Filosofía en español 
Filosofía en español

Pedro Fedoséiev · Dialéctica de la época contemporánea · traducción de Augusto Vidal Roget

Parte segunda. El progreso de la sociedad y del individuo

Socialismo y patriotismo


El patriotismo socialista, tipo nuevo y superior de patriotismo

Gracias a la Gran Revolución socialista de Octubre, las masas de Rusia se liberaron de todo yugo –político, económico y nacional–, y crearon un nuevo régimen, el soviético, en el cual el poder se encuentra en manos de las propias masas trabajadoras, y los obreros y los campesinos son los dueños de todas las riquezas de su país, de todos los frutos de su trabajo. Por primera vez en la historia, el poder soviético proclamó, y mantiene invariablemente en la práctica, la plena igualdad de derechos y la colaboración voluntaria de todas las naciones y nacionalidades de nuestro país. Los ciudadanos soviéticos son dueños de sus destinos. [254] Aquí, los intereses de cada trabajador se han fundido con los destinos e intereses de la patria, del Estado en su conjunto.

El régimen socialista soviético ha engendrado un tipo nuevo, más elevado, de patriotismo, el patriotismo socialista soviético; ha fomentado y multiplicado las tradiciones heroicas de los pueblos de Rusia, ha conferido al patriotismo una nueva significación poniéndolo al servicio de la causa del socialismo. El pueblo soviético ve como una amenaza a su libertad, a su independencia y a su honor toda tentativa de invasión de su país. El pueblo considera toda guerra impuesta, por los agresores al Estado soviético como justa guerra patriótica por su patria socialista, su libertad y su independencia.

El pueblo soviético luchó con ejemplar heroísmo contra la invasión de catorce estados imperialistas en los años de la guerra civil y de la intervención militar extranjera (1918-1920), y a costa de enormes sacrificios defendió su libertad e independencia. El hecho de que en aquellos años difíciles nuestro pueblo derrotara a los invasores intervencionistas es una prueba de la vitalidad y de la indestructible fortaleza del régimen soviético, de la inagotable fuerza del pueblo liberado, henchido de ferviente patriotismo. Ese hecho demostró que el amor de los soviéticos por la libertad es inextinguible, y que en nombre de la libertad, en nombre de la independencia de la patria, nuestro pueblo no retrocede ante ningún sacrificio, ante ninguna prueba, está dispuesto a superar todas las dificultades.

Sobre el patriotismo revolucionario de los soviéticos, revelado en los años difíciles de lucha con los guardias blancos y los intervencionistas extranjeros, Lenin dijo:

"El patriotismo del hombre que prefiere sufrir hambre tres años a entregar Rusia a los extranjeros es un patriotismo auténtico; sin él, no nos habríamos mantenido los tres años. Sin ese patriotismo, no habríamos logrado defender la República Soviética, no habríamos abolido la propiedad privada ni podríamos planificar, ahora, la distribución de 300 millones de puds (V) de víveres. Ése es el mejor patriotismo revolucionario"{5}.

En los años subsiguientes, el amor a la patria socialista, a la libertad y a la independencia impulsó al pueblo soviético a realizar un trabajo abnegado en nombre de un poderoso desarrollo de la economía del país y de la cultura, en nombre de una mejor defensa de la nación. El trabajo heroico de nuestra gente en los años de la industrialización del país y de la colectivización agrícola constituyó la más palmaria manifestación de un patriotismo sin igual en la historia, la prueba de cómo los pueblos de la U.R.S.S. aman a su patria y se esfuerzan para hacer avanzar y consolidar su potencia económica y militar. [255]

Gracias a la industrialización socialista del país y a la colectivización de la agricultura, nuestra patria dio un gigantesco paso adelante, un salto histórico por el que pasó del atraso al progreso. La transformación de un país antes agrario y de bajo nivel técnico-económico en una gran potencia industrial fue la hazaña patriótica de millones de soviéticos alentados y dirigidos por el Partido Comunista. Los abnegados esfuerzos de los patriotas soviéticos permitieron que nuestra patria soviética se hallase preparada para defenderse eficazmente contra los, ataques de los imperialistas.

La guerra del pueblo soviético contra los agresores germano-fascistas ha sido la más justa de cuantas guerras justas registra la historia. La lucha histórica que nuestro pueblo sostuvo no fue tan sólo una lucha por la independencia del país, sino, además, por conservar y afianzar el régimen más avanzado, baluarte de la cultura y del progreso, de la libertad y de la independencia de todos los pueblos.

La Guerra Patria mostró a todo el mundo la extraordinaria fuerza del régimen soviético, la indomable voluntad de los pueblos de la U.R.S.S. para alcanzar la victoria, la fuerza del patriotismo soviético. El Partido Comunista puso en pie de guerra, alenté y organizó en defensa de la patria socialista, a todos los soviéticos, sin distinción de nacionalidad ni de religión. Ningún pueblo ha trabajado nunca con tanto espíritu de sacrificio y con tanta tensión en defensa del país como lo hizo el soviético. En toda la historia pasada, ningún ejército contó con una retaguardia que lo apoyara, tan abnegadamente como la del Ejército Soviético, cuyos ejemplos de entereza, de tenacidad, de valentía y de heroísmo no han sido superados.

En la Guerra Patria contra los agresores germano-fascistas y los imperialistas japoneses se manifestó brillantemente el gran aliento patriótico y la fuerza moral sin par del hombre de la nueva sociedad. La Patria Socialista formó una generación espléndida de hijos heroicos, valientes y abnegados, que se cubrieron de gloria con sus proezas inmortales. En los frentes de la guerra y en la lucha guerrillera en la retaguardia enemiga, los patriotas soviéticos conquistaron fama de héroes intrépidos y sin igual. Los nombres de Alexandr Matróssov, Nikolái Gastelo, Víktor Talalijin, Zoia Kosmodemiánskaia, Oleg Koshevói, Liza Cháikina y muchos otros simbolizan la fuerza invencible y el valeroso espíritu del gran pueblo soviético.

El Ejército Soviético cumplió con honor su deber patriótico, defendió nuestra patria, la limpió de invasores fascistas y elevé la autoridad mundial del primer país del socialismo cumpliendo su misión liberadora en relación con todos los pueblos que lucharon par su libertad e independencia contra los fascistas, que querían imponerse a sangre y fuego. [256]

En la guerra contra la Alemania hitleriana y sus cómplices, el Ejército Rojo demostré poseer magníficas virtudes castrenses, una firmeza moral y política sin par y un inquebrantable espíritu patriótico. Ningún ejército de la Europa occidental pudo detener, las hordas hitlerianas. El Ejercito Soviético, en larga y dura lucha, solo hasta la apertura del segundo frente en Europa, no se limitó a resistir la presión de las adiestradas y brutales hordas del fascismo, que habían avasallado los pueblos y ciudades de una decena de' estados europeos, sino que, además, las rechazó y alcanzó una victoria militar histórica.

La Gran Guerra Patria del pueblo soviético constituyó una demostración sin par de la fuerza vital del patriotismo socialista: En la amenazadora lid con las desenfrenadas huestes fascistas –lid en que tan copiosas fueron las extraordinarias manifestaciones de heroísmo, de alto nivel ideológico y de fidelidad a la patria y a los ideales, del comunismo– se consolidaron y se desarrollaron las tradiciones patrióticas del pueblo.

El arte militar y la intrepidez del Ejército Soviético se combinaron con el heroísmo de los trabajadores y de los defensores de Leningrado, Moscú, Stalingrado, Odessa, Sebastopol y Kíev. Lo que frustró los planes hitlerianos de "guerra relámpago" no fue tan sólo la preparación combativa de los soldados, sino, ante todo, el arrojo, la intrepidez, la firmeza y las tradiciones revolucionarias de los soviéticos, que no regatearon sus vidas en defensa de la patria. El patriotismo revolucionario decuplicó sus fuerzas.

La heroica defensa de Moscú y la derrota infligida a las tropas germano-fascistas en los alrededores de la ciudad provocaron una gran efervescencia patriótica entre los ciudadanos soviéticos, demostraron la falsedad del mito que pregonaba la "invencibilidad" del ejército nazi.

Ni el hambre ni otras privaciones que parecían insoportables pudieron romper el espíritu de combate de los leningradenses, de los defensores de la ciudad de Lenin. Los monstruos fascistas se habían propuesto arrasarla. Para ellos, no se trataba sólo de un objetivo militar. Querían demostrar que el fascismo podía rehacer la historia a su arbitrio. El endemoniado Hitler declaró que "San Petersburgo ha de desaparecer totalmente de la faz de la Tierra", pues, añadía, "la fundación de San Petersburgo por Pedro el Grande constituyó un acontecimiento fatal para la historia de Europa". En nombre de esos dementes planes cien mil soldados alemanes murieron al pie de Leningrado.

A los defensores de la ciudad los alentaban las grandes ideas de Lenin. En el período de la defensa, unos setenta mil leningradenses se hicieron comunistas. Aquel combate sin igual duró 900 días con sus noches.

Entró para siempre en la historia la gran batalla de Stalingrado, acontecimiento que cambia el rumbo de toda la segunda guerra mundial. Junto a Stalingrado se resistió el golpe de fuerzas [257] enemigas cuyos efectivos duplicaban los de nuestras tropas. El resultado de esta batalla sin precedentes, en la que participaron por ambas partes hasta dos millones de personas, es del dominio común: fue cercado y totalmente aniquilado un ejército de 330 mil hombres, formado por las tropas selectas hitlerianas. Después de ese golpe, las fuerzas armadas fascistas ya no pudieron recobrarse.

Los combates, jamás vistos en la historia, que se libraron en el territorio de nuestro país, las batallas que sostuvo luego el Ejército Soviético para liberar del yugo hitleriano a otros países, se ganaron a costa de grandes sacrificios. Esa guerra segó más de 20 millones de vidas. Las nuevas generaciones soviéticas nunca olvidarán el precio a que se ha pagado su libertad, y se educan teniendo bien presentes las grandes tradiciones patrióticas de nuestro pueblo.

Al alcanzar la victoria histórica, de universal trascendencia, en la segunda guerra mundial –en alianza con los pueblos amantes de la paz– al derrotar a los agresores alemanes y japoneses, el pueblo soviético salvó de la tiranía fascista a los pueblos de Europa y Asia, y este gran mérito adquirido ante la humanidad vigoriza en los corazones de nuestra gente un legítimo sentimiento de orgullo nacional.

El patriotismo soviético, libre de prejuicios racistas y nacionalistas, no transige con las representaciones de excepcionalidad nacional o de superioridad racial. El sentimiento de orgullo nacional del hambre soviético arranca de su amor a su patria socialista, de la lealtad y fidelidad con que la sirve. En el patriotismo soviético se encarna la conciencia de la superioridad del sistema socialista de economía, de la democracia y de la cultura soviéticas sobre el sistema capitalista de economía, sobre el régimen político y la cultura burgueses.

Al educar a los trabajadores en consonancia con el espíritu del patriotismo soviético, el Partido Comunista muestra el significado histórico-mundial de la iniciativa revolucionaria de nuestro país en la transformación comunista de la sociedad. El hecho de que por primera vez en la historia, en nuestro país se haya derrocado a las clases explotadoras, se haya liquidado el orden reaccionario y se haya afirmado la sociedad socialista ha de elevar forzosamente en nuestra pueblo la conciencia de sí mismo, la dignidad nacional y sus fuerzas creadoras. El hombre soviético, que lucha por la edificación de una nueva sociedad y la defiende heroicamente contra los enemigos del exterior y del interior, se inspira en la conciencia de su iniciativa histórica.

La patria socialista representa, en la historia de la sociedad, un medio social, político y cultural. cualitativamente nuevo. Sus rasgos fundamentales son: supresión de la propiedad privada y establecimiento de la propiedad colectiva sobre los medios de producción, fin de las clases explotadoras y afianzamiento de la unidad [258] política y moral de la sociedad, aniquilamiento de las discordias nacionales y refuerzo de la amistad entre los pueblos, desarrollo de la democracia soviética, auténticamente popular, florecimiento de la cultura, nacional por su forma y socialista por su contenido. Y en ese medio, el patriotismo se ha convertido en un sentimiento de todo el pueblo, en una gran fuerza propulsora de la sociedad.

El poder soviético ha asegurado la auténtica unidad del pueblo, ha satisfecho sus aspiraciones nacionales, ha trocado en realidad los mejores sueños de los heroicos luchadores por una patria libre. El régimen burgués deforma el nexo que une a los trabajadores con su tierra natal, pues los encadena al capital. Únicamente el régimen socialista, que ha creado un régimen social, político y cultural completamente nuevo, ha garantizado una verdadera conexión de los trabajadores con la tierra que les ha visto nacer, ha dado libertad a la lengua vernácula, ha forjado los condicionantes de un constante ascenso del bienestar material y de la cultura.

El patriotismo es inconcebible sin la conciencia de una comunidad de intereses en las relaciones de los individuos con su patria, con el pueblo. Es incompatible con la falta de fe en las potencias creadoras y en el futuro del propio pueblo. En un relato de Gorki, uno de los representantes de los "bajos fondos", al expresar un profundo sentimiento patriótico, dice: "El pueblo ruso no puede desaparecer... el pueblo no puede morir". De esta creencia en la inmortalidad del pueblo se nutre el heroísmo de los patriotas. Quien no cree en el pueblo y en su futuro, quien se siente deprimido y alarmado por su destino personal, no puede convertirse en un héroe, en un patriota.

El patriotismo soviético es de nuevo tipo, superior, y constituye un rasgo inseparable de la conciencia comunista de las masas. La ideología socialista, basada en el marxismo-leninismo, rebosa fe en las energías creadoras del pueblo e incluye, orgánicamente, las nobles ideas del patriotismo soviético. En la concepción comunista del mundo, los sentimientos patrióticos se fundieron armónicamente –por primera vez en la historia– con las ideas de socialismo, amistad de los pueblos y solidaridad internacional de los trabajadores. El heraldo y portador del patriotismo socialista, como de la ideología socialista en general, fue la clase obrera, que hermanó el sentimiento de orgullo nacional con la lucha por el socialismo.

La clase obrera rusa, como destacamento dirigente de todos los obreros de nuestro país y fuera rectora de la gran nación rusa, aportó a la historia: de la lucha del mundo por el socialismo inauditas hazañas revolucionarias que le granjearon el reconocimiento y la admiración de los trabajadores del orbe entero. "Los obreros revolucionarios de todos los países –escribió en su tiempo Stalin– aplauden unánimemente a la clase obrera soviética [259] idea. y, ante todo, a la clase obrera rusa, vanguardia de los obreros soviéticos; la reconocen como jefe, un jefe que lleva a cabo la política más revolucionaria y activa que los proletarios de otros países hayan soñado llevar a cabo alguna vez. Los dirigentes de los obreros revolucionarios de todos los países estudian con avidez la instructiva historia de la clase obrera de Rusia, su pasado, el pasado de Rusia, sabiendo que, además de la Rusia reaccionaria, existía una Rusia revolucionaria, la Rusia de los Radíschev y de los Chernishevski, de los Zheliabov y de los Uliánov, de los Jalturin y de los Alexéiev. Toda eso infunde (¡no puede no infundir!) en los corazones de los obreros rusos un sentimiento de orgullo nacional revolucionario capaz de mover montañas, capaz de hacer milagros"{6}.

El desarrollo del patriotismo soviético va ligado al cambio de los fundamentos económicos y de la estructura de clase de la sociedad. Este patrimonio tiene como base económica nuevas relaciones de producción socialistas: de colaboración amistosa y de ayuda mutua entre los trabajadores de la sociedad socialista.

En nuestro país, se ha abolido la propiedad privada sobre los instrumentos y medios de producción y se ha creado la propiedad colectiva socialista. Así como la primera limita el patriotismo, desune y divido a las personas, y es terreno abonado en que se nutre la enemistad, por el contrario, la propiedad colectiva, une a los individuos, hace que coincidan sus intereses vitales, sus anhelos y sus acciones. Par esto, precisamente, la sociedad soviética desconoce la rotunda contradicción entre los intereses particulares, personales, de los ciudadanos y los intereses generales del pueblo. El bien de cada individuo depende, en nuestra sociedad, del estado de la economía colectiva. En la circunstancia soviética, el patriotismo no sólo se expresa en la voluntad de defender a la patria contra los atentados de los enemigos del exterior, sino, además, en el trabajo abnegado en nombre del avance de la economía colectiva como base del crecimiento constante del bienestar material y del nivel cultural de los trabajadores.

Abolida la propiedad privada sobre los instrumentos y medios de producción, se acabaron las clases explotadoras, alma y sostén de la ideología chovinista, aunque esto no era óbice para que dichas clases se arrastraran ante el Occidente burgués, vendieran la patria a los capitalistas extranjeros y la traicionaran.

La clase obrera, que carecía de patria bajo el yugo burgués-terrateniente, cuando hubo conquistada el poder político se convirtió en clase gobernante, creó su patria socialista, se convirtió en la fuerza principal de su defensa y desarrolla, en el portador fundamental del patriotismo socialista. El heroísmo ejemplar y el ardiente patriotismo de la clase obrera reflejan la grandeza [260] de su causa, de alcance histórico mundial: reestructurar la sociedad en un sentido socialista.

El campesinado, como aliado de la clase obrera, ha vinculado sólidamente sus intereses a los destinos de la patria socialista. Su conciencia patriótica se elevó a un nuevo grado a raíz del cambio de estructura del campo, que pasó del régimen de pequeña propiedad al de gran economía colectiva. La gran masa campesina ha salido del estrecho marco de las representaciones pequeño-burguesas y de las tradiciones rutinarias, del mundo de los intereses limitados de la pequeña hacienda que le impedían ver los objetivos de todo el pueblo. Entre los koljosianos arraigó profundamente el sentido por los intereses generales del Estado. El campesinado de los koljoses vio la pasada Guerra Patria contra los agresores fascistas como su causa vital, como guerra santa por sus logros, por la libertad y la independencia de su tierra.

La intelectualidad soviética también se identificó con toda el alma con el patriotismo socialista. La vieja intelectualidad burguesa era, en su enorme mayoría, portadora de la ideología burguesa, se hallaba contagiada de prejuicios nacionalistas, así corno del servilismo tradicional ante la decadente cultura burguesa de los países occidentales. En cambio, la intelectualidad soviética es patriótica hasta la médula, plasma, en su actividad, los sentimientos del orgullo nacional soviético.

La indestructible alianza de la clase obrera y del campesinado koljosiano, sus fraternos lazos con la intelectualidad constituye una magna conquista del socialismo lograda gracias a la política del Partido Comunista. La unidad política y moral del pueblo soviético –unidad cuyos cimientos están en la alianza de la clase obrera y del campesinado– forma una de las grandes fuerzas motrices del desarrollo ascendente de la sociedad soviética hacia el comunismo. Consolidar esta alianza es condición fundamental para que siga incrementándose el poderío de la patria socialista y para que siga floreciendo el patriotismo soviético.

Con la creación y el afianzamiento del régimen socialista, nacieron y se desarrollaron otras naciones socialistas cuya fuerza dirigente es la clase obrera y su partido internacionalista. El patriotismo soviético es el patriotismo de las naciones socialistas unidas con fraternos lazos en una sola familia de pueblos.

Victorioso el poder soviético, se transformó el contenido de las ideas patrióticas en la conciencia de los pueblos de nuestro país. Cada pueblo siente entrañable amor y apego por su tierra natal, a la que se halla ligado por su pasado histórico, por el desarrollo de su cultura y de su idioma. Al mismo tiempo, todos los pueblos soviéticos tienen ahora una patria socialista común: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Únicamente con el predominio de la propiedad socialista sobre los medios de producción pudo resolverse de manera consecuente el problema nacional, y ello hace que los intereses nacionales de los pueblos de [261] posición a la concurrencia capitalista, feroz rivalidad por la obtención de beneficios, la emulación socialista persigue el incremento de la producción social en bien de todos los trabajadores. Por este motivo, precisamente, los soviéticos no estiman la emulación socialista como una cuestión privada, sino como una causa patriótica de todo el pueblo.

Los patriotas soviéticos se esfuerzan para que nuestra tecnología sea la más perfecta en todas las ramas de la producción, para que nuestras empresas den. un rendimiento máximo y fabriquen artículos de excelente calidad, para que el campo socialista produzca en todas partes cosechas óptimas, para que la ganadería colectiva sea la más productiva en todos los koljoses y sovjoses, para que el país disponga en gran abundancia de toda clase de artículos de consumo.

Con razón se enorgullecen los soviéticos de los grandes éxitos que han alcanzado en la ciencia, en la tecnología y en todas las esferas de la cultura. Los conocimientos científicos avanzan a pasos de gigante en extensión y en profundidad, penetran impetuosamente en la entraña del mundo material. Nuestro país se ha distinguido en la conquista del cosmos, en el conocimiento del Universo y en el estudio del mundo de las partículas más diminutas, en la investigación de la estructura y de las fuerzas internas del átomo, en la utilización de la energía atómica. Nuestros científicos penetran en los secretos de las capas altas de la atmósfera, en las "alturas celestiales", así como en las entrañas de la Tierra y en las profundidades de mares y océanos. Y en el centro de todas las ciencias, se halla el hombre mismo: sus intereses y su bien.

El orgullo nacional de la patria socialista exige que todas las personas sean instruidas y cultas, miembros activos y creadores de la sociedad, que la ciencia soviética ocupe posiciones de vanguardia en la ciencia mundial, que los éxitos de la cultura soviética sean dignos de nuestra gran Patria y puedan figurar al lado de los mejores frutos de la cultura universal.

Al mismo tiempo, los soviéticos desean a los demás pueblos sin excepción éxitos de toda clase' en la vía del progreso, se alegran con toda el alma de los resultados que obtienen los trabajadores de los países socialistas y se enorgullecen de las aportaciones con que éstos contribuyen al avance de la humanidad.

Los soviéticos comprenden que el honroso título de destacamento de vanguardia de la humanidad progresiva –título que en verdad se ha ganado el pueblo soviético con su lucha heroica– obliga a mucho, exige dar ejemplo en todos los aspectos de la vida. social, luchar denodadamente contra todas las manifestaciones de atraso. El deber patriótico reclama intransigencia frente a todos los fenómenos negativos de nuestra realidad: mala administración y negligencia en algunas empresas y en los kolioses, dilapidación y depredación de bienes públicos, producción defectuosa [263] y de baja calidad, chapucerías en ciencia, literatura y arte, fallas de tipo burocrático y desorden en algunas instituciones, desdén por las necesidades culturales y sociales de los trabajadores, &c. En la lucha por acabar con estos fenómenos negativos, se exterioriza todos los días el patriotismo de los soviéticos.

Tenemos un exponente de este activo patriotismo en el esfuerzo cotidiano por cumplir los planes estatales en todos los aspectos de la vida socialista, en la preocupación diaria por seguir fortaleciendo el Estado soviético, por eliminar los defectos en la labor de las empresas, de los koijoses y de las instituciones, así corno en el ejercicio de la autocrítica y de la critica desde abajo.

Los soviéticos comprueban de manera tangible que multiplicando su esfuerzo creador, el trabajo les proporciona nuevos bienes materiales y culturales. El Partido Comunista y el Gobierno soviético lo hacen todo para elevar el nivel de vida del pueblo.

La acción patriótica de los soviéticos se traduce brillantemente en el auge que alcanza el movimiento de todo el pueblo para elevar la productividad del trabajo, en el fomento y apoyo de todo lo nuevo y progresivo, en la difusión de los métodos de trabajo avanzados tanta en la industria como en el transporte y en la agricultura, En nuestro. país, a quienes se distinguen en la producción, a los héroes del trabajo –hombres y mujeres– se les estima y se res honra corno a hijos leales de la patria socialista. Entre nosotros, la experiencia de vanguardia y los resultados de carácter científico-tecnológico se consideran corno un bien nacional. La aplicación de los mejores modelos de trabajo constituye un deber patriótica de todos los soviéticos.

Hoy representa un deber moral y patriótico hacer todo lo posible para elevar la calidad de la producción. Cuando en nuestro país escaseaban las mercancías, no siempre se tenía en cuenta su calidad. Ahora las condiciones son otras, y no cabe olvidar que la fabricación de artículos de baja calidad supone malversación de materias primas, materiales, energía y trabajo.

La lucha por la calidad es un gran problema, no sólo económico, sino, además, social; es una expresión verdadera de las relaciones socialistas. El hombre produce cosas para el hombre. La lucha por la elevada calidad lo es por el bien de las personas, por elevar el nivel de vida y mejorar los servicios. Es posible decir que es realmente la expresión de los principios morales del hombre soviético, de su humanismo auténticamente socialista. Al preocuparse por la calidad, cada trabajador se preocupa por el bien de sus camaradas, por el bien del hombre.

El humanismo activo, real, y el patriotismo del hombre soviético empiezan en el lugar de trabajo, al pie del torno, en la brigada, en el taller, ahí donde se crean los artículos de consumo o los medios de producción. Por este motivo, producir artículos de mala calidad no sólo significa causar un perjuicio material, [264] sino, además, no respetar a los camaradas, infringir el código moral del comunismo.

Producir artículos de alta calidad no constituye tan sólo un problema de nuestro desarrollo interior. Lo que producen las empresas socialistas llega a todas partes del mundo, se vende en los mercados de los países que entran en el sistema socialista, se envía a los países en desarrollo, se coloca también en los mercados capitalistas. Por nuestra producción, tanto amigos como enemigos juzgan de nuestros resultados, del progreso del socialismo. Así, pues, el problema de la calidad de la producción atañe al prestigio de nuestro país, a nuestro patriotismo, a nuestro orgullo nacional.

Obtener la producción de mejor calidad del mundo significa luchar con hechos por el triunfo del socialismo en la competición mundial de los dos sistemas, significa hacer una eficaz propaganda de la superioridad del socialismo.

El incesante cuidado del Partido y del Gobierno por satisfacer en grado máximo las necesidades materiales y culturales –siempre crecientes– de la población constituye una demostración viva y realmente perceptible de la superioridad del régimen socialista sobre el capitalista, fortalece el sentimiento de orgullo nacional de los soviéticos. Esto, a su vez, cimenta todavía más la indestructible unidad moral y política del pueblo soviético, hace que los soviéticos cierren más decididamente sus filas en torno al Partido Comunista y al Gobierno soviético. El Partido Comunista anima a los trabajadores de la Unión Soviética para que realicen nuevas hazañas patrióticas en aras de la gloria patria.

El orgullo nacional de los ciudadanos soviéticos se inspira en la conciencia que éstos poseen del noble papel que desempeña nuestra patria socialista como abanderada de la paz entre los pueblos, como firme bastión en la contienda contra la reacción y la guerra. El pueblo soviético apoya unánimemente la, política pacífica de su Gobierno, política que responde a los intereses vitales y a las aspiraciones de los pueblos de todos los países.

Los patriotas soviéticos se alzan con fervor en defensa de la causa de la paz. Movidos por ese fervor, los trabajadores de nuestro país refuerzan por todos los medios la defensa activa de su patria frente a las acciones agresivas de sus enemigos. Los soviéticos tienen plena conciencia de que la defensa de la patria socialista es la defensa de la causa de la paz, de la democracia y del socialismo en todo el mundo.

El Partido Comunista exige de sus organizaciones que eleven constantemente la conciencia y la actividad de los patriotas soviéticos. En la labor de las organizaciones del Partido se asigna un papel de singular importancia a la educación de la juventud según el espíritu del patriotismo soviético y la fidelidad a los principios de la solidaridad internacional de los trabajadores. Familiarizarse con las tradiciones heroicas del propio pueblo, con [265] las proezas llevadas a cabo para mayor gloria de la patria y en aras del progreso de la humanidad eleva y templa la voluntad y ]a decisión de los soviéticos para superar todos los obstáculos, para trabajar abnegadamente en bien de la patria socialista, en nombre de la edificación comunista en nuestro país, en nombre del luminoso futuro de todos los pueblos.

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{5} V. I. Lenin, “Obras”, t. XLII, p. 124.

{6} I. V. Stalin, “Obras”, t. XIII, pp. 24-25.