurídico, Il problema penale e il Delitto y Elementi di morale ad uso dei Licei, con un prólogo de su maestro Roberto Ardigó. El 98 publicó cuatro trabajos: Le amicizie di collegio –prologada por Enrique Morselli, el ilustre alienista de Génova– La crisi del positivismo e il problema filosófico, el primero de los más notables estudios de la segunda época de Marchesini, de aquella en que su intelecto llega a la plenitud; Il valore del giudizio negativo y La teoría dell’utile, en el que el filósofo y el moralista se compenetran, sin confundirse. Esta obra es, sin duda alguna, una de las que mejor preparan el espíritu y el carácter de los individuos que aspiran a conocer los principios éticos fundamentales y sus [416] aplicaciones en la esfera del Derecho y de la vida social.
En 1899, el profesor Marchesini publicó los volúmenes L’individuo sociale e la sociologia, Il fatto minimo e la continuitá naturale, Elementi de Pedagogia y Doveri e Diritti...
El año 1900 fue el único en que Marchesini no publicó ningún libro. Mas no duró mucho tiempo la tregua, pues en 1901 apareció el volumen Il simbolismo nella conoscenza e nella morale, primera parte de una trilogia que continuó en Il dominio dello spirito ossia il problema della personalitá e il diritto all’orgoglio (1902), y terminó en Le finzioni dell’anima (1905). Estos tres libros, son, a nuestro juicio, los más sólidos y los de más altos vuelos que ha producido Marchesini. Si la mencionada trilogía la hubiese escrito un profesor de Heidelberg, de Jena o de Marburgo, los volúmenes que la constituyen ya se hubieran traducido al francés, al castellano y acaso al inglés; pero Marchesini es un latino y ha de sufrir las consecuencias de pertenecer a una raza que carece de solidaridad intelectual, y que durante cerca de medio sigo ha venido aceptando de plano las teorías de los germanos y de los sajones.
Así se explica que en Francia, donde hasta pocos meses antes de la guerra, se tradujeron opúsculos y monografías de escaso valor científico, tan sólo porque procedían de Berlín, de Halle o de Bona, hayan pasado poco menos que inadvertidos ideólogos y pensadores italianos de tanta potencia mental como Higinio Petrone, Felipe Masci, G. Cesca y Juan Marchesini.
En 1907 publicó La vita e il pensiero de Roberto Ardigó, admirable biografía y crítica del maestro de Mantua.
En estos últimos años, el insigne tratadista italiano parece haber abierto un paréntesis en su constante laborar. Los últimos libros de Marchesini de que tenemos noticia son: Disegno stórico delle dottrine pedagogiche, y La doctrina possitiva della idealitá (1913). Esta obra viene a ser un resumen de todos sus trabajos de pensador, de investigador y de crítico. En ella determina Marchesini su posición ante los avances de la ciencia y las recurrencias que se registraron en la esfera de la moral y de la filosofía y bosqueja aquellos principios fundamentales que, a su juicio, permiten constituir el [417] diseño de una doctrina positiva de las idealidades éticas.
Poco antes, en 1909, había publicado Marchesini un volumen en el que fija su parecer acerca del principio de la sinceridad, en orden a la vida moral, y que es una verdadera reinvindicación del criterio de la veracidad. Se intitula L’intolleranza e suoi presupposti.
Marchesini tiene, como crítico, el mérito acrisolado de haber hecho un examen objetivo, verdaderamente realista, de todos los principios filosóficos considerados como fundamentales y de los valores psicológicos, éticos y pedagógicos, revisando con gran profundidad de juicio todas las concepciones teóricas que han dado lugar a la constitución de las principales escuelas. Sus conclusiones como moralista resultan, para los espíritus formados en el ambiente del idealismo optimista, un tanto desconsoladoras, porque colocan en su verdadera situación al factor individual y aun a las colectividades más adelantadas. Marchesini, en el fondo, es un determinista y siempre un pensador honrado que ha sabido substraerse a las corrientes que surgieron predominantemente en Alemania y que tendían a exaltar al neoespiritualismo, sin base para ello.
Indiscutiblemente, Marchesini es un teorizante y un pensador que, entregado al análisis, siguió imperturbable su camino, por dolorosos que fueran los resultados a que llegara. Su independencia de juicio y su visión certera, las revela bien claramente al exponer los límites a que ha llegado el conocimiento, señalando hasta donde alcanzan las conquistas de la ciencia y del pensamiento racional y dónde empiezan las creaciones de la fantasía, las hipótesis, las logomaquias y las tautologías.