Filosofía en español 
Filosofía en español


John Lubbock

Este conocidísimo escritor británico fue un ejemplo patente del sincretismo de la cultura contemporánea, pues descolló como especialista eminente en distintas ramas de la ciencia. Fue a un tiempo naturalista, antropólogo, hombre de negocios, escritor y político y uno de los trabajadores más infatigables con que ha contado Inglaterra en el último tercio del siglo pasado y el primer lustro del actual.

Nació John Lubbock en Londres a 30 de Abril de 1834, hijo del astrónomo y banquero sir John William y nieto de un opulentísimo hombre de negocios. Toda su familia pertenecía a la aristocracia. En 1856, una vez hubo terminado sus estudios, ingresó Lubbock como consocio en la Casa de banca que poseía su padre, y cuya dirección asumió al fallecer aquél. Continuó las operaciones con gran éxito y demostrando un espíritu emprendedor, amplió considerablemente los negocios. Al mismo tiempo que atendía a sus ocupaciones, dedicábase con extraordinario entusiasmo al cultivo de las ciencias naturales, revelando, según sus biógrafos, sincera vocación y gran interés por agrandar los dominios de la Antropología y la Zoología comparada. En su juventud fue un ferviente admirador del insigne Carlos Darwin y por sus excelentes condiciones de investigador, la Royal Society le llamó a su seno. Antes de cumplir los 25 años tomó la iniciativa de fundar el Country-clearing.

Las tareas científicas no le impidieron a Lubbock tomar activa participación en los asuntos públicos y siendo todavía joven fue candidato liberal en el condado de Kent en las elecciones de 1865. A pesar de los trabajos de sus electores fue derrotado, como lo fue también en 1808, al presentar de nuevo su candidatura. [172] En 1870 luchó en Maistone, saliendo victorioso, y en 1871 fue reelegido. Desde entonces no dejó de pertenecer a la Cámara de los Comunes, a la que presentó numerosos proyectos, entre ellos uno acerca del ejercicio de la Medicina, otro relativo a los Monumentos Históricos y algunos más de menos importancia. A partir de 1878 ostentó la representación de la Universidad de Londres. La City le otorgó sus sufragios y por una gran mayoría formó parte del Consejo del Condado, del que fue elegido presidente en 1890. La actuación política de Lubbock constituyó una serie de triunfos, demostrando este en todas sus decisiones un criterio abierto y una gran honradez en su proceder, puesto que era de esos hombres que viven las ideas que predican. Pero en el aspecto en que descolló fue en sus investigaciones científicas, las cuales orientó principalmente a estudiar el desenvolvimiento y la estructura de los animales inferiores, la fecundación de las plantas por los insectos, la indagación de las costumbres de las abejas, las avispas, las hormigas, &c. Asombra el cúmulo de observaciones que llegó a realizar en esa labor obscura y difícil que le dio tanta fama. A Lubbock se debe en gran parte la fundación de los dos disciplinas científicas nuevas: la Etnología animal y la Prehistoria humana. Pero el insigne investigador inglés no examinaba solamente los problemas zoológicos y antropológicos, desde el punto de vista de los detalles, sino que, seriando sus pesquisas y observaciones, llegó a constituir una concepción filosófico biológica.

Lubbock poseía una cultura vasta, casi enciclopédica. Por eso pudo cultivar y destacar su personalidad en Entomología, Zoología comparada, Antropología, Etnografía, Arqueología y Estadística, llegando a ser considerado entre los investigadores ingleses como uno de los portavoces del movimiento científico. Por eso también le eligieron sus colegas vicepresidente de la Royal Society. Asimismo se distinguió en los estudios sociales y demostró grandes iniciativas en el orden económico durante su paso por la presidencia de la Cámara de Comercio de Londres y de la Asociación de Cámaras de Comercio británicas. Más tarde, tomó una participación muy activa al votarse en la Cámara de los Comunes las leyes industriales. Perteneció también al Consejo Privado, siendo nombrado en 1900 par de [173] Inglaterra. Desde entonces a su nombre famoso, universalmente conocido, hay que asociar su nuevo título de lord Avebury.

Sus investigaciones y su extraordinaria erudición en las disciplinas históricas y experimentales y su gran conocimiento de la Economía, de la Moral y de la Política indujeron a Lubbock a cultivar la Sociología conquistando también en esta disciplina justo renombre, pues enfocó los problemas desde distintos puntos de mira. Y no sólo colaboró en algunas de las principales revistas inglesas, sino que en la Revue Internationale de Sociologie, de París, desde 1893 trascribió artículos nutridos de doctrina, uno de ellos acerca del papel social de la educación popular. Al fundarse poco después el Institut International de Sociologie en la capital de Francia, acordóse conceder por primera vez la presidencia a un sociólogo inglés y, no habiendo podido aceptar Herbert Spencer, fue designado John Lubbock. Al frente de la docta corporación el insigne investigador se desvivió por cumplir su cargo con gran celo, aportando iniciativas estimabilísimas que le granjearon el respeto, el cariño y la admiración de todos los hombres insignes que pertenecen a aquella importantísima entidad. Con ocasión de celebrarse en París, en octubre de 1894, el primer Congreso Internacional de Sociología, le fue concedida la presidencia de la Asamblea, pronunciando el discurso inaugural, que le valió un ruidoso triunfo.

Como publicista conquistó también Lubbock justa celebridad, siendo algunos de sus libros traducidos a casi todos los idiomas europeos. Entre sus obras descuellan las siguientes: Prehystoric Times, aparecida en 1805 y vertida en 1873 al Francés por E. Barbier; The origin of Civilization and the Primitive Condition of Man, que se publicó en Londres en 1870 y de la que se han hecho en Francia numerosas ediciones; On the origin and Metemorphoses of Insects (1873); On British Wild Flowers 1875; Scientific Lectures (1879); Ants, Bees and Wasps (1882); Fifty Years of Science (1882); Short history of coin and currency (1882); Flowers, Fruits and Leawes (1885); The Pleasures of Life (1887) –la más conocida de sus obras, pues se han hecho de ella más de cien ediciones, y que puede considerarse como una de las mejores defensas de la concepción optimista de la vida–; [174] On the Senses Instints and Intelligence of Animals (1888); A contribution to our Knowledge of seedlings (1892); The beauties of nature and the wonders of the world (1892); The use of life (1894); The scenery of Switzerland (1896); On buds and stipules (1898); The scenery of England (1902); Essays and addresses (1900-1903), y Free trade (1904).

La obra total de Lubbock ofrece tres características, sin que pueda afirmarse en cuál de ellas resaltó más su personalidad. Si como investigador demostró cualidades realmente excepcionales, como sistematizador reveló una gran capacidad y como divulgador quedó proclamado por el éxito de sus obras, como uno de los escritores más diáfanos que han tenido las ciencias biológicas en Inglaterra.

Al constituirse en 1904 en Inglaterra la Sociological Society, Lubbock fue el alma de aquella Asociación científica y dos años después, al celebrarse en la gran metrópoli inglesa el sexto Congreso de Sociología, ocupó la presidencia, pronunciando en la sesión inaugural un discurso notabilísimo, en el que se señaló la importancia de las disciplinas sociológicas y la función que esta reservada a los cultivadores de esta frondosa rama del saber contemporáneo.

En 1910 Lubbock, en su libro Marriage, totemism and religion, hizo una calurosa defensa en su concepto de la Etnografía, ampliando las afirmaciones que había formulado hacía cuarenta años en sus primeros ensayos y poniendo de relieve que, habiendo permanecido fiel a sus convicciones, pudo seguir los avances de la ciencia. Y, efectivamente, Lubbock no hubo de rectificarse, porque en su juventud ya columbró la importancia que con el tiempo había de alcanzar la Etnografía, que actualmente es una de las bases más importantes de las ciencias sociales y del Estado.

El eminente escritor inglés ha sido el más popular de los tratadistas, tanto por la amplitud de su espíritu como por la belleza de su estilo. De ahí que se hayan hecho tiradas fabulosas de algunos de sus libros, pudiendo afirmarse que es el filósofo de la Biología que más lectores ha logrado tener en Europa y que ejerció una mayor influencia bienhechora, desvaneciendo las viejas [175] preocupaciones al predicar los resultados de la Ciencia, constructora y redentora a un tiempo.

Como hombre político la actuación de John Lubbock fue altamente beneficiosa para Inglaterra, pues en horas difíciles contribuyo a conservar la serenidad en la opinión publica británica, siendo uno de los más esforzados paladines de la amistad anglo francesa, de la entente cordiale entre ambas naciones.

La intelectualidad francesa mostró su gratitud al famoso investigador inglés nombrándole individuo corresponsal de la Academia de Ciencias de París, adscrito a la sección de Zoología. Durante toda su larga vida trabajó con desinterés y constancia en pro de los ideales pacifistas, aun antes de que estos adquiriesen realidad social, y, respondiendo a su modo de ser, puso todo su empeño en evitar que se agravase el conflicto económico anglo alemán.

Al constituirse la mayoría de las entidades que laboran por la Paz, Lubbock se apresuró a enviar su adhesión más entusiasta.

En política defendió siempre Lubbock las soluciones avanzadas, siendo un liberal a quien no repugnaba el intervencionismo del Estado. En Religión se distinguió por su noble espíritu de tolerancia y combatió, dentro siempre de una gran corrección y sin abandonar su posición de hombre de ciencia, el fanatismo y la superstición.

Lubbock falleció a fines de Mayo de 1913, a los 79 años, sin que los honores, ni la popularidad, ni el prestigio de que gozaba le hubieran hecho modificar su carácter modesto, sencillo y ecuánime, y tuvo la fortuna de conservar hasta pocos días antes de morir toda la energía y lucidez de su intelecto. Su ejecutoria, como la de Huxley, Spencer y Stuart Mill, es de aquellas que perdurarán, pues la acción corrosiva del tiempo no podrá en modo alguno destruir el esfuerzo realizado por Lubbock para hacer a la Humanidad más consciente de sus destinos.