φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

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§ 73. Durando

Durando recibió el sobrenombre de Saint Pourçain (Durandus a Sancto Porciano), de una aldea situada en la antigua Auvernia. Habiendo entrado en la Orden de Santo Domingo en 1290, hizo tales progresos en las ciencias, que en 1312 enseñaba ya teología en París, y recibía el grado de doctor en aquella universidad. Nombrado Maestro del Sacro Palacio por Clemente V, y después obispo de Puy-en-Valay, fue promovido más tarde al obispado de Meaux, donde falleció hacia el año de 1333.

Sin contar algunas otras menos importantes, Durando escribió sus Comentarios sobre el Maestro de las Sentencias, en los cuales revela una independencia de pensamiento desconocida en su siglo, [353] independencia que, unida a ciertas opiniones y teorías originales y hasta atrevidas, le dieron el nombre y fama de Doctor resolutissimus. Así es que después de sentar en sus Comentarios que cuando se trata de cosas pertenecientes a la fe, debe bajarse la cabeza ante la palabra de Dios y de la Iglesia, añade que no sucede lo mismo cuando se trata de materias contenidas en la esfera de la razón humana, y principalmente de materias filosóficas, en las cuales debe atenderse, ante todo, a la razón natural y no a la autoridad, siquiera se trate de la de Aristóteles, «porque la Filosofía, escribe, no consiste en saber lo que pensó Aristóteles o lo que pensaron otros filósofos, sino en conocer la verdad y realidad de las cosas»: naturalis philosophia non est scire quid Aristoteles aut alii philosophi senserint, sed quid habeat veritas rerum.

Este pensamiento, que Durando repite en varios lugares{1} de sus obras, contiene todo cuanto hay de fundado y razonable en el pensamiento de Bacon y Descartes, sin contener sus exageraciones, ni menos las declamaciones y diatribas de sus sucesores. [354]

La independencia autoritaria de Durando no se limita a Aristóteles, cuya autoridad era por entonces reconocida y acatada universalmente, sino que se extiende y aplica a toda autoridad humana, puesto que afirma terminantemente que cuando se trata de cosas que no se relacionan con la fe, «se debe hacer más caso de la razón que de la autoridad de cualquier doctor particular, por célebre y autorizado que sea,» añadiendo que todo hombre que abandona su propia razón para seguir la autoridad de otro, viene a caer en una necedad bestial, de suerte que debe ser comparado jumentis insipientibus. Después de esto, añade que obligar o inducir a alguno a que no enseñe ni escriba cosas contrarias a lo que algún doctor determinado haya escrito, es «cerrar el camino a la investigación, poner obstáculos a la ciencia, y, no sólo ocultar, sino comprimir violentamente la luz de la razón:» est praecludere viam inquisitioni veritatis, praestare impedimentum sciendi, et lumen rationis non solum occultare sub modio, sed comprimere violenter.

Notemos de paso que esta independencia de pensamiento, que hasta pudiera calificarse de exagerada, sobre todo en aquella época, no acarreó a su autor disgustos ni persecuciones, ni le impidió ser elevado a la dignidad episcopal, hechos que demuestran de una manera elocuente el amplio espíritu de la Iglesia en el orden filosófico y científico, y la injusticia con que es acusada sobre este punto por sus enemigos.

No se contentó Durando con establecer esta doctrina acerca de la independencia del pensamiento, sino que, reduciéndola a la práctica, adoptó opiniones y teorías contrarias a las recibidas generalmente, y a lo [355] enseñado por el mismo Santo Tomás, a pesar del prestigio y autoridad que entre propios y extraños gozaba ya éste a la sazón. Tales son, entre otras, las siguientes:

1.ª Contra la opinión general y la concreta de Santo Tomás, Durando rechaza la teoría de las especies o representaciones sensibles, lo mismo que la que se refiere a la necesidad y existencia de las especies inteligibles, alegando, entre otras razones, que si existieran semejantes especies, la facultad cognoscente debería conocerlas antes de conocer los objetos representados por ellas, siendo, como es, absurdo que esta facultad alcance el conocimiento del objeto por medio de una cosa que le es desconocida: videtur absurdum quod potentia cognitiva ducatur in cognitionem alicujus per tale repraesentativum, quod est sibi totaliter incognitum.

Durando acude también a la observación para rechazar esta teoría, y después de afirmar que la experiencia nos enseña que los sentidos perciben sus objetos propios inmediatamente, y no por medio de especies, añade, concretando la cuestión a las especies del orden intelectual, que, siendo el entendimiento una facultad reflexiva, se conoce a sí mismo y las cosas que en él existen de una manera cierta y como por experiencia (cognoscit se et ea quae sunt in eo per certitudinem et quasi experimentaliter), razón por la cual experimentamos que entendemos y que existe dentro de nosotros un principio inteligente. De aquí se infiere que si las especies inteligibles existieran realmente en nuestro entendimiento, las conoceríamos mediante la observación o experiencia interna, como conocemos otras cosas que existen en nuestro entendimiento: [356] Si ergo in intellectu nostro esset aliqua talis species, videtur quod possimus per certitudinem cognoscere eam esse in nobis, sicut cognoscimus per certitudinem alia quae sunt in intellectu nostro.

2.ª Una vez negada la necesidad y la existencia de las especies inteligibles, era natural y lógico negar la necesidad y existencia del entendimiento agente; y, en efecto, Durando dice que, así como no existe un sensus agens, tampoco hay necesidad de admitir la existencia de un intellectus agens, cuya función propia, según sus partidarios, es abstraer y elaborar las especies inteligibles, o sea las representaciones intelectuales del objeto como universal. Pero la negación radical y absoluta del entendimiento agente, entraña la necesidad de poner al entendimiento en contacto inmediato y directo con el objeto en cuanto singular, y conduce espontáneamente a la teoría nominalista, y por eso vemos que el obispo de Meaux, sin profesar el nominalismo, se coloca en la pendiente nominalista, negando que el universal es el objeto propio y primero del entendimiento, negación que echa por tierra lo que constituye una especie de pronuntiatum axiomático para toda Filosofía que no haga profesión explícita de nominalismo. Al lado y enfrente del effatum general filosófico: universale est objectum intellectus: scientia est de universalibus, Durando escribe: primum cognitum ab intellectu non est universale sed singulare, palabras que envuelven por lo menos cierta desviación de aquel pensamiento, por más que su autor no niegue que la universalidad acompaña, o, mejor dicho, sigue al acto del entendimiento: universale non praecedit actum intelligendi, imo fit per actum intelligendi. [357]

3.ª El problema referente al principio de individuación, al que concedían mucha importancia sus contemporáneos, no preocupa tanto –y en esto parécenos que no merece censura– el espíritu de Durando, el cual lo resuelve sencillamente, diciendo que el individuo es tal por sí mismo o por su mismo ser, y no por cosa alguna añadida: esse individuum non convenit alicui per aliquid sibi additum, sed per illud quod est. Per quid ergo Sortes est individuum? Per illud quod est existens. – Nihil est principium individuationis, nisi quod est principium naturae.

4.ª En conformidad con esta doctrina, Durando rechaza desde luego la teoría de Santo Tomás y de otros escolásticos, según la cual no es posible naturalmente que existan muchos ángeles de una misma especie o que se distingan sólo entre sí con distinción individual. Pero no se limita a esto, pues considera como probable que todos los ángeles, o al menos muchos de ellos, pertenecen a una misma especie: Et propter hoc forte sunt omnes ejusdem speciei, vel saltem plures ex eis.

5.ª Otra de las opiniones particulares de Durando, y aquella acaso en que se separa más del espíritu de la Filosofía cristiana, es la de que Dios no influye inmediatamente ni coopera en las acciones de las causas finitas, las cuales, en tanto se dice que proceden de Dios, en cuanto y porque éste les dio y conserva en ellas la naturaleza y la virtud o potencias operativas: non oportet quod Deus immediate coagat, sed solum mediate, conservando naturam et virtutem causae secundae.

Excusado es añadir que esta teoría es aplicada [358] igualmente a las causas libres, cuyas acciones se dice que proceden de Dios en cuanto éste produce y conserva el libre albedrío, de manera que Durando, no solamente excluye la moción previa (praemotio physica) y física, enseñada por la escuela de Santo Tomás, sino hasta el concurso simultáneo o la acción cooperadora, enseñada por la escuela de Molina y Suárez: Deus non est causa actionum liberi arbitrii, nisi quia liberum arbitrium ab ipso et est, et conservatur.

La tendencia innovadora o independiente de Durando descúbrese también en su teoría acerca del pecado, el cual, según el escritor dominico, no es contra, sino fuera de la voluntad de Dios: neque contra voluntatem (Dei), sed praeter voluntatem.

Esto sin contar sus opiniones verdaderamente atrevidas y originales en el orden teológico, de las cuales prescindimos por no ser de nuestra incumbencia. Baste recordar que para Durando, el matrimonio no puede llamarse sacramento en el sentido propio de la palabra: que, en opinión del mismo, los sacramentos no contienen virtud causativa gratiae, siendo únicamente causa sine qua non para la producción de la gracia que significan, y que después de establecer la doctrina católica acerca de la Eucaristía, añade que es posible otro modo, según el cual el cuerpo y sangre de Cristo estarían en este sacramento, permaneciendo la substancia del pan y del vino: Deus posset facere quod remanente substantia panis, corpus Christi esset in hoc sacramento.

Estas opiniones y teorías especiales de Durando, cuyo catálogo podríamos aumentar, demuestran que quiso y supo llevar al terreno de la práctica las [359] declaraciones e ideas estampadas en el prólogo de su obra{2} acerca de la marcha independiente que debe seguir la razón en lo que atañe a la indagación científica y filosófica.

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{1} He aquí algunos, y nada más que algunos de estos pasajes: «Quod postea dicitur de intentione Aristotelis, dicendum quod quidquid ipse intenderit, de quo non est tantum curandum sicut de veritate, tamen ratio quam ad hoc induxit, parum valet.» Sentent., lib. I, dist. 3.ª cuest. 5.ª

«Aristoteles ponendo mundum aeternum erravit... etiam contra rationem naturalem, et rationes per quas probat suum intentum, sunt omni homini intelligenti faciles ad solvendum.» Ibid., lib. II, dist. 1.ª, cuest. 3.ª

«Nihil prohibet Aristotelem... dixisse in pluribus locis aliqua sibi invicem dissonantia.» Ibid., dist. 18, cuest. 3.ª

«Quamvis non multum sit curandum quid senserit Aristoteles.» Ibid., núm. 6.

{2} Además de los ya citados, merece leerse el pasaje siguiente, que resume su pensamiento en la materia: «Modus autem loquendi et scribendi, in caeteris quae fidem non tangunt, est ut magis innitamur rationi quam auctoritati cujusque doctoris, quantumcumque celebris vel solemnis, et parvipendatur omnis humana auctoritas, quando per rationem elucescit etiam veritas contraria.» Comment. cit., prol.