φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:8081828384858687888990Imprima esta página

§ 88. La Mettrie y el barón de Holbach

Entre los diferentes nombres que acabamos de citar a causa de sus trabajos más o menos relacionados con la Enciclopedia, los de La Mettrie y Holbach merecen lugar separado en la historia de la Filosofía, no ciertamente porque su mérito como filósofos sea superior al de sus compañeros, sino porque son los representantes más genuinos y explícitos del materialismo y del ateísmo de la época. En efecto, La Mettrie, cuya vida y costumbres, y hasta cuya muerte estuvieron en armonía con sus ideas materialistas, digan lo que quieran sus recientes [421] panegiristas,{1} hace alarde y profesión del materialismo más grosero y completo. En su Hombre-planta, en su Historia natural del alma, pero sobre todo en su Hombre-máquina, obra que, por confesión de su mismo autor, se halla calcada sobre el animal-máquina de Descartes, y es una aplicación del mecanismo cartesiano, La Mettrie enseña y afirma que no hay en el mundo más que substancias materiales, ni más alma racional que las propiedades del cuerpo, ni más destino del hombre que el placer de los sentidos, ni más teoría moral que la teoría del goce; que el hombre no se distingue de los animales más que en el lenguaje articulado; que el pensamiento es el resultado de la organización de la materia, y que la aparición del hombre sobre la tierra puede compararse a la de los hongos y las flores: à [422] ces, champignons qui paraissent d'un jour à l'autre, ou à ces fleurs qui bordent les fossés et couvrent les murailles.

La Mettrie no se limita a presentarnos el orangután como un ser casi enteramente igual al hombre, sino que, preludiando y anticipándose a los modernos darvinistas y materialistas de nuestro tiempo, admite la posibilidad de que el mono adquiera con el tiempo el lenguaje, y con éste la naturaleza humana, puesto que el conocimiento o uso del lenguaje es lo único que separa al hombre del animal; afirma que la magnanimidad, el valor, la dignidad, el odio, la soberbia, y en general los actos que llamamos virtuosos y viciosos, proceden y dependen de las condiciones materiales y orgánicas del individuo, como son el clima, el hambre, la comida, las riquezas, etc.; añade que la memoria, la imaginación,–a la cual confunde e identifica con el pensamiento–el sentido común, las pasiones y demás facultades del hombre, son puramente materiales, deduciendo de todo esto que el alma es también material, o, mejor dicho, una manifestación y como el resultado de la organización de la materia en los sentidos; órganos en los cuales y con los cuales se forma, crece y mengua: l' í¢me dépend essentiellement des organes du corps, avec lesquels elle se forme, grandit et décroit.

El autor del Hombre-máquina no niega terminantemente la existencia de Dios, afectando colocarse en una especie de duda entre el pro y el contra; pero a través de esta aparente indecisión se trasluce su verdadera sentencia en favor del ateísmo, sistema que considera, además, como perfectamente compatible con [423] la moral. La Mettrie, lo mismo que nuestros moderaos materialistas, se excusa de afirmar la existencia de Dios so pretexto de que no sabemos si ha creado la materia o si ésta es eterna, siendo además muy probable que todo es producido o debe su origen a lo que llamamos naturaleza. En todo caso, para nuestro bienestar y felicidad es completamente indiferente que Dios exista o no.

En conformidad con estos principios, La Mettrie afirma que la libertad es una ilusión (l'homme est une machine qu'un fatalisme absolu gouverne impérieusement); que los remordimientos mismos de conciencia son meras preocupaciones de la educación (les remords sont des préjugés de l'éducation); que no hay distinción real entre el vicio y la virtud, y que los que llamamos malvados, con tal que consigan deshacerse de las preocupaciones y ahogar los remordimientos (étouffer les remords) que de éstas proceden, serán dichosos y felices : Alors, en effet, je le soutiens, parricide, incestueux, voleur, scélérat... tu seras heureux cependant.

Lo que fue La Mettrie respecto de la tesis materialista, fue el barón de Holbach respecto del ateísmo. El autor del Sistema de la Naturaleza enseña, sin ambages ni atenuaciones de ningún género, la doctrina ateísta, o sea la misma doctrina que habían profesado y profesaban Diderot, Naigeon y algunos otros de sus contemporáneos, pero con cierta timidez, como de pasada y con reservas.

Como el materialismo es la base natural y la premisa lógica del ateísmo, Holbach comienza por enseñar las doctrinas de todos los materialistas rígidos, desde Lucrecio hasta La Mettrie, para deducir después que la [424] materia es eterna y necesaria (la matière est éternelle et nécessaire) en su esencia, aunque variable en sus formas y combinaciones; que la opinión de los hombres acerca de la existencia de Dios trae su origen de la ignorancia de la naturaleza (l'ignorance de la nature donna la naissance aux Dieux) o de sus fuerzas, y, finalmente, que la palabra Dios, o carece de sentido, o sólo puede significar la suma de las fuerzas desconocidas que entraña el universo: la somme des forces inconnues qui animent l'univers.

Excusado parece añadir que para el autor del Sistema de la Naturaleza, lo mismo que para los ateo-materialistas de nuestra época, la materia y la fuerza o el movimiento son el origen y contienen la razón suficiente de todos los fenómenos. La materia tiene en sí misma y de sí misma el principio del movimiento (elle se meut par sa propre énergie) o la fuerza, la cual nace necesariamente de la esencia misma de la materia: découle nécessairement de l'essence de la matière.

La naturaleza es la única realidad y como el gran todo del cual forman parte los varios seres particulares, incluso el hombre. Los seres espirituales, las substancias extramundanas y suprasensibles, carecen de toda realidad objetiva y existen sólo como producto de nuestra imaginación.

La voluntad, como principio de actos libres, es una ilusión, porque el hombre, lo mismo que todos los demás seres, está sujeto a leyes necesarias y a influencias fatales. Así como la materia y el movimiento son eternos, eterno e infinito es también el encadenamiento de causas y efectos que se verifica en el seno del gran todo que llamamos Naturaleza. [425]

Anticipándose a recientes positivistas, que convierten las ciencias morales y políticas en artes de estadística y en ciencias físicas, Holbach enseña que una moral y una política basadas e inspiradas en el materialismo, serían muy superiores a las mismas ciencias basadas en el espiritualismo (la morale et la politique pourraient rétirer du materialisme des avantages que le dogme de la spiritualité ne leur fournira jamais), deduciendo de aquí, antes que nuestros socialistas y comunistas, que las causas de los males que aquejan a los hombres son precisamente la religión, los gobiernos, la educación, bajo cuya influencia han vivido: Leurs religions, leurs gouvernements, leur éducation, les exemples qu'ils ont sous les yeux, les poussent irresistiblement au mal.

Como se ve por las indicaciones que anteceden, el autor del Sistema de la Naturaleza dejó muy poco o nada nuevo que decir a los que hoy tanto ruido meten, afectando una originalidad, que ciertamente no tienen, en sus teorías científicas, morales y políticas basadas sobre el positivismo materialista.

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{1} Así como los enemigos de la Iglesia católica suelen poner especial empeño en rehabilitar el nombre y la memoria de los perseguidores de ésta, siquiera sea necesario para conseguirlo desfigurar y violentar la historia, así también los modernos materialistas suelen trabajar con no menor empeño en rehabilitar la memoria de sus legítimos ascendientes. Tal acontece en nuestros días con el nombre de La Mettrie, cuya vida, cuyo carácter y cuyas ideas ensalzan a porfía los coetáneos amigos del materialismo, distinguiéndose en esta cruzada en favor del materialista francés el alemán Lange en su Geschichte der Materialismus, Assezat en la Introduction que puso al Hombre-máquina de La Mettrie, Quepat en su Essai sur La Mettrie, sa vie et ses oeuvres, y el ya célebre profesor de Berlín Du Bois-Reymond en su Rede in der äffentl. Sitzung der Känigl. Preuss. Akad. Der Wissenschaften zur Gedaechtnissfeier Fried. II. A pesar de las apologías de estos y otros autores, y de su estudiada benevolencia crítica en favor de La Mettrie, siempre resulta y resultará de la historia que la vida del favorito de Federico de Prusia fue vida de epicúreo; que sus costumbres eran dignas de su moral; que murió de una indigestión; que sus mismos compañeros de ideas y aspiraciones, como Voltaire y otros, hablan de él con sumo desprecio, y que Diderot le apellida el apologista del vicio y el detractor de la virtud.