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Comentarios críticos al Diccionario soviético de filosofía

Lo externo y lo interno

Lo externo y lo interno en el Diccionario soviético de filosofía


 

Lo externo y lo interno · Carmen Baños Pino · 7 de marzo de 2018

La entrada que el Diccionario soviético de filosofía dedica al par “externo /interno”, aparece en la versión de 1965 con el título de “lo externo y lo interno” y en la de 1984 como “lo exterior y lo interior”. Aparte del título, y algún otro ligero cambio en la redacción, los dos artículos tienen el mismo contenido, y en el segundo no se ha hecho ningún añadido nuevo al primero.

Los artículos constan de dos puntos. En el primero, se da una definición del par “externo/ interno” o “exterior/interior”, como “aspectos de un objeto o proceso que se distinguen por su lugar en la estructura de un todo” y a continuación (con punto y seguido) se establece la diferencia entre la categoría de lo “externo” y la categoría de lo “interno”. En el segundo punto, se tratan lo externo y lo interno como dos aspectos distintos de la realidad, que se corresponden con el “mundo exterior” y el “mundo interior”. A pesar de la brevedad con la que informan del tema (no le dedican más de doce líneas) son varias las observaciones que desde el Materialismo filosófico podemos hacer.

En primer lugar vemos que la definición que acabamos de citar, está hecha desde una simple perspectiva espacial en la que “lugar” parece tener el sentido aristotélico de una primera superficie inmóvil que envuelve a un cuerpo. De manera que lo “externo” sería la envoltura, el propio espacio receptáculo que a modo de cáscara contiene a un objeto “interior”. Las relaciones entre lo que está “dentro” y lo que está “fuera” expresadas de este modo son claras para un uso práctico con objetos cotidianos, pero serían muy difíciles de mantener en otros contextos. Advertimos que además el Diccionario extiende la definición a los aspectos internos y externos de “procesos” sin reparar que éstos ya no pueden tratarse de la misma manera que los objetos ordinarios de geometría definida, puesto que cabe entenderlos, por ejemplo, como desarrollos a partir de un núcleo que en unos casos puede ser interpretado como “interno”, pero en otros podría desempeñar el papel de envoltorio. La distinción espacial “interno /externo” deja de tener sentido cuando se aplica a “procesos” o a conglomerados de objetos, cuyas partes estuviesen entretejidas.

La alternativa que el Materialismo filosófico ofrece para distinguir las relaciones de un objeto, proceso o conglomerado de objetos con su “mundo entorno”, permite rebasar esa dualidad rígida entre lo “exterior” y lo “interior”. Desde el Materialismo filosófico se ha habilitado el término “nódulo” para referirnos a objetos que ya no son las figuras planas o los objetos tridimensionales, sino configuraciones de objetos como puedan ser las moléculas de una sustancia, los agregados de células, un planeta o una galaxia. El concepto de “nódulo” cubre tanto a agregados como a organismos, tanto a configuraciones compactas, como a efímeras; designa tanto a configuraciones estables, con límites precisos, como a configuraciones de límites borrosos. Y en vez de hablar de lo “externo” e “interno” al nódulo, que carecería de sentido en este tipo de configuraciones, distinguimos entre el dintorno, entorno y contorno de un nódulo. Muy brevemente, el dintorno hace referencia al conjunto de las entidades que están englobadas en el nódulo. El entorno lo constituyen todas las entidades que sin pertenecer al nódulo, mantienen con él interacciones constitutivas. Por eso el entorno no es la mera corteza o envolvente exterior, en el sentido espacial que da el Diccionario, sino que el entorno puede “atravesar” y traspasar al nódulo (como ocurre con el campo gravitatorio terrestre respecto a los cuerpos). El contorno es la frontera entre el entorno y el dintorno, lo cual confirma que el concepto de contorno no se reduce a la “superficie envolvente” del cuerpo en tanto que también se refiere a las fronteras espaciales internas (el “medio interno” de un organismo) y a las fronteras temporales (las líneas divisorias que pueden establecerse en un proceso).

En segundo lugar, el Diccionario aborda la “categoría de lo exterior” y la de lo “interior”, desde el punto de vista de una epistemología metafísica, según la cual la categoría de lo externo es el aspecto superficial del objeto, accesible a los sentidos, a la realidad que existe fuera del objeto, y la categoría de lo interno es el aspecto esencial del objeto, lo que no se da de manera inmediata y sólo se conoce a través de lo externo, a través de la manifestación. “Los aspectos externos estarían determinados por los internos, por la ley, por la esencia, y a través de estos últimos llegan a ser revelados y conocidos”. Se concluye este apartado diciendo que “el estudio de la naturaleza interior del objeto conduce a la comprensión de sus contradicciones, la fuente de su desarrollo y las formas exteriores de manifestación”.

Lo que aquí apreciamos es que la categoría de lo externo se está equiparando a los fenómenos, al plano fenoménico, mientras que la categoría de lo interno se hace corresponder con el plano esencial, con las esencias. Los fenómenos parecen estar en la línea de las “cualidades secundarias”, sensaciones subjetivas como las percepciones de colores, olores, sabores ... mientras que las esencias se entienden en relación a las “cualidades primarias” (figura, número, extensión...), internas y previas a unos fenómenos, que son manifestaciones del mundo exterior.

Ahora bien, desde la Teoría de la Ciencia del Materialismo filosófico el planteamiento sería este otro: los fenómenos como contenidos que se nos presentan a una determinada distancia, constituyen el mundo entorno de los animales y del hombre. Los fenómenos son el entorno través del cual se nos ofrecen los contenidos fisicalistas intersubjetivos, por ejemplo, los de una disolución salina. Las esencias son relaciones entre unos objetos abstractos (no externos, pero tampoco interiores), como por ejemplo, rectas paralelas, Langue de Saussure, relaciones morales, identidades sintéticas, y esos fenómenos que configuran el mundo en que vivimos y actuamos.

Mientras que las operaciones con los fenómenos nos mantienen en el mundo de la subjetividad práctica inmediata, el regressus hacia las esencias que puedan componerse en el flujo mismo de los fenómenos nos abre el único camino posible hacia la constitución de nuestro mundo real objetivo. Las esencias se oponen a los referenciales fisicalistas y a los fenómeno, pero sólo pueden entenderse en tanto constituidas a partir de ellos, por tanto rechazamos el que sean consideradas como “internas”. La esencia del cloruro sódico no la podemos hacer consistir en algo que está en el “interior” de un fenómeno externo con apariencia de una sustancia blanca, cristalina y sabor salado, sino que la tenemos que ver en relación con la estructura de compuesto químico formado por cationes enlazados a aniones mediante un enlace iónico.

Cabe observar cómo Hegel, que ha usado los términos de lo interno (identificado como razón de ser) y lo externo (como su manifestación) rechazó, sin embargo, la idea vacía de que la esencia inteligible de las cosas haya de buscarse en interiores recónditos. En el parágrafo 140 de la Enciclopedia, ironiza así: “el error habitual de la reflexión consiste en tomar la esencia como meramente interior. En el interior de la naturaleza –dice un poeta– no penetra ningún espítitu creador; goza demasiado cuando sólo conoce la corteza exterior”.

En tercer lugar, comentamos la perspectiva ontológica que el Diccionario trata como oposición entre “mundo exterior” y “mundo interior”. La breve nota apunta que la conexión entre los dualismos “mundo exterior/ mundo interior”, “naturaleza” / espíritu” y “objetivo / subjetivo” ha quedado explicada a través del enfrentamiento entre el materialismo propio del Diamat frente a los idealismos. Desde el Materialismo filosófico son pertinentes, sin embargo, las siguientes consideraciones:

Por Materialismo de los tres Géneros de Materialidad, en sentido ontológico especial entendemos la doctrina de los Tres Géneros de Materialidad (M1, M2, M3).

M1 designa la dimensión ontológica en la que se configuran todas las realidades externas a nuestra conciencia.

M2 comprende todos los procesos reales dados en el mundo como “interioridad”. A M2 pertenecen no sólo las experiencias internas propias, sino también las ajenas (humanas o animales). Por eso esta interioridad no debe confundirse con la interioridad psicológica, ni ha de pensarse como subjetividad en sentido sustancialista.

M3 es la dimensión de los objetos abstractos, que no son exteriores, ni interiores. Es el mundo de los conceptos como “objetividades ideales” que son, sin emabrgo, tan materiales como las realidades de M1 y M2.

La característica esencial del materialismo filosófico, frente a otras concepciones, es que estos tres géneros son inconmensurables. Son distintos entre si y ninguno de ellos es la “auténtica materialidad”. Esta organización trimenbre, nos permite diferenciar la ontología especial del Materialismo filosófico, de otras que se han edificado según un orden bimenbre del que se desprenden los dualismos que se apuntan en el Diccionario. El idealismo clásico alemán, tras la crítica al noúmeno kantiano parece haber fusionado M3 con M2 en el sentido de “elevar” el mundo de la interioridad, al reino del Espíritu en las denominaciones de “Cultura”, “Costumbres” e “Historia”, es decir reduciendo M2 a M3. De ahí que la Filosofía Idealista se edifique sobre la oposición Naturaleza/Espíritu.

Pero la crítica que el Materialismo Dialéctico dirige contra el idealismo se resuelve en otra ontología bimenbre expresada como “Dialéctica de la Naturaleza” / “Dialéctica del Espíritu”, que en realidad ha seguido los mismos derroteros que el idealismo, identificando M3 y M2 , aunque en sentido contrario. Esa “auténtica conexión entre lo exterior y lo interior, entre lo objetivo y lo subjetivo” de la que habla el Diccionario no puede realizarse mientras no se adopte otra ontología. Superar dialecticamente las disyuntivas entre lo “externo” (M1) y lo “interno” (M2) exige tener presente a las materialidades terciogenéricas que la filosofía del Diamat ha reducido.

Como observación final a esta entrada del Diccionario que estamos comentando apuntamos las connotaciones mentalistas y espiritualistas que tiene la dualidad “externo /interno”. Así, en Psicología y Teoría del conocimiento es muy habitual entender lo “interno” como conocimiento interior, mental, introspectivo, frente a las realidades físicas, exteriores. De la misma manera, cuando se apela a la “conciencia”o al “alma”, se está suponiendo un “interior” o “dentro” espiritual, que se opone al “exterior” o “fuera” material.

El Materialismo Filosófico utiliza los conceptos de apotético y paratético, para sustituir los pares “dentro/fuera” o “interno/externo”. Lo apotético es el campo de todos aquellos fenómenos que se nos presentan “a distancia”, como la observación de las conductas humanas o etológicas, los recuerdos, los fines, los proyectos, las imágenes, los símbolos. Esta “presencia a distancia” que se designa como apotética no es lo distal en sentido fisiológico, sino la relación con el objeto mismo que percibimos “ahí enfrente”, ante nuestros ojos. Lo paratético corresponde, en cambio, a la presencia física que se define por la contigüidad, por la acción física entre dos términos que están en contacto.

Carmen Baños Pino

 
→ Edición conjunta del Diccionario soviético de filosofía · índice de artículos del DSF
Las cuatro versiones soviéticas del Diccionario filosófico de Rosental e Iudin
Diccionario filosófico marxista · Rosental & Iudin · Montevideo 1946
Diccionario de filosofía y sociología marxista · Iudin & Rosental · Buenos Aires 1959
Diccionario filosófico abreviado · Rosental & Iudin · Montevideo 1959
Diccionario filosófico · Rosental & Iudin · Montevideo 1965
Diccionario marxista de filosofía · Blauberg · México 1971
Diccionario de comunismo científico · Rumiántsev · Moscú 1981
Diccionario de filosofía · Frolov · Moscú 1984