Filosofía en español 
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Editorial

El Pleno de la preparación de las luchas por el poder, por la dictadura del proletariado
(Balance del XII Pleno del C.E. de la I.C.)

Las tesis del XII Pleno sobre la situación internacional y las tareas de las secciones de la Internacional Comunista comprueban, que «la acentuación de la crisis general del capitalismo se opera mediante enormes saltos que la conducen a un nuevo grado de acentuación»; que en el desarrollo de esta crisis se está revelando un «cierto cambio»; que «HA LLEGADO EL FIN DE LA RELATIVA ESTABILIZACIÓN DEL CAPITALISMO»; que «aun no hay una situación revolucionaria inmediata en los países capitalistas más importantes y decisivos», pero que «actualmente se realiza precisamente la transición hacia un nuevo ciclo de grandes colisiones entre las clases y entre los Estados, hacia un nuevo ciclo de revoluciones y guerras»{1}.

¿En qué consiste lo nuevo en la situación internacional, en comparación con la situación del XI Pleno, que ha permitido a la I.C. destacar esa tesis, de excepcional importancia y significación, sobre el fin de la estabilización parcial del capitalismo?

Lo nuevo consiste en que «en determinados puntos, excepcionalmente importantes, las fuerzas antagónicas se están desencadenando ya para la colisión».

Lo nuevo consiste en que «se ha producido un enorme desplazamiento en la correlación de las fuerzas entre el mundo socialista y el capitalista». La U.R.S.S. se ha consolidado definitivamente en las posiciones del socialismo, el segundo plan quinquenal traza la definitiva liquidación de las clases. Al mismo tiempo, en el otro polo, la crisis económica ha llegado a tal agudeza que hasta fuera de las filas comunistas las masas comienzan a convencerse de que la dominación del capital monopolista en putrefacción «dificulta extraordinariamente… la liquidación de la crisis económica mediante recursos habituales para el capitalismo del período de libre competencia», y que esas enormes dificultades, en conexión [5] con el crecimiento del ascenso revolucionario «impulsan a la burguesía por el camino de la solución violenta de los antagonismos, tanto dentro del país como en escala internacional».

Lo nuevo consiste en la agudización sin precedentes de los antagonismos entre los rapaces imperialistas, agudización más intensa que en vísperas de 1914. El plan Young ha fracasado; ha comenzado la crisis del sistema de Versalles. El derrotado imperialismo alemán exige la igualdad en los armamentos. Se recrudecen en este terreno los antagonismos entre Alemania y Francia, se agudizan a raíz de esto las contradicciones entre Alemania y Polonia a causa del corredor polaco y Dantzig. La anexión de Manchuria por el Japón, acto que constituye «el principio de una nueva guerra mundial imperialista», ha malogrado el convenio anterior entre Estados Unidos, Japón e Inglaterra sobre el reparto de las zonas de influencia en China; ha fracasado el convenio de Washington; está madurando un conflicto armado entre Estados Unidos y el Japón. Una ola de nacionalismo y chauvinismo ha invadido todo el mundo capitalista. «La nueva guerra imperialista se convierte en un peligro inmediato.»

Lo nuevo consiste en que, a raíz de la anexión de la Manchuria por el Japón en el Extremo Oriente, los preparativos de una intervención contra la U.R.S.S. «han entrado en una nueva fase. Manchuria constituye actualmente el foco de la intervención militar; se ha convertido, por los esfuerzos del imperialismo japonés, con el apoyo de Francia, en una plaza fuerte, para atacar a la U.R.S.S.; sobre ésta se cierne el peligro de una intervención inmediata.

Lo nuevo consiste en que la crisis de la titulada «era de la democracia burguesa» entra en una etapa aguda, como lo testimonia la instauración de «una de las formas de la dictadura fascista» en Alemania.

Lo nuevo consiste en que «la ulterior intensificación de la reacción política y de la fascización del Estado», no sólo no trae consigo la consolidación de la dominación burguesa, sino al contrario, viene acompañada de «una reducción de la base de dicha dominación y la aparición de resquebrajamientos y disgregación». «En los países donde la dictadura fascista fue instaurada antes de la crisis económica mundial, se observan procesos de desmoronamiento del fascismo bajo la acción del creciente ascenso revolucionario de las masas (Polonia, Yugoeslavia, Italia)». Y en los países en que la fascización del Estado se eleva actualmente a un grado más alto, como Alemania, surgen y se intensifican también los rozamientos y conflictos en el campo de la burguesía dominante, tras las bambalinas de la dictadura fascista. El gobierno de Papen-Schleicher representa una forma determinada de la dictadura fascista, cuyo camino fue preparado por la socialdemocracia y por el partido del Centro, y que fue instaurada con el concurso del Reichswehr, los «Cascos de Acero» y los nacionalsocialistas. Es la dictadura fascista de los tiburones del capital financiero, que han entrado en una alianza estrecha con los agrarios y con los generales del Reichswehr. [6] Pero esa alianza estrecha comenzó desde su mismo principio a presentar resquebrajamientos en todas sus costuras. Están en lucha la industria pesada del Rhin-Westphal y el trust químico, relativamente menos afectado por la crisis. Están en lucha esos dos trusts, de una parte, y los agrarios del sur de Alemania, de otra. Esas reyertas internas en el campo burgués han hallado su reflejo en la disolución del Reichstag. Son aún más pronunciados los síntomas de desmoronamiento que se notan ahora en el movimiento de masas de los nacionalsocialistas, por las dos causas siguientes: De una parte, la burguesía no se decide a permitir que Hitler asuma el poder, para no comprometer su reserva, e Hitler, que amenazaba hasta hace poco con una «marcha sobre Berlín» cumple la voluntad de la industria pesada que lo subvenciona y la del gobierno de Papen; por otra parte, en una fracción de los «destacamentos de asalto» fascistas crece el descontento por la política de Hitler, que es la del gran capital; en otra fracción se nota también el descontento por su legalismo, y ambas comienzan a sublevarse contra la dirección hitleriana. En el movimiento fascista, heterogéneo por su composición, forjado como un agudo instrumento para la ofensiva contrarrevolucionaria de la burguesía y que resta como tal hasta hoy, crecen al mismo tiempo elementos de disgregación que debilitan la dictadura burguesa. «El desarrollo ulterior o el desmoronamiento de esa dictadura dependen de la lucha revolucionaria de la clase obrera contra el fascismo en todas sus formas.»

Son también muy sintomáticos para el fin de la relativa estabilización del capitalismo los novísimos procesos que se operan dentro de la socialdemocracia, surgidos en conexión con el debilitamiento de la situación de la aristocracia obrera, de una parte, y el crecimiento del ascenso revolucionario de las masas, por otra. «La influencia de masas de los socialfascistas ha disminuido casi en todos los países, pero precisamente por eso tanto más intensas y múltiples son las maniobras que emplean» (encabezamiento de las huelgas para su decapitación, la proclamación en ciertos casos hasta de huelgas generales demostrativas, lucha ficticia contra el fascismo, por la paz, en defensa de la U.R.S.S., el retiro del partido obrero independiente británico del partido laborista, charlas de la Federación del Sena del Partido Socialista sobre un frente único antimilitarista con la I.C. y la I.S.R., &c., &c.).

A la par de esas maniobras, en las que se ingenian particularmente los socialdemócratas «izquierdistas», toda la socialdemocracia apoya de hecho y encubre ideológicamente la política actual parasitaria y de crisis de la oligarquía financiera, como asimismo sus intensos preparativos para la guerra. La socialdemocracia encubre la política de los subsidios gubernamentales a las empresas capitalistas en quiebra, a expensas de la expoliación de las masas trabajadoras, con el nombre de «capitalismo de Estado», y hasta los ultrarreaccionarios proyectos de trabajos forzados son defendidos por los líderes de la II Internacional, velándose con [7] charlas hueras sobre la instauración del «socialismo» bajo el Estado burgués y por medio de ese Estado. Esa combinación de la política más infame y reaccionaria del socialfascismo con su demagogia «izquierdista» es muy sintomática del fin de la estabilización capitalista.

Pero lo más esencial, lo más capital que caracteriza el fin de la relativa estabilización del capitalismo, y que constituye su causa directa, es el grado de desarrollo y de difusión del ascenso revolucionario de las masas y de aquellas formas que adopta ahora ese ascenso.

Sobre los nuevos rasgos de la situación contemporánea que caracterizan el fin de la estabilización capitalista se ha detenido minuciosamente en su discurso el camarada Manuilsky. Se debe prestar singular atención al carácter del actual ascenso revolucionario.

«En la China tenemos actualmente una situación revolucionaria.» Allí se desenvuelve el movimiento soviético. El heroico Ejército Rojo chino rechazó ya cuatro ataques del Kuomintang y actualmente está rechazando el quinto. Simultáneamente, se produce allí un ascenso de masa de la lucha antiimperialista. «El Japón puede resultar muy en breve en una situación de crisis revolucionaria.» España está en revolución y tenemos allí actualmente un impetuoso ascenso del movimiento de masas con tendencias a evolucionar hacia una insurrección popular armada. Polonia «se acerca directamente a la crisis revolucionaria». Tenemos en este país «una ola de huelgas de masas, numerosas manifestaciones combativas de campesinos y el acrecentamiento de una nueva ola de movimiento nacionalrevolucionario en los confines del país». El camarada Lensky, al caracterizar en su informe la situación de Polonia, dijo:

«Un vasto movimiento huelguístico, en combinación con otras formas agudas, constituye actualmente el eslabón inicial del ascenso revolucionario. Ese eslabón ha dado la posibilidad a nuestro Partido de sacar toda la cadena de los combates de masas… Comienza un nuevo período de huelgas políticas, que se entrelazan con paros económicos. Este es actualmente el rasgo capital del desarrollo del movimiento proletario en Polonia. Es cierto, que ese entrelazamiento es aún débil… Pero la tendencia fundamental que se abre camino pone a la orden del día la cuestión de la huelga revolucionaria de masas como un arma de la hegemonía del proletariado en la lucha de las vastísimas masas trabajadoras.»

Al caracterizar de este modo que Polonia «se acerca directamente a la crisis revolucionaria», el camarada Lensky ha subrayado al mismo tiempo con todo acierto:

«Sin embargo, es incuestionable que el nudo de la revolución proletaria internacional, en crecimiento desigual, lo es Alemania

En Alemania, durante los últimos tiempos, el fascismo crecía con mayor rapidez que el movimiento revolucionario del proletariado. Pero nuestro Partido Comunista alemán ha logrado desenvolver sobre la base de un amplio frente único desde abajo la autodefensa antifascista, en la [8] cual nuestros camaradas han demostrado arrojo y valor, y como resultado, nuestro Partido ha obtenido en las elecciones 5.300.000 votos. El heroísmo de nuestros cuadros comunistas en Alemania se había exteriorizado ya un año antes de esos acontecimientos, en que, a una llamada del Partido, fueron presentadas 18.000 candidaturas rojas para las elecciones a los Comités de fábrica, dentro de un ambiente de terror por parte de los patronos, y de una enorme desocupación. El retraso de nuestro Partido en Alemania consistía, principalmente, en que no había logrado desenvolver un movimiento huelguístico como respuesta a los decretos de emergencia. Esto, simultáneamente a la insuficiente manifestación de iniciativa, fue la causa de que el 20 de julio, durante el golpe fascista producido en Prusia, no haya encontrado eco el acertado llamamiento de nuestro Partido a una huelga general, no obstante hallarse en una situación favorable. Pero nuestro Partido Comunista alemán ha comprendido plenamente esos defectos, y vemos actualmente en Alemania una ola ascendente de huelgas, aunque relativamente pequeñas. El camino de la revolución alemana no es un camino fácil. La lucha allí será desesperada, porque a ambos lados de las barricadas están concentradas grandes fuerzas. Pero el proletariado alemán, bajo la dirección de nuestro Partido, comienza ya a pasar de la defensa a la ofensiva. Por esto allí también nos acercamos precipitadamente a la crisis revolucionaria.

En Checoeslovaquia, se levanta rápidamente la ola del movimiento huelguístico. Tenemos allí la huelga general de los obreros mineros de la Bohemia del norte; se acrece allí el movimiento revolucionario de los obreros y de los campesinos en la Ucrania de los Cárpatos. En Bélgica estalló súbitamente la huelga general de los obreros mineros. En Inglaterra tuvo lugar en otoño de 1931 la huelga de los marinos de la armada, sin precedentes en la historia de Gran Bretaña, conjuntamente con impetuosas manifestaciones de los obreros, y actualmente acaba de estallar el movimiento huelguístico en Lancashire. En Francia habían estallado grandes huelgas en el norte. En Holanda, la huelga de Tuent, &c. Nuestro Partido ha tenido grandes éxitos en Francia, en el dominio de la agitación y propaganda, en la lucha contra las maniobras aéreas militares, en los preparativos del congreso antimilitarista celebrado en Ámsterdam, en la agitación cuando el proceso Gorgulof, &c. Pero nuestro Partido francés lucha aún débilmente por los intereses cotidianos de los obreros, y no ha liquidado definitivamente los hábitos anarcosindicalistas. Y por eso, está aún débil allí el avance del movimiento. «En la India y en los países de América Latina, el desarrollo de la crisis revolucionaria se detiene, en primer término, por la débil organización del proletariado y la poca madurez de los Partidos Comunistas».

La crisis revolucionaria crece en forma desigual, pero tenemos en todas partes el auge del ascenso revolucionario. Pero no se deduce en modo alguno de esa desigualdad del desarrollo revolucionario y del retraso de una serie de países hasta de tanta importancia como Francia, [9] Inglaterra, Estados Unidos, que la revolución debe aguardar a los retrasados, para marchar a compás de estos últimos, como lo creen los oportunistas. El desarrollo desigual es una ley del imperialismo. Pero el camarada Stalin ya dijo hace tiempo lo siguiente, a propósito de esa ley:

«El desarrollo futuro de la revolución mundial se efectuará lo más probable, no por el camino de la maduración simultánea de todos los países imperialistas, sino por el del adelanto de unos países a otros, mediante la ruptura de la cadena imperialista por sus más débiles eslabones.»

Son excepcionalmente típicas para el fin de la estabilización parcial las formas revolucionarias y la tirantez del movimiento huelguístico, que anega actualmente cual una vasta ola a todo el mundo capitalista, y su combinación con las manifestaciones políticas de masas. Las tesis «sobre la situación mundial, &c.», presentan la afirmación sobre la cual deben meditar mucho aquellos «izquierdistas» que encubren actualmente su pasividad oportunista con actitudes desdeñosas respecto a las huelgas que surgen a raíz de reivindicaciones económicas parciales; «en las condiciones del fin de la estabilización capitalista y de la brusca reducción de la base material del reformismo, la lucha por las necesidades elementales de las masas hace posible poner éstas en contacto con las mismas bases de la existencia del capitalismo». De esa tesis se deducen los rasgos del movimiento huelguístico actual que señala la otra resolución del XII Pleno:

«La lucha económica del Proletariado adquiere cada vez más acentuadamente un carácter revolucionario, y, en combinación con diversos elementos y formas de manifestaciones políticas, constituye, en una serie de casos, y también en la etapa presente, y en una aplastante mayoría de los países capitalistas, el eslabón fundamental para conducir a las masas a las grandes batallas revolucionarias venideras.»

El movimiento huelguístico de los obreros, debido a su volumen y a su carácter combativo (colisiones con la policía, la gendarmería y las tropas, produce una potente resonancia en las grandes capas de la población trabajadora, despierta simpatías por el proletariado en lucha, da un impulso para el desencadenamiento del movimiento revolucionario de los campesinos (Polonia) y atrae al campo del proletariado amplias capas de la pequeña burguesía urbana (Polonia, Checoeslovaquia).

En las condiciones del fin de la estabilización capitalista, las pequeñas huelgas económicas se transforman a menudo en paros económicos y políticos de masas. Ya en el X Pleno del C.E. de la I.C. fue planteada la cuestión sobre el paro político de masas. Pero esa consigna ha quedado por mucho tiempo en el aire. Actualmente, ésta puede encarnarse en hechos con mayor facilidad, porque las masas obreras de algunos países ya están preparadas mediante huelgas generales económicas y por una serie de pequeños paros políticos. [10]

Sería completamente erróneo y oportunista considerar el actual crecimiento del ascenso revolucionario solamente como un proceso espontáneo. Precisamente, en el último año es, sobre todo, característico y significativo el rápido crecimiento de la influencia de los Partidos Comunistas. Crece con rapidez el número de éstos, crece asimismo el número de votos que esos partidos obtienen en las elecciones, y, lo que es singularmente importante: ha comenzado a crecer notablemente el papel organizador de los Partidos Comunistas. El número de los afiliados de las secciones de la I.C., sin contar el Partido Comunista de la U.R.S.S., se ha duplicado en un solo año: de 550.000 a 914.000 afiliados. En Alemania, durante tres meses, desde el 24 de abril hasta el 31 de julio, el número de votos obtenidos por el Partido Comunista ha crecido casi en un millón, y en condiciones difíciles y bajo la amenaza de prohibición, ha juntado 5.300.000 votos en las elecciones al Reichstag. En Bulgaria, nuestro Partido ha conquistado ya la mayoría de la clase obrera y considerables capas de los campesinos. En Sofía, obtuvo la relativa mayoría de los votos y la absoluta mayoría de los mandatos. En Grecia, nuestro Partido ha obtenido el triunfo en las elecciones, &c.

Mucho más importante que esto, como ya lo hemos dicho, es el hecho de que algunos de nuestros Partidos hayan intervenido el año último con todo éxito como dirigentes del movimiento de masas en desarrollo. Ya no hablaremos de nuestro Partido Comunista chino. El camarada Van-Min explicó en el Pleno, entre aplausos atronadores, que los progresos y éxitos del Partido Comunista chino se miden no solamente por el crecimiento del número de sus afiliados, sino también por el rápido aumento del número de las divisiones del Ejército Rojo, y por el número de las victorias obtenidas en los campos de batalla. El Ejército Rojo de los Soviets chinos tiene ya actualmente 26 cuerpos; tiene, además, quince divisiones autónomas en guarniciones locales y organizaciones militares de masas, como también un destacamento bien equipado de la G.P.U. Un carácter singular y específico tienen también los éxitos de nuestro pequeño y heroico Partido japonés, el cual, en las condiciones de la guerra del Japón contra China, ha lanzado desde el principio de la guerra consignas derrotistas, encabezando las manifestaciones combativas de los obreros, de los campesinos, de los soldados y de los estudiantes que rompen los marcos del terror militar y policíaco. Esto es algo nuevo e inaudito en la historia de las guerras del imperialismo japonés.

En la mayoría de los países capitalistas, donde no hay aún en los presentes momentos una situación revolucionaria, sino solamente una maduración de las premisas para una crisis revolucionaria, donde existe la guerra, la medida del éxito de los Partidos Comunistas es su dirección de las elecciones de masas en otro orden. Hemos remarcado ya el gran éxito del Partido Comunista alemán en la vasta campaña antifascista organizada por él sobre la base del frente único por abajo; es necesario señalar singularmente la heroica autodefensa de masas en Altona. [11] Pero lo más significativo y prometedor son los ejemplos de los Partidos Comunistas que habían logrado por primera vez, minando la influencia de la socialdemocracia y de los sindicatos reformistas, encabezar y dirigir eficazmente las huelgas de masas, elevándolas a un alto grado. En este sentido el primer puesto corresponde incuestionablemente a nuestro Partido Comunista polaco, el cual, no sólo supo utilizar la situación sumamente favorable, para apoderarse de la dirección de una serie de grandes huelgas iniciadas por él mismo, desencadenadas a causa de consideraciones demagógicas del partido socialfascista polaco (P.S.P.), sino que ha desarrollado también una enorme labor en el campo, donde ahora maduran elementos de revolución agraria. Un gran éxito ha tenido durante el último año también nuestro Partido checoeslovaco, encabezando la huelga general de Brucks. Hasta nuestro pequeño Partido Comunista belga, al tomar una parte activa en la huelga general de los obreros mineros, ha sabido aumentar, durante el breve tiempo de la misma, su influencia a tal punto que casi duplicó el número de sus afiliados, y aumentó en siete veces el tiraje de su diario.

Claro está, que todo eso, si no se cuenta la huelga del Rhur en Alemania y la de los metalúrgicos berlineses en 1930 y 1931, son tan sólo los primeros éxitos, en lo que respecta a la posesión de la dirección del movimiento huelguístico, sobre la base de una hábil aplicación de la táctica del frente único por abajo. Y si estos éxitos se comparan con las posibilidades que existen ahora y con las enormes tareas que se plantean actualmente ante nuestro Partido, sería necesario reconocer que esos éxitos, son insuficientes. Pues no nos hemos puesto aún en ninguna parte a pie firme en las grandes empresas, donde están concentradas las masas decisivas del proletariado industrial, no hemos logrado aún transformar esas empresas en «fortalezas del comunismo». También en los sindicatos reformistas es aún sumamente débil nuestro trabajo. Y no debemos experimentar un vértigo a raíz de nuestros éxitos, tanto más que, en algunos Partidos, como, por ejemplo, el Partido Comunista norteamericano, hasta notamos ahora un cierto movimiento de retroceso. Pero no cabe duda de que también podemos notar un gran avance en este sentido durante el último año. Y negar ese gran avance sería tan oportunista como el descansar sobre los laureles. El camarada Piatnitsky nos ha ilustrado sobre esto con gran elocuencia en el XII Pleno. Hablando sobre la intervención del camarada checoeslovaco, el camarada Piatsnitsky, dijo: «Comparad su discurso en el XI Pleno con el discurso de ahora, del XII Pleno. ¿Tienen acaso punto de comparación? Aquí habla la misma vida.» Y con respecto al discurso del camarada británico, dijo: «En todo caso, antes hablábamos nosotros y él escuchaba (de paso sea dicho, no sólo él), mientras que ahora habla él y nosotros le escuchamos con satisfacción.» [12]

* * *

Todo el cúmulo de las condiciones descritas más arriba, condiciones que se resumen en una sola frase: «fin de la relativa estabilización del capitalismo», ha sido lo que ha movido al XII Pleno del C.E. de la I.C. a plantear «con toda su agudeza la cuestión sobre el cumplimiento de la tarea principal en estos momentos de los Partidos Comunistas: La preparación de la clase obrera y de las masas explotadas en el curso de la lucha económica y política para los venideros combates por el poder, por la dictadura del proletariado». Las tesis del XII Pleno recalcan que esa tarea fundamental –la preparación para los combates por el poder– será realizada precisamente «en el curso de la lucha económica y política». Y esta idea se repite más de una vez en las tesis. En conexión con la tarea de la conquista de la mayoría de la clase obrera, las tesis declaran:

«El eslabón inicial, del que los Partidos Comunistas deben asirse al realizar esa tarea, es la lucha por los intereses cotidianos, económicos y políticos, de las grandes masas contra la creciente miseria, el desamparo, la violencia y el terror… Solamente apoyándose en los intereses cotidianos de las masas, los Partidos Comunistas podrán defender y consolidar las posiciones de la clase obrera, conducirla a formas de lucha cada vez más elevadas y a combates decisivos por la dictadura del proletariado. Contando con las condiciones adecuadas, la preparación y la realización de la huelga política de masas constituye uno de los más importantes eslabones en la lucha revolucionaria del proletariado.»

En conclusión, a raíz de la ofensiva encarnizada de la contrarrevolución y de los preparativos de la intervención, las tesis repiten:

«A este desafío de la burguesía mundial, las secciones de la Internacional Comunista deben contestar con una categórica intensificación en todo lo posible de su trabajo bolchevique: deben acelerar la revolucionarización de las grandes masas, desenvolver y encabezar los combates de clase de los trabajadores sobre la base del frente único por abajo, conduciendo a la clase obrera hacia la huelga política de masas», &c.

¿Es acaso nueva en la I.C. la idea de «luchar por los intereses cotidianos, económicos y políticos, de las grandes masas» y «desenvolver y encabezar los combates de clase de los trabajadores»? No, esta idea no es nueva. Pero lo nuevo es, que el Pleno, al destacar como tarea fundamental del momento actual la preparación del proletariado para los combates decisivos por el poder, ha recalcado, que esa preparación debe ser acelerada en todo lo posible, puesto que los «plazos para la maduración de la crisis revolucionaria son breves». Pero lo nuevo es que el Pleno, en sus resoluciones y en los discursos de toda una serie de delegados de distintos países, subraya insistentemente que en la presente etapa el eslabón fundamental de esa preparación es el desarrollo y la organización de los combates económicos y políticos que se preparan, su elevación a un [13] grado más alto de la huelga política y la subordinación de toda nuestra propaganda y agitación a este fin.

Del mismo principio del tercer período de postguerra, en conexión con el recrudecimiento de los antagonismos interiores y exteriores del capitalismo, la Internacional Comunista había lanzado la consigna de «clase contra clase», conjuntamente con la consigna de «dirección autónoma de las luchas de clase». Sin embargo, el éxito de nuestros Partidos en lo que respecta a la dirección autónoma de los combates de clase, era muy insignificante hace unos años. Es por esto, que en 1930, en el XVI Congreso del Partido Comunista de la U.R.S.S., el informante de la delegación rusa ante el C.E. de la I.C., en su discurso de conclusión planteó en forma aguda y precisa este problema:

«Los hechos demuestran que en una serie de países nuestros Partidos han aprendido bastante bien a organizar las manifestaciones políticas de masa y las demostraciones obreras… Sin embargo, son aún insignificantes los éxitos de nuestros Partidos en lo que atañe a la dirección de los combates de clase, comenzando por las huelgas económicas… Entre tanto, la organización de los combates de clase, bajo la dirección de los Partidos Comunistas, constituye precisamente la tarea esencial del presente período. Si anteriormente, el trabajo de los Partidos Comunistas se reducía con preferencia al trabajo de agitación y propaganda, ahora el centro de gravedad se halla en la organización de las batallas de clases bajo la dirección comunista. Solamente sobre esta base, sobre la base de organización bolchevique de la lucha huelguística y de las otras formas de batalla de clase libradas contra la ofensiva del capital, los Partidos Comunistas pueden y deben conquistar debidamente la autoridad y la confianza de los obreros en la dirección comunista de toda la lucha revolucionaria del proletariado.»

Esto se decía en 1930. Pero aun después de esto, no se notaba gran adelanto. Mucho se ha hablado sobre este asunto, pero muy poco se ha hecho. Y esto lo señalan las tesis del Pleno:

«Es preciso deslindarse resueltamente, de una parte, del “seguidismo” oportunista derechista… De otra parte, del subjetivismo “izquierdista”-oportunista, que tiende a substituir el trabajo necesario y difícil de educación bolchevique y de movilización de las masas, por frases hueras sobre el desarrollo de combates revolucionarios, en vez del desarrollo efectivo de esos combates». &c.

¿Hay acaso motivo para esperar que, después del Pleno, se produzca en las secciones de la Internacional Comunista el necesario viraje decisivo? Sí, tenemos todos los motivos para esperarlo, pues actualmente estamos en presencia de una nueva situación; ha llegado el fin de la parcial estabilización del capitalismo; «los plazos para la maduración de la crisis revolucionaria son breves»; ahora «es preciso, sin perder ni un instante, intensificar y acelerar el trabajo bolchevique de masas para la conquista [14] de la mayoría de la clase obrera». En algunos partidos (por ejemplo, en el polaco y en el checoeslovaco), ya se ha realizado en este sentido un cambio considerable.

Precisamente, porque la situación ha cambiado profundamente durante el año último, y sobre todo porque nuestros Partidos han acumulado, durante el tiempo transcurrido desde el XI Pleno, una rica y abundante experiencia, esas consignas tácticas han hallado una resonancia vivísima en el XII Pleno, concentrando sobre ellas su atención.

Se ha hablado en forma concreta en el Pleno de cómo hay que llevar a las masas obreras de las fábricas a la huelga, de modo que las mismas masas obreras la reconozcan como la única salida, y cómo hay que organizar, bajo la dirección del Partido, un amplio frente único desde abajo, al realizar la huelga. Se ha hablado en el Pleno sobre la manera de combinar los combates económicos y políticos. Ya hoy, las huelgas económicas, llevando por doquiera a colisiones con la policía y la gendarmería, imprimen un impulso hacia la organización de manifestaciones políticas de simpatía o de protesta. Se ha indicado en el Pleno, singularmente respecto a Alemania, donde el movimiento huelguístico estaba retrasado hasta los últimos tiempos con respecto a las manifestaciones políticas, cómo se pueden transformar las manifestaciones políticas en puntos de partida para los movimientos huelguísticos. El camarada Piatnistky, al hablar de la buena ejecución de la campaña de frente único en Alemania en el dominio de la lucha contra el fascismo, ha planteado, entre otras, la siguiente tarea:

«Es menester ampliar y consolidar el frente único de los obreros, el que ha comenzado en las calles en la lucha contra los nacionalsocialistas, mediante su traslado a las fábricas, dentro de los sindicatos reformistas y a las bolsas de trabajo, al medio de los parados.»

Y el camarada Knorin dijo lo siguiente con respecto al problema apuntado:

«Casi la mitad del proletariado industrial de Alemania, y el 50% de la parte revolucionaria de éste, ha sido arrojada a la calle. La calle se ha convertido, lo mismo que las fábricas, en lugar de frente único. Es necesario combinar la lucha en las calles con la lucha en las fábricas. La calle debe ayudar a sublevar las fábricas; las colisiones y las manifestaciones callejeras tienen que ayudar a desenvolver las huelgas, deben combinarse con las huelgas.»

Se ha hablado en el Pleno sobre la manera de elevar los combates parciales económicos y políticos, a un nivel más alto, preparando paros políticos de masas. El cámara Thaelmman ha dicho en su discurso de clausura:

«Debemos pasar de la agitación y propaganda al desencadenamiento efectivo de las acciones y combates de masas. La huelga de masas y el paro general político deben ser considerados en la etapa presente como las armas capitales más importantes de lucha.» [15]

En el Pleno se ha dicho cómo se debe subordinar nuestra agitación y propaganda a la obra de la organización de las manifestaciones de masa y combates de clase. Leemos, entre otras cosas, en la proposición de la delegación francesa, respecto a los métodos de la realización de las decisiones del XII Pleno, lo siguiente:

«En esta situación, el Partido Comunista francés, con el fin de colocarse a la cabeza del movimiento de masas, para dirigirlo y organizarlo, con el objeto de obstaculizar la política de guerra y de intervención armada contra la U.R.S.S. por parte del imperialismo francés, debe concentrar toda su atención sobre el problema de las reivindicaciones parciales, debe formular en cada caso las reivindicaciones mínimas de carácter económico y político de los obreros, campesinos y todos los explotados, para ganar la confianza de las masas, arrastrarlas a la lucha, y elevar progresivamente esos combates parciales (huelgas, manifestaciones de parados, de campesinos, &c.) al nivel de grandes batallas revolucionarias. Esto exige un cambio resuelto en el trabajo de los sindicatos unitarios, en el trabajo de la fracción parlamentaria y de las fracciones municipales, y en el trabajo de las organizaciones de masa que se hallan bajo la influencia del Partido.»

Y más adelante dice:

«L’Humanité y la prensa provincial son hasta ahora principalmente el arma de agitación. Esta prensa, y en primer plano L'Humanité, debe convertirse en organizadora del movimiento de masas.»

Por último, se ha hablado en el Pleno sobre las tareas de organización que surgen de esa orientación táctica.

Esto evidencia con toda claridad, que esa orientación táctica en las condiciones del rápido acrecentamiento del ascenso revolucionario puede y debe hallar su poderoso reflejo en el trabajo de los partidos y de sus éxitos. Nuestros Partidos sufren ahora a causa de la fluctuación y de la debilidad de nuestras células de empresa, sobre todo, en las grandes fábricas. Una de las causas principales de esas debilidades consiste en que las células solamente se reúnen y discuten, y que los obreros, sin sentirse satisfechos de esto, no quieren a causa de esas discusiones ser arrojados a la calle en estos momentos de desocupación más horrorosa. Es indudable, que cuando nuestras células de fábrica reciban una orientación combativa, los obreros comunistas irán a ellas sin temer sacrificios. Nuestros Partidos sufren también a causa de la debilidad del trabajo en los sindicatos reformistas. No cabe duda de que al haber una orientación táctica fundamental hacia la organización de combates de clase, nuestros Partidos se verán obligados a penetrar en forma intensiva en los sindicatos reformistas y en otras organizaciones de masas. La orientación hacia una organización directa de los combates de clase nos facilitará extraordinariamente la lucha contra la socialdemocracia, pues, durante el proceso de esos combates, será más fácil desenmascararla ante las masas, [16] si no se llega a cometer errores derechistas-oportunistas, olvidando que la socialdemocracia es el apoyo social principal de la burguesía o si no se llega a deslizamientos hacia el campo «izquierdista»-oportunista, identificando a los obreros socialdemócratas con sus jefes, identificando a los social-demócratas con los fascistas.

La principal orientación táctica hacia una organización directa de los combates parciales de clase y su elevación a un nivel más alto dentro de las condiciones actuales del ascenso revolucionario es el camino mejor y más breve hacia la realización de nuestras tareas estratégicas: ganarse la mayoría de la clase obrera e incorporar al campo revolucionario a los aliados del proletariado, a las masas trabajadoras y explotadas. Pero, para realizar ese viraje táctico, son necesarias ciertas premisas y antes que nada un contacto hábil con las masas. Sobre estas premisas necesarias han hablado minuciosamente los camaradas Kusinen y Gottwald en sus informes.

Esas premisas están formuladas de la siguiente manera en las tesis del XII Pleno:

«La realización eficaz de esta tarea reclama que cada Partido Comunista establezca, amplíe, consolide y robustezca ligazones permanentes, vivas, con la mayoría de los obreros en todas partes donde haya masas trabajadoras. Para tal objeto, es necesario antes que nada: a) una regulación efectiva y permanente del trabajo bolchevique entre las masas obreras, no comunistas, en las fábricas, dentro de los sindicatos reformistas y de otras tendencias y entre los desocupados; desenmascarar sistemáticamente la traición de los líderes socialdemócratas y reformistas, reconquistar a los obreros caídos bajo la influencia del fascismo; b) defender los intereses cotidianos de los obreros, saber reaccionar a cada ataque del enemigo de clase, lanzando cada vez consignas concretas, susceptibles de movilizar efectivamente las masas para la lucha; ejecución sistemática de la línea del frente único por abajo; regulación de la alianza entre el proletariado y el pequeño campesino; incorporación a la lucha, bajo la dirección del proletariado, de los empleados y las masas explotadas de la pequeña burguesía; c) robustecimiento del mismo Partido comunista sobre la base de la formación de cuadros estrechamente ligados con la masa y que gocen de su confianza.»

Una atención especial ha prestado el Pleno a la táctica del frente único por abajo. De esto han hablado detalladamente los camaradas checoeslovacos y alemanes, sobre la base de la experiencia propia, muy amplia. La cuestión sobre la manera de conseguir la más amplia incorporación de los obreros socialdemócratas y sin partido al frente único de la lucha de clases, evitando errores derechistas-oportunistas e «izquierdistas»-sectarios, sin ocultar la fisonomía de nuestro partido, desenmascarando en el curso de la lucha a los líderes socialdemócratas y elevando la lucha a un nivel más alto, fue ilustrado en forma ampliamente concreta [17] en los debates, siendo luego resumido en los discursos de clausura de los camaradas Gottwald y Thaelmman. Ese balance de la discusión rico por su material concreto, debe convertirse en patrimonio de los elementos activos de nuestros partidos.

Partiendo de la tarea principal del momento actual –preparación de la clase obrera para las luchas decisivas por el poder– fueron planteadas por el Pleno una serie de capitales tareas en lo que atañe a la organización. De esas tareas merecen ser singularmente señaladas una liquidación resuelta del supercentralismo, del mero reparto de órdenes, de la inflación de los aparatos centrales y de la descarnación de los órganos del Partido locales y de base». El sentido del planteo de esta cuestión sobre «supercentralismo» consiste en lo siguiente: con la maduración rápida de la crisis revolucionaria de una parte, y con la intensificación del terror fascista y policíaco y del peligro de la guerra, por otra, la situación puede modificarse rápidamente, de modo, que habrá que adoptar en forma precipitada decisiones de responsabilidad en la periferia, en las distintas localidades. Entre tanto, es muy posible, dentro de esas condiciones, que, no solamente nuestros Partidos se vean aislados de la dirección de la Internacional Comunista, sino que las organizaciones locales podrán ser también aisladas de los centros de los Partidos. En semejantes condiciones; los Partidos podrán funcionar bien, evitando el peligro del retraso; solamente en tal caso las organizaciones del Partido, tanto locales como de base, gozarán del derecho de iniciativa revolucionaria en amplia escala si éstas están provistas suficientemente de cuadros capaces de manifestar dichas iniciativas acertadamente.

Refiriéndose a las tareas de las distintas secciones, el Pleno ha prestado una atención excepcional a dos partidos: el alemán y el francés. Y esto surgía plenamente de la tarea principal del presente período: la preparación del proletariado para los combates venideros por el poder. Nuestro Partido Comunista alemán es el Partido más numeroso, más vigoroso y de mayor influencia de todos los Partidos de los países capitalistas. Alemania puede entrar muy pronto en la era de la crisis revolucionaria, debido a la extraordinaria tensión de sus antagonismos interiores, como también a causa de que Alemania es el eslabón más flojo en la cadena de las potencias imperialistas. Y la revolución en Alemania tendrá una importancia decisiva para la revolución mundial. En lo que respecta al P.C.F., éste ocupa un puesto de excepcional responsabilidad, por cuanto el imperialismo francés es el imperialismo más agresivo en Europa y el principal inspirador y organizador de la intervención contra la U.R.S.S. Precisamente por esto, el Pleno ha prestado una atención preferente y excepcional a la preparación combativa de esos dos Partidos. Precisamente por esto, el camarada Piatnitsky dedicó la parte principal de su discurso a un minucioso análisis del trabajo de esos dos Partidos, abordando, claro está, en formas distintas la característica de sus éxitos, de sus lagunas y de los métodos de liquidación de las mismas. [18] Precisamente por esto, el camarada Lensky se ha detenido también al analizar la situación de Alemania, y el camarada Knorin al analizar el trabajo del Partido Comunista alemán. Precisamente por esto, tanto el camarada Thaelmman, como todos los demás delegados alemanes, han hecho un examen detallado de esa situación. Y también por esto, la delegación francesa ante el Pleno ha elaborado una instrucción detallada sobre la manera de adaptar las decisiones del XII Pleno en Francia.

En el orden del día del Pleno estaba la cuestión sobre la guerra en el Extremo Oriente y sobre las tareas de los comunistas en la lucha contra la guerra imperialista y en la intervención militar. Habiendo trazado en forma concreta las tareas de las distintas secciones, en lo que concierne a esta lucha y a la defensa de la U.R.S.S., el Pleno señaló al mismo tiempo las grandes omisiones de los Partidos en este dominio:

«Reconociendo algunos resultados positivos, en lo que respecta a la movilización de las masas contra la guerra imperialista y contra la intervención, el XII Pleno constata, que los Partidos Comunistas de los países capitalistas no han sabido impedir por medio de concretas acciones revolucionarias el transporte de tropas a China y de material bélico al Japón; que no han sabido conducir tras de sí a las masas obreras de las empresas de carácter bélico. El XII Pleno del C.E. de la I.C. llama la atención especial sobre las debilidades inadmisibles en las ligazones de los Partidos Comunistas con las más importantes empresas de carácter bélico, como también sobre el hecho de que el trabajo de los Partidos Comunistas en el ejército, en la armada y en las formaciones especiales de clase militares de tipo fascista y pogromista se hallaba en un estado de intolerable abandono, que los Partidos y las Juventudes Comunistas en su totalidad no están incorporados a ese trabajo.»

Fue escuchado en el Pleno por último el informe del camarada Manuilsky, en nombre de la delegación rusa, sobre el tema: «La U.R.S.S. y el proletariado mundial.» El mismo camarada Manuilsky ha resumido brevemente el sentido de su informe:

«Sobre el fondo de ese balance (balance de la declinación y reacción capitalista. Red.) aparece con mayor nitidez el balance del desarrollo del país de la dictadura proletaria durante los últimos años, balance que nutre en enorme grado el ascenso revolucionario de la clase obrera… en esto reside el sentido y la importancia del informe sobre el balance del primer plan quinquenal y sobre las perspectivas del segundo quinquenio… La significación de la realización del primer plan quinquenal consiste, camaradas, en que, hemos colocado una potente base material bajo la causa de la revolución proletaria mundial, que el peso específico de los Partidos Comunistas más pequeños crece increíblemente, a consecuencia de esa victoria del proletariado de la U.R.S.S.; que el proletariado de los países capitalistas apoyándose en esta fortaleza, podrá destruir con mayor facilidad [19] a su burguesía, derrocar el capitalismo e instaurar la dictadura proletaria como condición para la conquista del socialismo… Y si el papel del primer plan quinquenal ha sido grande en el viraje de los obreros de los países capitalistas hacia el comunismo, el papel del segundo plan quinquenal debe ser y será decisivo

Describiendo cómo el Partido Comunista de la U.R.S.S. va de triunfo en triunfo, superando incalculables dificultades en su camino, el camarada Manuilsky se ha detenido minuciosamente sobre el papel de su jefe, y dijo entre otras cosas:

«Con el nombre de Stalin está ligada en la consciencia de los trabajadores de nuestro país y del proletariado internacional toda la era de la construcción del socialismo y sus victorias en la U.R.S.S. Sobre la base de la ley de la desigualdad del desarrollo del imperialismo, el camarada Stalin ha elaborado, encarnándola en hechos, la doctrina leninista sobre la construcción del socialismo en un sólo país. En esa orientación stalinista, que vino a ser el patrimonio de toda la Internacional Comunista, se realizaba de hecho y se daba cumplimiento a la tarea capital de la preparación del proletariado internacional a un nuevo turno de revoluciones y de guerras.»

El XII Pleno, al movilizar las secciones de la Internacional Comunista para la preparación de los combates decisivos, ha recordado la necesidad de fortalecer, en las actuales condiciones mucho más que en ningún otro momento, la disciplina férrea, llevando una lucha resuelta contra el oportunismo de derecha y contra la conciliación con él, como el peligro principal, y también contra toda clase de sectarismo «izquierdista». El Pleno ha condenado las tendencias derechistas en algunos partidos, tendencias que han hallado su exteriorización en la plataforma de Humbert Droz. El Pleno ha condenado también las incalculables manifestaciones del sectarismo, de que padece especialmente nuestro Partido americano, y las tendencias anarcosindicalistas dentro del Partido Comunista español. El Pleno ha desenmascarado y estigmatizado las tentativas de unir a todos los añicos de las distintas oposiciones bajo la dirección ideológica sin principios del renegado Trotsky (Polonia).

El camarada Ercoli, que ha clausurado el Pleno de la preparación acelerada para los combates decisivos, ha resumido en una forma concisa y clara toda su labor.

El XII Pleno del C.E. de la I.C. dio una característica clara a la situación internacional actual, apreciándola como el fin de la relativa estabilización del capitalismo, trazando nítidamente las tareas combativas de las secciones de la Internacional Comunista en el presente momento, de extrema responsabilidad. Nuestras secciones deben, «sin perder ni un instante, intensificar y acelerar el trabajo bolchevique de masas por la conquista de la mayoría de la clase obrera, por la elevación de la actividad revolucionaria de la misma», pues, «los plazos para la maduración de la crisis revolucionaria son breves».

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{1} Todas las palabras entre comillas se citan por nosotros de las Tesis y Resoluciones del XII Pleno del C.E. de la I.C., salvo las que se indican de otras procedencias.