Filosofía en español 
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La cuestión del cinematógrafo y la de la moral de la calle

[ Narciso José de Liñán y Heredia ]

Contestación al cuestionario sobre la moral del Cinematógrafo

Nisi Dominus
custodierit Civitatem…

Las llamadas cuestiones del Cinematógrafo y de la Moral en la calle, son insolubles para quienes niegan la norma objetiva de lo justo.

Mientras se diga –contra lo que enseña el Catecismo– que el pensamiento no delinque y que hay derecho al mal y al error, será ilógico castigar a los que sacan las consecuencias de tales premisas.

Las verdades del orden moral se distinguen de las del orden físico, en que no sólo cautivan a la inteligencia, sino que mueven a la voluntad.

Dada la unidad de nuestras facultades anímicas, en una superior forma substancial del compuesto humano, no se concibe se niegue la facultad de hacer lo que le plazca a quien se autoriza para pensar lo que se le antoje. Magister meus, mea ratio. Obrar contra la razón, es obrar irracionalmente.

Al pueblo a quien se dice que su soberanía no reconoce límite, que tiene derecho a destruirse, que el Poder es de todos, esto es, de nadie, invisible, impersonal, anónimo, no se le puede obligar a que ame la Justicia, según la máxima de la Sabiduría puesta por los Reyes de nuestro Casal de Aragón en sus sellos, ni comprende la exactitud del hermoso verso de Mossén Cinto:

qui enfonza o alça 'ls pobles es Deu, que'ls ha creat

Si realmente se quiere moralizar la plaza pública, es preciso volver a la práctica de las virtudes públicas; proclamando la existencia de la Ética, fundada en la Metafísica, vivificada por la Religión; recordando, que si como decía San Agustín –la virtud es el orden del Amor–, sin orden no puede haber libertad: SUB LEGE LIBERTAS.

El conde de Doña-Marina.

Madrid, 22 noviembre, 1911.