La Censura. Revista mensual
Madrid, junio de 1845
año I, número 12
página 95

Medicina

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Los secretos de la generación,

o arte de engendrar niños o niñas según se quiera, y de obtener hijos dotados de talento, hermosos y robustos, precedido de la descripción y uso de las partes naturales del hombre y de la mujer, y terminado por la exposición de los medios mas adecuados para conservar hasta una edad muy avanzada la potencia: por M. J. Morel de Rubempré, doctor en medicina &c.: 3.ª edición.

Hemos copiado a la larga el título de esta obra, porque él solo puede dar una idea del fin que se ha propuesto su autor. En efecto no habla aquí el hombre científico que explica la estructura del todo o parte del cuerpo humano, describe las multiplicadas enfermedades que afligen a nuestra especie, y propone los medios curativos o higiénicos: no, es un charlatán que escogiendo la materia de mayor incentivo para las pasiones forma un tratado popular, como ahora se dice, para que todo género de lectores pueda entender claramente la parte de la medicina relativa a la reproducción, exornada de ciertas teorías absurdas y desacreditadas entre personas de sano criterio, mucho más entre los profesores ilustrados del arte. Pero ya se ve, la explicación de estas paparruchas da margen a detenidas descripciones lascivas que halagan la imaginación del lector sensual, ofrecen cierta novedad, y aficionan al libro.

Aunque creemos suficientes estas indicaciones para que se penetre la malicia de esta obra, no estará de mas añadir que el autor es materialista; o si no, no sabemos cómo interpretar lo que dice al comenzar (p. 7 y 8):

«¿Quién no se admira al contemplar la perfección de los órganos sensuales en uno y otro sexo, órganos que por su contacto, su acción y emisión recíprocas producen de una materia inerte por sí misma individuos que gozan de la triple propiedad de obrar, de sentir y de pensar? ¿Hay por ventura algo más digno de admiración que este maravilloso poder que el hombre disfruta de crear seres de la nada asemejándose en ello al Criador del universo?»

El editor de este libro estaba sin duda tan persuadido de lo malo que era, que siendo la edición conocidamente española no se atrevió a estampar el lugar de la impresión, y la supuso hecha en Burdeos, imprenta de A. Laplace. ¡Qué tal será el engendro cuando no hay padre que le reconozca! Pero muy mal viene este temor con el hecho de venderse pública y libremente la obra impresa a hurtadillas.

 


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La Censura 1840-1849
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