Filosofía en español 
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Cinematografía

[ Anthonius ]

Una solemnidad artística

El estreno de Intolerancia, García Sanchiz y la Empresa Sagarra

No esperaba tan rápidos ni tan favorables resultados.

Un artículo mío, redactado con la natural desconfianza que tengo siempre en el éxito de las buenas ideas (perdón por la inmodestia), ha sido acogido con verdadero afecto y con gran rapidez por mi ilustre amigo Federico García Sanchiz y por la Empresa Sagarra.

He aquí las dos cartas que, con intervalo de pocas horas, recibí el viernes último:

De García Sanchiz

«Querido ‘Anthonius’: Me sorprende tu artículo cuando ya casi había olvidado mi honroso compromiso con el insigne Griffith. Al leerte, como si cada párrafo tuyo fuera un episodio de película, he ido evocando mis días de Nueva York, hasta encontrarme con el propio Griffith, que habla de su última obra, Intolerancia, con el viajero español en el característico descanso campestre del domingo yanqui, al margen de una pista de “tennis”, en que unas “girls” y unos “gentlemen” esgrimen las raquetas entre risas y pequeños gritos...

Sí; yo tenía que comunicar a nuestro público los propósitos del rey de la cinematografía, que, como tal monarca, se dignó nombrarme embajador suyo. Pero yo, querido ‘Anthonius’, pensaba limitarme a escribir una cuartilla, esto es, rechazaba de antemano la exhibición personal del conferenciante, y he aquí que llegas tú, y con tus galanterías y generosidades, a un tiempo coaccionas a la Empresa Sagarra y a mí, moviéndonos a unirnos para la mayor gloria de Griffith. Así sea.

Y de paso, burla burlando, implantas una nueva costumbre teatral en Madrid. La de que una breve y aclaratoria “causerie” preceda a las cintas dignas de ese homenaje. En mi modestia, yo ensayé la innovación en América, con halagüeños e incluso excesivos resultados. ¿Cómo se aceptará en Madrid?... Desde ahora ruego al público que, haciendo caso omiso de mi persona, favorezca con su benévola atención esta novedad de las charlas de la pantalla, que, a más de la información y el comentario, siempre útiles, puede proporcionamos la presencia en el “cine” del “causeur”, del orador y del recitador más admirables, todavía encastillados en tribunas privilegiadas.

Así, nada más por hoy, diabólico ‘Anthonius’. Me dice la Empresa Sagarra –toda rumbo y porvenir– que piensa dar al estreno de Intolerancia el carácter de una gran solemnidad artística. Algo he oído de concierto musical extraordinario, con obras adecuadas, &c., &c.

Formemos en el séquito triunfal de Griffith, seguros de que su victoria representará la de la inteligencia y el buen gusto, exaltados hasta la genialidad, redimiendo de un modo soberano al “cine” de las monstruosidades y corrupciones que lo afean y rebajan con demasiada frecuencia.

Caro ‘Anthonius’, es tu devoto, Federico García Sanchiz

De la Empresa Sagarra

«Amigo ‘Anthonius’: Con dos líneas quedaría contestado por mi parte, su interesante artículo del jueves pasado. Me parece tan halagüeña y tan satisfactoria la intervención del brillante escritor señor García Sanchiz en el estreno de Intolerancia, que con verdadero gusto le he ofrecido ya por carta, escrita el mismo jueves, el escenario del Real Cinema o el del Príncipe Alfonso para que cumpla la misión artística que le confió Griffith, el gran mago de la cinematografía.

Esta Empresa ha gestionado la exclusiva de Intolerancia, siguiendo la pauta de un plan que no ha de sufrir alteración: ofrecer al público las obras magnas de la cinematografía, aquello que revoluciona el arte mudo, lo inesperado, lo que no estamos acostumbrados a ver en sesiones corrientes.

Intolerancia, créalo usted, ‘Anthonius’, es una cinta asombrosa, de novísimos procedimientos, de grandiosidad jamás igualada, y que difícilmente podrá ser superada en lo futuro. A tal extremo es sincera esta afirmación mía, que puedo darle un detalle interesante: el propio Griffith ha dicho que “él mismo” nunca podrá igualarse en otra cinta. Ya comprenderá usted, con esta declaración del ilustre director americano, la trascendencia de Intolerancia.

Han visto esta película pintores, escultores, cronistas y críticos de arte, directores de escena, actores, periodistas, literatos, y todos, sin una sola excepción, han afirmado que Intolerancia es una manifestación indescriptible de arte, una producción en que la belleza, la emoción, el interés y la grandiosidad van tan unidos, que no se saben determinar las preferencias.

A estas circunstancias que adornan la obra maestra de Griffith se le puede poner un broche de oro, que no otra cosa es la “charla” que el admirable y admirado Federico García Sanchiz podría ofrecer a los espectadores de nuestros cinematógrafos.

Yo sé que el Sr. García Sanchiz es un “conversador” único, porque sobre su vastísima cultura, tiene el encanto de que sabe llegar al espíritu de nuestras damas por su amenidad característica.

Y nada más.

Sabe usted que en todo momento puede disponer de su afectísimo amigo, q. e. s. m., Carlos V. Sagarra

* * *

Mi gratitud para los dos. Cuando se estrene Intolerancia, también podré expresarla en nombre del público, que va a presenciar una solemnidad artística con la proyección de la genial obra de Griffith.

He visto Intolerancia, galantemente invitado por el Sr. Sagarra. No exageró nada García Sanchiz en las manifestaciones que me hizo, y que publiqué el jueves último. Tampoco peca por exceso el Sr. Sagarra en los calificativos que dedica a Intolerancia en su carta, transcrita más arriba.

Intolerancia es una maravilla, algo indescriptible por su propia grandiosidad, por la emoción que en todo momento despierta y en todo momento mantiene, por su sentimentalismo, por su valentía, por su fidelidad en todas las épocas que hace desfilar, por su sinceridad... ¡Qué sé yo por cuántas circunstancias más!

Madrid va a presenciar el acontecimiento cinematográfico más grande conocido hasta el día: el estreno de Intolerancia, al que, como dice muy bien el Sr. Sagarra, va a poner García Sanchiz un broche de oro con unos momentos de “causerie” previa.

Y es el embajador artístico de Griffith el que va a hablar; pero, además, es el exquisito literato que se adueña rápidamente del público, y sobre todo, del público femenino, porque García Sanehiz conoce muy bien el corazón de la mujer...

Anthonius

[ Ángel Dant ]

Triunfo del “cine” español en Francia
La pródiga, de nuestro Alarcón, es aclamada hasta el delirio en París

¡Por fin, España ha demostrado que había creado su cinematografía, genuina, castiza y artística a la vez!

La obra genial de D. Pedro de Alarcón “La pródiga” nos llega de España materializada en un “film” que nos honra. Ya no tenemos el derecho de exclamar que nuestro “cine” patrio no existe.

Por fin hemos demostrado al extranjero lo que es España cuando se lanza decididamente a la realización de una obra de arte.

“La pródiga” es tal vez una de las obras de nuestra literatura que más cualidades posee para pintar a España. No nos presenta a través del socorrido torero, el chulo y la manola de mantilla bailando una farruca de “cabaret”.

“La pródiga” es la noble dama española, la de rancio abolengo, la que se mueve a todo momento con un altivo gesto de hidalgo castellano, la que pasea por Europa el renombre de nuestra raza caballeresca, romántica y apasionada. Es una figura humana y moderna al mismo tiempo. Es nuestra España de hoy, pero sin caireles y panderetas. ¡Noble España!

Noble por tu gesto de renunciamiento, que encarnas en “la pródiga”, la que, no sufriendo la vida cursi de señor empobrecido, se retira para olvidar sus penas y para recordar sus pasadas aventuras al cortijo andaluz, bajo el sol legendario de nuestra Hispania, viviendo entre cantos de añoranza, entre flores y pájaros.

Jamás hemos sentido mayor emoción que presenciando esta admirable película.

El público quedó completamente dominado desde el comienzo.

Las locas aventuras de “la pródiga” en el Hipódromo de Viena, sus románticos amores en los lagos de Italia, sus aventuras trágicas de Constantinopla misteriosa, sus escándalos en París, su vida, en fin, por el mundo que admiraba a la gran dama española, despertaron tan altamente el interés, el frenesí en los espectadores, que con verdadera ansia transcurrieron los minutos esperando la segunda mitad de tan hermosa obra de nuestra cinematografía nacional. ¿Cómo acabará? –se preguntaba todo el mundo.

Y la segunda parte, titulada “El enemigo”, es decir, el “hombre”, que fue siempre el sino fatal de la heroína, arrancó lágrimas de emoción a los espectadores.

La vida típica y tranquila del cortijo andaluz, tan clásica, tan encantadoramente presentada, sin olvidar el más pequeño detalle, dio admirablemente el tono de color español, demostrando que en nuestra Andalucía no todos son toreros y chulonas.

El desarrollo del último episodio amoroso de la vida de “la pródiga”, cuando, sin quererlo, se siente definitivamente vencida por la fuerza de una pasión joven y vehemente, es una verdadera obra de arte que nos honra.

La escena íntimamente trágica, cuando ya el hombre joven siente el desaliento y la fatiga de su encierro en la sierra, y cuando creyendo a su amada alejada de la casa corre hacia el paquete de periódicos que desde largo tiempo conservaba aún la banda del correo, mientras va reviviendo unos meses de vida perdida en su retiro cortijero, mientras creyéndose solo va leyendo con fiebre lo que “dicen” en la corte, y al mismo tiempo “la pródiga” lo espía, mientras ve sin ninguna duda el sacrificio de su amante, que vive con ella ya por lástima, mientras, observándolo a través de la cerradura, su alma siempre altiva, siempre “pródiga” de sí misma, decide librar al hombre joven de una amante envejecida que ya no le gusta, desapareciendo del mundo de los vivos, mientras se van desarrollando paralelamente las luchas de dos almas que sufren en silencio, de dos pasiones ya incompatibles, podemos afirmar que jamás hemos visto en “écran” alguno una interpretación más acabada del dolor y la amargura, y pocas veces la emoción de una sala habrá llegado al colmo del paroxismo como en la noche memorable que se estrenó tan hermosa obra patria.

Y al final, cuando ya “la pródiga”, inerte, sin vida, ha terminado su loca existencia, las últimas palabras que escribiera Alarcón al finalizar su obra maestra causaron un escalofrío de sentimentalidad al ver el pequeño y modesto cementerio perdido en la sierra, con su tumba abandonada, que ya nadie cuidará “mientras el mundo sea mundo”...

Un aplauso formidable estalló en la sala, un aplauso tan estrepitoso, que me despertó, porque... lector español, compatriota mío que has leído hasta aquí, todo lo que te acabo de contar lo he soñado; jamás lo presencié en la realidad.

La realidad española para la vida de nuestra pantalla es tristemente amarga.

¿No te parece bochornoso para nosotros, españoles, que una Bertini, en Italia, se vista de manola para encarnar “El genio alegre” de los Quintero; que una Talmadge aprenda a bailar la danza clásica española para interpretar a nuestro Benavente, y, finalmente, ver cómo en el Quai d'Orsay el “meteur en scéne” L'Herbier y su compañía de actores franceses toman el tren para ir a España a “filmar” “El Dorado”?

¿Es que España existe para los italianos, los americanos y los franceses, pero los que la ignoran son los españoles solamente?

¿Es imposible que nos demos cuenta, al fin, que hoy España es casi el “único filón cinematográfico no explotado todavía en el mundo”, ya fatigado de ver lo mismo en todas las películas?

¿Tan pobre, tan miserable es nuestra patria que no puede reunir dos miserables millones de pesetas para crear un gran estudio de arte mudo español?

¿Tendremos los españoles organizado el cerebro de tal forma que no podamos producir lo que un americano venga a confeccionar en nuestro propio suelo?

Yo sé que España tiene los elementos aptos para ser potencia en la industria universal del “cine”.

Reflexionen los que poseen capitales, tengan un gesto decisivo y patriótico, y mi sueño de “La pródiga” será una realidad.

Ángel Dant

París, febrero 1921.