φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

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§ 5. Tertuliano

Nació este grande y célebre escritor en Cartago, hacia mediados del siglo segundo después de Jesucristo. Fue educado en el paganismo, y ejerció la abogacía antes de convertirse y abrazar la religión cristiana, en la cual se ordenó de sacerdote. Sus numerosas y por lo general excelentes obras,{1} demuestran la [16] profundidad enérgica de su genio, y hacen de él uno de los escritores más notables del Cristianismo. Desgraciadamente, su rigorismo moral y el apego excesivo a sus propias opiniones le precipitaron en la herejía de los montanistas, y aunque disgustado de esta secta en los últimos años de su vida, no consta que haya vuelto al gremio de la Iglesia antes de su muerte, acaecida probablemente en el año 220 de la era cristiana. Sus ideas principales, bajo el punto de vista filosófico, son las siguientes:

a) La sabiduría humana y la Filosofía, lejos de suministrar al hombre el conocimiento de la verdad, más bien le impiden su posesión con sus contradicciones, con sus múltiples errores, con sus temeridades (temeraria interpres divinae naturae), con sus relaciones con los oráculos y demonios, que la convirtieron en artífice de errores, alejándola de toda verdad (antiqui erroris artificem, omnis veritatis avocatricem), hasta el punto de que la Filosofía puede y debe considerarse como origen de las herejías (ipsae denique haereses a Philosophia subornantur) y su principal apoyo. En el pórtico de Salomón y no entre los estoicos; en la Iglesia y no en la academia, debe buscar enseñanza, doctrina y sabiduría el cristiano, cuya Filosofía consiste en buscar a Dios con sencillez de corazón.{2} De la Filosofía, y de la Filosofía platónica tan preconizada, nacieron la mayor parte de los errores de Valentino (Inde Eones et formae nescio quae, et [17] trinitas hominis apud Valentinum: platonicus erat), de Hermógenes{3} y de tantos otros herejes.

En armonía con estas ideas, Tertuliano llama a Platón omnium haereticorum condimentarium;{4} busca y señala con frecuencia el origen y la razón suficiente de los errores dogmáticos que combate en las teorías de los antiguos filósofos, y añade, por último, que los escasos destellos de verdad que se observan en los poetas y filósofos gentiles son debidos a sus comunicaciones con los autores y libros del Antiguo Testamento, no habiendo hecho ellos por su parte más que oscurecer y adulterar los resultados de esas comunicaciones.

b) En realidad, existe una oposición completa y absoluta entre la sabiduría cristiana y la sabiduría pagana: lo que para ésta es absurdo e imposible, es la realidad y la verdad para el cristiano. Así, por ejemplo, la crucifixión, la muerte y la resurrección del Hijo de Dios, que entrañan estupidez e imposibilidad para la razón y la ciencia del hombre, son, por lo mismo, [18] creíbles y ciertas para el cristiano,{5} cuyo único criterio de verdad es la palabra de Dios, siquiera se halle en contradicción con los juicios de la ciencia y de la razón del hombre.

c) Existe un Dios verdadero, omnipotente, dotado de inteligencia y libertad, el cual produjo o sacó de la nada este mundo visible con todos sus elementos, partes y seres. Este Dios es único (quod si Deus est, unicum sit necesse est) y singular, anterior y superior a todas las demás cosas, que le deben su origen y su ser. Sin dejar de ser espíritu, Dios es cuerpo (quis enim negabit Deum corpus esse, etsi Deus spiritus est?), como lo son también todas las demás substancias invisibles.

No es fácil determinar en qué sentido dice Tertuliano que Dios es cuerpo. Si se tiene en cuenta, por un lado, que le apellida al mismo tiempo espíritu, y por otro el pasaje arriba citado contra Hermógenes porque ponía materia en Dios, preséntase como bastante fundada y probable la hipótesis de San Agustín, según la cual, la palabra corpus en este caso sería sinónima de realidad y substancia, por oposición a la nada y al accidente o cualidad de una substancia,{6} y esta [19] opinión del Obispo de Hipona es tanto más verosímil, cuanto que se halla en consonancia con algunos pasajes del mismo Tertuliano,{7} los cuales favorecen esta interpretación de San Agustín.

En todo caso, es cierto que para Tertuliano la idea de Dios no es innata propiamente, toda vez que el apologista africano rechaza explícitamente las ideas innatas de Platón; pero sí lo es en el sentido menos riguroso admitido más adelante por los escolásticos, o, como si dijéramos, in fieri proximo. La idea de Dios como ser supremo, omnipotente y soberanamente bueno, preexiste en nosotros, según Tertuliano, de una manera virtual e implícita, en estado de presentimiento intelectual de la naturaleza humana (doctrinam esse naturae congenitae), como una de aquellas aspiraciones espontáneas del alma hacia el infinito, que Tertuliano apellida eruptiones naturae, con una frase tan enérgica como original. La idea, pues, o la noción confusa e implícita de Dios, representa una especie de depósito innato o tácito de la conciencia (conscientiae tacita commissa); preexiste y se revela en el fondo del alma con anterioridad a toda enseñanza externa, con independencia de los libros y de las especulaciones filosóficas: [20] Certe prior anima quam littera, et prior sermo quam liber, et prior sensus quam stylus, et prior homo ipse quam philosophus.

c) El alma humana es una substancia simple e indivisible (neque divisibilis), pero corporal y sujeta a figura: es también inmortal (anima immortalis natura recognoscitur) de su naturaleza, inteligente, dotada de libre albedrío, y, como tal, sujeta a mutaciones, capaz de bien y mal moral, y sujeta a premios y castigos eternos en la vida futura. Aunque es invisible para nosotros y se apellida espíritu en cuanto que la consideramos como substancia uniforme y simple (uniformem et simplicem), posee, sin embargo, verdadera corpulencia, las tres dimensiones de los cuerpos, forma o figura, y hasta distinción de sexos como el cuerpo (anima in utero seminata pariter cum carne, pariter cum ipsa sortitur et sexum), con el cual se une en el útero.

d) Aunque Tertuliano parece referir el primer origen del alma a una acción inmediata de Dios (Dei flatu natam), es lo cierto que pretende explicar el origen de las almas particulares o posteriores a la primera por generación y no por creación ex nihilo, de manera que cada alma humana es veluti surculus quidam ex matrice Adam in propaginem deducta. Tertuliano rechaza y combate con energía la teoría psicológica de Platón, negando la preexistencia de las almas humanas, su trasmigración de un cuerpo a otro, su unión accidental con el cuerpo humano, y la hipótesis que hace consistir la ciencia humana en la reminiscencia. Por lo demás, el apologista cartaginés procede con perfecta lógica al rechazar todas estas ideas de Platón, [21] incompatibles con su propia teoría traduccianista.

Si se prescinde de ésta, de los puntos confusos que se han indicado, y de ciertas tendencias e ideas excesivamente rígidas en el terreno moral, la doctrina filosófica de Tertuliano es ortodoxa, cristiana y racional en el fondo, por más que en ocasiones sea algo difícil penetrar su pensamiento a causa de la dureza, concisión y novedad relativas de su estilo.

Que si el lirinense pudo, no sin fundamento, comparar a Tertuliano con Orígenes y atribuirle el mérito de conocer a fondo la Filosofía pagana con todas sus escuelas y filósofos, y apellidarle el príncipe de los escritores latinos,{8} y elogiar su vastísima erudición, también Lactancio pudo quejarse con justicia de su estilo descuidado y oscuro (minus comptus, et multum obscurus) en demasía. San Jerónimo hizo notar a su vez que la precisión o facilidad del lenguaje no correspondía a la abundancia de las ideas: Creber est in sententiis, sed difficilis in loquendo.

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{1} Las obras de Tertuliano deben dividirse en dos clases o series. Pertenecen a la primera las que escribió antes de abrazar el montanismo, y son: Apologeticus pro christianis.– Ad Nationes.– De Testimonio animae.– Ad martyres.– De Spectaculis.– De Idololatria.– Ad Scapulam.– De Oratione.– De Baptismo.– De Poenitentia. – De Patientia.– Ad uxorem.– De cultu foeminarum , y probablemente también el notable libro De Praescriptionibus. Después de su caída en la herejía montanista, escribió: De corona militis.– De Fuga in persecutione.– Adversus Gnosticos Scorpiacae.– Adversus Praxeam.– Adversus Hermogenem.– Adversus Marcionem.– Adversus Valentinianos.– Adversus Judaeos.– De Anima.– De Carne Christi.– De Resurrectione carnis.– De Velandis virginibus.– De Exhortatione castitatis.– De Monogamia.– De Jejuniis.– De Pudicitia.– De Pallio.

{2} «Nostra institutio de porticu Salomonis est, qui et ipse tradiderat, Dominum in simplicitate cordis esse quaerendum. Viderint qui stoicum, et platonicum, et dialecticum Christianismum protulerunt.» De Praescrip., cap. VII.

{3} Hablando de éste, escribe: «A Christianis enim conversus ad Philosophos, de Ecclesia in Academiam et Porticum, inde sumpsit a stoicis materiam cum Deo ponere.»

{4} San Ireneo coincide en este punto con el apologista africano: así es que al refutar y combatir las herejías, especialmente las de los gnósticos, pone especial cuidado en demostrar que los antecedentes y el origen de éstos se encuentran en los filósofos gentiles. Véase cómo se expresa al exponer la doctrina de ciertos gnósticos acerca de la eternidad de la materia: «Hoc autem quod ex subjecta materia dicunt, Fabricatorem fecisse mundum, et Anaxágoras, et Empedocles, et Plato primi ante hos dixerunt.» Adversus Haeres., lib. II, cap. XIX.

{5} «Crucifixus est Dei filius; non pudet, quia pudendum est. Et mortuus est Dei filius; prorsus credibile est, quia ineptum est. Et sepultus resurrexit; certum est, quia impossibile est.» En relación con estos textos, muy propios de la exageración del apologista africano, y como expresión de su tendencia y contenido, suele aducirse y citarse el famoso Credo, quia absurdum, que algunos atribuyen sin razón, ya a San Agustín, ya a otros Padres de la Iglesia.

{6} «Sed potuit, ut dixi, escribe el Obispo de Hipona, propterea putari corpus Deum dicere, quia non est nihil, non est inanitas, non est corporis vel animae qualitas, sed ubique totus et per locorum spatia ubique partitus, in sua tamen natura atque substantia immutabiliter permanet.» De Haeresib., cap. LXXXVI.

{7} Así, por ejemplo, después de haber dicho que el Verbo procede del Padre como Espíritu de Espíritu y Dios de Dios (de Spiritu Spiritus, et de Deo Deus), dice en otra parte que todo lo que es real es cuerpo a su manera: omne quod est, corpus est sui generis; nihil est incorporale, nisi quod non est. (De Carne Christ., cap. XI.) Como se ve, esta afirmación es absolutamente incompatible con la anterior, si se toma en sentido literal.

Tampoco faltan pasajes en que Tertuliano presupone distinción real entre los cuerpos y los espíritus. «Mundi hujus moles a Deo creata fuit cum omni instrumento elementorum, corporum, spirituum.» Apolog., cap. XVII.

{8} «Sed et Tertulliani quoque eadem ratio est. Nam sicut ille (Origenes) apud Graecos, ita hic apud Latinos, nostrorum omnium facile princeps judicandus est. Quid enim hoc viro doctius, quid in divinis atque humanis rebus exercitatius? Nempe, omnem philosophiam, et cunctas Philosophorum sectas, authores, adsertoresque sectarum, omnesque eorum disciplinas, omnem historiarum ad studiorum veritatem, mira quadam mentis capacitate complexus est.» Commonit., cap. I.