Filosofía en español 
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Optimismo y pesimismo

no figura

Diccionario filosófico marxista · 1946

no figura

Diccionario filosófico abreviado · 1959

Optimismo y pesimismo

(del latín “optimus”: lo mejor; y del latín “pessimus”: lo peor.) Dos posiciones opuestas frente al curso de los acontecimientos. El optimismo se manifiesta por la fe en un futuro mejor. Propugnaba un extremado optimismo metafísico, por ejemplo, Leibniz, quien consideraba que el mundo existente era el mejor de todos los mundos posibles. Semejante punto de vista lleva a la negación y, en última instancia, a la justificación del mal, de las desgracias y calamidades de la vida. El optimismo científico, fundado por el marxismo-leninismo, se desprende del conocimiento de las leyes objetivas del devenir social. Hay que considerar como una especie de optimismo el “meliorismo” (del latín “melior”: mejor), concepción según la cual el mundo puede hacerse mejor gracias al esfuerzo humano. Ese término fue inventado en el siglo XIX por el filósofo James Sully y la escritora inglesa George Eliot. Los partidarios del meliorismo estiman, sin embargo, que sólo es posible mejorar el mundo mediante el perfeccionamiento individual, mediante la instrucción. En contraposición al meliorismo, la teoría marxista parte de que en el desarrollo progresivo de la sociedad, lo decisivo es la actividad revolucionaria de las masas en consonancia con las leyes conocidas del desenvolvimiento social. El pesimismo se revela en concepciones según las cuales los acontecimientos tienden hacia lo peor, en estados de ánimo decadentes, en falta de fe en el triunfo del bien y de la justicia. Dieron una fundamentación al pesimismo los filósofos reaccionarios alemanes Schopenhauer y Eduard von Hartmann, el poeta italiano Giacomo Leopardi. El pesimismo es inherente al existencialismo. Por regla general, se inclinan hacia el pesimismo las clases caducas. El pesimismo es característico de la burguesía reaccionaria actual.

Diccionario filosófico · 1965:347-348

Optimismo y pesimismo

(latín optimus: el mejor, y pessimus: el peor.) Dos actitudes contrarias hacia la marcha de los acontecimientos: el optimismo es la convicción y la fe en un futuro mejor, en la posibilidad del triunfo del bien sobre el mal, de la justicia sobre la injusticia; en cambio, el pesimismo se manifiesta en las consideraciones de que los acontecimientos van hacia lo peor, en los ánimos de abatimiento, en la falta de fe en el triunfo del bien y de la justicia. En la historia de la filosofía, la concepción optimista del mundo la predicaban de una u otra manera muchos pensadores: Aristóteles, Epicuro en la Antigüedad; Leibniz, en el tiempo nuevo. Este último opinaba que el mundo existente es el mejor de todos los mundos posibles. El optimismo absoluto de Leibniz llevaba en última instancia a la justificación del mal, las desgracias y los infortunios en la vida. El pesimismo lo fundamentaban los filósofos irracionalistas alemanes Schopenhauer y E. Hartmann. Es típico de las clases caducas, por ejemplo, de la burguesía de nuestra época. Trataron de superar los puntos extremos del optimismo y del pesimismo los representantes del meliorismo (lat. melior: mejor), concepción que reconoce inevitable el mal, pero considera que el mundo puede ser mejorado merced a los esfuerzos humanos. Este término fue introducido en el siglo 19 por la escritora inglesa G. Eliot y el filósofo francés J. Sully. Los partidarios del meliorismo estiman que sólo es posible mejorar el mundo mediante el perfeccionamiento individual, por vía de la difusión de la cultura. La teoría marxista afirma el optimismo histórico, que se apoya en la previsión científica de la futura sociedad comunista y en el conocimiento de las leyes del desarrollo social.

Diccionario de filosofía · 1984:320-321