Filosofía en español 
Filosofía en español


Baltasar Gracián, 1658-1694

El gran modelo

No se nace hecho; vase de cada día perfeccionado en la persona, en el empleo, hasta llegar al punto de consumado ser: al complemento de prendas, de eminencias. Se conoce esto en lo realzado del gusto, en lo purificado del ingenio, en lo maduro del juicio, en lo defecado de la voluntad.

Elegir idea heroica, más para la emulación que para la imitación. Ay ejemplares de grandeza, textos animados de la reputación. Propóngase cada uno en su empleo los primeros, no tanto para seguir sino para adelantarse. Lloró Alejandro no a Aquiles sepultado sino a su propia gloria que no había nacido todavía. No hay cosa que así solicite ambiciones en el ánimo como el clarín de la fama ajena. El mismo que atierre la envidia, alienta la generosidad.

Sea uno primero señor de sí y lo será después de los otros. La detención prudente sazona los aciertos y madura los secretos. La reserva es el sello de la capacidad, pecho sin secreto es carta abierta; donde hay fondo están los secretos profundos, que hay grandes espacios y ensenadas donde se hunden las cosas de monta; procede de un gran señorío de si y el vencerse en esto es el verdadero triunfar.

Siempre hay tiempo para enviar la palabra. No hay mayor señorío, que el de si mismo, de su afectos, que elega a ser triunfo de albedrío.

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Tener amigos es el segundo ser. No hay desierto como vivir sin amigos; la amistad multiplica los bienes y reparte los males; es único remedio contra la adversa fortuna y un desahogo del alma. Hay amistades legítimas y otras adulterinas; estas para la delectación, aquellas para la fecundidad de aciertos. Ha de tener las tres calidades del bien, otros dicen las del ente uno, bueno y verdadero; porque el amigo es todas la cosas.

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El despejo en todo es vida de las prendas, aliento del decir, alma del hacer, realza de los mismos realces; las demás perfecciones son ornato de la naturaleza pero el despejo lo es de las mismas perfecciones que hasta en el discurrir se celebra; para de facilidad y adelántase a bizarría.

Dichos y hechos hacen un varón consumado. Hase de hablar lo muy bueno y obrar lo muy honroso, la una es perfección de la cabeza, la otra del ánimo; las palabras son sombra de los hechos, son aquellas las hembras, estos los varones. Es fácil el decir y difícil el obrar. Las hazañas son la sustancia del vivir y las sentencias el ornato. Las acciones son el fruto de la atencias, los unos sabios, los otros hazañosos. El constante varón juzga por especie de traición el disimulo, preciase más de la tenacidad que de la sagacidad: hállase donde la verdad se halla.

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Conocer las eminencias de su siglo. No son muchas: un Fénix en todo un mundo, un gran capitán, un perfecto orador, un sabio en todo un siglo, un eminente rey en muchos. No se atiende sino a la perfección y solo el acierto permanece. Entendimiento con fondos logra eternidades.

No consiste la perfección en la cantidad, sino en la calidad. La intención da eminencia y es heroica, si en materia sublime. El saber y el valor alternan grandeza: porque lo son hacen inmortales. Un sabio todo lo puede. Hombre sin noticias, mundo a oscuras. Consejos y fuerzas, ojos y manos; sin valor es estéril la sabiduría.

El brío del ánimo excede al del cuerpo: es como la espada, ha de ir siempre envainado en su cordura; para la ocasión.

Tuvieron muchas prendas eminentes, que por faltarles este aliento del corazón parecieron muertos y acabaron sepultados en su dejamiento; nervios y huesos hay en el cuerpo, no sea el ánimo todo blandura.

Un empeño en su ocasión hizo personas a muchos, así como un ahogo saca nadadores; de esta suerte descubrieron muchos el valor y aun el saber, que quedara sepultado en su encogimiento, si no se hubiera ofrecido la ocasión.

No hay mejor compañía en los grandes aprietos que un buen corazón. Alteza de ánimo es de los principales requisitos para héroe, porque inflama a todo género de grandeza; realza el gusto, engrandece el corazón, remonta el pensamiento, ennoblece la condición y dispone la majestad: donde quiera que se halla se desquella y aun tal vez desmentida de la envidia de la suerte, revienta por campear, ensánchase en la voluntad, ya que en la posibilidad se violente: reconocenla por fuente la magnanimidad, la generosidad y toda heroica prenda.

Tienen su bizarría las almas, gallardía el espíritu, con cuyos galantes actos queda muy airoso un corazón; no cabe todos, porque supone magnanimidad. Nunca perderse el respeto a si mismo, ni se roce consigo a solas: sea su misma entereza norma propia de su rectitud y deba más a la severidad de su dictamen, que a todos los extrínsecos preceptos.