Hispania |
Relación de autores y versos Musa redimida Poesías de los presos en la nueva España Editorial Redención, Madrid 1940 |
Un famoso ingeniero especialista en electrodinámica, presbítero católico encuadrado en la Compañía de Jesús, José Agustín Pérez del Pulgar S.I. (Madrid 1875-Madrid 28 de noviembre de 1939), que había organizado durante la guerra en Valladolid distintos cursillos de capacitación laboral y un laboratorio de recuperación de material electrotécnico, fue el primer encargado de la organización y apostolado del Patronato de Redención de Penas por el Trabajo. Poco antes de su fallecimiento publicó este jesuita el opúsculo: La solución que España dá al problema de sus presos políticos (Librería Santarén, Valladolid 1939, 52 páginas), primer número de la colección Publicaciones Redención. Al año siguiente, en 1940, la Prisión de Alcalá de Henares contaba ya con unos talleres penitenciarios especializados en las artes gráficas (allí habían de imprimirse, por ejemplo, miles y miles de volúmenes de la Biblioteca de Autores Cristianos, publicada por la Editorial Católica bajo la supervisión de la Universidad Pontificia de Salamanca). Fue el propagandista católico (y desde 1945 catedrático de Estética) José María Sánchez de Muniain quien introdujo incluso la poesía en el sistema de Redención de Penas, promoviendo y poniendo prólogo al libro: Musa redimida. Poesías de los presos en la nueva España. Prólogo de José María Sánchez de Muniain, vocal de propaganda del Patronato Central de Redención de Penas, Editorial Redención, Talleres Penitenciarios Alcalá, Madrid 1940, 190 páginas. En el colofón puede leerse: «Este libro se acabó de imprimir el día 31 de julio de 1940, fiesta de San Ignacio de Loyola, en los Talleres Penitenciarios de Alcalá de Henares, bajo los auspicios del Patronato Central de Redención de Penas. Laus Deo Virginique Matri.» En la contraportada figura el precio, una peseta, y la tirada del libro, nada menos que 30.000 ejemplares. Musa redimida contiene 86 poesías de 41 autores, clasificadas en tres grupos: Religiosas, La Patria (ideas, tierra, hombres) y Varias. Las 28 poesías religiosas ocupan las páginas 13 a 62, las 23 poesías dedicadas a la patria las páginas 63 a 109, y las 35 poesías variadas las páginas 111 a 185. Ofrecemos la relación de presos españoles cuyas composiciones figuran en este libro, haciendo constar la prisión en la que estaban internos, los títulos de sus composiciones y la paginación [entre corchetes su cronología, cuando hemos podido averiguarla]:
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Prólogo Si la personal e íntima experiencia de todos nos enseña que la escuela del dolor es partera de las resoluciones más nobles y de las ideas más levantadas, ¿ha de extrañarnos que la incomodidad y estrechez de la cárcel alumbre pensamientos generosos? Tres nombres de nuestras Letras –Cervantes, Fray Luis de León, Quevedo– bastarían para recordarnos cuánta gratitud debe el espíritu a la transitoria sujeción del cuerpo, y cómo el alma se enciende, purifica y robustece en la fragua del sufrimiento. El día primero de Abril de 1939, el rumor poderoso de unas máquinas se unía al clarín de la Radio Nacional, que anunciaba el verdadero amanecer de España. De aquellas máquinas salía el primer número de «Redención», con la magnánima consigna de Franco: «Yo quiero ser el Caudillo de todos los españoles.» «Redención», primer gran periódico del mundo escrito por presos y para presos, fué, en orden al tiempo, el primogénito de la victoria merced a una singular providencia llena de hondísima significación. Mezcladas con las noticias de un año bien cumplido, con estos latidos firmes y rítmicos de una España que en el puerperio de tan alta y generosa maternidad mantiene fuerte y alegre el ánimo, han aparecido en nuestro periódico, un buen puñado de poesías. Unas, excelentes, otras buenas y todas interesantes. Esto nos movió a recoger las mejores y a convocar un Concurso entre todos los presos de España para formar un florilegio, que ofrecemos al lector en este segundo volumen de nuestras tareas editoriales. Una doble explicación merece la indudable calidad literaria de varias de estas composiciones poéticas, para salir al paso de quienes, ingenua o malévolamente, podrían creer que la poesía y los poetas de España estaban encadenados. ¿Encadenada la poesía en el nuevo amanecer de España? El Arte nace en las grandes coyunturas de los pueblos. Así, con Perícles, con Augusto y en el Imperio Español. Cuando un pueblo, o la Cristiandad entera, se han encontrado a sí mismos en un glorioso destino universal, único vértice de todos los intereses particulares, surgen los poetas. Los cuales, por lo común, vienen sólo a alumbrar y enaltecer el agua pura y riquísima que bulle en las entrañas maternas; pero no a crearla. La poesía estaba allí dentro, aunque sin forma. Nuestros poetas presos han obrado, pues, en buena parte al escribir como simples españoles de esta gran hora, y esto es una legítima satisfacción para el Patronato de Redención de Penas, que por su misma misión redentora y cristiana no quiere el mal de ellos, sino que se salven. Le ha cabido la bella tarea de acercar las brasas del amor patrio a tantos pechos ateridos. Y no es mucho suponer que será bastante mayor el número de los que gustan esa altísima poesía, sin acertar a medirla o rimarla. Porque la sabiduría es un don, una gracia que llueve sobre todos, listos o tontos, si son humildes; viene de saborear, de gustar. Es cosa purísima y sin forma. El añadirle esto último, la corporeidad, es atributo del Arte. Y en el reino de los cielos y en las bien ordenadas ciudades de la tierra, como esta comunidad de España que deseamos, caben los ignorantes, si tienen intención recta y corazón limpio. Otro segundo estímulo ha obrado en la inspiración de los poetas presos: la soledad. La soledad sonora del maravilloso mundo interior, tan lleno de espaciosas y profundas resonancias cuando, hecha la paz en la imaginación y los apetitos, puede hablar la voz de la conciencia y orar en nosotros la gracia «con gemidos inenarrables». «estando ya la casa sosegada.» Este recogimiento, tan provechoso a toda alma no demasiado encallecida, y la tensión del espíritu, excitan de tal manera las facultades intelectuales del preso y su sensibilidad estética, que los poetas medianos hacen cosas buenas y los simples artesanos labran imágenes de arte. Este fenómeno ha sido observado universalmente. El Arte en las prisiones es el cauce por donde deriva la amargura acumulada en cada individuo, pues todo preso lleva consigo un drama. Es misión del Patronato, en este orden, conducir ese caudal riquísimo de sensibilidad estética y moral, superando la fría fórmula del Arte por el Arte, que si es muy discutible en el Arte mismo, estudiado sin Dios y sin Patria, es totalmente falsa aplicada a la economía de los pueblos. * * * Las palabras anteriores han sido dirigidas a los lectores de dentro y a los de fuera. Reservemos estas últimas a los españoles reclusos. Piensen ellos al entrar en sí mismos en la solemnidad y grandeza de esta hora. Es el verano de 1940. La fecha puede resonar con majestad en los años venideros. España está en ocasión propincua de volver a ser instrumento de la Providencia: evangelizadora, redentora de pueblos, pimpollo de la cristiandad. Somos envidia de las gentes, y nos guía la espada más limpia de los siglos modernos. Esto no es fanfarronada, sino verdad certísima. ¿No oís la voz de Roma, el lenguaje de los embajadores, la ufanía de los amigos y la diligente solicitud de los que eran adversarios? Sólo países remotos y con risa fingida podrían propalar chistes de España. Se nos acercan los pueblos hermanos y vuelven su vista muchísimos hombres extranjeros de buena voluntad. Ellos no escuchan chismes ruines de nosotros, de la misma manera que cuando Don Quijote alzaba la espada contra los malandrines, no hacían éstos bromas a la exigua flacidez de las alforjas de Sancho. No. En España no ha habido un cambio de Gobierno, sino un cambio de ruta, con aparejos distintos y vientos de otro cuadrante; con los mismos que hincharon nuestras lonas en empresas misioneras inmortales. Aparejémonos también cada uno y entremos en la nave con alegría y buen ánimo. Y vosotros, los presos, sentíos españoles y conquistad la libertad física mediante la del espíritu, pensando que la libertad del alma está en el ejercicio del bien. Lograda ésta, aquélla vendrá por añadidura. Entonces serán las bodas de España, celebrando su unidad, libertad y grandeza. José Mª Sánchez de Muniain |
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