Filosofía en español 
Filosofía en español

Pedro Fedoséiev · Dialéctica de la época contemporánea · traducción de Augusto Vidal Roget

Parte segunda. El progreso de la sociedad y del individuo

La revolución socialista y la aceleración del progreso histórico


La revolución socialista y la aceleración del progreso histórico

El contenido objetivo de la época contemporánea estriba en la lucha por la victoria del socialismo sobre el capitalismo, por liberar a toda la humanidad del yugo de las clases parasitarias, por preservar a la sociedad de las crisis, de las guerras que el imperialismo engendra y de la absurda malversación de fuerzas productivas, por afianzar el nuevo régimen –comunista– de la vida.

El marxismo ha demostrado que la división de la sociedad en clases, en explotadores y explotados, históricamente ya no tiene razón de ser, y que el sistema capitalista, en su conjunto, está ya maduro para la revolución social del proletariado.

El capitalismo ha quedado ya anticuado, sus fundamentos vitales están minados, lo corroen contradicciones inconciliables. La segunda guerra mundial y las revoluciones socialistas que se produjeron en varios países de Europa y Asia hicieron más profunda la crisis general del sistema capitalista en el mundo, sistema que pasa ahora por una nueva etapa –la tercera– de esta crisis. Para la aplastante mayoría de los habitantes de la Tierra, para todo investigador honesto y serio de los procesos que se dan en la marcha del mundo, está fuera de toda duda que ha llegado el ocaso del imperialismo. La carrera de armamentos y la utilización del progreso científico y tecnológico preferentemente de cara a la guerra son una manifestación del hecho histórico de que el capitalismo pudre todos los frutos obtenidos por la humanidad, dirige contra el hombre los resultados de su propio trabajo poniendo en peligro la vida de los seres humanos y el futuro de sus hijos. [216]

El capitalismo camina hacia su hundimiento no sólo porque, como monstruoso sistema de opresión económica y espiritual, merece ser condenado moralmente, sino, además, porque este sistema social ha dejado de corresponder a lo que conviene para el avance de las fuerzas productivas de la sociedad.

El proceso objetivo del desarrollo de la humanidad exige imperiosamente que las relaciones de producción y las formas de propiedad se ajusten a las fuerzas productivas –eminentemente colectivas por su carácter– de la gran producción mecanizada de nuestro tiempo. Las leyes del desarrollo económico exigen que se liquide el régimen social de explotación y, con él, todas las injusticias sociales, la explotación del hombre por el hombre, las guerras, la miseria y la ignorancia de las masas.

En el transcurso del último medio siglo, el movimiento histórico-mundial de las masas se ha señalado por el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre y por el afianzamiento del socialismo en la Unión Soviética. Para el socialismo y la democracia fue un éxito colosal la formación del sistema mundial del socialismo. El progreso del movimiento de liberación contemporáneo también se caracteriza por un poderoso crecimiento de las fuerzas de los partidarios del socialismo, de la paz y de la democracia en los países capitalistas, y por el impetuoso ascenso de la lucha de liberación nacional contra el imperialismo. El desarrollo y fortalecimiento del sistema mundial del socialismo es condición decisiva para que siga cobrando nuevos vuelos todo el proceso revolucionario de nuestra época.

Hasta hace poco tiempo, los ideólogos del imperialismo aseguraban que el sistema capitalista es inconmovible y que su reinado no tendría fin. Los apologistas del capitalismo afirmaban que la Revolución de Octubre era un fenómeno casual y que no se repetiría en otros países. Ello no obstante, durante los últimos veinte años la revolución socialista ha triunfado en varios países de Europa y Asia. Ahora, también en el hemisferio occidental, en Cuba, el pueblo lleva a efecto hondas transformaciones revolucionarias.

Hubo un tiempo en que la joven República Soviética se enfrentaba, sola, contra la presión bélica de catorce estados imperialistas. Ahora, en cambio, catorce estados socialistas, en la pacífica competición económica con el mundo imperialista, ponen a éste en jaque, y alcanzan nuevas y nuevas victorias. El carácter de fenómeno sujeto a ley de la revolución socialista queda ahora confirmado a escala mundial, cabe decir global.

En nuestra época, sería caer en el escolasticismo plantear el problema de si el centro del movimiento revolucionario se ha de desplazar como contrapeso al sistema mundial del socialismo. El proceso revolucionario del mundo, con su foco inicial en Rusia, la patria de la Revolución Socialista de Octubre, se despliega como un proceso único, que no se descompone en "centros" y [217] "esferas" relacionados con determinadas zonas geográficas, sino que se extiende en todas partes, hacia el occidente y hacia el oriente, abarcando a nuevos países y a nuevos continentes.

La revolución socialista en el tránsito de una sociedad vieja, históricamente caduca, a una sociedad nueva, más progresiva, constituye un reflejo de las leyes generales del progreso social. La experiencia multisecular de la humanidad demuestra de manera irrefutable que la transición de un estadio del desarrollo social a otro estadio más elevado de la vida colectiva se realiza a saltos y tiene un carácter revolucionario. La historia universal nos dice que las revoluciones no sólo han liquidado, las viejas estructuras, sino que han abierto vastos horizontes al acelerado desarrollo de una nueva sociedad.

El desarrollo que han alcanzado nuestro país y todo el mundo durante los últimos decenios demuestra con toda evidencia que el progreso, en nuestra época, sigue los caminos de la revolución socialista y de los movimientos de liberación nacional por ella desencadenados, los caminos de la reestructuración comunista de la sociedad.