Filosofía en español 
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La cuestión del cinematógrafo y la de la moral de la calle

[ Manuel Ainaud Sánchez ]

Contestación al cuestionario sobre la moral del Cinematógrafo

El control del Cinematógrafo en los países extranjeros

A. I. En los países donde primeramente han constatado el perjuicio moral que el Cinematógrafo reportaba no han intentado alejar del mismo a la muchedumbre que asiste. Lo que han procurado ha sido aprovechar ese grandísimo interés, y encauzar el espectáculo hasta convertirlo en beneficio para todos los espectadores.

El peligro que hoy por hoy representa el Cinematógrafo tiene su fundamento en la inconsciencia de las casas editores de films, debido todo ello a ser el Cinematógrafo un espectáculo sin tradición, improvisado por las crecientes necesidades del éxito.

Tanto el carácter popular que el Cinematógrafo tiene, como la extraordinaria influencia que del mismo se deriva, han sido la causa de que rápidamente se haya concebido la necesidad de un control y que para darle todas las garantías del éxito se hayan sumado una gran cantidad de intereses. Ningún otro espectáculo tan a propósito como el del Cinematógrafo para que ese control no de lugar al más leve recelo.

Entre nosotros también la purificación de ese espectáculo puede ser un hecho. Sería suficiente que nuestros jóvenes –no importan sus tendencias– de los que por encima de todo prejuicio consideran que solamente en una acción moral es posible el resurgir potente de nuestra patria se pusieran de acuerdo para convertir este deseo en realidad. Antecedentes para esta acción no han de faltarles. En Boston por ejemplo, a la vista del incremento de esas inmoralidades, las autoridades no permiten la exhibición de una película sin antes haberla revisado, y muchos empresarios poco escrupulosos, que no atendieron debidamente sus indicaciones, quedaron obligados a cerrar sus establecimientos. El consejo municipal de Londres prohibió la exhibición de un film representando una escena de una brutalidad extraordinaria, y así mismo prohibieron la exhibición de esa película otras ciudades de Inglaterra y Norte-América.

El ministro de Instrucción pública en Alemania ha dado severas órdenes a las casas editoras de películas, para que inutilicen todas las de carácter inmoral.

En el Japón, toda cinta cinematográfica es revisada por la censura antes de pagar los derechos de Aduana.

En las cámaras italianas se presentó un proyecto de ley para reglamentar las representaciones cinematográficas, tendiendo a asegurar la protección moral de los menores. En esa misma ley se establece un impuesto fijo para todas aquellas cintas que, pesar de estar autorizadas, no responden a un fin instructivo.

En Dusseldorf, cada programa de los que se exhiben ha de ser previamente proyectado en la prefectura de policía, donde existe un admirable servicio montado con este objeto.

Es reciente el movimiento de la opinión en los Estados Unidos pidiendo la prohibición de las películas representando escenas de crímenes.

En varios puntos, para evitar ese enjambre de muchachos que llenan las primeras filas en los cinematógrafos, está prohibida su entrada si no les acompañan sus padres. Una demanda en este sentido han hecho los profesores de Spandau (Brandebourg) al Comité superior de Instrucción pública.

II. El alejar a los menores de un determinado peligro no es una solución si ese mismo peligro subsiste para emponzoñar a todas las otras personas que forzosamente han de tener tratos con los niños y cuyo ejemplo y acción indudablemente tendrán una influencia sobre ellos. Precisa purificar el ambiente del Cinematógrafo para lograrlo, y para completar las ventajas que de ese espectáculo pueden derivarse, se han instituido infinidad de procedimientos.

En Bélgica se ha instalado un archivo para coleccionar las películas que representan el historial de la vida contemporánea y que mañana serán documentos de un valor inestimable.

En la Biblioteca Nacional de París se ha comenzado igualmente a recoger estas interesantes películas. Las Universidades populares y las obras post-escolares de Bélgica, reunidos en un congreso reciente acordaron la celebración metodizada de películas entre las clases obreras.

El Museo Pedagógico ha creado un servicio de películas para uso de las escuelas públicas, y como auxilio valioso de la enseñanza.

Instituciones de este carácter y con la intención de emplear el Cinematógrafo como medio educativo y para contrarrestar el aspecto inmoral de muchas exhibiciones, se han constituido en diversas naciones. En Suecia existe un Cinematógrafo Nacional que regula el buen gusto de estos espectáculos, y al que asisten los alumnos de las escuelas públicas.

Lo que hasta hoy, no hay duda, ha sido un motivo más para la corrupción de nuestro pueblo, puede convertirse por la acción de todos, en un nuevo motivo que impulse la educación del pueblo. No olvidemos que ese interés por un espectáculo es el punto de partida para obtener un magnífico resultado.

III. En Barcelona, con nuestro dulce clima y el espectáculo continuo de nuestro sol y nuestro cielo, no tenemos casi jardines ni plazas, ni suficientes espacios destinados a que los niños puedan juntarse para organizar sus juegos y expansionarse. En cualquier ciudad del mundo donde el clima no presente los encantos del nuestro, el culto a la calle y a la naturaleza es más vivo y fervoroso que entre nosotros. En Cataluña misma, en cualquier pueblo hallaremos una gran plaza delante de la iglesia, que es el refugio y la expansión de los niños. En nuestra ciudad podemos observar barrios enteros, y no de los antiguos precisamente, donde no existe ni una sola plaza para esparcimiento de los pequeños.

Con este espíritu ha formado la ciudad. En él han crecido sus actuales habitantes y con él se forman actualmente los niños. No hay duda que ayudados por nuestro clima, nosotros lograremos fomentar otros espectáculos y otras diversiones al aire libre, que no sean precisamente las corridas de toros, que son las únicas que actualmente conocemos. Pero ello, es un trabajo más lento, y que necesita más tiempo para solucionarlo.

Pero el combatir las inmoralidades que actualmente representa el Cinematógrafo, no es posible dilatarlo y para ello no existe mejor solución que batirlo con sus propias armas.

B. IV. Hemos de repetir lo que se ha dicho una infinidad de veces: en nuestro país la escuela tradicional –pública o privada– no educa. Y no se preocupa la escuela del problema de la educación, por la sencilla razón de que regularmente las personas a esa tarea dedicadas no están poseídas por ningún ideal superior que les impulse. En eso no son distintas de la mayoría de españoles. En la mayoría de escuelas barcelonesas, como son en casi todas las de España, el niño únicamente aprende a leer y a escribir, y esto no son suficientes armas para defenderse contra las inmoralidades de la calle que de continuo le acechan.

La educación que el niño recibe, es precisamente la de la vía pública con todos sus defectos. En general, no es que esta educación de la calle debilite o atenúe la recibida en la escuela. Es, sencillamente que no ha recibido otra. Por esta razón urge neutralizar la calle y para ello no basta con la autoridad del Maestro, precisamente aquí, donde esa autoridad –por muchas razones– es desconocida.

V. Para la implantación de un régimen de fiscalización no es necesaria la ayuda del Maestro ni la del padre de familia.

Mucha parte de nuestra desmoralización, proviene del deseo en los niños de anticiparse a parecer hombres. Con la defectuosa educación recibida no hay necesidad de añadir qué concepto tendrá ese niño de lo que significa asemejarse a un hombre. Esa primera sugestión forma en él los malos hábitos que no le abandonarán, si otra sugestión no prevalece. Nadie más indicado para lograrlo y levantar a esos hombres caídos que el ejemplo y la acción del joven propagandista republicano al lado de la del joven propagandista carlista. El poder que representa tener la satisfacción de ser más moral que la mayoría de sus convecinos, la satisfacción de ser dueño de sí mismo, es mejor impulsor para acometer estas obras, que poseer el título de Maestro, la obligación de padre de familia o el cargo de Concejal.

Manuel Ainaud
Director del Colegio “Nuevo Mont d'Or”, Barcelona.