Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González

Historia de la Filosofía
Primer periodo de la filosofía griega

§ 41

Crítica

Ya hemos indicado arriba la diferente manera con que la escuela eleática planteó y resolvió el problema filosófico respecto a la escuela jónica. Ahora debemos añadir que el método científico es también diferente y relativamente opuesto en las dos escuelas; pues mientras la jónica se apoya principalmente en la observación, y emplea el raciocinio a posteriori, la eleática procede a priori, y es guiada por especulaciones dialécticas de la más pura abstracción. Como es natural, la solución eleática, en armonía con este método y con este modo de plantear el problema, es una solución panteístico-idealista, que apenas tiene nada de común con la solución jónica. La concepción de la escuela de Elea es, en efecto, un panteísmo idealista, cuya base fundamental, cuyo principio generador, es el de todos los sistemas panteístas, es decir, la negación de la multiplicidad de que un ser produzca o engendre otro ser.

La escuela eleática, con su unidad absoluta del Ser y la consiguiente negación de la pluralidad real y de las generaciones o transformaciones substanciales, representa la antítesis más o menos completa de la escuela jónica, pero principalmente es antitética a la Filosofía de Heráclito, cuya tesis fundamental es la [153] negación del ser y la afirmación exclusiva del fieri, la afirmación del flujo o transformación perpetua de la existencia.

La concepción fundamental y la idea madre de la Filosofía eleática es la unidad absoluta del Ser, si bien cuando se trata de fijar la naturaleza y atributos de este Ser único, el pensamiento de la escuela aparece vago e incierto; pues mientras que unos le apellidan y explican como divinidad, otros prescinden de este aspecto, y tienden más bien a identificarlo con el mundo o cosmos. Desde este punto de vista, la teoría eleática tiene grande afinidad y semejanza con la teoría de Vacherot. En nuestra opinión, el Ser único de la escuela eleática, es el ser puro y abstracto, concebido como real u objetivado, pero sin atributos ni determinaciones de ningún género: no es ni materia, ni espíritu, ni inteligencia, ni sentidos, ni cuerpo, ni alma; es el Ser y nada más que el Ser, y en este concepto ofrece bastante analogía con la Idea de Hegel en su estado inicial, y mayor todavía con el Absoluto indiferente de Schelling.

Entre los principales representantes de esta escuela, Xenófanes se dedicó a combatir el antropomorfismo que los griegos atribuían a la divinidad, atacando al propio tiempo su politeísmo por medio de la afirmación del ser divino uno; Parménides desarrolló y sistematizó, pero en sentido idealista, la concepción de la unidad absoluta del ser; Meliso aplicó esta idea al mundo físico o material, y Zenón la defendió contra los adversarios e impugnadores. Xenófanes fue el teólogo de la escuela eleática, Parménides el metafísico, Meliso el naturalista, y Zenón el dialéctico. [154]

Ya hemos visto que este último adquirió grande celebridad entre los antiguos, a causa de sus famosos argumentos contra la pluralidad de seres, contra la veracidad de los sentidos, contra la realidad del espacio, y, sobre todo, contra la existencia del movimiento. Ahora debemos añadir que las contradicciones que el dialéctico de Elea descubría en estas cosas, tienen bastante analogía con las famosas antinomias cosmológicas de Kant en los tiempos modernos. Así como Zenón es el representante más genuino de la escuela eleática en el orden dialéctico, Parménides lo es en el orden metafísico, como se ha dicho, puesto que, según indica el mismo Aristóteles {41}, fue el único que se elevó a la concepción racional y superior de la unidad del ser, mientras que Meliso buscaba la unidad en la materia, y Xenófanes se agitaba en una concepción vaga y confusa de la misma.


{41} «Parmenides etenim, Unum secundum rationem attigisse videtur; Melissus vero, secundum materiam; Xenophanes autem, quamquam prior istis (nam Parmenides ejus auditor fuisse dicitur), unum posuerat, nihil tamen clarunt dixit, et neutrius horum naturam attigisse videtur, sed ad totum coelum respiciens, ipsum unum ait et esse Deum.» Metaphys., lib. I, cap. IV.

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Zeferino González
historias de la filosofía

Historia de la Filosofía (2ª ed.)
1886, tomo 1, páginas 152-154