El Adelanto Diario político de Salamanca
Salamanca, sábado 30 de diciembre de 1899
 
época 2ª, año XV
número 4470, páginas 1-2

[ Fernando Felipe Martín ]

Los salarios altos

II

«En las sociedades humanas existe un fenómeno de capilaridad social,
por virtud del cual, todos los individuos tienden a elevarse,
lo mismo en la esfera de la riqueza que en la de la inteligencia.» Nitti.

Algo muy importante que han traído los estudios comparativos, en sus diferentes aplicaciones, es la conciencia de la relatividad de todas las cosas, producto del incesante moverse de la Humanidad, que es lo que constituye su vida.

Cuando no se conoce más manera de vivir que la que uno hace, es imposible compararla con otra y, como consecuencia, aquélla parece la única posible.

Mientras la esclavitud fue general, mientras los esclavos y los amos no vieron país alguno en que la esclavitud no existiera, no pudo ocurrírsele que desapareciera la esclavitud y por eso, esa institución que hoy nos parece inhumana, parecía hasta a los hombres más sabios de aquella época, de la más absoluta justicia.

¡Cómo que el concepto de la justicia que muchos creen caído del cielo, no es sino un producto de lo que nos rodea! y como lo que nos rodea varía constantemente, varía de la misma manera el concepto de la justicia.

Sólo cuando se viven las instituciones de otros pueblos y se las compara con las que existen en el propio, es cuando se ven las ventajas o inconvenientes de las que uno (por no haber vivido otras) tenía por perfectas.

Hoy nos parece naturalísimo que un hombre salga de su casa y vaya a trabajar a un taller y que, por esto, se le entregue una cantidad, que se llama salario. Sin embargo, el salario que algunos creen ha existido siempre, es de ayer.

Pero tan necesario lo hacen hoy las maneras de producir para otros, que muchos se figuran que, si desapareciera el trabajo por salario, se hundiría el mundo.

¿Qué iba yo a hacer sino encontrara quien trabajara para mí a cambio de unas perras (dice el fabricante), ¡me moriría de hambre! Hombre, no, si la necesidad le apretaba a usted de veras y no encontraba usted quien le entregara sus productos por un salario, trabajaría usted. Entre morirse de hambre y trabajar, optaría usted por esto último.

Esto es, sencillamente, lo que no conviene del Socialismo, que desaparezcan los asalariados, porque entonces, ¡Dios no lo permita! tendría que trabajar todo el mundo, en vez de trabajar unos para que otros coman.

El salario es el que divide a la sociedad actual en poseedores y desposeídos, y como estos últimos no tienen otro medio de vida que su trabajo, su interés les grita a cada paso que procuren que se lo paguen mejor, ya que tiene que venderlo. Es decir, que el salario sea cada vez mayor. Este debe ser el objeto de los trabajadores.

—Sí, pero si los obreros tienen más salario, estarán más horas en la taberna.

—O no, más salario tiene el patrón (el amo) y va menos a la taberna.

—Mira que gracia, porque tiene una educación que no tiene el obrero.

—Pues esta educación la tendrá el obrero, lo mismo que hoy la tiene el patrón, cuando con mayor salario pueda mantenerse bien y ahorrar (sin detrimento de su salud) una cantidad que dedicar a la educación suya y a la de sus hijos.

—Ta, ta, pero eso «va para muy largo».

—¿Usted lo sabe? Aquí todo el mundo dice eso y nadie se mueve. En otras partes, el obrero es mucho más ilustrado que aquí, y no lo es, más que porque gana muy buen salario. Si aquí lo ganara, lo sería lo mismo, y si en esos sitios se hubieran echado la cuenta que aquí, no habría dado un paso hacia adelante la Humanidad. Como no lo da en ningún país, hasta que el obrero no mejora su condición.

Apréndanse ustedes los siguientes parrafitos, que son sustanciosos.

«Hoy mismo ¿cuál es en los países de adelantada industria, el mayor propulsor del progreso de ésta? Las asociaciones obreras y la solidaridad de los trabajadores que, exigiendo más alto jornal cada vez, obligan a ingeniarse al genio del capitalista.»

«Háse observado que a cada huelga triunfadora, ha seguido un progreso técnico.

Pero aquí nada de eso: a tratar de vagos y embaucadores a los socialistas, a estorbar las asociaciones de los obreros, a repetir una vez y otra la inmensa vaciedad del «caridad en los ricos y resignación en los pobres» y a pedir escuelas industriales.»

El obrero que se asocia, lo hace para mejorar su situación, y una vez asociados y convencidos de la solidaridad (unión) que entre ellos existe, dejan de ser los criados del burgués, para convertirse en personas, que contratan con él, sin la traba que imponen necesidades apremiantes.

Aun cuando se dice que el obrero contrata con el patrón libremente, la libertad sólo existe para este último. El obrero, que si no trabaja, no puede comer, está obligado, dígase lo que se quiera de libertad (y esto bien lo saben los obreros) a aceptar las condiciones que se le quieran imponer. No se diga que éstas son tolerables; por duras que sean, tendrán que aceptarlas.

Esto en cuanto al obrero aislado; por el contrario, el obrero que se asocia, y en unión de todos los de su oficio, nombra un síndico para que gestione con el patrón el salario que ha de dar a sus operarios, contrata en condiciones muy ventajosas. Un obrero que no acepta las condiciones que exige el patrón, en nada perjudica a éste, pero si los que no quieren trabajar, son todos los del oficio, el patrón, tiene que transigir con lo que pidan, porque sin obreros que trabajen para él, no podrá vivir sino siendo un simple trabajador.

La asociación es el medio más a propósito para conseguir el aumento de los salarios, y el salario alto, la primera condición de vida de los obreros para quienes la primera preocupación debe estar en tener satisfechas abundantemente sus necesidades materiales, base de todo su desarrollo interno.

* * *

Notas semanales

Los canteros

Hace tiempo, dirigieron una solicitud al Alcalde, pidiéndole interpusiera su influencia con el contratista del mercado para que fueran preferidos para trabajar en él, los obreros de Salamanca.

El 24 de los corrientes, y por indicación del Alcalde, fue a visitar al contratista, señor Flores, una comisión de la sociedad de canteros «La Unión.» El señor Flores, consecuente con lo que en El Adelanto dijo, con motivo de este asunto, recibió a los comisionados con tal afabilidad, que éstos salieron de su casa satisfechísimos.

Después de obsequiarles como amigo y ofrecerles su ayuda como compañero, les felicitó por su buena organización.

Bien, requetebién, señor Flores; lo que usted ha hecho, es lo que debían hacer cuantos son obreros y en ello, como usted hace, encuentran sus mejores títulos.

* * *

Los operarios de la Estación

Con motivo de un accidente ferroviario, de que los lectores tienen ya noticias, se ha publicado en El Adelanto un Remitido, en que Un Obrero, de buenos sentimientos, reseña la desgracia, de que han sido víctimas dos compañeros suyos y habla de lo que supone hará la Compañía, para mitigar en lo posible la desgracia ocurrida.

Mal camino me parece ese, de esperar de las Compañías algo. Es preferible que los obreros se acostumbren a conquistar sus derechos y no a suplicar nada. ¿Por qué no se asocian los empleados de la Estación? Ellos reúnen circunstancias inmejorables para hacerlo y de este modo, conseguirían mejorar mucho las condiciones en que trabajan, lo mismo los de los talleres que los encargados de la dirección y gobierno de los trenes.

¿No son capaces de hacer los empleados de la Estación, lo que han hecho zapateros, canteros y carpinteros? Aunque no les conozco, presumo que sí.

Muchos de los que aquí trabajan, habrán pertenecido a asociaciones obreras en otras partes; así, que no necesitan más que recordar, cómo se trabaja en los sitios en que el obrero está asociado, y compararlo con la manera de trabajar aquí.

Para estos obreros, la asociación es obra sencillísima.

* * *

Los albañiles

En nombre de uno que lo es, se convoca a todo el gremio, para una reunión que tendrá lugar el próximo miércoles 3 de Enero, en el salón de «Germinal», a las seis y media de la tarde.

No se trata de reunión con carácter político alguno y si ésta se celebra en el salón de «Germinal», es porque esta agrupación cede gratuitamente su local.

Para los albañiles es hoy una necesidad apremiante la asociación. Asociados como lo están los canteros y carpinteros, podrán los albañiles, asociándose, unirse a los anteriores y mejorar, cuanto les sea dable, el trabajo en el ramo de construcción.

Las ventajas de la asociación, no han de ser más que para los asociados y no creo que encontrarán agradable los albañiles el trabajar en peores condiciones que canteros y carpinteros, porque éstos estén asociados y ellos no.

Pepe Rey.

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