Mario Méndez Bejarano (1857-1931)
Historia de la filosofía en España hasta el siglo XX
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Capítulo XV
Aetas argentea

§ III
Escolásticos independientes y eclécticos

Rodrigo de Arriaga. –Castillo Calderón. –Ostos. –Gaspar Hurtado. –Juan de Lugo. –Fernández de Torrejón. –Caramuel. –Juan de Torres. –El Pascal español, Juan del Espino. –¿Conoció Pascal la obra de Espino?

Si no fuera por Espino, casi podríamos anticipar de este artículo resumen análogo al del anterior.

Rodrigo de Arriaga (1592-667) en sus Disputationes theologicae y su Cursus philosophicus, alardea de sutil en el comento del Ángel de las Escuelas y de cierta, aunque relativa, independencia, brote natural de su agrio carácter. Sin salir de la Escuela, se acerca algo al cartesianismo en la proposición probabile est quantitatem non distingui a materia prima y hasta se encara con Santo Tomás. En lo demás, ninguna originalidad, no obstante los propósitos manifestados en el prólogo de su Cursus.

También su homónimo Gonzalo de Arriaga (1563-657), dominico, escribió Super Tertiam S. Thomae partem en el sentido de la más pura ortodoxia tomista, sin servilismo.

El P. Francisco Castillo Calderón, educado en el tomismo, pero ecléctico por temperamento, escribió Exorcismus Pneumatis Macro-cosmi Phisyco theologicus contra Etnicos Philosophos Pseudo-Trismegistos et Anti Platones, &c. (Praga, 1677).

El mercedario astigitano Marcos de Ostos, cuyo apellido aún subsiste en Écija, Provincial de Andalucía, arzobispo de Salerno y autor de biografías de esclarecidos hijos de la Merced, dejó entre sus escritos un curioso Curso de Filosofía, donde expone «el punto sutil de la distinción real metafísica». [313]

El P. Gaspar Hurtado (1575-646), jesuita, moralista, teólogo, procesado por la Inquisición y absuelto, publicó en 1641 su Tractatus de Deo, sólo notable por haberse adelantado a la concepción cartesiana en considerar la extensión, la capacidad de llenar un espacio por razón de tener cuantidad, como característica de los cuerpos.

Juan de Lugo (1585-660), a quien se tuvo por madrileño hasta que Matute comprobó su naturaleza sevillana, ingenio precocísimo, entró en la Compañía de Jesús y regentó cátedras de filosofía y teología en España y en Roma. Consiguiendo al fin la mitra y el capelo. Siguió en sus obras la dirección suarista, no sin cierta libertad de juicio, sobre todo en la ética. San Alfonso de Ligorio lo reputaba la primera autoridad después de Santo Tomás y los ocho tomos impresos de sus obras forman un monumento de la teología española. Además de las impresas en repetidas ediciones, dejó muchas manuscritas y otras anónimas y pseudónimas.

Pedro Fernández de Torrejón, en su Philosophia antiqua ex Arist. et D. Thom. ad libros de ortv et interitv, expositivis dispvtationibvs envcleata (Alcalá, 1641), sostiene que la materia y la forma no son dos entidades actualmente essentes et existentes. El acto o la forma, según interpreta Bonilla, cuyas son estas palabras, no es algo que se añade o imprime a alguna entidad para su perfección, sino una esencia constitutiva –quidditas constitutiva– como la blancura en lo blanco, el alma en el hombre: por lo cual, es de la razón del acto que de ningún modo presuponga aquel predicamento, del cual se dice acto; porque si la blancura presupusiese lo blanco, no sería el acto ni la forma de lo blanco, y lo mismo en otras cosas. Luego el acto dice relación a la potencia, es decir, a aquella que llamamos lógica y que verbalmente se expresa con vocablos terminados en able, como generable, alterable, &c.

Descuella entre los eclécticos Juan Caramuel de Loblokowitz (1606-82), cisterciense y luego obispo, en cuya [314] inagotable bibliografía se hallan algunos tratados filosóficos, en realidad, sin señalar ninguna nueva orientación. Son las principales: Apparatus philosophicus (1652), Philosophia rationalis (1651), Severa argumentandi methodus (1643), Philosophia (1648), Metalogica Disputationes (Francfort, 1665), Pandoxium Physico-Ethicum, cuyo primer tomo contiene la lógica (1668) y Mathesis audax, ensayo de aplicación del método matemático a la filosofía (t. I, Lov, 1642).

Hombre de varia y abundante lectura, ya que no profundo pensador, conoció y criticó las entonces recientes doctrinas de Descartes y Gasendo, mas su vacilante criterio se inclinaba contra la escolástica a conceder realidad a la idea de Platón, entendiendo universal a parte rei, lo que llamaban materia prima los tomistas y, sin desertar de la ortodoxia, apadrinaba teorías monistas y atomistas. No creía tampoco que el principio de individuación naciese de la causa eficiente ya creada, sino de algo intrínseco, cual la materia o la forma.

La ética de Caramuel se resuelve en la negación. La inteligencia humana es nada, sueño la ciencia, necedad el arte. La vida sólo tiene razón por la muerte. «Cuál es, se pregunta, la más mísera de todas las miserias? Nacer, llegar a la adolescencia, vivir..» La muerte es la maestra de la vida, la medicina de toda enfermedad, la perfección de todo lo creado. He aquí la esencia de su Thanato Sophia nemque mortis museum, un libro que parece un sarcófago.

Philosophia moral de Principes para su buena criança y govierno; y para personas de todos estados (1596), por el jesuita Juan de Torres, comprende 22 libros en que se trata de los preceptores reales de la religión y el culto, de la educación de los príncipes, de las virtudes que deben adornarlos, de los buenos consejeros y aduladores y de la lección de buenos libros y horror a los malos, que «como limas sordas hazen labor y como cáncer se van entrando y talando la rayz de toda virtud». En suma, 953 páginas, más otras muchas, de extensas tablas, todo con bien escasa [315] filosofía ahogada por un diluvio de citas y autoridades.

Cerraré esta reseña con el llamado Pascal español, o sea Juan del Espino, nacido en Vélez Málaga el año 1587, carmelita primero y después sacerdote secular, varón ilustrado y ágil dialéctico, el cual ofrece un gran parecido con el pensador francés por la forma expositiva y hasta por los asuntos, pues combatió acerbamente a los jesuitas. Leyendo al uno se lee al otro. No teniendo ahora a mi alcance la obra de Espino, daré a guisa de muestra a dos columnas los párrafos escogidos por D. Adolfo de Castro.

ESPINO

Puede ser la Compañía en el Evangelio muy diferente en la práctica, leyes y monitos que en la doctrina especulativa, y de hecho sus monitos son una pésima corrupción del Evangelio... Quiero daros que en tiempos antiguos tuvisteis algunos varones espirituales que escribieron mejor que vosotros.

... ¡Oh blasfemos y enemigos del Evangelio y cruz de Cristo, en la cual está puesta toda la perfección de su caridad, prescrita en el Evangelio suyo! Bien mostráis el odio de esa cruz y Evangelio, pues no es posible, después de dos sentencias en Roma, haceros que en Japón y China prediquéis a Cristo crucificado, porque es cosa que no duele a la carne adorar la Cruz en España, y la engrandecéis con los labios y os queréis llevar con esto la devoción del pueblo; pero lo penoso de la cruz todo lo despreciáis y aborrecéis. (Antiepitomologia.)

PASCAL

Piensas hacer mucho en favor de los jesuitas diciendo que tienen padres tan conformes con la doctrina evangélica, como otros le son contrarios; y de aquí concluyes que aquellas opiniones anchas no son de toda la Compañía. Bien lo sé, porque si esto fuese, no sufriría ella a los que son tan rígidos. Pero como también encierra y sufre en sí a los que son tan relajados, concluye también que el espíritu de la Compañía no es el de la severidad cristiana porque si esto fuese, no sufriría a los que están tan alejados della.

Y así tienen de todo y para todo género de personas, y responden tan ajustadamente a cuanto se les pregunta, que cuando se hallan en aquellas partes donde un Dios crucificado pasa por locura, disimulan y suprimen el escándalo de la cruz y sólo predican Jesucristo glorioso y no Jesucristo humilde y penando; como hicieron en las Indias y en la China, donde permitieron a los cristianos la [316] idolatría, con esta sutil invención enseñando a aquellos pueblos que podían adorar los ídolos Chacinchoun y Keum fucum con tal que mentalmente refiriesen esta adoración a una imagen de Cristo que habían de tener encubierta debajo del vestido........

De suerte que fue menester que la Congregación de Cardenales de propaganda fide hiciese particular inhibición a los jesuitas, so pena de excomunión, de permitir de adorar los ídolos so cualquier pretexto, y de celar el misterio de la cruz a los que instruían en la fe, mandándoles expresamente de no admitir al bautismo a los que ignoraban este misterio, como también de poner en sus iglesias la imagen de Cristo crucificado.

No admito que la gravedad del delito de infamia sea igual o mayor que el de muerte física natural corporal. Ni tan grande mal la infamia como la muerte porque la contraria doctrina es muy ajena de la profesión cristiana y propia de la gentilidad soberbia, que anteponía la fama a la vida, ignorando el Evangelio y doctrina de Cristo, que puso la honra del cristiano en sufrir afrentas y desearlas por su nombre... Y casos hay entre cristianos y filósofos en que un hombre se pueda infamar y ninguno hay en que se pueda matar. Y ningún derecho humano ni divino tiene penas iguales para el que infama y el que mata. (Id.)

Por esta vía nuestros padres han hallado forma de permitir las violencias que se hacen por defender la honra; porque no hay más que apartar la intención del deseo de venganza, como malo y criminal, y dirigirla a la voluntad de defender su honra, pues es permitido, según nuestros Padres. Y desta manera satisfacen con Dios y con los hombres. Porque contentan al mundo permitiendo las acciones, y cumplen con el Evangelio purificando las intenciones. Esto es lo que los antiguos no han alcanzado, y se debe esto a nuestra Compañía. [317]

También me objeta, digo que con ella ya la usura no es usura y así otros vicios. Esto es verdad probada por mí en este tribunal sobre el séptimo mandamiento y sobre los consejos, y en otras partes. (Id)

Hablemos ahora de los hombres de negocios. Bien sabes que el mayor trabajo que hay con ellos está en apartarlos de la usura, y por esta razón nuestros Padres han puesto en ello particular cuidado, porque es tanto lo que aborrecen este vicio, que Escobar dice (Tr. 3. ex. 5 n. I.) Que seria herejía decir que la usura no era pecado...

La usura casi no consiste, según nuestros Padres, si no es en la intención de tomar la ganancia como usuraria.

¿Conoció un escritor la obra del otro? Si así fue, la ventaja corresponde al andaluz, pues sus escritos vieron la luz en 1642-3, o sea diez años antes que empezara el francés la impresión de sus «Cartas Provinciales». El P. Espino, que ya había sido encarcelado por la Inquisición en Toledo y trasladado más tarde a Aragón, se vio nuevamente procesado y preso en Granada por su Apología contra la Compañía de Jesús.


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Historia de la filosofía en España
Madrid, páginas 312-317