Filosofía en español 
Filosofía en español


Jacques Doriot

Legión Francesa

Por nuevos caminos

Sigue la lucha terrible que las naciones aliadas de Europa llevan contra el bolcheviquismo, pero está cerca el día del ajuste definitivo de la cuenta con el enemigo odiado de la cultura.

Yo tuve ocasión de conocer a Rusia en las distintas épocas y de juzgar también objetivamente las faltas del gobierno zariano.

Cuando a fines de la guerra de 1914 a 1918 estalló la revolución rusa, el bolcheviquismo pretendía contribuir a la desaparición de las clases sociales; pero pronto había restituido estas clases más poderosas que antes. La llamada clase burguesa fue reemplazada por los bolcheviquistas mismos que por añadidura ostentaban el desaire que es característico para la actitud de los advenedizos. Al mismo tiempo que había reconocido las intenciones reales del Cremlin los sucesos me daban razón. De 1932 hasta 1940 el retroceso en todos los dominios se hizo cada vez más grave.

Tuve ocasión de conversar en ciudades distintas con obreros que se habían quedado al llegar los ejércitos europeos. La situación social de esta gente es indescriptiblemente deplorable. Las viviendas soviéticas son inconcebibles. Los inquilinos viven a siete u ocho en una pequeña habitación. Eso es una verdadera vergüenza para los que pretenden tener un plan de organización socialista. Las condiciones de trabajo y alimentación de estos hombres eran terribles según sus propias declaraciones. ¿Pero cómo puede explicarse su resistencia? Eso se explica fácilmente si se hace observar, que el bolcheviquismo era tan destructor, que ha aniquilado de antemano a todo arranque de resistencia moral por débil que fuese que hubiera sido indicado para crear una nueva selección, sofocándolo en su origen.

Nuestros enemigos y los que esperan una victoria del bolcheviquismo han aprovechado la retirada militar del frente del Este para propagar los rumores más inverosímiles. Basta el simple sentido común para desvirtuar estas mentiras. A pesar del frío nos encontrábamos en pleno avance, cuando en el día primero de diciembre la temperatura bajó de repente de 10 a 41 grados bajo cero. ¿Quién no podría imaginarse las influencias de un cambio tan súbito sobre el material lo mismo que sobre los hombres que tienen que quedarse en primera línea y llevar una existencia completamente distinta de la vida normal? Pero al mismo tiempo se observó como síntoma evidente de agotamiento que los bolcheviquistas habían echado al combate sus divisiones siberianas. Eso daba también libertad al Japón, provocado de un modo desacertado por los Estados Unidos a entrar en la guerra: Por todos estos motivos era pues muy prudente “mejorar la línea del frente”. Cuando nos retiramos los soviets tardaron varios días en darse cuenta de nuestra ausencia. Al averiguarlo por fin intentaron naturalmente desordenar nuestro repliegue metódico. Pero no tuvieron éxito y sacrificaron además cantidades considerables de hombres y de material. Los oficiales bolcheviquistas lanzaron su gente al ataque en olas seguidas, asaltando los soldados mano a mano. Las olas fueron recibidas por el fuego de las ametralladoras y de todas las armas terribles de las que disponemos, pero la vida no vale gran cosa en la Rusia soviética.

Algunos se preguntarán, si era necesaria esta guerra. Yo sobre esto puedo decir únicamente, que si Adolf Hitler no hubiera tenido la capacidad espiritual para dar el primer golpe con la energía de decisión propiamente suya, entonces Europa ya hubiese dejado de existir. Todo nuestro Continente hubiera sido saqueado por las hordas de Stalin. Para comprender eso basta un viaje de Brest-Litowsk a Moscú. Solo allí se da uno cuenta del peligro que amenaza a Europa. Lo que digo yo, lo dirán también millones de soldados a su regreso.

Si no hubiéramos aniquilado al bolcheviquismo, entonces el bolcheviquismo nos hubiese aniquilado a nosotros.

Por eso estoy orgulloso de haber participado en esta lucha. Hubiera sido la vergüenza de mi vida, si nuestro país no hubiese estado presente en esta lucha de Europa contra su enemigo más terrible. Esta guerra interesa a Alemania, es cierto; pero también es una guerra de todo el continente, sí, incluso del mundo entero.

Creo en la derrota del mundo plutocrático-bolcheviquista y de todo lo que representa; esta guerra es en realidad una revolución gigantesca que llevará por fin a la liquidación del bolcheviquismo y del mundo plutocrático.

Pero evitemos a toda costa el desvarío fatal, que basta contemplar a todo el mundo luchando para poder tener voz en la cuenta final.

Solo hallaremos nuestra salvación por los caminos nuevos y solo por osadía. De esta “innovación”, de esta “osadía” ha surgido la Legión de los Voluntarios Franceses contra el bolcheviquismo.

Solo por acciones se puede salvar a Europa.