Filosofía en español 
Filosofía en español


En la constitución del Consejo General del Instituto Social de la Marina

(Madrid, 19 de enero de 1942.)


Muy pocas palabras: las justas para fijar la significación de este acto y dar una consigna.

Se constituye hoy el Consejo General del Instituto Social de la Marina, y todos los que estamos aquí sabemos el avance que esto representa en el camino de la justicia. Entendemos que en la hora actual de la Patria nuestra misión como falangistas está en hacer de las promesas realidades, haciendo ley la doctrina.

En la Declaración VI del Fuero del Trabajo, que recoge el punto V de la Falange, decíamos: «El Estado atenderá con la máxima solicitud a los trabajadores del mar, dotándoles de instituciones adecuadas para impedir la depreciación de la mercancía y facilitarles el acceso a la propiedad de los elementos necesarios para el desempeño de su profesión»: ésta es la promesa.

El Instituto Social de la Marina, según el artículo 3.º de la ley que lo reorganiza, atiende al marino en lo religioso, en lo moral, en lo político, en lo cultural, preocupándose de su mejoramiento técnico; en lo social, a través del mutualismo, crédito, seguro, orfanato, viviendas protegidas, clínicas, sanatorios y lucha antituberculosa, protección económica a la pequeña empresa, mejoramiento de precios y cooperativas. Una obra completa, en la que caben su vida y su preocupación: ésta es la realidad.

Y lo que está entre la realidad y la promesa es, en lo social, tierra nueva para la Patria. Tenemos en esta labor un empeño especial, porque si queremos hacer entender la Patria a nuestra manera a masas de hombres educados en la realidad del trabajo y del peligro, es necesario comenzar por la propaganda de los hechos. No están tan lejos de nosotros, porque son hombres de un patriotismo práctico, que enriquecen la Nación con su esfuerzo. Demasiado frecuentemente, el mar les exige las caras divisas de sus vidas, que no les hace falta solicitar de nadie. Para incorporar estos hombres a la gran empresa revolucionaria española no sirven las palabras: hay que enfrentarse con ellos en el terreno de lo eficaz.

Y ahora, una consigna: entre nosotros, el heroísmo se exige. En nombre del Caudillo yo os exijo para esta gran tarea el heroísmo de la paz, que es sencillamente el máximo rendimiento en el servicio.

¡Franco, Franco, Franco! ¡Arriba España!

 
(Madrid, 19 de enero de 1942.)