Filosofía en español 
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Vida nacional

Aniversario

[ de Octavio Véjar Vázquez como Secretario de Educación Pública ]

Octavio Véjar Vázquez
VÉJAR …un año de buena lucha…

«Si la educación es el medio para conservar como realidad viviente los tesoros culturales de la comunidad, no puede engendrarse una doctrina educativa verdaderamente fecunda si no se sustenta en los mismos ideales del pueblo».

El 11 de septiembre el Ministro Véjar Vázquez recibió el homenaje que en el Bellas Artes le tributaron los institutos particulares de enseñanza con motivo del primer año de su labor al frente de la Secretaria de Educación. Véjar pronunció un sólido discurso en el que toca los puntos esenciales de la orientación de la escuela en México.

«Es indispensable reconocer» –dijo– «que un áspero materialismo minó en los últimos tiempos la moral colectiva; que una desordenada inclinación a los bienes inmediatos ha destruido la voluntad del individuo y que por eso nuestro problema fundamental es sin duda un problema de ética colectiva, de saneamiento espiritual.

«En consecuencia, surge la necesidad imperiosa, inaplazable, de reconstruir moralmente el país, de avivar viejos principios de nobleza y bondad y de fortalecer lo que en el hombre es eternamente válido.

«Al triunfo de la materialidad, del maquinismo y de la masa, hay que oponer un vigoroso fermento de energías esencialmente humanas y creadoras; hay que enfilar la educación hacia un nuevo humanismo alentando nuestra época con valores precisos de cultura que reflejen más el sello de la persona y restablezcan la unidad derrocada.

Familia y Escuela

«...La acción educativa del Estado, por persistente e intensa que se suponga, no será nunca bastante eficaz sin la cooperación del hogar. Nada tan perjudicial para la educación como el desacuerdo entre escuela y hogar, y al mismo tiempo, nada tan fecundo como el recíproco influjo y la plena inteligencia entre uno y otro. La tarea de la escuela resulta imperfecta si no es como una natural prolongación del ámbito hogareño.

«Para afirmar ese mínimo agregado social que es la familia, atendiendo a poderosas razones de salud popular y escuchando la voz del país más que las abstractas consideraciones de orden técnico, nuestra escuela excluye toda tendencia disolvente y toda enseñanza o método que pervierta, como la educación sexual prematura o la coeducación en ciertos grados.

«Para lograr la definitiva unidad de todos los mexicanos» –terminó– es preciso partir de las categorías permanentes de la sociedad civilizada: individuo, familia y nación».

Lucha

Véjar Vázquez sustituyó el 11 de septiembre de 1941 al último representante de las aberraciones educativas oficiales, el señor Sánchez Pontón. Calladamente llegó una tarde el nuevo Ministro al despacho secretaríal, rodeado de unos pocos; tomó posesión, y declaró que iba allí a realizar la voluntad del Ejecutivo. «Soy un instrumento del Presidente», dijo:

Inmediatamente se encendió la agitación entre comunistas y demagogos. Una ofensiva desatada de mítines, de volantes, de intrigas, de ataques, se desató sobre el nuevo Ministro. La “avanzada” C.T.M. se volvió de inmediato una ultramontana conservadora de la educación socialista. Las células comunistas redoblaron su obra de saboteo y de torpeza.

Por su parte, los maestros independientes dieron su apoyo al Ministro. La Secretaría de Educación presenció alguna reunión en la que se dijo una cosa tan desterrada de allí como lo era la verdad. Posteriormente, Véjar dio su impulso a la enseñanza particular, sumida hasta entonces en un pantano de voraces inspectores de atracos oficiales; y propuso la unificación de los maestros, la que fue saboteada por los comunistas.

Meses más tarde, fue reformada la ley orgánica del artículo tercero constitucional. Si bien la opinión no encontró en ella la garantía plena a que tiene derecho, y por lo cual sigue luchando, el Ministro en cambio logró encontrar mayor libertad de acción y de palabra. Y por la radio y la tribuna se dedicó a soltar sobre el mefítico ambiente educativo nacional, palabras prometedoras de elevación de la escuela.

Cambiados los textos escolares, rectificada en la práctica –cuando menos en mucho,– la dirección de la educación, Véjar ha logrado expulsar de muchos reductos la vetusta y perversa demagogia socializante. Mucho le queda por hacer; y la opinión espera que sepa realizarlo.