Filosofía en español 
Filosofía en español


Julián Antero

En torno a la actual situación de la música en España

Expresando sus opiniones sobre estos problemas, uno de nuestros colaboradores nos ha enviado un extenso estudio que lamentamos no poder publicar íntegro a causa del reducido espacio de que disponemos en estos Cuadernos. Nos limitamos, pues, a reproducir algunos pasajes.

En relación con el artículo referente a la música en España, publicado en uno de los números anteriores de estos mismos Cuadernos de cultura{1}, me parece conveniente hacer algunas observaciones sobre el tema concreto del compositor y la situación actual de España. Estas observaciones parten de la concepción de la vida, y consiguientemente de la música, basada en el materialismo dialéctico…

…Opino, naturalmente, que el compositor debe ser sincero, y entiendo por sinceridad el que escriba o trate de escribir aquello que tiene absoluta necesidad de expresar, necesidad que puede tener un origen muy diverso, pero siempre absolutamente vivo. Es decir, pienso en el compositor como en el hombre que expresa en su música una vivencia. De otro modo no creo que la obra de arte tenga ningún valor. Y entiéndase bien que esta es condición necesaria pero no suficiente para realizar una obra verdaderamente artística. Como pienso que el contenido que se quiere expresar condiciona los medios que se emplean para expresarlo, prefiero tratar primero de él. […]

…El hecho de que de cada época se recuerden dos o tres grandes compositores ha originado el que se les atribuya a características de estilo personal, tanto lo que es justamente un factor individual, como lo que es pura y simplemente el lenguaje de un momento histórico. Y si esos compositores figuran en la Historia de la Música en lugar destacadísimo, se debe a la profundidad, al valor humano de su pensamiento musical. Hubo muchos organistas compositores de gran maestría; técnicamente yo aseguro que sería muy difícil distinguir una página de Bach de las suyas. Un razonamiento de tipo formalista, nos conduciría a mandar a Schubert, si resucitara a uno de los modernos Conservatorios.

Los compositores actuales quieren ser los más originales de todos los tiempos y precisamente es su música la que más se parece, la que menos características individuales tiene. La originalidad que se busca hoy, es el producto de ese individualismo de la sociedad capitalista. Podríamos decir que antes había una libre concurrencia de música hecha con los mismos procedimientos fundamentales, pero con diferencias de contenido; hoy cada uno quiere tener el monopolio de unos procedimientos, personales, un «sistema».

Y en el fondo el triste denominador común: o la construcción algebraica en los «arquitectos musicales», o la angustia viva e hiriente en los sinceros. No creo que por ejemplo Honnegger interprete de otro modo su quinta sinfonía.

¿Dónde se ha refugiado la música capitalista que huye de la angustia o del artificio? En la sensualidad, en la superficial excitación física de danzas de tipo erótico, y además degeneradamente erótico. Este es el carácter de la música de baile actual; de la chacona, el minué y el vals vienés al ¡azz actual hay un salto cualitativo no pequeño.

La Revolución ha pasado ya por medio mundo, y late en el pensamiento y la vida de todos. (Se la teme o se la desea pero existe). La Revolución ha pasado por la vida de algunos compositores, otros la desean y algunos la temerán, pero condiciona la vida de todos. ¿No tiene que influir en su música si es sincera? ¿No es quizás el único modo de liberarse de la angustia?…

…La fuerza de la Revolución, el palpitar del deseo o de la construcción (y desear es ya empezar a construir) de una vida nueva en la que todo lo mejor del pasado esté recogido y desarrollado y crezcan las nuevas ramas del árbol de la vida: esta es una de las tareas más profundas del compositor en nuestros días. Porque el compositor no expresa solamente lo vivido, no va, no debe ir, a remolque de sí mismo ni de la sociedad en la que vive; debe de cantar sus deseos y sus ilusiones para consolarse de sus dolores y para dar fuerzas a la lucha. El compositor debe cantar el hambre con angustia si la sufre y la contempla, pero debe cantar también el pan y debe pedirlo en su música; que exprese el amor que siente y todos los dolores que sufre, los muertos que son sus raíces y los hijos que son su futuro. En este sentido el ideal de vivir feliz y dignamente en contraste con la brutal realidad del momento deben formar la dialéctica del contenido de su obra. Y así sentirá su música enriquecida con todas las fuerzas que la vida da a los que creen en ella.

Es perfectamente comprensible que la situación de la música en España sea igual a la del resto de los problemas de nuestra patria, es decir desastrosa. Este desastre no se ve claramente si no miramos el fondo de la cuestión, si nos detenemos en el Palacio de la Música madrileño, o en los «balances musicales» presentados por quienes sostienen la apariencia de cultura que el franquismo trata de mantener. Consideremos el problema masivamente, porque el pueblo español son millones de seres humanos, y entonces veremos que no en balde han pasado 15 años de franquismo sobre el país. El folklore está encerrado en los archivos y se ha falseado y degenerado en los escenarios. El pequeño número de auténticos melómanos que con más o menos sacrificios van a los conciertos, vive dentro de unos programas muy limitados por mil diversas causas, y no tiene ninguna conciencia de los problemas que se plantean en la música en nuestra época y menos de sus auténticos derechos de auditorio, creyendo o tolerando una crítica completamente incompetente y que obedece, además, casi siempre a mezquinos intereses. […]

…Creo que la característica más clara de la creación musical española en estos últimos tiempos es la vacilación. Puede que algunos sí que sepan lo que quisieran escribir, pero considerando todos los aspectos de la composición, incluso el problema práctico de utilizarla como profesión, su rendimiento económico, el hecho es que en las obras realizadas se siente esta vacilación en bloque. No creo que sea ajena a este fenómeno una cuestión bastante complicada y a la que se refirió en parte el mismo Joaquín Rodrigo, en su discurso de entrada en la Real Academia de Bellas Artes [«Técnica enseñada e inspiración no aprendida»). Esta cuestión es la falta de una técnica de la composición, científicamente construida sobre las bases de la música española, y por otro lado el estudio mecánico y agotador de una técnica, hoy clásica, que está en relación con unas bases sonoras muchas veces extrañas al pensamiento musical puramente español, tal y como se ha mostrado siempre en nuestro folklore. El compositor español que empieza a expresarse se encuentra obligado a prescindir del 70 % de sus conocimientos y a crear en un estado de permanente improvisación de medios, guiado por su instinto y por la asimilación de lo que él considere características propias de nuestra música, o bien se encuentra traicionado a cada momento por sus conocimientos, por su escolástico lenguaje. Desde este punto de vista este es el gran valor de Falla, y en menor medida también de Esplá: el haber sacado el máximo provecho (en su época) de la técnica que pudiéramos llamar de escuelas extranjeras y el desarrollar grandemente unas bases de creación musical auténticamente españolas.

Naturalmente que esto no es obra ni de un día ni de un hombre. A mi modo de ver solamente el siglo XVI y los continuadoras de Pedrell, Granados, Albéniz y Falla principalmente, representan algo positivo en lo que puede y debe apoyarse el hacer de hoy. Lo que de Turina, Rodrigo y Esplá tiene verdadero valor para la Historia de nuestra música, está dentro de esta línea y de esta preocupación.

Ya sé que me he saltado más de 200 años de música en España.

Personalmente soy encarnizado enemigo de la zarzuela, entendiendo por zarzuela no el teatro lírico, sino, naturalmente, un género, particular de él que llena la historia de la música teatral del siglo XlX. En este sentido la zarzuela, lo mismo la grande que el género chico (y bien chico desgraciadamente) ha sido siempre la traducción musical de una ideología pequeño-burguesa, o ha puesto de relieve todo lo que en el pueblo había de falta de desarrollo humano. La zarzuela es claramente, hoy, un género reaccionario, y creo que bastaría observar cómo el franquismo (dentro de sus mezquinos medios) la emplea como un arma para detener el proceso de conciencia de las masas y mantener el oscurantismo, para seguir teniendo al pueblo de espaldas al ritmo de la época y de la vida, para convencerse de que mi afirmación es absolutamente cierta.

El teatro lírico cumplirá su misión y alcanzará su verdadera categoría artística cuando en el marco de la ópera realista, como ya lo hicieron los rusos del siglo pasado, se presente la realidad de nuestro pueblo, de nuestro país, cuando la música con un contenido digno y humano alcance formas de construcción genuinamente españolas que aprovechen toda la herencia de los clásicos…

…Ataulfo Argenta acaba confesando que «la composición musical española atraviesa el punto más bajo desde que España comenzó a contar en el mundo musical con los nombres de Albéniz y Granados»… «¿Causas de esta crisis? Una sobre todas. Nuestros compositores viven de espaldas al movimiento musical actual» (Viven musicalmente de espaldas a la situación de España y a los problemas humanos que les plantea) «Sólo queda un remedio: renovarse. Y una alternativa: renovarse o morir».

Es posible que Argenta piense que renovarse sea lanzarse de lleno a una creación empapada del cosmopolitismo algebraico que reina en la producción occidental actual y que él considera que es toda la música de nuestros días, pero no por ello deja de traslucir la honda realidad de la música española actual.

Es necesario que en España se divulguen las obras de todos los compositores hasta ahora casi desconocidos en nuestro país…

…Apuntaré algunas cuestiones técnicas particulares de la música española: ¿Es que puede emplearse la dinámica cadencial clásica a la música andaluza? ¿Es que las despreciables obras de Quiroga van a convencernos de que el folklore andaluz esta escrito en la menor? Hojeando simplemente las Cantigas, o los Cancioneros de Castilla ¿podemos decir que se conoce perfectamente qué giros cadenciales convienen perfectamente a esas melodías? Sin llegar a los extremos en que en parte incurrió el mismo Pedrell (explicables en su época) y sin propugnar ciertas exageraciones y desviaciones del nacionalismo musical, estimo absolutamente indispensable, sobre todo para las jóvenes generaciones de compositores, el que se forme, mediante un científico estudio de nuestro tesoro musical, una consciente escuela de Composición española.

Es necesario que se escriba dentro de un clima sonoro español (y no el pensamiento regional que hoy priva), con inventiva personal dentro de un estilo popular por su claridad (que no significa de ningún modo simpleza ni vulgaridad) y por su contenido. Es necesario terminar con la tendencia anárquica en la forma y estudiar las diferentes construcciones clásicas de manera que nos permita asimilarlas y emplearlas en mayor o menor extensión en nuestra futura literatura musical. Tchaikovsky y Chostakovitch son perfectamente rusos y bien aprovechada está en ellos la técnica de la sinfonía, por ejemplo.

Sólo una acertada combinación de la inmensa herencia musical que nos han dejado más de 400 años de música mundial y de los nuevos problemas de nuestra época permitirá desarrollar nuestra música y liberarla del estado en que ahora se encuentra.

Terminaré ahora el artículo con algunas conclusiones que permitan concretar. Creo que la situación actual de España debe de reflejarse en el hacer de los compositores españoles del día; si la obra procede de un artista de condición humana digna y patriótica por fuerza expresará el anhelo de todo su país (que debe ser el suyo) de terminar con la situación actual, de restaurar la libertad, de acabar con la espantosa miseria material y moral que cada día alcanza nuevas capas de la vida española. Que la música no sea una evasión de artista (aun sincera sería solo una debilidad) sino su propia afirmación, expresión del hombre que ama y canta la vida por sentirla con todas sus fuerzas. Todos los matices del sufrimiento humano deben entrar en sus obras, que no se treta de hacer huecos y afectados himnos tan inconscientes como superficiales. Hay que cantar también el dolor y la muerte (porque no hay un palmo de España por donde no hayan pasado) pero hay que cantar también la lucha y la esperanza, y solo la fusión con el pueblo puede dar estas energías inagotables. Cada cual de acuerdo con su fe o su filosofía, con sensibilidad y su temperamento, pero con unión que supone una común tarea: cumplir la propia obra personal al tiempo que se defiende la vida y la belleza que es decir, en España, la independencia, la libertad y la felicidad de su pueblo.

Sólo en una España nuevamente libre, encontrará el músico la posibilidad de llevar una vida digna y humana, y de desarrollar al máximo su vocación de artista.

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{1} El artículo a que alude nuestro colaborador –«Pasión, sin muerte, del teatro lírico español», original de Ramón Anaya– trataba exclusivamente, como su título indica, un aspecto de la música española, el que se refiere al teatro lírico y aun, no a todas sus variantes, sino concretamente a la zarzuela.