φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:3031323334353637383940Imprima esta página

§ 37. El escepticismo durante el siglo XVII

a) El movimiento escéptico ocasionado por el choque de los sistemas antiguos y por las discusiones apasionadas del Renacimiento, se prolongó y tuvo también sus representantes durante el siglo XVII. En Alemania el monje premonstratense Jerónimo Hirnhaym, que nació a principios del siglo y murió en 1679, y en Inglaterra Glanvill, capellán de Carlos II (1636-1680), continuaron y hasta acentuaron más la tradición escéptica del siglo anterior.

En su Escepticismo científico, Glanvill se esfuerza en demostrar la imposibilidad de toda Filosofía dogmática y de toda certeza, a excepción de la que nos viene de la fe cristiana o principio religioso. El escepticismo del premonstratense alemán es más absoluto todavía, pues duda hasta de los axiomas fundamentales de la razón, y en su Typho generis humani, afirma que el hombre no puede estar cierto ni siquiera de su propia incertidumbre.

b) Contemporáneo de Glanvill, pero de vida más larga que el escéptico inglés (1630-1721), fue el sabio Huet (Pedro Daniel), natural de Caen, en Francia. En su Demonstratio evangelica, en su Censura Philosophiae cartesianae, y, sobre todo, en sus Alnetanae [154] Quaestiones,{1} Huet apenas reconoce a la razón humana más que el poder de preparar el camino y conducir a la fe divina, único medio seguro de alcanzar y poseer la verdad. En el orden puramente natural y filosófico, y abstracción hecha de la palabra de Dios y de la verdad revelada, la razón humana, según el Obispo de Avranches, está condenada a la esterilidad y la impotencia, sin poder llegar casi nunca a la certeza científica y perfecta.

Además del pensamiento escéptico que palpita en el fondo de sus escritos, y es lo que principalmente caracteriza su doctrina como filósofo, Huet tiene el honor de ser uno de los primeros, o acaso el primero, que previó con claridad y señal o con energía las peligrosas tendencias de la Filosofía cartesiana desde el punto de vista cristiano, a pesar de que en sus primeros años se había manifestado partidario y admirador de la misma.

c) De índole muy diferente y de resultados más funestos para la religión cristiana, fue el escepticismo de su compatriota y contemporáneo Bayle (1647-1705), escritor más fecundo que sólido y exacto,{2} y escritor [155] que merece el dictado de assembleur de nuages que se dio a sí mismo.

El escepticismo, y con especialidad el escepticismo religioso, parece ser el objeto de sus obras, y principalmente de su famoso Diccionario histórico y crítico. Como medios para llegar a este objeto, y como manifestaciones de su pensamiento escéptico, Bayle se esfuerza en mezclar la luz con las tinieblas y presentar como problemáticas las verdades más evidentes; confunde la esencia de una verdad con los argumentos más o menos débiles de algunos de sus defensores, contesta a las objeciones con otras objeciones, amontona dudas sobre dudas, refuta y defiende a la vez, para conducir al lector insensiblemente a la obscuridad y la duda. En el orden religioso, unas veces ensalza a la razón para deprimir la fe, y otras ensalza a ésta para deprimir y anular la razón.

Así, no es de extrañar que el filosofismo incrédulo del pasado siglo haya tributado a Bayle los más grandes elogios, y que Voltaire le apellidara el primer dialéctico del mundo. Los escritos de Laurent y de otros racionalistas vulgares de nuestros días, demuestran que los escritos de Bayle siguen siendo todavía el arsenal obligado de los enemigos sistemáticos del cristianismo católico.

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{1} La denominación de Alnetanae les viene de la abadía de Aulnay, en donde las escribió su autor.

{2} Además de su voluminoso Diccionario histórico y crítico, Bayle escribió:Pensées diverses sur la comète qui parut en 1680.– Commentaire philosophique sur ces paroles de l'Evangile: CONTRAINS - LES D'ENTRER.– Nouvelles de la republique des lettres.– Critique generale de l'histoire du Calvinisme, du P. Maimbourg, sin contar otras menos importantes.

Calvinista durante sus primeros años, católico después por algún tiempo, rechazó finalmente toda religión, según se infiere de la respuesta que dio a Polignac cuando le preguntó qué religión profesaba: «Soy protestante, le dijo, porque protesto contra todo lo que se dice y se hace.»