Filosofía en español 
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Perspectivas

[ José Renau ]

El cinema y el arte futuro

No basta con conceder, más o menos a regañadientes y obligados por los rudos golpes que nos asesta diariamente la evidencia del desarrollo y popularización creciente del cinema, un puesto a éste en el campo general de las artes plásticas.

Desde luego que no tratamos aquí de desarrollar la cuestión del sentido de las relaciones entre el arte y el cinema con toda la complejidad y amplitud que una verdadera interpretación objetiva requiere. Se trata, ante todo, de dilucidar –haciendo abstracción de la consideración de la naturaleza, situación actual y objetivos del cinema y causas objetivas que los determinan– la verdadera significación de éste en la línea del desarrollo histórico del arte.

Inevitablemente, al abordar este problema, se nos presenta fatalmente la cuestión previa y fundamental de la apreciación de los hechos históricos en el arte sobre la base de la correlación de los dos elementos vitales de forma y contenido, aunque, dado el fin que persigue el presente artículo, no podemos extendernos en consideraciones sobre la tan debatida cuestión del determinismo del contenido sobre la forma o viceversa.

Sin embargo, entiendo como evidente que de la posición que se adopte con respecto a esta cuestión previa, depende la efectividad de nuestras conclusiones finales:

O nos colocamos en el punto de vista idealista burgués: propugnando por la pureza e independencia del arte con respecto a las necesidades y objetivos consuetudinarios de la vida social; subestimando el papel del cinema en cuanto a arte, en razón a su evidente servidumbre a las diferentes tendencias en pugna en este ciclo histórico de transformación de la relación de fuerzas sociales; dejando irresuelto y dando de lado a la integridad de este problema vital de la significación del cinema.

O bien optamos por el punto de vista del proletariado revolucionario: dando al arte y al cinema un sentido eminentemente práctico, ligado a toda la actividad por la creación de nuevas formas de vida; propugnando por su común desarrollo progresivo en un sentido más vital y eficiente; considerando su valoración en razón directa con su contenido ideológico; admitiendo formas nuevas para cada etapa de su desarrollo dialéctico.

Yo, como marxista, me acojo a la dialéctica materialista como instrumento único para llegar a una efectividad concreta en esta cuestión del cinema y su significación en el campo de la actividad plástica.

Cuando investigamos en el sentido más profundo del arte, constatamos que éste, al igual que la ciencia, es producto de una actividad de observación y experimentación objetivas. La finalidad común es profundizar en el conocimiento del mundo exterior para extraer de él los elementos necesarios para el desarrollo de la vida social.

Si a esto añadimos que la ciencia representa al elemento analítico y el arte al sintético, cerrando así el círculo de los dos elementos substanciales específicos de la cultura, ¿qué lugar pues, ocupa el cinema en este cuadro en tanto que actividad superlativamente cultural?

Si queremos penetrar en el justo sentido de esta cuestión, debemos diferenciar claramente los dos aspectos del proceso dialéctico de la creación artística: la necesidad primordial y motriz de representar o interpretar plásticamente tal o cual hecho o idea, y el recurso técnico de que se sirve a este fin.

El fundamento de la diferenciación y aparente independencia del cinema con relación a las artes plásticas tradicionales no reside en el primero de los aspectos citados. Está bien clara y evidente la identidad de los fines perseguidos por ambos. Precisamente se apoya en el aspecto último y exterior: en el carácter nuevo y genuino del cinema en cuanto al procedimiento técnico en que se expresa. Cuestión de forma.

El desarrollo de la técnica o medios de expresión, juega un papel de una importancia capital en la determinación de los resultados finales del arte. Es esto precisamente el sentido de congruencia, el vínculo de la unión vital y dialéctica entre el arte y la ciencia.

Precisamente la aparición de la imagen movible, la captación técnica del movimiento como nuevo recurso de expresión plástica, es una demostración de hasta qué punto es válida la teoría del determinismo tecnológico en el sentido de transformar por completo el aspecto exterior de la producción artística. De ensanchar el campo de sus posibilidades objetivas. De desarrollar su sentido interno.

¿Es que por este salto formidable de avance dado por la técnica moderna en el terreno de la expresión plástica, podemos considerar al cinema como un instrumento en la línea del desarrollo histórico de las artes plásticas?

De ninguna manera. Somos nosotros, los profesionales y teorizantes del arte, los que, identificando las formas tradicionales del arte con la más profunda esencia del mismo, nos hemos encerrado en una mezquina dignidad profesional, pasándonos inadvertida la profunda transformación operada por la técnica cinematográfica en el dominio de la expresión artística.

El cinema, superando en cantidad y calidad a las viejas formas del arte, representa la etapa superior en el desarrollo dialéctico de éste, transformando a la técnica de la expresión plástica tradicional y dotándola de un nuevo recurso decisivo, de una nueva dimensión objetiva: el movimiento.

Con este nuevo elemento dinámico, la actividad artística rompe definitivamente con las estrechas limitaciones técnicas en que se movía, dejando a un lado, en segundo término, a las demás artes particulares, resumiendo y superando cien por ciento el genuino sentido sintético que le caracteriza y diferencia en su más profunda esencia de toda otra actividad humana.

Hoy estamos viviendo la evidente bancarrota de la pintura y escultura, contrastando con el creciente desarrollo y popularidad del cinema entre las masas, y esto no sólo en el actual régimen capitalista, sino aún en países como la U.R.S.S., donde ha sido instaurado un régimen social que no actúa de obstáculo ni cortapisa al desarrollo normal de cualquier elemento impulsor de la cultura.

La aparición del cinema en el cuadro de la cultura actual, con su carácter fuertemente internacionalista, no es producto de una pura casualidad. Su nacimiento y desarrollo corresponde, como forma de expresión plástica, a esta etapa histórica del capitalismo imperialista.

Actualmente el cinema, en cuanto a su desarrollo ulterior, está en completa contradicción con el régimen que le engendró.

Sólo cuando el proletariado internacional, siguiendo el camino marcado por la revolución rusa, logre romper el frente de resistencia del imperialismo internacional, instaurando su propio régimen de vida en la faz de todo el universo, asistiremos al desarrollo progresivo y sin trabas del cinema, en su lucha por la conquista del espacio y del tiempo en una unidad sintética y vital de expresión plástica sin precedentes en la historia del Arte, como un gran arte de masas al servicio de la única clase que merece seguir influyendo en el desarrollo de la Historia.

José Renau