Filosofía en español 
Filosofía en español


Lecturas

Ignacio Iglesias

La crisis de Occidente y el destino del hombre

Con un título de veras sugestivo –El Cristianismo en la crisis de Occidente y otros temas– el joven pensador cubano Pedro Vicente Aja ha ofrecido recientemente a cuantos siguen con atención e interés su persistente actividad en el orden filosófico, un librito de poca extensión y de mucha hondura, resultado de las inquietudes del autor sobre el hecho antropológico. La obrita, formada por varios ensayos sobre temas diversos, exhibe empero una perfecta unidad debida sin duda a su comunidad temática, unidad que a fin de cuentas no es otra que la resultante del interés supremo sentido por el Dr. Pedro Vicente Aja por la dimensión de lo humano y por el inquietante destino del hombre.

En el primero de sus ensayos, se enfrenta nuestro autor con el problema básico de nuestro tiempo: cómo salvar al hombre en la crisis general actual. Esta crisis del hombre presente, la resume el Dr. Pedro Vicente Aja, sintetizándola al extremo, como un desajuste ocurrido entre el hombre autárquico y las nuevas cosas y circunstancias que han surgido de su propia acción, es decir, la incapacidad que siente para someter a control severo el mundo que provocó. «En verdad –escribe–, nuestra humanidad ha padecido esa insuficiencia, ha experimentado esa torpeza y fracaso del hombre, sucesivamente en tres campos diferentes, a saber: el técnico, el económico y el político.» El autor refiere cómo las máquinas que fueran inventadas para ayudar al hombre en su tarea, terminaron por sumirlo a su servicio; cómo el auge impresionante de la producción va acompañado de una escasez de la distribución; y, por último, cómo la técnica del control social reduce el campo de la libertad. «En verdad –añade–, la realidad se le ha hecho tan problemática al hombre de hoy que el sentimiento de su extranjería en la tierra le acucia como nunca antes. La pregunta por la índole del hombre y por su destino cobra en esta coyuntura una significación nueva y terriblemente concreta.»

El joven pensador cubano coincide con el ilustre filósofo argentino D. Francisco Romero en la necesidad para Occidente de una concepción del mundo coherente, en la que aparezcan hermanadas y sólidamente asentadas práctica y teoría. «La sociedad –escribió Romero– debe ser reorganizada y el hombre rehumanizado de modo que coincidan los medios y los fines. Pero, por encima de todo, tanto la nueva sociedad como el nuevo hombre han de ser obedientes al imperativo de libertad». Ahondando más en su pensamiento sobre este problema crucial, D. Francisco Romero considera la libertad individual y la socialización como antagónicas, y la socialización inevitable y necesaria, por lo que propone una fórmula: dado que el hombre es una dualidad de individuo y de persona, socialicemos al individuo y respetemos a la persona. Y el Dr. Pedro Vicente Aja, comenta: «Creo que ningún cristiano avisado objetaría las anteriores ideas del filósofo de América».

La falta de espacio nos impide referirnos a otros de los ensayos del Dr. Aja, todos ellos preñados de ideas y de sugestiones, atractivos, inquietantes, problemáticos, como nuestro propio destino de hombres...

I. Iglesias