Filosofía administrada

Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas
Discurso pronunciado por Arnaldo Silva
en la Clausura de la Primera Jornada Científica de la SCIF, 9 enero 1986

 

Compañeros:

La Primera Jornada Científica de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas, se ha hecho coincidir con su primera asamblea nacional de rendición de cuentas y la elección de su directiva.

Han transcurrido algo más de dos años desde su fundación y por diferentes razones la Sociedad había permanecido en el anonimato sin que su trabajo se extendiera a todo el país y en él participaran los numerosos profesores e investigadores de la filosofía con que hoy contamos en todos los centros de educación media y superior, en las Escuelas del Partido, en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Academia de Ciencias de Cuba y en otras instituciones. Con las decisiones adoptadas con vista a la celebración de esta jornada y los pasos posteriores que se darán, la Sociedad se convertirá en una importante organización destinada a contribuir, con su trabajo, al empeño de nuestro pueblo de construir el socialismo.

La Sociedad deberá fortalecerse con la creación en todas las provincias de sus filiales y con la adopción de un plan de trabajo que permita -de un modo racional- emplear de manera óptima a sus miembros en la realización de numerosas tareas de gran importancia, tanto para la docencia como para la investigación, en el terreno de las ciencias filosóficas.

Contará para ello con el apoyo del Partido y de otras instituciones estatales y, además, con una directiva integrada por compañeros de gran calificación y experiencia que ustedes han elegido en el día de ayer. Nuestra felicitación a todos, en particular a la compañera Dra. en Ciencias Filosóficas Thalía Fung, reelegida presidenta de la Sociedad, y quien es, sin lugar a dudas, de lo más genuino de nuestro pensamiento filosófico marxista-leninista, y de lo mejor de nuestros investigadores y profesores de la ideología científica de la clase obrera.

Compañeros:

La posibilidad de reunir a un grupo tan selecto de profesores e investigadores de las ciencias filosóficas, es una ocasión que debemos aprovechar para examinar algunos problemas relacionados con las investigaciones y la docencia del marxismo-leninismo. Se trata de cuestiones que, por su naturaleza e importancia y por estar directamente relacionadas con el trabajo de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas, no deben soslayarse en estas conclusiones.

Cuando se discute acerca de la enseñanza y las investigaciones del marxismo-leninismo y las características y propósitos que estas deben tener, no podemos olvidar que la política esencial al respecto está trazada en las Tesis y Resoluciones del Primer y Segundo Congresos del Partido «Sobre los estudios del marxismo-leninismo en nuestro país» y en las directivas que al respecto contiene el Proyecto de Programa que será sometido a la aprobación del Tercer Congreso del Partido.

Lo primero que tiene que conocer y aplicar un profesor e investigador de marxismo-leninismo para desarrollar su trabajo son las orientaciones de estos documentos, porque ellas son contentivas de los puntos de vista que tiene el Partido Comunista de Cuba acerca de la enseñanza y la investigación de la ideología científica de la clase obrera.

En lo que respecta a la enseñanza del marxismo-leninismo, lo esencial que un profesor debe tener presente nos lo dice Marx en su Tesis XI sobre Feuerbach: «Los filósofos no han hecho otra cosa que interpretar de diversos modos el mundo; pero de lo que se trata es de transformarlo

El marxismo-leninismo tiene que ser enseñado de manera que el estudiante vea en él no solo una ciencia para la interpretación científica del mundo; sino además, y fundamentalmente, para la transformación revolucionaria de este. Su enseñanza con un propósito puramente interpretativo nos hace caer, sin quererlo, en las trampas que nuestros enemigos nos tienden.

El marxismo-leninismo constituye la base o el fundamento de la concepción científica del mundo; nos ofrece una metodología que sirve para un reflejo fiel de la realidad y, por ello, para una interpretación auténtica de los fenómenos de la naturaleza, de la sociedad y del propio pensamiento. Pero es necesario reiterar que nuestra ideología científica es por excelencia un instrumento para la transformación del mundo que nos rodea, y una de las tareas fundamentales de nuestros profesores es enseñarle al alumno cómo usarlo, con la mayor efectividad posible, en aras de la construcción del socialismo en nuestro país.

Si esto no ocurre así tendrá lugar la paradoja de enseñar el marxismo-leninismo como una filosofía contentiva, precisamente, de uno de los defectos fundamentales que Marx y Engels criticaron al pensamiento filosófico materialista anterior, y que ellos superaron para ofrecer a la clase obrera una nueva filosofía en la cual esta encontraría su arma ideológica fundamental para el combate decisivo contra el capitalismo y por el socialismo.

Pero para lograr lo anterior, es necesario tomar en cuenta dos cuestiones fundamentales: una, enseñar el marxismo-leninismo como una ciencia y, a la vez, como ideología, y, otra, la vinculación más estrecha de la teoría y la práctica.

Como una ciencia, su enseñanza tiene que ser demostrativa de sus verdades y no debe acudir a actos de fe en ella. Es cierto que para la demostración no contamos con el laboratorio ni la probeta como disponen la física, la química, la biología y otras ciencias; sin embargo, disponemos de un laboratorio mucho más importante y más rico en instrumental y en posibilidades demostrativas, a la vez más complejo y de difícil manejo. Me refiero a la vida misma, a la práctica cotidiana en la producción, en la política y en todas las actividades del hombre que enriquecen y corroboran, a cada paso, la certidumbre del marxismo-leninismo. Es necesario, pues, vincular esa práctica, previa selección, a la teoría que enseñamos.

La práctica -como categoría filosófica- desempeña un papel fundamental en la pedagogía. No debemos olvidar que Marx en su Tesis II sobre Feuerbach nos ha dicho que

El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad, el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento, aislado de la práctica, es un problema puramente escolástico.

Una enseñanza que desvincule la teoría de la práctica convierte el conocimiento en algo metafísico e inservible para la acción transformadora del hombre. Si la práctica es -como afirmamos los marxistas- criterio de validación y génesis e impulso de la teoría, es necesario acudir constantemente a ella para demostrar la veracidad de lo que enseñamos; pero lo más importante aun, si la práctica es la fuente primaria de la teoría y esta tiene como fin supremo servirle, no puede haber una enseñanza científica sin el logro de la más acertada vinculación de la una y la otra.

La búsqueda de esa práctica para vincularla a la teoría no resulta una tarea fácil. Sin desechar las experiencias de otros países, debemos hacer énfasis en el uso adecuado de la historia de nuestro pueblo por su liberación nacional y social.

Una enseñanza en la que la teoría y la práctica se vinculan acertadamente evita el escolasticismo, el teologismo, el verbalismo y el intelectualismo. Reiteramos que las verdades del marxismo-leninismo no hay que hacérselas creer al alumno, sino demostrárselas. La cita de Marx, de Engels, de Lenin, de Fidel o de un documento partidista no puede hacerse jamás del modo como el teólogo cita a San Anselmo, a San Agustín o a tal o más cual encíclica o bula papal.

El marxismo-leninismo es una ciencia y por ello no postula misterios, sino verdades que la práctica se ha encargado de corroborar. Es necesario, por ello, guiar al estudiante a esa práctica, haciendo nuestras las palabras de Marx en su Tesis VIII sobre Feuerbarch, cuando dijo: «La vida social es esencialmente práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica.»

A la vez que como ciencia, el marxismo-leninismo debe ser enseñado como ideología de la clase obrera.

Como sabemos, nuestros enemigos pretenden hallar una contradicción insoluble entre ciencia e ideología, y proclaman -cuando les conviene- la desideologización de la ciencia. Por esa vía quieren negar al marxismo-leninismo su carácter de ciencia, por ser la ideología de una clase. Por ello reviste para nosotros tanta importancia la unidad ideología-ciencia del marxismo-leninismo.

Pero el carácter ideológico de nuestra ciencia hay que demostrárselo al alumno. Es necesario enseñar a nuestros estudiantes por qué tal tesis de la filosofía, de la economía política o del comunismo científico, expresa los intereses de la clase obrera y de sus aliados estratégicos en la lucha contra el capitalismo y por la construcción del socialismo.

El surgimiento mismo del marxismo exigió, como requisito insoslayable, la aparición y desarrollo del proletariado. En los orígenes mismos de nuestra ciencia está presente su carácter de clase.

Debemos evitar, pues, una enseñanza desideologizada de la ciencia marxista-leninista, a la vez que una docencia de la ideología de la clase obrera despojada de su carácter científico. Solo de este modo lograremos que el marxismo-leninismo desempeñe el papel que le corresponde en la formación político-ideológica y científico-profesional de los estudiantes.

A pesar de los avances que hemos alcanzado en este empeño durante los últimos años, aún quedan grupos de estudiantes a los que no hemos sido capaces de enseñarles adecuadamente que el marxismo-leninismo es una ciencia necesaria no solo para su formación política e ideológica, sino, además, para su preparación científica y profesional.

Ello requiere, lo hemos discutido otras veces con los profesores de diferentes centros, una cultura del profesor que le permita vincular la teoría a los problemas de las ciencias particulares, de modo que el estudiante pueda comprender que las leyes y categorías de la dialéctica que él estudia en la filosofía marxista no son una entelequia metafísica, divorciada por completo de los fenómenos que ocurren en la naturaleza y en la sociedad y que él como estudiante debe conocer para hacerse un especialista u otro.

La consecución de este objetivo exige no solo el trabajo del profesor de marxismo. Demanda la enseñanza de todas las asignaturas del plan de estudios, con un enfoque marxista, lo cual presupone una labor de preparación de todo el personal docente y un trabajo bibliográfico adecuado a estos fines, que por su magnitud y complejidad nos llevará varios años.

En relación con la preparación ideológica que la enseñanza del marxismo-leninismo debe procurar entre nuestros estudiantes, es necesario señalar que esta no solo debe servir para librar el combate contra las refinadas teorías burguesas de la convergencia, del estado de bienestar general, de la sociedad industrial única o de las sutiles manifestaciones de revisionismo que hoy toman cuerpo en diversas modalidades de un titulado socialismo que nada tienen que ver con el socialismo científico.

La preparación ideológica a alcanzar y la lucha a librar desde las aulas lo es también contra esas conductas que se manifiestan en nuestra sociedad en actitudes antisociales, en indisciplina laboral, descuido de la propiedad social, amiguismo, falta de exigencia y otras, que nuestros enemigos tratan de explotar con el propósito de reblandecer la conciencia revolucionaria del pueblo.

La lucha ideológica se acrecienta y moderniza en nuestros días. El enemigo no solo renueva su viejo arsenal de armas bélicas sino que en igual medida lo hace con las armas ideológicas que necesita emplear en su guerra contra el socialismo y el marxismo-leninismo. Ello es un reto para nosotros, lo cual nos obliga a perfeccionar nuestro trabajo ideológico, con vista a librar exitosamente una batalla, una guerra que el enemigo nos impone y que es -en muchos sentidos- mucho más compleja y difícil que la otra guerra.

Hace apenas unos meses, el director de la Agencia de Información de Estados Unidos (USIA), en una conferencia ofrecida a un selecto auditorio en una universidad norteamericana, decía algo que debe hacernos meditar sobre el valor que nuestros enemigos les dan a las ideas y a la lucha entre ellas. El señor Wick, director de la USIA, expresaba lo siguiente: «Hoy quiero referirme a la guerra de las ideas. Mientras las armas necesitan disuasión, en una conflagración en la que el perdedor perderá y el vencedor también, la guerra de las ideas es el único medio posible.»

Estas palabras son más elocuentes; el imperialismo no solo se prepara para una guerra de las galaxias; no solo persigue una superioridad militar sobre el socialismo que lo sitúe en posiciones ventajosas para imponer por la fuerza su política imperial, sino que se dispone a un rearme ideológico con los medios más sofisticados para tratar -sabemos que será en vano- de evitar el triunfo del socialismo y detener el auge creciente del movimiento revolucionario en nuestros días.

El imperialismo libra contra Cuba desde hace muchos años una guerra cruel que ha costado cientos de vidas a nuestro pueblo, y parte de esa guerra ha sido ideológica. Esa batalla contra nosotros no ha conocido tregua -lo sabemos-, y en la actualidad esa contienda sucia ha tenido entre sus ingredientes más menesterosos, la apertura de una radio contrarrevolucionaria cuyos propósitos son sobradamente conocidos por nosotros y cuyo seguro fracaso ha sido augurado, incluso, por destacadas figuras de la política norteamericana.

En la medida en que a Estados Unidos le resulta cada vez más difícil una agresión armada a Cuba, pues su costo militar y político es impagable por el imperialismo y estaría condenada al fracaso, en esa misma proporción reforzará su guerra ideológica dirigida tanto hacia el exterior como al interior de nuestro territorio. Por ello prepararnos para esa guerra es parte de la preparación de todo nuestro pueblo en su lucha contra el imperialismo, y en el cumplimiento de este objetivo nuestro trabajo es fundamental.

Tal y como postuló el Primer Congreso del Partido y ratificó el Segundo, la firmeza y la intransigencia en la defensa de la pureza del marxismo-leninismo y la lucha resuelta contra las concepciones abiertas o enmascaradas de la burguesía y del imperialismo, constituyen la esencia de nuestras posiciones de principio en la esfera de la ideología.

Como marxistas sabemos que toda ideología tiene un carácter de clase; que el rechazo al dogmatismo repetidor de esquemas y fórmulas escleróticas tiene que ir aparejado al rechazo de un revisionismo disfrazado de modernidad y creatividad con el cual el enemigo pretende hacernos caer en sus trampas ideológicas.

El mejor modo de conciliar la necesidad del desarrollo creador del marxismo-leninismo y librarnos -a la vez- del peligro revisionista, es siendo cada vez mejores comunistas. Pero -como dijera Lenin- el comunismo no se aprende solo con los libros, se aprende además, y fundamentalmente, en el combate, en el fragor de la lucha, en el debate político, en el ejercicio constante y pleno de nuestras actitudes revolucionarias, y esto último es importante que todos nuestros marxista-leninistas, y en especial los que nos dedicamos a la enseñanza y/o la investigación de la ideología científica de la clase obrera, lo sepamos muy bien.

Compañeros:

En materia de investigaciones sociales es mucho lo que nos resta por hacer. Es necesario que los recursos materiales y humanos con que contamos -y que como sabemos son muy limitados- se dirijan hacia aquellos problemas fundamentales que reclama la construcción del socialismo en nuestro país, o puedan ser de importancia para otros pueblos en la consecución de sus objetivos de liberación nacional y social.

Es conveniente recordar que el único criterio que debe presidir la actividad del investigador marxista-leninista es el de la búsqueda y el encuentro de la verdad objetiva. Solo así podrá su trabajo resultar un verdadero auxiliar para el Partido y para los organismos e instituciones encargados, en general, de la dirección y el gobierno de la sociedad.

Creemos que ese espíritu es el que prevalece en los investigadores aquí reunidos.

En un evento como este merece recordarse lo planteado en la tesis «Sobre los estudios del marxismo-leninismo en nuestro país», que aprobara el Primer Congreso del Partido y que mantiene absoluta vigencia en la actualidad. Al respecto y refiriéndose a la libertad de que debe disponer todo investigador en el área de las ciencias sociales para llevar a cabo su trabajo, la tesis señala:

A partir de lo anterior es necesario garantizar la mayor libertad de acción en las actividades de investigación y de búsqueda teórica por parte de los economistas, filósofos, historiadores, &c., de manera que no se sientan atados en su trabajo científico por los criterios oficiales vigentes públicamente en un momento dado.

Lo anterior significa un justo rechazo a toda escolástica, una exhortación a la creación científica sin ataduras de ninguna índole que nuestros jóvenes investigadores deben saber valorar.

Pero a la vez que se postula como un principio fundamental esta libertad para crear y con ello desarrollar el pensamiento social en nuestro país, la tesis destaca otros principios a los cuales todo marxista-leninista debe atenerse si no quiere caer en las redes del anarquismo o del liberalismo típicamente burgués que nada tiene que ver con lo planteado anteriormente.

En la tesis se señala que:

Estos trabajos de investigación y análisis teórico deberán realizarse siempre con el conocimiento y bajo la orientación y el control de los organismos superiores del Partido, directamente o a través de las dependencias o instituciones del aparato partidista que dichos organismos determinan. Asimismo, los resultados y conclusiones a que se arribe producto de estas actividades investigativas y teóricas deberán ser sometidas a la consideración de estos organismos, los que determinarán sobre su utilización y destino.

Por último señala la tesis:

Debe existir el más absoluto control del Partido en relación con la exposición pública y la divulgación de criterios, conceptos e interpretaciones en aulas, estrados y prensa. No es posible admitir la publicidad de interpretaciones de la teoría marxista-leninista y de conclusiones teóricas que contradigan o extralimiten los lineamientos trazados al respecto por el Partido, y que este no autorice.

En la aplicación consecuente de estos principios, la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas deberá prestar al Partido una muy valiosa contribución.

Si unido a todo ello recordamos lo dicho por Marx en su prólogo y nota final a la edición francesa del primer tomo de El capital, cuando nos dice que: «En la ciencia no hay calzadas reales, y quien aspire a remontar sus luminosas cumbres tiene que estar dispuesto a escalar la montaña por senderos escabrosos», nos daremos cuenta de que nuestro trabajo no constituye una empresa fácil.

En su Informe Central al Segundo Congreso del Partido, el compañero Fidel Castro señaló:

Ideología es ante todo conciencia; conciencia es actitud de lucha, dignidad, principio y moral revolucionaria. Ideología es también el arma de lucha frente a todo lo mal hecho, a las debilidades, los privilegios, las inmoralidades. La lucha ideológica ocupa hoy para todos los revolucionarios, la primera línea de combate, la primera trinchera revolucionaria.

Recordemos aquellas palabras de José Martí, cuando dijo: «Trincheras de ideas pueden más que trincheras de piedra.»

Nosotros somos arquitectos en la construcción de esas trincheras de ideas; sin olvidar nunca cómo se construyen, además, las trincheras de piedra.

{Tomado de Revista Cubana de Ciencias Sociales (Instituto de Filosofía, La Habana), nº 11, mayo-agosto 1986, págs. 157-163, donde aparece con el título: «Discurso de clausura pronunciado por el Co. Arnaldo Silva, Jefe de la Sección de Investigaciones Sociales del Departamento de Educación, Ciencia y Deportes del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en la Primera Jornada Científica de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas, efectuada los días 8 y 9 de enero de 1986 en la Escuela Superior del Partido Ñico López.»}


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