Filosofía en español 
Filosofía en español


Miguel Herrero-García

Actividades culturales

Ha hecho L'Osservatore Romano un gran elogio de un libro de D. Severino Aznar sobre el salario familiar. El valioso reclamo del órgano vaticanista habrá atraído tal vez algunas miradas distraídas sobre el eminente sociólogo español. Miradas, no precisamente de ultra-puertos, ya que las obras de D. Severino Aznar tienen, de ordinario, su merecida resonancia entre los sociólogos de Europa, sino de dentro de casa, donde esperamos que nos digan los extraños qué valores poseemos. Prueba de lo que decimos es el último libro de Aznar, Impresiones de un demócrata cristiano, del cual apenas se ha ocupado la prensa católica de España. Libro rico de observación directa sobre diferentes medios sociales, pletórico del sentimiento evangélico que los fenómenos sociales despiertan en un alma elevada, profusa sementera de pensamientos renovadores, de ideales de mejoración humana.

Siendo así y todo el libro de Aznar, no podemos evitar la molesta sorpresa que nos causa el título de «demócrata cristiano». Democracia cristiana, decía Unamuno, es algo así como Química azul. ¿Qué necesidad hay de llamarse demócrata, para ser simplemente cristiano ante los dolores de la humanidad y las injusticias sociales? Muy cristianos, y muy antidemócratas, muy amigos de las mejoras sociales de los trabajadores, y muy enemigos de sus pretensiones de hegemonía política, son actitudes perfectamente compatibles. ¿Será hora ya de evitar en el campo católico este feo equívoco de la democracia?

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Un insigne investigador español, D. Ángel González Palencia, ha disertado estos días en dos tribunas distintas sobre distintas [189] fases de la cultura hispano-árabe. «La vida jurídica del Islam español», tema desarrollado en la Universidad de Madrid, permitió al ilustre académico de la Historia demostrar con original documentación las fuentes jurídicas de eminente carácter religioso que tuvo la España musulmana.

Como en el dominio arabista entra y sale González Palencia a guisa de conquistador, del tema jurídico pasó a revelar la existencia en España, a últimos del siglo XVI, de un morisco, embrión del Fausto, de Goethe, que tuvo pacto con el diablo, y dio origen a una leyenda popular, dramatizada por Ruiz de Alarcón. Es la primera vez que en nuestra literatura aparece el pacto diabólico para obtener el amor de una dama, ya que para obtener dinero era asunto tratado desde el siglo XIII.

González Palencia ha desenterrado en el archivo diocesano de Cuenca el curioso proceso inquisitorial seguido al morisco Román Ramírez, el que entre once y doce de la noche hablaba con el demonio mano a mano, y recibía de él instrucciones medicales. Gracias que la Inquisición, despierto vigía contra la superstición de la época, vino al cabo a interrumpir el coloquio diablesco.

Las noticias exhumadas por González Palencia logran especial relieve en estos días en que tanta vulgaridad se vierte sobre Goethe y su obra.

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En Granada, en Málaga, en Cádiz, ha pronunciado sendos discursos D. José María Pemán. En todas sus actuaciones, el maravilloso orador hace confesión de apolítico y se declara neta y exclusivamente intelectual. La formación de un pensamiento católico moderno, la creación de un estado de espíritu específico de las derechas españolas, es el objetivo de las luminosas prédicas de Pemán. Es lo que se dice buscar primero el reino de Dios, para que lo demás se nos dé por añadidura. La política surgirá, deberá surgir, de la conciencia fuerte y esclarecida que los católicos tengan de sus derechos, de sus deberes, de su posición y de su responsabilidad. Sin semejante conciencia, el poder que, por hipótesis, se nos viniera a las manos, nos sería más bien funesto que beneficioso. Esta es la obsesión de Pemán: Formar la élite de derechas que [190] llamadas a gobernar, no se traicionen ante el enemigo, ni claudiquen ante sí mismas. La lección del pasado es tan dolorosa, que todo lo que Pemán haga en este sentido, para evitar posibles repeticiones, tendrá un valor político mucho mayor que cualquier actuación directamente política.

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La tribuna del club femenino, «Aspiraciones» fue ocupada por el marqués de los Castillejos con extraordinario éxito. La conferencia versó sobre los principios tradicionalistas actualizados por Acción Española.

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En el Liceo Andaluz se habla sobre Estatutos regionales; en la Casa de Cuenca se diserta sobre Goethe; la Casa de Toledo organiza una excursión a los lugares cervantinos; en el Centro Burgalés se trata de la posición de la clase media frente a las violencias extremistas… Son manifestaciones culturales a que no nos tenían acostumbrados semejantes instituciones. Habremos de felicitarnos de que el provincialismo se acortesane en la Corte, o sea que guardando su personalidad, adquiera el ensanchamiento de sus horizontes intelectuales. No están muy lejanos los tiempos en que cada círculo regional encubría una timba, y a lo sumo, daba un baile de máscaras. Tan raquítica actuación fue desmedrando el concepto social de estos simpáticos centros, que en medio de una atmósfera enrarecida vivían poco más que las flores del soneto de Mirademescua, vulgarizado por Calderón. Hoy las cosas pasan de otro modo. No sólo se va entrando por los caminos de la cultura, sino que incluso se adivina cierta exquisitez de tono antiliberal. El regionalismo es de médula tradicionalista, como el centralismo es de raíz revolucionaria; Cervantes y Goethe son aristocracia pura, y de eso vimos hablar en los centros provinciales, de Estatutos, de Goethe, de Cervantes, de Universidad vasca… Una prueba más de que en la actualidad, donde quiera que aletea un pensamiento, un anhelo intelectual, se lanza la mirada más allá del campo acotado por la revolución. [191]

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En la sociedad «Acción Española» continuó el curso de conferencias de D. Pedro Sáinz Rodríguez sobre «La evolución de la España contemporánea».

Partió el conferenciante del período de 1820-1823, caracterizado por la pujante influencia de las sociedades secretas. Estas, ayudadas por Gobiernos extranjeros, contribuyeron en gran parte a la pérdida de nuestro imperio colonial. La antipatria encarnó por primera vez en la masonería. Señala en la logia llamada de los Comuneros la aparición de la falsa exégesis de la historia de España, que quiere ver en la guerra de las Comunidades el comienzo de nuestra decadencia, desconociendo, o fingiendo desconocer, que bajo los Austrias adquiere la Historia española su propio y genuino sentido: el imperialismo.

La segunda idea capital de la conferencia fue la interpretación que el Sr. Sáinz Rodríguez dio del movimiento filosófico llamado krausismo. Si desde el punto de vista meramente especulativo la filosofía importada de Alemania por Sainz del Río merece toda donosa y sangrienta sátira de Menéndez Pelayo, políticamente considerado aquel sistema hay que concederle mucha mayor importancia. El krausismo, por su espiritualidad ascética, su deísmo vago y su tono moralizador, constituye la tentativa más robusta que desde el campo de la izquierda se ha llevado a cabo, para atraer a los españoles a la irreligión, sin alarmar sus conciencias ni atacar de frente su carácter moralista. Los krausistas fueron el apostolado laico de esta empresa de descatolizar a los españoles. Contra ellos se levantaron Donoso Cortés, Balmes y, más tarde, Menéndez Pelayo. Esta lucha ideológica, tras de la cual se debatía el problema del nacionalismo, la descubre el docto conferenciante en todo su dramatismo. El salón de actos de «Acción Española» resulta ya insuficiente para el numeroso auditorio, que acude a aplaudir estos cursos.

El círculo de estudios sobre las formas de gobierno, dirigido por D. Eugenio Vegas, funcionó la semana anterior a la Semana Santa, fecha en que quedaron suspendidas las actividades de la sociedad.

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La Academia de Ciencias Morales y Políticas celebró la solemne recepción de D. Ramiro de Maeztu entre sus miembros de [192] número. El discurso de entrada del recipiendario versó sobre el tema «El Arte y la Moral». Como creemos que para nuestros lectores será un indudable placer leer el trabajo del Sr. Maeztu, lo publicamos íntegramente, a continuación, seguros de que en él hallarán tema de meditación cuantos espíritus se preocupan de los problemas del arte.

Miguel Herrero-García