Filosofía en español 
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Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza

Pedagogía Proletaria. Jornadas Pedagógicas de Leipzig 1928

III. La organización del sistema escolar

B) Organización de la enseñanza en U.R.S.S.
por Pinkiévitch


TESIS

La organización de la enseñanza, en general, es uno de los problemas más importantes en orden a la estructura cultural de cada país. Al mismo tiempo, cuando se analiza profundamente esta cuestión, se descubre siempre en esa organización la esencia misma de la Sociedad a que se refiere. Y si de toda la historia de la sociedad, hasta aquí, puede decirse que no ha sido otra cosa que la historia de la lucha de clases, esa lucha de clases no ha repercutido en parte alguna con tanta precisión e intensidad como en la enseñanza.

Lo mismo en Grecia que en Roma, en los albores de nuestra civilización que en los tiempos presentes, la enseñanza se ha organizado siempre para servir a las clases dominantes de la población. De ahí que no encontremos en ningún país una organización escolar capaz de dar satisfacción a toda la sociedad. Una organización escolar que responda a las exigencias de la humanidad sólo será posible cuando desaparezcan las clases sociales, es decir, en un régimen comunista. En cambio, no puede existir en una sociedad de clases ni en una sociedad de transición creada por la dictadura del proletariado.

Si en cada organización vemos reflejarse los intereses de las clases dominantes, en la organización escolar de cada país veremos las distintas modalidades político-económicas características de dicho país. Y cuanto mayor y más diferentes sean las capas sociales que se disputan o reparten el Poder –a lo que llegan mediante una serie de compromisos para mantener cierto equilibrio inestable en el país– más frágil será la organización de la enseñanza. En cambio, en aquellos países donde el Poder está en manos de una sola clase o de una sola capa social, la organización escolar es mucho más homogénea, más compacta y más consecuente, ya que no han tenido que hacer a nadie concesiones de ningún género.

Tanto Europa como América nos dan valiosos ejemplos de estas transacciones en materia de enseñanza.

Recordemos la lucha, tan prolongada como dolorosa, que actualmente se sostiene en Alemania en torno a la ley escolar, los titubeos de la política inglesa en orden a la enseñanza, durante estos últimos años, las mismas fluctuaciones francesas... Y ni que decir tiene que todos estos compromisos y todas estas transacciones no benefician, en fin de cuentas, más que a las clases dominantes. Las masas obreras no reciben más educación que aquella que la burguesía estima necesaria para procurarse la mano de obra calificada que le es preciso. Las necesidades económicas de sociedad capitalista exigen un obrero semi-instruido, que sepa justamente lo suficiente para ser un trabajador hábil y bien orientado en la producción, pero que no sea capaz de pretender ocupar situación de dirigente. Para conseguir esos fines se impone una organización escolar adecuada.

Los Estados Unidos y Francia

No entra en mi ánimo el insistir acerca de las características de los diversos sistemas de los países capitalistas. Ello exigiría una gran cantidad de tiempo que no tengo. Por eso me voy a limitar tan sólo a escoger dos ejemplos. Uno de ellos lo extraeré de la organización escolar de los Estados Unidos que, al parecer, es la que más se aproxima a la idea de la Escuela Única del Trabajo. El otro lo buscaré en la organización francesa, que no tiene, ni mucho menos, semejante pretensión.

La organización escolar de los Estados Unidos consta, si se siguieran todos los grados de enseñanza que tiene establecidos, de 25 años de estudios. Para llegar a conseguir los títulos superiores de ingeniero, médico, &c., hay que sufrir infinidad de exámenes. La significación política de esta estructura es evidente: ningún obrero, en un país capitalista como América, podrá prolongar sus estudios en esa proporción. Por consiguiente, no ocupará jamás puestos importantes en la vida cultural, ni el la vida industrial.

Esa misma tendencia se observa en Francia. En Francia las masas populares van a la escuela primaria, mientras que las familias pudientes envían a sus hijos al Liceo o al Colegio. Las modificaciones realizadas últimamente o en proyecto no cambian nada esta situación. Las masas obreras tampoco tienen en Francia la menor esperanza de llegar a los primeros puestos de la economía nacional, que sigue estando en manos de las clases privilegiadas.

Sin embargo, si buscamos la confesión de esas tendencias, buscaremos en vano. No confiesan francamente sus fines. Los ocultan y disimulan tras una exuberante fraseología democrática y tras unas fórmulas llamadas “humanitarias”.

Esa fraseología produce sus efectos. No faltan tontos, incluso en la clase obrera, que se dejan engañar y creen que la burguesía se preocupa efectivamente de la instrucción del pueblo. El mismo Natorp no llega a colocarse junto a los trabajadores en sus investigaciones de pedagogía social. No obstante sus simpatías por el socialismo, constantemente emplea términos ambiguos y no precisa su concepto de la Sociedad, defecto que ha extraviado ya a no pocos intelectuales, sinceramente animados en favor de la clase obrera.

Principios que informan la organización escolar soviética

En Rusia el problema de la enseñanza reviste otros caracteres. En Rusia el poder está en manos de los trabajadores, los cuales no tienen compromiso alguno con nadie, ni necesitan hacer transacciones con las demás clases. La dictadura del proletariado no las acepta. Por eso la organización de la enseñanza es monolítica, compacta y refleja los intereses de las masas trabajadoras en una sociedad todavía transitoria.

Para estructurar la enseñanza soviética, sus organizadores sentaron las siguientes bases:

a) La enseñanza debe establecerse en beneficio de los trabajadores de Rusia, quienes, frente a todo un mundo de enemigos, edifican un régimen socialista. Ello señala ya los fines de la educación. Como el problema de los fines ha sido ya objeto de otra ponencia, yo me limitaré a decir aquí que la enseñanza en nuestro país se inspira en los intereses del proletariado revolucionario que reorganiza y transforma, de acuerdo con los campesinos y con su ayuda, la vieja Rusia capitalista en sociedad socialista.

b) Este sistema, como consecuencia de lo dicho anteriormente, no solamente debe adaptarse a las capas proletarias propiamente dichas, sino que debe servir de instrumento para influenciar las zonas no proletarias o medio proletarias, haciéndolas que participen en esa obra de edificación socialista.

c) Debe igualmente responder a las necesidades de la economía nacional y servir de poderoso factor del desarrollo económico del país. Este aspecto tiene considerable importancia en Rusia, ya que, todavía, en la actualidad y en este orden de cosas, vive atrasada y tiene que realizar grandes esfuerzos y penosos sacrificios para ponerse al mismo nivel de las naciones burguesas que la rodean.

d) Dada la diversidad de pueblos que integran Rusia y le dan su particular fisonomía, la estructura de la instrucción pública y su contenido deben favorecer el desarrollo de las culturas nacionales. En ese sentido hemos obtenido ya importantes resultados. Hemos creado la escuela nacional; hemos abolido todos los privilegios y todas las restricciones de orden nacional o religioso; ya no hay privilegio alguno para el idioma ruso; desde la revolución hemos hecho alfabetos con caracteres latinos para 16 naciones; en la actualidad la enseñanza se da en las escuelas en 32 idiomas diferentes; hemos libertado a la mujer oriental...

Esta política del gobierno soviético acaso sorprenda a algunos de nuestros camaradas y quizá se pregunten cómo puede armonizarse con los principios internacionalistas. A esa pregunta contestaremos con las siguientes palabras de Lunatcharski, comisario de Instrucción pública: “Nosotros sabemos que la política de nuestra Unión es una y que la cultura de nuestra Unión es una también. Sabemos que esta cultura única de nuestra Unión servirá de base a la cultura única de toda la humanidad... Pero sabemos igualmente que no podemos realizar esta unidad sino respetando profundamente la fisonomía nacional de cada pueblo, de cada tribu, y hasta vemos las grandes ventajas que supone una cultura que no sea monótona, sino cosmopolita en el mejor sentido de la palabra, varia, multiforme desde el punto de vista de los idiomas y de las costumbres. Ya veremos lo que el porvenir tiene reservado a esa multiplicidad. Por el presente nosotros defendemos la unidad del pensamiento proletario, la unidad de concepción mundial proletaria y la plena libertad de expresión de esa cultura única”.

e) La organización general, el contenido y los métodos de instrucción y de educación deben contribuir a la formación de campeones de los ideales de la clase obrera. De ahí que, como consecuencia, la educación y la instrucción de las masas populares estarán impregnadas de espíritu socialista y comunista. De esa forma, los fines de la pedagogía se amplían. La pedagogía ya no se reduce tan sólo al desenvolvimiento del proceso del niño; sino que se transforma en teoría de la educación y de la instrucción de las masas populares en la época de la gran lucha y de la gran edificación.

f) El corolario de la tesis precedente será proclamar la necesidad de extender la acción educadora y cultural a toda la población: a los niños y a los adultos; a los hombres y a las mujeres, pues para edificar el nuevo régimen todos los factores son necesarios. Los niños, con su escuela, con su jardín, con su asilo, deben sentirse como un trozo, como un pedazo de ese ejército de constructores del socialismo. Y si eso decimos de los niños, ¿qué no podríamos decir de los adultos?...

g) El rasgo distintivo del sistema escolar soviético es indudablemente su maleabilidad, su adaptabilidad a las particularidades locales. Todos los grados de la jerarquía escolar son accesibles a todos los trabajadores, sin que en ningún momento padezca la lógica de esa jerarquía o los enlaces armónicos de esos grados.

Consecuencias prácticas

De esos principios fundamentales que hemos enumerado anteriormente podemos deducir toda una serie de consecuencias prácticas, con las que se precisará el trabajo concreto en nuestros centros de enseñanza. Los puntos fundamentales sobre los cuales debemos insistir aquí, son los siguientes: ante todo, las reivindicaciones ya formuladas por los célebres utópicos Tomás Moro, Campanella, Owen, Fourier, Marx y Engels, reivindicaciones relativas a la unión en el proceso de la educación y de la instrucción de la enseñanza con el trabajo productivo y con la participación en la actividad socialmente útil. En este sentido hay que subrayar que la educación y la instrucción tienen un carácter politécnico (Marx).

Esta reivindicación, perfectamente de acuerdo con el espíritu de toda la construcción rusa, se justifica igualmente desde el punto de vista psicológico y desde el punto de vista de la introducción de los métodos activos en el trabajo pedagógico. La escuela forma constructores activos, capaces de construir y de luchar colectivamente, constructores que no se sientan encadenados por prejuicios o por supersticiones religiosas de ninguna clase. Para ello se crean órganos que corresponden a la escuela y a los niños, pues al querer formar hombres activos, constructores enérgicos de la sociedad comunista, tienen que organizar un gran movimiento comunista entre los niños. En ese movimiento se engloban ya varios millones de pequeños.

La educación preescolar y la llamada instrucción paralela a la escuela-instrucción política, –“politprosviet”– que casi no se conocían antes de la revolución, están ahora considerablemente desarrolladas.

El sistema de las escuelas generales y profesionales está concebido de modo que responda lo más exactamente posible a las diversas necesidades de la economía nacional. Todavía no existe una completa unidad en la organización escolar de las diversas repúblicas. En Ucrania y en la Rusia Blanca, por ejemplo, la instrucción general o social termina a los 15 años, edad en que el escolar pasa a un centro profesional. En las otras republicas –Federación Caucásica– la instrucción general y politécnica llega hasta los 17 años. Estas diferencias se atenuarán con el tiempo; y ya han comenzado las gestiones para llegar a instaurar un sistema único de instrucción popular para toda la Unión.

Aunque existan pequeñas diferencias particulares entre los sistemas, los principios fundamentales son siempre los mismos: enseñanza laica, coeducación, libre acceso a todos, &c., caracteres que se encuentran en todas las repúblicas. Añadamos un nuevo rasgo típico: la enseñanza se ha democratizado grandemente. Ha adquirido tal importancia, que los pedagogos de los demás países no pueden formarse idea exacta de sus proporciones. El gobierno soviético estima que todas las instituciones de la República, sin excepción alguna, tienen importancia cultural y pedagógica. Así, en Rusia, la prensa, el teatro, el cine, la T.S.H., las bibliotecas, los sindicatos, los organismos políticos, &c., tienen verdadera importancia cultural. Basta pensar en la colaboración que en este sentido prestan infinidad de obreros. Esos son, pues, los principios. Pero no seríamos sinceros si no advirtiésemos que todavía en nuestra organización existen lagunas. Así, en unos sitios la formación profesional comienza a los 15 o a los 17 años; en otros, por el contrario, comienzan a especializarse apenas abandonan la escuela primaria. Las escuelas de aprendices que hay en las fábricas, en los talleres y las escuelas profesionales técnicas admiten los alumnos con sólo poseer la instrucción primaria. La enseñanza no es todavía completamente gratuita ni absolutamente obligatoria. Esperamos poderlo conseguir allá por el año 1934. Las causas de esos defectos, que somos los primeros en reconocer, hay que buscarlas en la situación especial del país, en su atraso, en su pobreza, en la ruina que tiene que sufrir como consecuencia de la guerra mundial y de la guerra civil, y como consecuencia de tener que vivir en medio de la hostilidad de los demás Estados capitalistas. De todos modos confiamos liquidar rápidamente todos estos defectos.

Educación social

Veamos ahora rápidamente cómo se aplica esta organización rusa. En esta organización pueden verse cuatro líneas fundamentales: educación general o social, educación profesional, propaganda cultural y política e investigaciones científicas.

Comencemos por la educación social. Abarca todos los centros de educación preescolar –de 3 a 8 años en U.R.S.S. y de 4 a 8 en Ucrania–; las escuelas de primer grado –de 8 a 12–; las escuelas de segundo grado –de 12 a 15 y de 15 a 17–; y las escuelas para la juventud campesina. Pueden incluirse en esta enumeración las instituciones para huérfanos y para anormales. En todas estas escuelas encontraremos los principios ya enunciados: educación social y política con espíritu socialista y comunista; formación politécnica a base de trabajo productivo; trabajo de utilidad social entre la población; organización autónoma en los escolares –self government, pionniers–; espíritu realista y materialista en los programas; método dialéctico –complejos, síntesis– para estudiar los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad; métodos activos de trabajo escolar –sistema de laboratorio, de proyectos, método experimental, &c.–; marcada orientación hacia la producción o las producciones locales; estudio de la historia local; concentración de programas alrededor de la actividad laboriosa del hombre, &c. Todo esto contribuye a dar a todas las instituciones de educación social un carácter soviético y específicamente proletario. Conviene subrayar la importancia de los nuevos programas de la escuela de Trabajo –“Programas del consejo científico del Estado”– que, por primera vez, han realizado la organización marxista de la escuela del trabajo. Esos programas tienen, como centro, el trabajo, y, como finalidad, hacer colectivistas y campeones de los ideales de la clase obrera.

Como hay una ponencia que se ocupa especialmente de nuestros programas, me limito tan sólo a hacer estas consideraciones de carácter general.

Formación profesional

Los centros que tienen a su cargo la formación profesional pueden integrar cuatro grupos: a) centros de instrucción obrera; b) centros de instrucción profesional y técnica elemental; c) centros de instrucción profesional de segunda enseñanza; y d) centros de instrucción profesional superior con sus correspondientes Facultades obreras.

La enseñanza profesional soviética está caracterizada por la importancia especial que se concede a la educación obrera y a la educación de los adultos –escuelas de aprendices, de taller, de fábrica, &c.–, desarrollo de la enseñanza profesional superior y creación de varias Facultades obreras.

En las escuelas de adultos encontramos particularmente acusada la íntima unión entre la enseñanza y la producción, entre la enseñanza y la vida, así como encontramos el mismo espíritu materialista, activo y colectivista, transmitido con el trabajo social.

En todas estas escuelas, el self-government y la participación de los escolares en la vida de su escuela es grandísima. Igualmente hay una gran relación entre la escuela y la producción, sea bajo una forma práctica consagrándose a determinados aspectos de la producción, o haciendo que toda la escuela trabaje por un aspecto de la producción.

Como algunas escuelas profesionales no son escuelas de masas, ni aceptan a todos los candidatos, hay que elegir, y en esa elección se manifiesta bien claramente el principio de clase mucho más que en las escuelas de educación social. A veces, en la prensa extranjera, se encuentran artículos en los que se afirma que en lo referente a estas escuelas profesionales se observa cierto retroceso comparándolas con las escuelas profesionales existentes en el período prerrevolucionario. Como respuesta a estas afirmaciones, comparemos las cifras que nos proporcionan las estadísticas.

En 1914-15 teníamos 104.610 escuelas inferiores –de todos los tipos– para la enseñanza general, con 7.236.000 de alumnos. En 1926-27 el número de centros correspondientes se elevaba a 108.424 con 9.903.000 escolares, lo que supone el 103,6% y el 136% en relación al año 1914-15. En cuanto a la segunda enseñanza, veamos las siguientes cifras: En 1914-15 existían 1.790 establecimientos frecuentados por 564.000 alumnos; en 1926-27 tenemos 1.708 establecimientos frecuentados por 785.000 alumnos, esto es, el 95,4% y el 139% respectivamente.

Veamos ahora la enseñanza profesional y media. En 1914-15 había 2.817 establecimientos con 267.000 escolares; en 1926-27 tenemos 5.002 establecimientos con 588.000 escolares, lo que supone un 175,9% y un 224,4% respectivamente. La instrucción superior comprendía, en 1914-15, 91 establecimientos de enseñanza superior con 125.000 estudiantes; actualmente hay 124 establecimientos de enseñanza superior frecuentados por 160.000 estudiantes, lo que supone un 136 y un 128%. Además poseemos instituciones escolares que no existían antes, al menos como institución del Estado: 1.629 jardines de la Infancia con 85.349 niños.

Educación política

No puede compararse la vieja organización con la serie de instituciones de cultura política para adultos creadas por Rusia y que alcanzan un desarrollo tal que no encontramos nada semejante en ningún país burgués. En ningún sitio ni en momento alguno la instrucción de las masas populares ha dado lugar a una dirección general del Estado. Sólo un gobierno de proletarios, como es el gobierno de los Soviets, podía plantearse como se ha planteado este problema, concediéndole una de sus principales preocupaciones. La actividad política y educativa tiene en Rusia una significación particular ya que el gobierno soviético encontró al país completamente en ruinas y en pleno obscurantismo. De ahí que una de sus primeras preocupaciones fuese la de liquidar el analfabetismo. En los últimos cinco años han aprendido a leer y escribir unos siete millones de personas.

Los “isbas” de lectura en los pueblos, y los “clubs obreros” en las ciudades, son las células organizadoras de la obra cultural entre los adultos. A ellas habrá que añadir las bibliotecas, los círculos de estudios que organizan audiciones de T.S.H., espectáculos, conferencias, discusiones, &c.

Además de los “isbas” de lectura, de los clubs, de los cursos para la liquidación de los analfabetos, el sistema de educación política comprende las bibliotecas, los museos, los teatros, cines –además de ciertos establecimientos que tienen un papel experimental modelo–, escuelas profesionales para adultos, escuelas para militantes soviéticos y comunistas, universidades obreras, &c. Esas son las principales formas que reviste esta educación política. Todavía habría que añadir la dirección autodidáctica que entra también en el programa de los organismos de educación política –cursos por correspondencia, manuales para instrucción individual, &c.

El trabajo científico y la dirección de la enseñanza

El último aspecto del trabajo educativo lo constituyen las investigaciones científicas que se realizan en varios centros de enseñanza, especialmente adaptadas a esta finalidad como, por ejemplo, los institutos experimentales –independientes o anejos a las escuelas superiores–. A la cabeza de estos establecimientos de investigaciones se encuentran tres academias: Academia Panunionista de Ciencias; Academia Comunista; Academia Ucraniana de Ciencias. Para la preparación de los nuevos cuadros de sabios se ha formado una categoría de “aspirantes” que siguen su preparación en los centros superiores de enseñanza y en los institutos experimentales. Nuestro trabajo de investigación sufre las consecuencias de una organización insuficiente y de la falta de plan. Ese vicio es imputable a que todavía existe mucho personal viejo acostumbrado a métodos individualistas de investigación científica.

La instrucción pública en U.R.S.S. está dirigida por los órganos del gobierno y por los comisarios de instrucción pública. Además, las secciones culturales de los sindicatos, de las organizaciones corporativas, del Ejército rojo y de la flota dirigen también, en su esfera de acción, el trabajo cultural.

Hacia un gran esplendor cultural

En este esquemático relato que estamos haciendo no hemos tenido ocasión de indicar las condiciones en que se desarrolla nuestro trabajo. Había que señalar muchas lagunas. Nuestro fundamental obstáculo es nuestra pobreza. No poseemos los laboratorios, ni las escuelas superiores necesarias para un país tan extenso como el nuestro, ni para una población de 150 millones de habitantes. Esa es la causa de que desde el punto de vista técnico estemos retrasados en comparación con ciertos estados burgueses. Pero, teniendo en cuenta lo que hemos hecho en los últimos cinco años, esperamos recuperar rápidamente el tiempo perdido.

Los testigos imparciales de nuestro trabajo han reconocido siempre el desarrollo cultural y los resultados ya alcanzados en el campo de la instrucción pública, desarrollo en cantidad y en calidad. La organización de la educación preescolar, de la acción educadora y política, la creación de tipos nuevos de escuelas originales adecuadas al espíritu de la dictadura del proletariado –escuelas de fábrica, de taller, donde la enseñanza está íntimamente unida a la producción, como las escuelas para la juventud campesina– la revisión radical de los métodos de enseñanza y la renovación del contenido de la enseñanza en todos los grados de la escuela. Esas son las principales innovaciones que señala el cambio considerable realizado por la Revolución de Octubre en nuestro país. No es, pues, de extrañar que Máximo Gorki, nuestro célebre escritor, haya estimado nuestra obra de esta forma:

“Estáis de tal modo sumergidos en vuestro trabajo, que no os dais cuenta de los resultados obtenidos. En cambio, yo, que me encuentro a cierta distancia, puedo seguir y sigo todas las manifestaciones del mismo. Aunque me ocupo sólo de literatura, desde mi observatorio veo todo lo que pasa en Rusia y puedo deciros que vosotros mismos no podéis imaginar el considerable desarrollo cultural alcanzado por el pueblo.”

Ahí tenéis, pues, los resultados en orden a la enseñanza, que supone el que el Estado esté en manos de los trabajadores. A pesar de los obstáculos, de las dificultades encontradas, los trabajadores aspiran a la instrucción, a un esplendor cultural como jamás ha conocido la historia. Esta idea la expresó magníficamente Lenin en su “Hoja diaria” del 2 de enero de 1923 (Obras, Tomo XVIII, pág. 106).

“Habrá que plantear esta cuestión del obscurantismo semiasiático del que todavía no nos hemos libertado en la actualidad y del que no lograremos libertarnos sin grandes esfuerzos. Lo conseguiremos porque en ninguna parte los problemas culturales se plantean tan radicalmente y tan sistemáticamente como entre nosotros. En ningún sitio se encuentra el poder del Estado en manos de la clase trabajadora que comprende perfectamente las imperfecciones, si no de su cultura, sí de su instrucción elemental. En ningún sitio la clase trabajadora está dispuesta ni hace los sacrificios que en este orden de cosas hemos hecho y hacemos nosotros.”

Con lo dicho creo que se tienen suficientes elementos, no sólo para caracterizar la instrucción pública de los soviets, sino para criticar el sistema de los Estados capitalistas. Queda evidenciado el carácter explotador y burgués del sistema cultural de los Estados capitalistas si se compara con el que, en circunstancias difíciles y a costa de sacrificios inauditos, pero con tesón, han creado los soviets.

Confío en que nuestra Internacional utilizará la lección que se desprende del trabajo del gobierno soviético en orden a la enseñanza, y espero igualmente que los trabajadores en la enseñanza tendrán pronto ocasión de utilizar estas lecciones en sus propios países.

[Pedagogía Proletaria, París 1930, páginas 143-152]