φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo segundo:12345678910Imprima esta página

§ 2. Clasificación y divisiones generales de la filosofía cristiana

Es sumamente difícil clasificar y dividir la Filosofía cristiana en períodos y escuelas que ofrezcan al [8] lector cuadros tan precisos y movimientos tan determinados y característicos como los que hemos señalado en la Filosofía greco-romana. Considerada cronológicamente la Filosofía cristiana, puede dividirse en tres grandes períodos, que son el período patrístico, el período escolástico y el período moderno, los cuales pueden subdividirse en otros menores, caracterizados por las vicisitudes y evoluciones principales que presentan en su proceso histórico-doctrinal; y ésta será la división que adoptaremos como forma general externa del movimiento filosófico desde el origen del Cristianismo hasta nuestros días, sin perjuicio de señalar en los períodos correspondientes el movimiento filosófico extracristiano, representado por los árabes y los judíos.

Por parte del contenido filosófico de los tres grandes períodos indicados, o sea por parte de las varias escuelas y evoluciones que forman el conjunto general de la Filosofía cristiana, en oposición a la Filosofía pagana anterior al Cristianismo e independiente de esta religión, conviene distinguir la Filosofía esencialmente cristiana, de la Filosofía accidentalmente cristiana.

A contar desde los primeros pasos del Cristianismo y desde los primeros escritos de sus apologistas hasta nuestros días, no es posible encontrar escritores, obras, escuelas ni sistemas filosóficos que no se hallen más o menos saturados de ideas cristianas, sin excluir los escritos y sistemas más opuestos al Cristianismo. Analícense las obras de los panteístas más rígidos, de los más exagerados racionalistas, de los positivistas y materialistas más osados, y se descubrirán en todas ellas ideas que deben su origen al Cristianismo, y que [9] suponen y afirman su influencia universal en la vida, en la ciencia y en la sociedad; y esto a pesar de los esfuerzos y tendencias de éstas para abandonar esta atmósfera cristiana, para volver a la civilización afeminada y efímera del paganismo. En este sentido, y sólo en este sentido, entran en la segunda época filosófica, y forman parte de la Filosofía cristiana, ciertas escuelas y sistemas incompatibles con las verdades fundamentales de la religión de Jesucristo.

Al lado y enfrente de esta Filosofía cristiana per accidens, está la Filosofía esencialmente cristiana, o sea la Filosofía que profesa y reconoce

a) Que existe un Dios personal, infinito en su esencia y en sus atributos, trascendente, anterior, superior e independiente del mundo, el cual está sujeto a su gobierno y providencia por parte de todos los seres que le componen, y especialmente por parte del hombre.

b) Que en virtud de esta providencia, Dios ejercita y prueba al hombre con bienes y males en esta vida, premiando y castigando respectivamente a buenos y malos después de la muerte, según el uso bueno o malo que hayan hecho de su libertad y de los auxilios divinos durante la vida presente.

c) Que el alma del hombre es inmortal y está destinada a una felicidad suprema, a una vida eterna, consistente en la unión íntima con Dios por el entendimiento y la voluntad, o sea en la fruición del Sumo Bien y en la posesión plena de la Verdad Suprema, Una y verdaderamente trascendental.

d) Que el mundo y el hombre deben su origen a una acción inefable de Dios, por medio de la cual les comunicó el ser cuando y como plugo a su soberana [10] voluntad; en otros términos: que el mundo y el hombre existen en virtud de la creación ex nihilo, en virtud de la acción omnipotente e infinita de Dios, que los sacó libremente de la nada.

Todo sistema que rechace todas o alguna de estas tesis; toda Filosofía incompatible con estas afirmaciones, podrá denominarse más o menos cristiana en sentido accidental, en relación con el número mayor o menor de ideas cristianas que contenga; pero no es ni puede apellidarse Filosofía cristiana en sentido absoluto y propio; pues esta denominación es sólo aplicable a los sistemas y escuelas que admitan esas cuatro verdades fundamentales, sin perjuicio de seguir direcciones diversas y hasta encontradas en la solución de los demás problemas filosóficos, siempre que esa variedad de direcciones y soluciones no entrañen la negación de las indicadas verdades fundamentales que constituyen como el fondo esencial de la Filosofía cristiana.

Conviene que el lector no pierda de vista esta observación, porque al hablar de la Filosofía de los Padres de la Iglesia y de los escolásticos, y al exponer sus sistemas filosóficos, se sobreentiende, a no ser que se advierta explícitamente lo contrario con respecto a alguno, que las verdades o afirmaciones expresadas forman parte de su teoría filosófica, de manera que la exposición que hagamos de sus respectivos sistemas se refiere, o a las aplicaciones y deducciones de dichas verdades, o a la solución de los demás problemas filosóficos.