Filosofía en español 
Filosofía en español

Emeterio Valverde Téllez (1864-1948) · Crítica filosófica o Estudio bibliográfico y crítico de las obras de Filosofía escritas, traducidas o publicadas en México desde el siglo XVI hasta nuestros días (1904)


Capítulo XIII

El Lic. Don Miguel Martínez

DON Miguel Martínez, notable abogado, católico ejemplar y escritor de eximias prendas, escribió una obra intitulada: Monseñor Munguía y sus escritos, de la cual se publicó un volumen en México, Imprenta de José Mariano Lara, año 1870. Esta obra constituye el más extenso, discreto y razonado juicio crítico que se haya hecho acerca del gran Prelado michoacano, Monseñor Munguía. Es de lamentarse que aún permanezcan inéditas las partes más interesantes de ese trabajo, las que versan sobre el hombre público, es decir, el literato, el filósofo, el Obispo, el político. Sabemos, sin embargo, que el Sr. Lic. Martínez, digno hijo de D. Miguel, se ha dirigido al Ilmo. Sr. Dr. D. Atenógenes Silva, actual Arzobispo de Michoacán, solicitando se sirva costear la publicación de esos manuscritos, y no dudamos que accederá el Dmo. Prelado, que promueve con generoso entusiasmo todo lo que significa prez y gloria de su Iglesia.

No se trata de una biografía vulgar, ni de alabanzas más o menos sospechosas o exageradas; no en manera alguna, el personaje se presta, el biógrafo se halla a la altura de su cometido. La descripción del medio religioso y político en que se formó y brilló el Sr. Munguía como astro de primera magnitud, es real y animada; los rasgos generales con que pinta a los hombres y las cosas de su tiempo, son de mano maestra; las observaciones sobre causas, hechos, doctrinas [158] y consecuencias, son muy lógicas; el estilo es correcto y deleitable; circunstancias todas que dan a la obra singular atractivo.

El Sr. Martínez no es un árido cronista, o impertinente erudito, sino un verdadero filósofo, que raciocina con intachable rectitud sobre el personaje cuya biografía escribe, sobre nuestra nación en donde se desarrollan los acontecimientos, y aún sobre la humanidad en general.

Aparece el Sr. Munguía en gran manera simpático, circuído de nimbo glorioso desde su niñez, por la clara y precoz inteligencia, por la índole suave, virtudes y natural concentración con que el cielo le dotara. En su juventud, las mecánicas y rudas tareas de simple dependiente de un establecimiento de abacería en la ciudad de Zamora, no le impiden ocuparse en asidua y sana lectura que iba despertando, nutriendo y desarrollando su espíritu. A los veinte años de edad, ingresa en calidad de alumno interno al Seminario Tridentino de Morelia, donde se hace amar entrañablemente de sus superiores y compañeros, y admirar de todos por sus virtudes y por sus rápidos progresos en las ciencias: en pocos años termina una brillantísima carrera doblando los cursos, estudiando a la vez rápida, pero sólidamente, varias lenguas y materias. Sin abandonar el escaño del discípulo, empezó a ocupar la cátedra del maestro, y a influir de un modo decisivo y eficaz en la transformación del Seminario, comunicando a sus colegas por maravillosa manera, su noble y generoso entusiasmo para la bella literatura, la Filosofía y la jurisprudencia.

Recibido de abogado, con su poderoso talento, su inmensa cultura y rara elocuencia, supo imprimir nuevo y ventajoso impulso a la oratoria forense. Mas el influjo soberano y trascendental que el Sr. Munguía ejerció en el movimiento histórico de México, data desde su ordenación de sacerdote; porque desde entonces hasta su muerte, figura en todos los [159] acontecimientos políticos que alguna relación tienen con la Iglesia, trabaja día y noche sin descanso, para instruir al pueblo, para formar buen clero; sabe conservar y alentar la unión y el valor de los Obispos; redacta razonadas exposiciones y enérgicas protestas, que obtuvieron por última respuesta un bárbaro decreto de extrañamiento, y la lluvia de piedras con que el heroico e hidalgo pueblo de Veracruz despidió al anciano e indefenso Obispo, lumbrera de la Nación mexicana.{110}

La modestia no permite al Sr. Martínez decir nada de sí mismo, pues en la obra no encontramos, con relación a su autor, más que estas palabras: «D. Miguel Martínez, (el cual fue discípulo del Sr. Munguía y sustentó un acto de Literatura en 23 de Septiembre de 1859), natural de Túxpam, del partido de Zitácuaro, no había hecho con solidez los estudios preparatorios que en edad más avanzada tuvo que perfeccionar: era fuertemente inclinado a la literatura. Siendo el autor de este libro, no le corresponde hablar de su capacidad, ni de sus talentos; ni aun quiere transcribir la muy honorífica certificación que Monseñor Munguía le dio de toda su carrera literaria, y que guarda con todo el afecto y el interés que inspira un título de nobleza.»{111}

En los tiempos a que nos referimos el Seminario de Morelia era, quizá, el mejor de toda la República, debido a los esfuerzos del Ilmo. Sr. Munguía, y dio por frutos hombres eminentes en política y en toda clase de letras. Con esta ocasión, repetimos, que los estudios oficiales en nuestra patria están muy mal organizados. La educación que se dice moral es no sólo deficiente, sino perjudicial, como atea. En la enseñanza de las ciencias, no se sigue un método satisfactoriamente razonado que las llame a la unidad y facilite [160] el aprendizaje; no se tiene en cuenta todo cuanto debe ser, el fin de las carreras ni las aptitudes de los estudiantes. La instrucción enciclopédica y desordenada, es el medio más seguro para perder el tiempo y malograr talentos.

Pero sigamos adelante. El Señor Martínez publicó un folleto de 168 páginas que ostenta esta portada: Soberanía temporal del Papa, | o el pro y el contra de esta cuestión. | México. Imprenta de Vicente Segura. | Calle de San Andrés núm. 14. | 1860. Circuló mucho un folleto disparatado, El Papa y el Congreso, suscrito por De la Gerroniere, sirviendo de piedra de escándalo en todas partes. En México salió a la defensa del Poder temporal D. Luis Gonzaga Cuevas, de quien hemos hablado en las Apuntaciones: este Señor publicó un Juicio sobre el folleto titulado El Papa y el Congreso. El Sr. Lic. Martínez escribió una serie de XXV artículos sobre El Pontificado y el Rey de Roma. | México, Abril 24 de 1860.

Poseemos, además, un opúsculo rotulado: México, el Imperio y la Intervención; en cuya última página se lee: México, Febrero 2 de l867. | Un Mexicano: con letra manuscrita trae esta nota: «Siendo Consejero de Estado del Emperador Maximiliano, el Señor Licenciado Don Miguel Martínez, recibió orden e instrucciones en Orizaba, a donde fue llamado por el Emperador, para escribir este Opúsculo.» El objeto es demostrar, que el vergonzoso desastre de la intervención francesa, no se debe ni a México ni a Maximiliano, sino a la impericia e imprudencia de los jefes enviados por Napoleón III, y a que este funesto Emperador fue infiel a sus compromisos.

Escribió también el Licenciado Martínez otro opúsculo de gran mérito filosófico, y es: La libertad en la fe{112}. La importancia del asunto es obvia; quizá no exista actualmente [161] una palabra de que más se haya abusado, que el nombre mágico de libertad: ella fue el estandarte que sobre lagos de sangre levantaron los furiosos demagogos franceses y afrancesados de la XVIII centuria; repercutió en todos los pueblos del globo; no hubo labios que no la pronunciaran en todo el siglo XIX; ella enloqueció las cabezas, subvirtió los imperios y agitó esa espantosa conflagración universal que se llama revolución, cuyo término aún no alcanzamos a ver. Pero, uno es el concepto erróneo y revolucionario de la libertad, y otro el verdadero, el genuinamente filosófico y conforme con las enseñanzas de la fe; el primero extravía al individuo y a la sociedad, los pervierte y los hace viles esclavos del vicio; el segundo es una sublime soberanía que guía por senda segura a la felicidad que Dios quiere que se realice sobre la tierra. Pues bien, el opúsculo de que tratamos da nociones claras, precisas y sanas de la libertad y de la tiranía; de las varias formas de una y otra; de sus relaciones con las distintas maneras de gobernarse las sociedades, y, sobre todo, del enlace y armonía de la libertad con la fe católica.

Finalmente: el Señor Martínez ocupó honroso puesto entre los controversistas católicos. La Sociedad Católica y La Voz de México en sus mejores tiempos, honraron sus columnas con los discursos y artículos del sabio, a quien hemos consagrado el presente capítulo. Merecen especial atención los magníficos artículos, que en 1882, esclarecieron la antigua y enojosa cuestión de límites, entonces pendiente, entre México y la vecina República de Guatemala. Tales artículos fueron debidamente estimados por el Ministerio de Relaciones, tanto, que por orden y cuenta del Gobierno se hizo la correcta reimpresión que conocemos: Cuestión entre México y Guatemala, | por el Lic. D. Miguel Martínez. | Nueva edición revista y corregida por el Autor. | México. Imprenta de Ignacio Escalante. Bajos de San Agustín número 1. | 1882.

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{110} El 17 de Enero de 1861 un policía, D. Faustino Vázquez, intimó la orden de destierro al Sr. Arzobispo de México D. Lázaro de la Garza y Ballesteros y a los Señores Obispos D. Joaquín Madrid, D. Clemente de Jesús Munguía, D. Pedro Espinosa y D. Pedro Barajas.

{111} Monseñor Munguía y sus escritos, Lib. I, Sec. III, Cap. IX.

{112} La libertad de la fe, México, Imprenta de J. R. Barbedillo y Compañía, Escalerillas núm. 21, 1874.