Proyecto Filosofía en español Inocencio María Riesco Le-Grand |
Tratado de Embriología Sagrada
Dedicatoria
A mis discípulos
Os presento, amados míos, este tratado de Embriología Sagrada, como un recuerdo de aquellos días en que dedicado a la educación pública, llenaba mis deberes, y alimentaba una esperanza. Esta se ha cumplido después de diez y siete años de enseñanza, y al presente me cabe la satisfacción de veros ocupar varios destinos en la sociedad, como Eclesiásticos, jurisconsultos, médicos, farmacéuticos, cirujanos, literatos, padres de familia, &c. Sé muy bien que no habéis olvidado que muchos recibisteis de mi, la primera, y segunda educación, y por lo tanto que os he formado el corazón; y esta confesión agradecida, que hacéis siempre que me hallo entre vosotros, es mi mayor recompensa. La obra que os dedico, debe llamar la atención del Teólogo, del Médico, y del Jurisconsulto, y no es profana en las manos del padre de familias. [6]
Cuando en el siglo pasado, publicó el erudito Cangiamila su Embriología Sagrada, dedicada a los Curas, Confesores, Médicos, y Matronas, remitió Carlos III un ejemplar latino a todos los Obispos de Empaña, encargándoles la tuviesen presente en la práctica del ministerio Episcopal, y ordenándoles pusiesen cuanto estuvo de su parte para que los Párrocos y Sacerdotes, adoptasen sus doctrinas por la mucha necesidad y utilidad espiritual y corporal que había, de que estos conocimientos teológico-médicos se extendiesen a las pequeñas Aldeas donde frecuentemente se hallan sin médicos, cirujanos, ni matronas, por no tener fondos suficientes para señalarles una decente dotación. Benedicto XIV en su tratado de Synodo Dicecesana alaba y recomienda la obra del Abate Cangiamila y en su carta dirigida al autor fecha en Roma en 26 de Marzo de 1756 le dice las siguientes palabras. Satis libenter in nostro de Synodo Dioecesana tractatus, libri tui de Caesareo partu fecimus mencionem; quippe tum ad temporalem, tum ad aeternam hominun vitam multo conducibilis.
Igual aceptación tuvo el compendio de Embriología Sagrada, que publicó poco después el Abate Dinuart, y que tradujo del francés el Sr. de Castellot Capellán Doctoral de la Real capilla de la Encarnación de esta Corte; mas desde ese tiempo hasta nuestros días los rápidos progresos de la medicina, que podemos decir con orgullo nacional, se halla en España al nivel de las naciones más civilizadas de Europa; han hecho, que dichas obras hayan perdido su interés y utilidad, y que [7] insensiblemente desapareciese de las Cátedras de Teología, la asignatura de Embriología Sagrada según se hacía en los colegios mayores de algunos regulares.
En la redacción de este escrito fue procurado consultar de palabra a varios facultativos de esta Corte; y he tenido presente los escritos de la mayor parte de los teólogos de más ortodoxa doctrina que han hablado de esta materia, y al mismo tiempo he tomado de las obras más autorizadas de Medicina, cuanto he necesitado para que el tratado saliese completo, dejando a los versados en ambas facultades la resolución de ciertas cuestiones de conciencia que no pueden darse a la pluma, y que el confesor, y el Médico deben aprender de viva voz.
He reproducido los escritos de Cangiamila, y Dinuart, y tomado algunos pasajes de otra obra que hace pocos años se publicó en el vecino reino; porque así me parecía debía hacer en una obra que no se presta a la invención, sino a una redacción concienzuda y meditada.
Encontraréis mis doctrinas diseminadas en las obras que os habrán servido de texto en las aulas, porque la verdad es una; así es que únicamente es mío el criterio en la redacción, y el buen deseo de ocuparme en bien de la humanidad, y del catolicismo.
¡Ojalá este pequeño ensayo, llame la atención de los que con su ilustración, y conocimientos prácticos en esta delicada materia, pueden escribir con más saber y solidez que yo!
No puedo menos de tributar aquí las más expresivas [8] gracias y, eterno reconocimiento a mi discípulo de filosofía, y al presente profesor de Medicina en esta Corte, el Licenciado D. Manuel López que con su laboriosidad, y conocimientos, se ha ocupado en corregir cuanto ha juzgado digno de ello.
Si este trabajo merece la indulgencia de los sabios, y vuestra aceptación; se habrán cumplido los deseos de vuestro maestro.
Inocencio M. Riesco Le-Grand