Filosofía en español 
Filosofía en español


El último gato

Adriana Figueredo vivía en Roma, y en Roma crece el amor a los gatos como la hortiga o el acanto entre las ruinas. Al gato que los vecinos de la casa de Adriana iban dejando sin hueso sano, ella lo llevó tantas veces al veterinario que éste no tuvo más remedio que curarlo. El gato se lo contaba todo a Adriana y Adriana lo comprendía. Durante el invierno se pasaban las noches en coloquios, y cuando con la primavera comenzaban a brotar las flores, Adriana dejaba libre al gato. Entonces llegaba al amanecer, a veces maltrecho, herido. Era un gato de pelea y el enorme perro del vecino le huía de pavor. Adriana tenía un amor romántico por Roma, es decir, con gatos entre las ruinas del foro y las columnas caídas, de color de cera, entre el acanto verde. Cuando ella se vinculó a Cuadernos, que le parecía una pequeña obra de arquitectura, un arco o un trozo de muro de ladrillos, creyó que aquello no podría ser sin su gato. Así, quien repase ahora las páginas de la revista durante estos tres años últimos, hallará siempre el gato de Adriana. Y hoy, el último gato.

 
Dibujo de Adriana Figueredo
Dibujo de Adriana Figueredo