Filosofía en español 
Filosofía en español

prensa católica

Junta Nacional de Prensa Católica
 
Prensa Católica

Cuesta de Santo Domingo, 5
Madrid [1954]

sello

Índice

Prensa Católica, 3

La Jerarquía y la Prensa Católica, 9

Organismos para la difusión de la Prensa Católica, 15

Algunas obras de carácter nacional, 21

El «Día de la Prensa Católica», 25


Prensa Católica

En los duros años de ataques a la Iglesia y a la moral cristiana que padecimos en España, nadie hubiera necesitado que se le definiera la Prensa Católica.

Entonces estaban los campos tan claramente deslindados que bastaba mencionar el título de cualquier periódico o revista para que se le clasificara automáticamente en el sector correspondiente a la prensa católica o en el amplio terreno de los enemigos de la Iglesia.

Hoy que, afortunadamente, han variado tanto las circunstancias en nuestra patria, hay muchos que se extrañan de que se hable de Prensa Católica, por suponer que todas las publicaciones en masa pueden ser así calificadas, ya que, no sólo ninguna de ellas ataca a la Religión, sino que, además, todas secundan la política del Estado en orden a sus relaciones con la Iglesia y su protección al culto católico.

No cabe duda de que ello es así. Lo que hace falta es aclarar conceptos. Si antes bastaba con acudir a la Prensa Católica para que todos nos entendiéramos, ahora es preciso puntualizar que la Prensa Católica, en el estricto significado de la frase, es, pura y simplemente, aquella prensa que está sometida en un todo, plenamente, tanto en lo doctrinal como en lo informativo y publicitario, a la Jerarquía de la Iglesia.

Aspectos

La discriminación entre las diversas clases de prensa queda claramente establecida en los siguientes párrafos de un trabajo del Excmo. Sr. Obispo de Ereso, Presidente de la Junta Nacional de Prensa Católica, Mons. Zacarías de Vizcarra:

«Podemos distinguir cuatro clases de Prensa Católica:

1.ª Prensa de inspiración católica, no controlada por la Jerarquía Eclesiástica.– Es la prensa dirigida por católicos, pero sin la garantía de la censura diocesana. A esta clase de Prensa, precisamente por la ausencia de dicha garantía, no se la denomina técnicamente Prensa Católica, porque no tiene quién avale oficialmente su constante fidelidad a las normas católicas.

2.ª Prensa de inspiración católica controlada por la Jerarquía Eclesiástica.– Es la Prensa que tiene la garantía de la censura diocesana. Esta segunda clase tiene derecho a llamarse, en sentido estricto, Prensa Católica.

3.ª Prensa de dirección eclesiástica claustral.– Es la que depende de alguna Orden o Instituto Religioso. Esta clase de Prensa debe contar con la censura y licencia interna de su Orden o Instituto, y además debe someterse a la censura y licencia diocesana, porque son los Obispos los que ejercen en cada diócesis, por institución divina, la potestad de magisterio.

4.ª Prensa de dirección eclesiástica diocesana.– Es la que depende directamente de los Prelados Diocesanos bajo todos sus aspectos. Comprende las publicaciones oficiales de los Obispados, como los Boletines Oficiales de los mismos, y las que están al servicio incondicional de los Prelados Diocesanos, como las de Acción Católica Oficial. Esta Prensa es la que suele llamarse por antonomasia Prensa de la Iglesia

Finalidades

Aclarado el concepto de Prensa Católica, es fácil advertir cuáles son sus principales finalidades.

El periódico y la revista católica han de emplearse en la defensa del dogma, de la moral y de los principios de la Iglesia. Han de ser un instrumento siempre al servicio del Prelado diocesano en beneficio de los intereses religiosos.

«Sin la colaboración divulgadora de la Prensa –ha escrito el Obispo de Ereso, Monseñor Zacarías de Vizcarra–, quedarían desconocidas para la mayor parte de las gentes las enseñanzas de los Papas y de los Obispos; no se enterarían de actos, consignas y hechos de gran importancia para la vida cristiana; no sabrían dar a los acontecimientos de cada día la interpretación cristiana y recta que merezcan; serían imposibles la mayor parte de las campañas religiosas de importancia y trascendencia social.»

Necesidad

La necesidad de la prensa para la Iglesia surge del categórico precepto de Cristo:

«Enseñad a todas las gentes» (San Mateo, XXVIII, 19).

La Prensa Católica es necesaria en todos los tiempos. La necesitó la Iglesia en las épocas de lucha y la necesita también en los actuales momentos. El Emmo. Sr. Cardenal Primado, Dr. Pla y Deniel, lo proclama en la pastoral a la que pertenecen los siguientes párrafos:

«La Prensa, así la diaria como la semanal o periódica, es de una importancia grande en los tiempos modernos y de una influencia religiosa y moral sumamente beneficiosa si está bien orientada, así como perniciosa si la orientación no es recta. La Iglesia debe tener medios propios de Prensa doctrinal, de información y de estadística, que constituye una forma de apostolado y de los de mayor eficacia.

Sería un grave error creer que por no haber hoy en España, lo cual es un gran bien, prensa antirreligiosa y obscena, están ya hoy exonerados los católicos de proporcionar a la Iglesia medios propios para el apostolado de la prensa. Sería dejarla desarmada para el día en que fuese atacada; pero en la prensa no hay que ver sólo su función de defensa de la Iglesia, sino de cooperación al apostolado jerárquico con la difusión de los documentos pontificios y los escritos pastorales, con hacerse eco de los mismos, con enjuiciar según el criterio católico los acontecimientos, con seguir en la publicidad las normas de los pastores de la Iglesia, con una crítica justa de los espectáculos. Como obra de apostolado que es la prensa católica, necesita la oración de los fieles y de su cooperación económica.» (Exhortación Pastoral, Junio de 1953.)

Actuación

En la manera de actuar o, diríamos mejor, de comportarse, de la Prensa Católica es donde cualquier lector podría encontrar con mayor facilidad las particularidades que la caracterizan como tal.

La Prensa Católica empieza por mostrarse rigurosamente disciplinada y obediente a las normas de la jerarquía de la Iglesia. Esto se manifiesta en dos aspectos que pudieran calificarse de negativo el uno: cierre hermético de sus columnas a cuanto pueda rozar, en lo más mínimo, la moral cristiana o las verdades de la fe; renuncia a toda publicidad que en su contenido o en su exposición gráfica pueda resultar inconveniente. Y positivo el otro: aprovechamiento de cualquier circunstancia para propagación y defensa de los principios religiosos y orientación de todos sus trabajos editoriales, de colaboración o simplemente informativos, hacia la suprema finalidad de secundar las enseñanzas del Papa y las iniciativas de los Prelados.

De aquí la enorme importancia que Su Santidad Pío XII concede a que la Prensa Católica esté, en todos los aspectos, a la altura de las mejores publicaciones de cualquier orden, y a la adecuada formación moral, espiritual y también profesional de los periodistas católicos.

A ello se encaminan sabios consejos contenidos en cuantos discursos ha dirigido a concentraciones de periodistas católicos, y en los que ha insistido en el reciente mensaje que, por medio de Monseñor Montini, dirigió al IV Congreso Internacional de Prensa Católica, reunido en París, en los días 3 al 7 de mayo de 1954.

«Es preciso –decía– en primer lugar, que la prensa católica, en razón de la alta misión que le incumbe, sea, al servicio de la Iglesia, un instrumento de calidad, una actividad técnicamente valiosa.

Insistía después en la conveniencia de «favorecer, por los medios apropiados, las iniciativas aptas para confirmar y acrecentar siempre en mayor grado esta cualidad técnica de la prensa católica.

Refiriéndose al trabajo de los periodistas, advertía que «la objetividad de su información, la firmeza de su juicio, la humildad de su propia deferencia para con la autoridad religiosa, podrán constituir para muchos un saludable ejemplo y el apoyo indispensable en medio del remolino de una opinión que se extravía.

Por último, añadía que el periodista católico será feliz al «dar a los documentos del magisterio la importancia y el lugar de honor que les corresponde, consagrará con agrado su pluma a propagar las enseñanzas de la Iglesia y a secundar sus directrices, con la seguridad de contribuir así al bien espiritual y temporal de su hermanos.» (Ecclesia, número 670, 15 de mayo de 1954.)

 
La jerarquía y la prensa católica

Los Romanos Pontífices y los Prelados españoles han señalado en muchas ocasiones la necesidad y la eficacia de la Prensa Católica para la labor de apostolado y la defensa de la fe.

Los Papas

He aquí algunos párrafos de discursos o documentos de los últimos Papas, que ponen de manifiesto su unánime sentir a través de los tiempos y de las variadas circunstancias en que ejercieron sus respectivos pontificados:

León XIII.– «Nadie ignora la fuerza grande que tienen, tanto para el bien como para el mal, principalmente en nuestros tiempos, el periódico y otras publicaciones del mismo género. Procuren, por tanto, los católicos, que uno de los empeños principales se cifre en combatir con estas armas en defensa de la Religión Cristiana, siempre bajo la conveniente dirección de los Obispos, y guardando al poder civil los respetos que le son debidos.» (Carta a los Obispos del Brasil, 2 de julio de 1894.)

Pío X.– «Las discusiones en uno y otro sentido se multiplican hoy cada vez más, y se propagan fácilmente, mediante la imprenta. Es, por tanto, de perentoria necesidad que la Acción Católica, aprovechándose del momento oportuno y saliendo a la palestra con gallardía, presente su solución y la haga valer con una propaganda firme, activa, diestra, ordenada, tal que directamente se oponga a la propagación de la doctrina contraria.» (Encíclica «Il fermo proposito», 11 de junio de 1905.)

A este mismo Papa, canonizado el 29 de mayo de 1954 corresponde la siguiente advertencia:

«En vano construiríais iglesias, predicaríais misiones, fundaríais escuelas; todas vuestras obras, todos vuestros esfuerzos serían destruidos, si no supierais al mismo tiempo manejar el arma defensiva y ofensiva de la prensa católica, leal, sincera.»

Benedicto XV.– «Todos deben favorecer una cosa que tanto interesa al corazón del Papa, siendo como es, en los actuales tiempos, de capital importancia para el bienestar religioso y mundial de la sociedad civil.» (Carta de felicitación al Episcopado español por la celebración del “Día de la Prensa Católica”.)

Pío XI.– «Otra actividad a la cual la Acción Católica en ese país –y digamos también en todo país– debe atender con cuidado especial, es la dirigida a procurar y a defender la buena Prensa, y particularmente la prensa diaria, la cual es tanto más eficaz cuanto mayor difusión alcanza.

Por buena prensa entendemos aquella que, no solamente no contiene nada que sea contrario a los principios de la fe y a las reglas de la moral, sino que se hace propagadora de tales principios y reglas…

Por eso Nos formulamos el voto de que la Acción Católica logre que la buena Prensa en ese país se refuerce y multiplique, como la necesidad lo exige, y, sobre todo, que penetre en las familias cristianas el diario que se hace eco de las enseñanzas de la Iglesia, convirtiéndose en un precioso auxiliar de ésta.» (Carta Apostólica al Episcopado de Portugal, 10 de noviembre de 1933.)

Pío XII.– «La prensa debe ser, por consiguiente, instrumento leal de la verdad y no debe utilizar torcidamente su tremenda influencia.» (A un grupo de periodistas americanos, 29 de abril de 1946.)

«En toda su manera de ser y de obrar debe oponer un obstáculo infranqueable al progresivo retroceso, a la desaparición de las condiciones fundamentales de una sana opinión pública, y consolidar y aún reforzar lo que de ella queda. Renuncie de buena gana a los vanos provechos de un interés vulgar o de una popularidad de mala ley; sepa mantenerse con enérgica y altiva dignidad inaccesible a todos los intentos directos o indirectos de corrupción. Tenga el valor, aunque sea al precio de sacrificios pecuniarios, de proscribir implacablemente de sus columnas todo anuncio, toda publicidad injuriosa para la fe o la honestidad. Obrando así ganará en valor intrínseco acabará por conquistar la estima primero y luego la confianza, y justificará la consigna tantas veces repetida: “En cada hogar católico, el periódico católico.”

Finalmente, querríamos todavía añadir una palabra referente a la opinión pública en el seno mismo de la Iglesia (naturalmente, en las materias que pueden ser objeto de libre discusión): no tienen por qué admirarse de esto, sino aquellos que no conocen la Iglesia o que la conocen mal. Porque ella, después de todo, es un cuerpo vivo y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase. Esta falta provocaría censuras sobre los pastores y sobre los fieles. Pero también aquí la prensa católica puede servir de gran utilidad. A este servicio, sin embargo, más que a cualquier otro, el periodista debe aportar aquel carácter del que Nos hemos hablado y que está hecho de inalterable respeto y de amor profundo hacia el orden divino; es decir, en el caso presente, hacia la Iglesia, tal como Ella es no solamente en los designios eternos, sino tal como vive concretamente en el mundo, en el espacio y en el tiempo; divina, sí; pero formada por miembros y por órganos humanos.» (Discurso al Congreso Internacional de Periodistas Católicos en febrero de 1950, Ecclesia, número 450, de 25 de febrero de 1950.)

Los Prelados

En cuanto a los Prelados, se han ocupado no una, sino muchas veces, de ensalzar la utilidad de la Prensa Católica, su necesidad para la Iglesia y de recomendar a los fieles la difusión y el apoyo de los periódicos y revistas católicos.

Primados, Arzobispos y Obispos, atentos con constante desvelo a medir, en sus ámbitos nacional y diocesano, los avances o los retrocesos en los sentimientos religiosos del pueblo, perciben como nadie la influencia de las hojas periódicas que constante y sistemáticamente llevan la buena doctrina, en lo religioso, lo moral y lo social a miles de lectores, al seno de las familias y a los centros de trabajo, hablándole a cada uno con lenguaje apropiado a su edad, condición social y grado intelectual.

Así se explica que año tras año los Prelados reiteren en pastorales y homilías sus exhortaciones en favor de la Prensa Católica. A través de ellas podría formarse un magnífico tratado sobre la misma. Recogemos a continuación algunos párrafos de pastorales de diversos Prelados españoles:

Cardenal Pla y Deniel, Arzobispo Primado de Toledo.– Después de recabar para la Iglesia «el derecho de tener su prensa», no sólo la «prensa eclesiástica», sino también «su prensa periódica doctrinal y de información», recomendaba a todos los fieles que en la «fiesta de San Pedro y San Pablo oren por la Prensa Católica», «hagan propaganda de la misma y contribuyan con su óbolo a la colecta». (Instrucción Pastoral, 16 de junio de 1950.)

En otra Exhortación pastoral, insistía sobre los mismos temas, recordaba la misión educadora y de apostolado del periódico católico y advertía que el «Día de la Prensa Católica» ha tenido siempre una triple finalidad de «instrucción, oración y cooperación», por lo cual –decía– «mandamos que en todas las iglesias de nuestra archidiócesis, en la festividad de San Pedro, se recen algunas oraciones por la prensa católica y se tenga una colecta por la misma, destinándose el 10 por 100 de ella al «Dinero de San Pedro». (Instrucción Pastoral, junio de 1951.)

«Debemos exhortaros una vez más a que tengáis vivo interés por el apostolado de la prensa.» (Instrucción Pastoral, junio de 1952.)

Cardenal Arriba y Castro, Arzobispo de Tarragona.– «Como todos los años, el 29 de junio, festividad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, se celebrará en España el «Día de la Prensa Católica», del que no creemos haber omitido ninguno de los años de Nuestro ministerio episcopal, unas líneas cuando menos, de recuerdo y exhortación.

La difusión de libros, folletos, revistas y toda clase de publicaciones religiosas, sobre todo entre aquellas personas que más difícilmente pueden tenerlas a mano; el sostenimiento de Agencias de información católica de que la prensa internacional anda siempre tan escasa y no siempre por desdén o sectarismo; la ayuda a publicaciones necesitadas, he ahí los fines de esta institución.

Nació en tiempos de lucha violenta que hoy ciertamente no existe, al menos con la extensión y gravedad de entonces, pero suponemos que nadie creerá que el enemigo haya abandonado el campo. Podríamos aducir pruebas contundentes de cómo trabaja y se mueve con toda clase de medios a su alcance.» (Exhortación Pastoral, 20 de mayo de 1953.)

Dr. Eijo Garay, Patriarca Obispo de Madrid-Alcalá.– Al hacer público el pasado año la constitución de la Comisión Diocesana de Prensa Católica, afirma: «De día en día va arraigando, gracias a Dios, entre los fieles la idea de la importancia, conveniencia y necesidad de que la Iglesia tenga una prensa propia, en orden al cumplimiento del mandato divino de enseñar a todas las gentes.» (Exhortación Pastoral, 12 junio 1953.)

Dr. Doménech, Arzobispo de Zaragoza.– «Nos deseamos vivamente que adquiera incremento y que los católicos se percaten de su importancia favoreciendo los periódicos, revistas y publicaciones que defienden la causa de Dios y de la Iglesia. Es incalculable el fruto que puede alcanzar el periódico profundamente católico, que contrarreste la influencia perniciosa de las publicaciones sectarias e inmorales. Hoy, las luchas se entablan en este terreno de la prensa, de los espectáculos, del cine, de la radio.» (Exhortación Pastoral, junio de 1953.)

Dr. Modrego, Arzobispo-Obispo de Barcelona.– «Que los católicos se percaten de la importancia que tiene la propaganda escrita, libros, folletos, periódicos, &c., para la difusión de la verdad y del bien, y así empleen ese medio de fecundo apostolado y lo hagan eficaz con oraciones, propaganda y donativos; se persuadan asimismo del incalculable mal que causa en las almas y las tremendas consecuencias de orden social de la prensa que propague el error o la inmoralidad.» (Exhortación Pastoral, junio de 1953.)

Dr. Villuendas, Obispo de Teruel.– «El periódico católico se debe, ante todo, a la Iglesia Católica de cada país y diócesis. El dogma, la moral, la virtud, deben campear netos y refulgentes en sus columnas. Como buen soldado, el periodista católico esgrimirá todas sus armas en su defensa, sin temer a los de enfrente ni a los de al lado; con serenidad, pero con firmeza; sin desplantes, pero también sin cobardías.» (Exhortación Pastoral, junio de 1953.)

Dr. Rubio Montiel, Obispo de Osma.– «El influjo eficaz, omnipotente, por decirlo así, de la prensa para edificar o para destruir, para conducir al bien o para arrastrar a las masas a la ruina y a la desesperación, nadie lo pone hoy en duda. Los Sumos Pontífices, sobre todo desde el genial León XIII, no han cesado de llamar la atención sobre la gravísima obligación de los católicos de defender y propagar los ideales católicos por medio de la prensa.» (Exhortación Pastoral, junio de 1953.)

 
Organismos para la difusión de la prensa católica

Al hablar de Prensa Católica damos a esta expresión un significado colectivo que, por sí mismo, indica ya un propósito de aunar iniciativas, esfuerzos y actividades de todo orden, con el fin de conseguir la mayor eficacia, tanto en el aspecto de la labor apostólica que la prensa realiza, como en el orden de los apoyos que puedan prestársele.

Pero se equivocaría quien creyera que la Prensa Católica estuviera agrupada en una especie de organismo en el que se integraran todas las publicaciones católicas, al modo, por ejemplo, de las cadenas de periódicos de algunos editores americanos, u otros semejantes.

Por el contrario, los periódicos y las revistas católicas actúan con absoluta independencia unos de otros y con una total autonomía, que no coincide sino en la identidad de su ideología y en la sumisión a la Jerarquía, representada en cada caso por el Prelado de la diócesis respectiva.

Ahora bien, existen unos organismos de Prensa Católica, que son los que tienen el carácter de generalidad a que hemos aludido. Su fin es el de propagar y apoyar a la Prensa Católica y para nada se interfieren en la actividad propiamente periodística de las publicaciones.

Tales organismos son la Junta Nacional de Prensa Católica y las Comisiones Diocesanas de Prensa Católica.

Junta Nacional

La Junta Nacional de Prensa Católica, radicada en Madrid, depende directamente de la Conferencia de Rvdmos. Metropolitanos, y está presidida por el Excmo. Sr. Obispo de Ereso, Consiliario General de la Acción Católica Española.

Fue creada en 9 de noviembre de 1925, por el siguiente Decreto del Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo Primado de Toledo. Doctor Don Enrique Reig Casanova, de acuerdo con la Conferencia de Rvdmos. Metropolitanos:

«Al dar cuenta en nuestra Pastoral de Febrero de 1924 del honroso cargo que Nos había confiado Su Santidad el Papa Pío XI, de dirigir la Acción Católica en España, señalábamos como la más urgente necesidad de nuestro tiempo la organización y coordinación de las diversas obras católicas.

Y, refiriéndonos especialmente a las de Prensa, hacíamos allí constar que a la coordinación «que consideramos de suma importancia y que, por lo mismo, no podemos menos de sentir el deber de promoverla, en cuanto de Nos dependa», iba dirigida la Tercera Asamblea Nacional de Prensa Católica, convocada ya en aquellas fecha, y que se celebró en Toledo, en junio del mismo año.

«Concretamente –decía en su artículo 3.º el Reglamento que Nos aprobamos para la misma– se propondrá la Tercera Asamblea poner las bases de la coordinación de los elementos que integran la Prensa Católica Española».

Deseando continuar, por nuestra parte, esta labor para disponer cuanto antes del instrumento reconocido hoy como indispensable para la Acción Católica, que es una prensa robusta y organizada, hemos conferido este asunto con los Rvdmos. Metropolitanos, y de acuerdo con su dictamen, venimos en decretar:

I.– Se crea un organismo que se llamará JUNTA NACIONAL DE PRENSA CATOLICA.

II.– Los fines de esta Junta son:

1.º La ejecución, en cuanto sea posible, de los acuerdos de las tres Asambleas Nacionales de Prensa, celebradas, comprendiendo: a) Agencia; b) Diarios; c) Revistas; d) Hojas; e) Folletos; f) Libros, y g) Asociaciones u organismos con todos los anteriores relacionados.

2.º La preparación de la Asamblea venidera.

3.º La coordinación y alta inspección de todas las entidades y obras de Prensa Católica existentes en España.

4.º El cumplimiento de cualquier otro cometido que, en relación con la Prensa, se le hiciere por el Director Pontificio de la Acción Católica.

III.– La Junta se compondrá de un Presidente, un Vicepresidente, un Tesorero, un Secretario y varios Vocales designados por Nos; más otro vocal elegido por los periodistas católicos de España, cuando se organicen en asociación profesional.

IV.– Se reunirá la Junta en Pleno cuatro veces, por lo menos, cada año; funcionando, además permanentemente una Comisión Delegada de la misma.

V.– Anualmente Nos dará cuenta la Junta de su gestión durante el año anterior, del movimiento económico y de lo que se proponga realizar en el siguiente.

Esperamos que, con la gracia de Dios y la cooperación de todos los católicos, esta Junta Nacional que hoy constituimos, puesta a la vista en los supremos intereses religiosos y patrióticos, aumentará la eficacia de los múltiples y valiosos trabajos que en España se realizan por la Prensa Católica.

Misión de la Junta Nacional

La Junta Nacional tiene por principal finalidad la de promover aquellas campañas, actos o iniciativas que sirvan para propagar la Prensa Católica, para hacer comprender su misión y su importancia a los fieles, y para recabar recursos en beneficio de la misma.

Entre estas iniciativas, figura en primer lugar la de organizar, en el plano nacional, el «Día de la Prensa Católica», que todos los años se celebra, el 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo.

Pero, además, tiene la Junta Nacional otros cometidos y aspiraciones.

Ella es la encargada de facilitar los medios para que los Prelados dispongan de un adecuado servicio de información y estadística, para lo cual se ha establecido la «Oficina de Información y Estadística de la Iglesia en España».

También aspira la Junta a poner, lo más pronto posible, a disposición de las publicaciones periódicas españolas, una Agencia de noticias católicas que dedique atención especial al movimiento católico en todo el orbe, a los problemas religiosos en los diversos países, a la expansión de las actividades misioneras, a la difusión del pensamiento pontificio y de documentos, pastorales, &c., &c.

Comisiones Diocesanas

Estas Comisiones se constituyen en cada diócesis cuando lo estime oportuno el respectivo Prelado y con las personas que él mismo designe.

Están en contacto directo y constante con el respectivo Prelado, así como con la Junta Nacional, con las siguientes actividades:

Preparar, en su ámbito, la celebración del «Día de la Prensa Católica», secundando, en la forma que estime oportuna el respectivo Prelado, las normas de la Junta Nacional y utilizando el material de propaganda que se edite al efecto.

Impulsar el desarrollo y trabajos de la Delegación Diocesana de la Oficina General de Información y Estadística de la Iglesia (O. G. I. E. I.), tanto en su funcionamiento como en la ayuda para conseguir los datos que se soliciten por la Oficina General, dotándola, además, de los medios económicos y del personal preciso para la organización de estas tareas informativas en relación con la O. G. I. E. I.

Coordinar las tareas de carácter religioso en la Prensa que se publique en la diócesis, procurando, como labor concreta asignada por los Revmos. Metropolitanos, el cumplimiento de las Normas sobre publicidad de obras teatrales o películas de carácter heterodoxo o inmoral y, en general, de cuantas actividades redunden en favor de la prensa diocesana y del mantenimiento de los principios de la Iglesia sobre la Prensa Católica.

Ejecutar los deseos de los Revmos. Prelados en toda actividad relacionada con la Prensa y de una manera concreta en el establecimiento de aquellas publicaciones que se estimen precisas para la labor pastoral o en la ayuda y fomento de aquellas otras que ya existan, contribuyendo de esta manera a la pujanza y eficacia de la Prensa de la Iglesia.

 
Algunas obras de carácter nacional

Entre las obras de carácter general, encomendadas a la Junta Nacional de Prensa Católica y que han de ser sostenidas con la parte correspondiente a la colecta del «Día de la Prensa Católica», figuran, por ahora, la Oficina General de Información y Estadística de la Iglesia (O. G. I. E. I.) y la Agencia «Prensa Asociada».

Oficina General de Información y Estadística de la Iglesia

La Conferencia de Rvdmos. Metropolitanos encargó en 1951 a la Junta Nacional de Prensa Católica la puesta en marcha de una Oficina General de Información y Estadística de la Iglesia en España.

La necesidad de ella se hacía sentir por muchos conceptos. La condición de la vida actual es la exactitud matemática. Hoy utiliza el número preciso no sólo el físico o el geógrafo, sino el político y el médico. En la más apartada aldea se sabe ya que la vista cansada se mide por dioptrías y se vigila la tensión arterial.

Pues tampoco la vida de un organismo tan complicado y tan vasto como la Iglesia puede diagnosticarse a estas fechas con el «buen ojo» de los médicos antiguos. El ojo clínico en las grandes organizaciones es la estadística. Apenas sabemos sino que España es «muy» católica y que mueren sin sacramentos «muy pocos». A las funciones religiosas acuden «bastantes» hombres. «Apenas» hay suicidios ni divorcios. «Casi» no existen los protestantes. Las vocaciones religiosas y sacerdotales han aumentado «muchísimo» en la posguerra. Sin embargo, en «algunas» diócesis hay todavía «escasez» de sacerdotes a pesar de que se han construido «varios» seminarios nuevos. En la acción social se trabaja «bien». Los Obispos han protegido la creación de «numerosas» viviendas. La Obra de ejercicios cerrados ha visto pasar «innumerables» obreros, &c., &c.

Tratar de obtener alguna precisión sobre el valor de los «bastante», «mucho», «casi», «escasez» e «innumerables» mencionados es vano empeño.

Y, sin embargo, hay que pedir lo bueno y lo malo, conocer la extensión de las enfermedades sociales para acudir a su remedio y ponderar la profundidad del bien para consolidarlo o defenderlo.

Pero la estadística es cara, es complicada. Reclutar personal, organizar oficinas y allegar los recursos necesarios para hacer labor estadística en la Iglesia española, es lo que la Jerarquía eclesiástica ha encomendado a la Junta Nacional de Prensa Católica.

Se llevan trabajando dos años, con no escasos resultados. El primero, con trascendencia para el gran público, es la Guía Oficial de la Iglesia en España, ya publicada, que recoge estadísticas hasta ahora únicas en nuestra Patria y fija en números la profunda transformación de la Iglesia española.

Agencia «Prensa Asociada»

Junto a la estadística está la información y la propaganda, que constituyen nada menos que todo un ministerio en los Estados modernos. No se trata sólo de la labor de prensa para la calle. Se trata de los boletines de información para minorías especializadas, para dirigentes responsables, de la difusión hábil y tenaz de las propias noticias en los medios hostiles o simplemente lejanos. Constantemente nos llegan pruebas de incomprensión de los amigos, cuando no furiosas lanzadas de los enemigos.

Cuando el problema de la Prensa Católica estaba planteado en nuestra Patria en términos muy distantes de los actuales y la «Buena Prensa» florecía tímidamente en la jungla de la mala, la Jerarquía eclesiástica creyó oportuna la creación de la Agencia «Prensa Asociada», que sirviera información de confianza a los periódicos católicos.

La Jerarquía ha restablecido la Agencia «Prensa Asociada», no en concepto de agencia de información general, sino como instrumento de difusión de noticias religiosas católicas españolas para la prensa y las minorías dirigentes católicas del extranjero. Muchas otras naciones tienen organismos semejantes.

Pero una Agencia de prensa, aun limitada al campo religioso, es una sima de dinero. Dinero que rinde en bienes espirituales, patrióticos, de cultura. Pero sin compensación comercial adecuada. Los Ministerios de Información nunca son un negocio. Aunque ningún Estado descuida dotarlos generosamente.

Los católicos españoles tienen que ayudar a la creación de esta poderosa agencia que ya edita un valioso boletín de información interno, y cuya financiación se ha encargado a la Junta Nacional de Prensa Católica.

 
El «Día de la Prensa Católica»

Se inició la celebración de esta Jornada el año 1916, y desde entonces ha sido reiteradamente aprobada y estimulada por los Papas y los Prelados.

Es una jornada destinada a fomentar la Prensa católica: divulgando la necesidad que tiene la Iglesia de periódicos y revistas educadores y de apostolado para el cumplimiento de su mandato divino; insistiendo sobre la obligación de ayudar a la Iglesia en esta necesidad, y solicitando de todos su oración y su cooperación económica para estos fines.

Constituye una fecha de señalada importancia en lo que pudiéramos llamar calendario de las dedicaciones a necesidades específicas: a conmemoraciones notables de la Iglesia.

Con tales jornadas, pretende la Jerarquía que se aúnen las rogativas y los apoyos de todos los fieles, encaminándolos a un fin común y único en todas las diócesis, para lograr así, tanto en lo espiritual como en lo material, los resultados máximos del conjunto colectivo que, si los católicos responden con entusiasmo a los llamamientos que para ello se les hacen, pueden revestir una gran importancia y trascendencia.

El «Día de la Prensa Católica» se celebra en España desde 1916 el 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo, y en esta jornada parece como si la Iglesia dejara por un momento relegados a segundo término todos sus otros problemas, para acordarse y recordar únicamente este gran asunto de su propia prensa.

Oraciones y sacrificios

Esto es lo primero que la Iglesia pide. La mejor ayuda que la Prensa Católica puede tener es la que tenemos que alcanzar del Señor, y por ello, el afán de los católicos debe coincidir en procurar lograrla con sus oraciones enfervorizadas y sus sacrificios ofrecidos para que la Prensa Católica viva, crezca y progrese, «al servicio de la verdad, de la justicia y de la paz».

Por eso, los Obispos en las normas para la celebración de este «Día», hacen la indicación de que no falten actos de culto público con las expresadas intenciones, aparte de reiterar las oraciones individuales de los fieles con el mismo fin.

Pedir a Dios por la Prensa Católica, por la Prensa que trabaja y lucha en propagar, mantener y defender su fe y su doctrina, es un deber que en ese «Día» adquiere una categoría de prioridad, establecida por la propia Jerarquía.

Instrucción y propaganda

Pasando de lo espiritual a lo terreno, la Iglesia desea que los fieles sean instruidos sobre la importancia y necesidad de la Prensa Católica para que se conviertan en sus propagandistas entusiastas e incansables.

Para ello, todos los católicos, y principalmente aquellos de mayor influencia social, han de contribuir a esta tarea de propaganda, con todos los medios a su alcance.

El «Día de la Prensa Católica» ofrece oportunidad para que los fieles cumplan en conciencia sus deberes de propagar la prensa que, sometida a censura eclesiástica, realiza labor positiva de instrucción y educación católica y moralizadora. Sobre todo, aquellos que forman en las filas de las diversas agrupaciones de apostolado seglar, deben darse cuenta de la inmensa importancia que tiene, para los fines de este apostolado, el que la Prensa Católica pueda desenvolverse cada vez con mayor pujanza y más difusión, idea esta que debe inspirarles respecto a la forma de corresponder, con generosidad y entusiasmo, al llamamiento que la Iglesia hace en esta jornada.

La frase pontificia «en cada hogar católico, un periódico católico», debe constituir una consigna de actuación permanente y debe repetirse hasta clavarla en la memoria y en la conciencia de todos. En la terminología de hoy puede tomársela por un acertado «slogan». Y téngase en cuenta que esta palabra no tiene sólo el sentido comercial que la ha hecho popular en la moderna técnica propagandística, sino que también significa grito de combate y que, con ambas acepciones, deben considerarla los católicos que traten de hacer penetrar la prensa católica por doquier. Propaganda para ganar lectores; decisión para ganar las santas y pacíficas batallas de difusión de los principios de la Religión católica en todas las esferas humanas y en todos los ambientes sociales.

Ni un hogar católico sin un periódico católico y ni un solo católico con uso de razón sin su periódico o revista católica que le informe y le deleite, pero que también le instruya.

Hoy lee tanto la mujer como el hombre, y tanto casi como ellos, el niño y la niña. Hoy leen el intelectual, el empleado y el obrero. A todos ellos hay que procurar ganarles para que lo que lean sea Prensa Católica.

Cooperación y colecta

A la oración y la propaganda que en este día se pide a los fieles, hay que añadir la colecta que se lleva a cabo.

Se han superado ya, afortunadamente, los tiempos en que había que explicar que todas las obras de la Iglesia, aunque con fines eminentemente espirituales, han de desarrollarse con medios puramente humanos, y que los católicos están obligados e interesados en que el fallo no se produzca por carencia de tales medios, que en gran parte han de ser medios económicos.

Y esta colecta del día 29 de junio tiene una importancia que bien puede calificarse de excepcional porque, además de aplicarse en parte a la finalidad de apoyo a la Prensa Católica, que se deduce del mismo enunciado de la jornada, le sirve también a la Iglesia para otras atenciones y servicios de inmenso y positivo interés, y para los cuales apenas cuenta con otros ingresos que los que en esta ocasión recibe de la generosidad de los fieles.

Aplicación de la colecta

La colecta del «Día de la Prensa Católica» tiene en todas las diócesis la siguiente distribución:

10 por 100 para el «Óbolo de San Pedro».

45 por 100 para las obras de la Junta Nacional de Prensa Católica.

45 por 100 para atender necesidades de la prensa católica en la propia diócesis.

El «Óbolo de San Pedro»

El 10 por 100 de la recaudación total por medio de las colectas que se llevan a cabo en España, se envía a Roma para engrosar el «Óbolo de San Pedro», para las necesidades del Papa.

Quizá no todos los católicos se dan cuenta del volumen extraordinario de estas necesidades. Pero lo cierto es que el Vaticano tiene que atender a muchas cuestiones de enorme envergadura, para las que precisa cuantiosos recursos económicos. La mano del Papa se extiende protectora sobre todos los continentes para ayudar a las Misiones, a la Iglesia perseguida, al clero pobre, a los fugitivos de países tras el telón de acero, a las órdenes religiosas… Y aún extiende su ayuda a los países que sufren alguna catástrofe, como inundaciones o terremotos, y derrocha incansablemente la caridad sobre los necesitados de todo el mundo.

Lo que corresponde a las obras de la Junta Nacional

A la Junta Nacional de Prensa Católica le corresponde el 45 por 100 de la colecta.

Con ello han de ayudar a periódicos y revistas; ha de organizar, también con amplitud para todo el país, la propaganda del año siguiente. Y, sobre todo, tiene que sostener obras que revisten para la Iglesia española y sus Prelados el máximo interés. De éstas son hoy las más importantes la «Oficina General de Información y Estadística de la Iglesia» y la Agencia «Prensa Asociada».

Lo que corresponde a cada diócesis

Cada diócesis dedica el 45 por 100 de lo recaudado en la demarcación eclesiástica respectiva.

Muchas son las cosas a que tienen que atender cada Prelado con esta aportación de los fieles: publicación del «Boletín Eclesiástico», ayudar a revistas y publicaciones católicas de tipo provincial o local, que resulta muy importante sostener porque tienen un público y se adentran en ambientes a los que no llega la gran prensa de carácter nacional, atender obras de apostolado relacionadas con la prensa y sostener, por último, la organización, en sus respectivas diócesis, del «Día de la Prensa Católica», procurando hacer llegar carteles y octavillas a todos los pueblos y difundir las finalidades de la jornada por todos los medios posibles, algunos de los cuales no dejan de resultar costosos.

[ Versión íntegra del texto y de la imagen impresa sobre un opúsculo de papel de 32 páginas más cubiertas, formato 106×165 mm, publicado sin fecha pero en 1954, sin pie de imprenta. ]